La Historia NVI
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La Historia NVI

Max Lucado, Randy Frazee

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  1. 448 pagine
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La Historia NVI

Max Lucado, Randy Frazee

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La mejor narración jamás contada» es más que simplemente un cliché. Dios ha hecho hasta lo imposible para rescatar a los perdidos y los que sufren. De eso trata La verdadera historia… del relato de la Biblia, el gran amor de Dios por la humanidad. Condensado en treinta y un capítulos accesibles, La verdadera historia le transporta hacia una progresión en desarrollo de los personajes y sucesos bíblicos desde Génesis hasta Apocalipsis. Usando el texto claro, preciso y fácil de entender de la Nueva Versión Internacional, permite que los relatos, poemas y enseñanzas de la Biblia se lean como una novela. Y como cualquier buen relato, La verdadera historia está llena de intriga, drama, conflicto, romance y redención. Características: • El relato bíblico… en sus propias palabras • Sucesos, personajes y enseñanzas de la Biblia ordenados de forma cronológica • Texto de la Nueva Versión Internacional

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Informazioni

Editore
Vida
Anno
2011
ISBN
9780829759112
Categoria
Bibles

1
La creación: El principio de la vida tal y como la conocemos

DIOS, EN EL PRINCIPIO, CREÓ LOS CIELOS Y LA TIERRA. LA TIERRA ERA un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas.
Y dijo Dios: «¡Que exista la luz!» Y la luz llegó a existir. Dios consideró que la luz era buena y la separó de las tinieblas. A la luz la llamó “día", y a las tinieblas, “noche". Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el primer día.
Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento en medio de las aguas, y que las separe!» Y así sucedió: Dios hizo el firmamento y separó las aguas que están abajo, de las aguas que están arriba. Al firmamento Dios lo llamó “cielo". Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el segundo día.
Y dijo Dios: «¡Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar, y que aparezca lo seco!» Y así sucedió. A lo seco Dios lo llamó “tierra", y al conjunto de aguas lo llamó “mar". Y Dios consideró que esto era bueno.
Y dijo Dios: «¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todos según su especie!» Y así sucedió. Comenzó a brotar la vegetación: hierbas que dan semilla, y árboles que dan su fruto con semilla, todos según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno. Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el tercer día.
Y dijo Dios: «¡Que haya luces en el firmamento que separen el día de la noche; que sirvan como señales de las estaciones, de los días y de los años, y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra!» Y sucedió así. Dios hizo los dos grandes astros: el astro mayor para gobernar el día, y el menor para gobernar la noche. También hizo las estrellas. Dios colocó en el firmamento los astros para alumbrar la tierra. Los hizo para gobernar el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios consideró que esto era bueno. Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el cuarto día.
Y dijo Dios: «¡Que rebosen de seres vivientes las aguas, y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del firmamento!» Y creó Dios los grandes animales marinos, y todos los seres vivientes que se mueven y pululan en las aguas y todas las aves, según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares. ¡Que las aves se multipliquen sobre la tierra!» Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el quinto día.
Y dijo Dios: «¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes, y reptiles, según su especie!» Y sucedió así. Dios hizo los animales domésticos, los animales salvajes, y todos los reptiles, según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno.
Y dijo: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.”
Y Dios creó al ser humano a su imagen;
lo creó a imagen de Dios.
Hombre y mujer los creó.
Y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.”
También les dijo: «Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento. Y doy la hierba verde como alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se arrastran por la tierra.” Y así sucedió.
Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno. Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el sexto día.
Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos.
Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora.
Ésta es la historia de la creación de los cielos y la tierra.
Cuando Dios el SEÑOR hizo la tierra y los cielos, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra, ni había brotado la hierba, porque Dios el SEÑOR todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía el hombre para que la cultivara. No obstante, salía de la tierra un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Y Dios el SEÑOR formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.
Dios el SEÑOR plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado. Dios el SEÑOR hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.«
Luego Dios el SEÑOR dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.«
Entonces Dios el SEÑOR formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre.
Entonces Dios el SEÑOR hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el SEÑOR hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó:
«Ésta sí es hueso de mis huesos
y carne de mi carne.
Se llamará “mujer”
porque del hombre fue sacada.«
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.
En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza.
Dios ha creado un mundo hermoso y lo ha llenado de criaturas gloriosas y diversas. De entre toda su creación, él eligió a dos seres humanos, Adán y Eva, para construir con ellos una relación. Estas dos personas fueron bendecidas para compartir su paraíso entre sí y con Dios, entonces ¿por qué habrían de desear algo más?
La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el SEÑOR había hecho, así que le preguntó a la mujer:—¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?
—Podemos comer del fruto de todos los árboles—respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: «No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.”
Pero la serpiente le dijo a la mujer:—¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.
La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera.
Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le dijo:—¿Dónde estás?
El hombre contestó:—Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.
—¿Y quién te ha dicho que estás desnudo?—le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer?
Él respondió:—La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.
Entonces Dios el SEÑOR le preguntó a la mujer:—¿Qué es lo que has hecho?
—La serpiente me engañó, y comí—contestó ella.
Dios el SEÑOR dijo entonces a la serpiente:
«Por causa de lo que has hecho,
¡maldita serás entre todos los animales,
tanto domésticos como salvajes!
Te arrastrarás sobre tu vientre,
y comerás polvo todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre tú y la mujer,
y entre tu simiente y la de ella;
su simiente te aplastará la cabeza,
pero tú le morderás el talón.”

A la mujer le dijo:

«Multiplicaré tus dolores en el parto,
y darás a luz a tus hijos con dolor.
Desearás a tu marido,
y él te dominará.”

Al hombre le dijo:"Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer,
¡Maldita será la tierra por tu culpa!
Con penosos trabajos comerás de ella
todos los días de tu vida.
La tierra te producirá cardos y espinas,
y comerás hierbas silvestres.
Te ganarás el pan con el sudor de tu frente,
hasta que vuelvas a la misma tierra
de la cual fuiste sacado.
Porque polvo eres,
y al polvo volverás.”
El hombre llamó Eva a su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente.
Dios el SEÑOR hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió. Y dijo: «El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.” Entonces Dios el SEÑOR expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida.
El hombre se unió a su mujer Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: «¡Con la ayuda del SEÑOR, he tenido un hijo varón!» Después dio a luz a Abel, hermano de Caín.
Abel se dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a trabajar la tierra. Tiempo después, Caín presentó al SEÑOR una ofrenda1 del fruto de la tierra. Abel también presentó al SEÑOR lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo.
Entonces el SEÑOR le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado2 te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.”
Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.
Los trágicos acontecimientos de los errores y malas decisiones de Adán y Eva, y de su primogénito Caín, resonaron en las posteriores historias de dificultades y tragedias de sus hijos y de los hijos de sus hijos. A medida que la gente comenzó a poblar el planeta, al abandonar la zona de Edén y viajar tan lejos como sus pies y las bestias los pudiesen llevar, el legado de odio, ira, asesinato y engaño de la humanidad se desarrolló una vez que la gente continuó descuidando su relación con Dios. Al final, casi todo el mundo simplemente se olvidó de su Creador y del pleno propósito de su existencia. Para la mayoría de la gente, la vida se convirtió en una gran fiesta sin pensar en las consecuencias … con excepción de un hombre.
Al ver el SEÑOR que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón. Entonces dijo: «Voy a borrar de la tierra al ser humano que he creado. Y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo....

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