Nuestra Revolución
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Un futuro en el que creer

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Nuestra Revolución

Un futuro en el que creer

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En Nuestra Revolución, los lectores encontrarán algunas de las claves de la estrategia de ocupación del Partido Demócrata a partir de las experiencias personales de Sanders durante su campaña electoral, así como los ejes del trabajo político de una nueva izquierda estadounidense a la que admiramos y de la que esperamos lo mejor.Nadie dijo que hacer la revolución —signifique eso lo que signifique en el siglo XXI y en Estados Unidos— sea fácil, pero la lucha sigue.Pablo Iglesias TurriónSecretario General de Podemos

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Parte dos

Una agenda para una nueva América: Cómo transformar nuestro país

1
La derrota de la oligarquía

La democracia se basa en una persona, un voto. Se trata de que todos nos unamos para decidir el futuro de nuestro país. Se trata de que un puñado de milmillonarios no compre las elecciones y de que haya gobernadores que no nieguen el derecho al voto a las personas pobres o de color. Nuestro cometido es unirnos para detener la deriva que nos lleva hacia la oligarquía y crear una democracia llena de vida.
La democracia debería ser algo sencillo. Debería ir incrustada en el alma de todo americano. Involucrarse, mantenerse activo durante los procesos políticos, saber que nuestra opinión cuenta a la hora de ayudar a dar forma al futuro de nuestra comunidad, al futuro de nuestro estado y al futuro de nuestro país debería ser la esencia de nuestro modo de vida. Esto debería enseñarse en las escuelas, ser discutido por las familias a la hora de la cena y ser celebrado los días de fiesta.
Deberíamos estar eternamente agradecidos a Jefferson, Adams, Paine, Washington, Madison, Franklin, Hamilton y al resto de líderes revolucionarios que fundaron nuestro país. Mostrando un coraje increíble, arriesgaron sus vidas para crear un tipo de sociedad muy diferente.
La democracia es el derecho de las personas libres a controlar su destino. Ni reyes, ni reinas, ni zares, sino gente normal y corriente que se une de forma pacífica para decidir el futuro de su sociedad. Democracia significa que el gobierno nos pertenece a todos nosotros y que elegir a las personas que han de representar nuestros intereses es nuestro derecho inalienable. Al fin y al cabo, esto es lo que proclama nuestra Declaración de Independencia cuando de manera solemne afirma: “Tomamos estas verdades como evidentes por sí mismas, que todos los hombres han sido creados iguales, que todos han sido dotados por su Creador con ciertos derecho inalienables. Entre ellos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Para asegurar estos derechos, todos los gobiernos están formados por hombres cuyos poderes provienen del consenso de los gobernados”. Sus poderes provienen del consenso de los gobernados.
¿Qué significa democracia a día de hoy? En mi opinión, debería significar una persona, un voto. Debería significar igualdad de oportunidades para todos aquellos que aspiren a ocupar un cargo público. Debería significar que los ricos no tengan una influencia injustificada sobre los procesos electorales. Debería significar que votar y participar en el proceso político sea algo tan fácil y asequible como sea posible, y que no se erijan barreras para evitar que grupos de ciudadanos ejerciten su derecho a participar. Debería significar que los pobres, los ancianos, los jóvenes y las personas de color no sean discriminados cuando quieran ir a votar. Debería significar que los Estados Unidos tuvieran una de las mayores participaciones electorales del mundo, no una de las más bajas. Debería significar que la conciencia política fuera grande y que las personas fueran conscientes y estuvieran bien informadas sobre los grandes retos a los que se enfrenta nuestra nación.

LA LUCHA POR UNA DEMOCRACIA LLENA DE VIDA

Todos conocemos el difícil y tortuoso camino que ha recorrido la democracia americana desde la fundación de nuestra nación, cuando los revolucionarios de las colonias se enfrentaron y derrotaron al rey de Inglaterra y al enorme poder del Imperio Británico. Convencidos de que las decisiones que afectaban a sus vidas deberían ser tomadas por las propias personas, no por un monarca autocrático a tres mil millas de distancia al otro lado del Océano Atlántico, los revolucionarios lucharon por crear un nuevo tipo de sociedad, una sociedad democrática, única en el mundo de aquellos días.
Por otra parte, también sabemos que la constitución que redactaron, aunque revolucionaria en su momento, reflejaba los valores y costumbres de la década de 1790: esclavismo y racismo, rígida división entre clases y un sexismo profundamente arraigado. Sabemos que desde entonces, tras matanzas, luchas y revueltas, los americanos han intentado ampliar la democracia y hacerla más inclusiva. Como dijo Lincoln en Gettysburg, nuestro objetivo era crear “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Los abolicionistas, no solo Frederick Douglass y William Lloyd Garrison, también las tantísimas miles de personas que apoyaron su causa, lucharon por abolir la esclavitud y garantizar los derechos ciudadanos de todos los americanos, independientemente de su raza. Se luchó una gran guerra para, en parte, insistir en que esta nación debería tratar a los americanos negros como portadores de los mismos derechos que los americanos blancos. Esa lucha fue la que nos trajo la Enmienda número 14 de la Constitución, aquella que garantiza una protección legal igual para todo el mundo. También nos trajo la Enmienda número 15 de la Constitución, aquella que prohíbe apelar a la raza para determinar qué ciudadanos pueden votar.
Y, en años más recientes, fue por eso por lo que el movimiento en favor de los derechos civiles organizaba manifestaciones y sentadas. Por esta razón hubo gente a la que se encarceló, a la que se golpeó y a la que a veces se asesinó. Esto es lo que estaba detrás de la obra de Martin Luther King Jr. y de la Marcha sobre Washington. Fueron esfuerzos decididos llevados a cabo por millones de americanos, blancos y negros, para exigir que el gobierno cumpliera con el sueño de garantizar la democracia para todos. Esa lucha tuvo éxito cuando presionó al Congreso para que pasara la Ley de Derecho al Voto de 1965, que fue rubricada por Lyndon Johnson y que aseguraba por fin que todos los ciudadanos de este país, independientemente de su raza, tuvieran derecho a voto.
Esta lucha fue la que trajo la Enmienda número 19 de la Constitución, que prohíbe que el gobierno le niegue el derecho al voto a la mujer. La enmienda no apareció sin más, fue el fruto de la lucha de las sufragistas lideradas por figuras como Lucretia Mott, Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton a mediados del siglo XIX. De forma similar, el movimiento de las mujeres de finales del siglo XX continuó la lucha y consiguió para las mujeres derechos todavía más importantes, una igualdad todavía mayor y mayores posibilidades para las mujeres. Millones de mujeres, junto con sus aliados masculinos, dejaron claro que ninguna mujer de los Estados Unidos era ciudadana de segunda.
El voto es un derecho, no un privilegio. ¿Cómo podríamos tener una democracia real si a los pobres se les negara el derecho al voto porque no pudieran pagar un impuesto electoral? La lucha contra el dominio de los ricos y de la clase terrateniente conllevó la aprobación de la Enmienda número 24 de la Constitución, que prohibía a los ciudadanos tener que pagar para poder votar. Todo el mundo debe tener derecho a voto independientemente de su estatus económico. Votar no es algo reservado solamente a los ricos.
¿Cómo podríamos mandar a la guerra a jóvenes que acaban muriendo o mutilados luchando por la democracia si ni siquiera ellos pudieran votar a favor o en contra de la declaración de la guerra? La experiencia de los soldados americanos en la Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam hizo que se aprobara la Enmienda número 26 de la Constitución, que disminuyó la edad para poder votar a los 18 años. Todo adulto debe tener derecho a voto.

EL PODER DEL DINERO

Tenemos que elegir. O bien optamos por la democracia o la riqueza se concentrará en las manos de unos pocos. Ambas cosas no son compatibles.
LOUIS BRANDEIS, MIEMBRO DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Durante los últimos 230 años hemos hecho progresos importantes a la hora de hacer que nuestra sociedad sea más democrática e inclusiva. En lo que respecta a dotar de una voz igual a todos los americanos a la hora de gobernar el país, hemos hecho avances importantes en el derribo de las barreras raciales, de género, de clase y de edad. De hecho, las numerosas luchas por ampliar el derecho al voto se encuentran en el corazón mismo de lo que significa ser americano, ya que nos definen como pueblo.
Por desgracia, y aunque la nuestra dista mucho de ser “la democracia perfecta”, a día de hoy hay personas increíblemente ricas y poderosas que en vez de empujar hacia adelante quieren deshacer los progresos logrados y mover hacia atrás el reloj de la historia. Estos oligarcas se sienten amenazados por los logros que mediante el proceso democrático puedan hacer las personas normales y corrientes. Para proteger sus enormes activos financieros, utilizan sus increíbles recursos con objeto de que seamos una sociedad menos democrática.
Quieren más poder para sí mismos y menos poder para los americanos normales y corrientes. Aunque no anuncian sus intenciones en las portadas de los periódicos, su objetivo está claro. Quieren convertir a nuestro país en una especie de sociedad oligárquica en la que casi todo el poder económico y político resida en un puñado de familias milmillonarias. No se conforman con controlar la mayor parte de nuestra economía y con poseer un descabellado porcentaje de la riqueza de nuestra nación. Además, también quieren poseer el gobierno. Quieren que a los americanos normales y corrientes les sea literalmente imposible realizar los cambios necesarios para mejorar sus vidas.
Por desgracia, van ganando. Nuestra democracia, la capacidad de la gente normal de dar forma a su futuro, se debilita día a día.
Hoy en América, en vez de una persona, un voto, y en vez de valer lo mismo todas las opiniones, vemos cómo un pequeño grupo de personas extraordinariamente ricas bombean miles de millones de dólares en el proceso político para comprar elecciones en favor de políticos que están en deuda con ellos. Además, estamos viendo esfuerzos masivos y coordinados por parte de políticos del Partido Republicano para reprimir la democracia, ya que obstaculizan el voto de las minorías, de los pobres, de los ancianos y de los jóvenes.
Como resultado de la desastrosa decisión por 5 a 4 de la Corte Suprema en el caso Citizens United en 2010, alentada por organizaciones legales financiadas por poderosos intereses especiales y por líderes del Partido Republicano, la gente más rica de este país, así como las grandes corporaciones, pueden ahora gastar sumas ilimitadas de dinero en “gastos particulares”. Consecuencia: una enorme cantidad de publicidad mostrada en todo el país por televisiones, radios y online proviene de organizaciones fraudulentas poseídas y controladas por un puñado de milmillonarios. De hecho, en muchas elecciones, los “gastos particulares” juegan ya un papel más importante que los candidatos.
En estado tras estado, en elecciones al Senado de los EE. UU., a la Cámara de representantes de los EE. UU., a gobernador, a parlamentos estatales, a ayuntamientos, a comisiones de condado, a juntas de colegios y a magistraturas, los intereses del gran capital han logrado decidir los resultados electorales mediante inmensos desembolsos de dinero. En el momento de escribir estas líneas, un puñado de milmillonarios está desembolsando 100 millones de dólares para intentar ganar un escaño en el Senado por Ohio, 100 millones de dólares para ganar un solo escaño en un estado de tamaño moderado. Para estos milmillonarios, estos gastos son dinero de bolsillo e inversiones muy jugosas. Para estos barones de la industria de los combustibles fósiles, de Wall Street y de la banca, de los contratistas de servicios de defensa, de la industria farmacéutica, etc. las políticas apoyadas por los candidatos que ellos mismos eligen generarán beneficios muy altos derivados de sus inversiones, que recuperarán con creces.
Por cierto, para estos oligarcas, Citizens United no fue suficiente lejos. Citizens United permite ilimitados gastos particulares. Un donante puede gastar tanto como quiera en una campaña, pero no puede coordinar sus actividades con las del candidato. Esto es una manera muy ineficiente de comprar elecciones. Sería mucho más sencillo y más eficiente a la hora de controlar y coordinar las campañas si el donante pudiera darle directamente al candidato cantidades ilimitadas de dinero.
Los oligarcas consideran que para sus intereses es muy importante crear un sistema judicial derechista, por lo que gastan profusamente para que los jueces afines a sus puntos de vista resulten elegidos o promocionados. Al mismo tiempo, dan la batalla en los juzgados para literalmente eliminar todas las restricciones y regulaciones que afectan a la financiación de campañas electorales, y luchan por su derecho a hacer contribuciones directas a los candidatos de su elección. Si eso llega a pasar, si los milmillonarios tuvieran manos libres para dar sumas ilimitadas de dinero a los candidatos, significaría que a todos los efectos dichos candidatos se convertirían en meros asalariados de sus patrones. Por su puesto, eso es lo que les gustaría que pasara a los milmillonarios.
El poder político de los oligarcas supera con creces sus contribuciones de campaña y su capacidad por influir en los resultados electorales. Como son los propietarios de los medios de comunicación, de los tanques de pensamiento, de las cátedras universitarias y de los grupos de acción política, ejercen su influencia sobre la opinión pública americana y sobre las políticas exteriores e interiores de una manera de la que muy poca gente es consciente.
Según la comunidad científica al completo, el cambio climático es una crisis a nivel planetario de extraordinaria magnitud que de forma directa afectará a miles de millones de personas en todo el planeta. Los científicos creen que tenemos que ser audaces y transformar nuestro sistema energético para alejarnos de los combustibles fósiles y para optar por energías eficientes y sostenibles. Sin embargo, los milmillonarios dueños de la industria de los combustibles fósiles no es eso lo que quieren. A ellos les preocupan mucho más sus beneficios cortoplacistas que el futuro del planeta. Como consecuencia de esto, han gastado cientos de millones de dólares para crear un “movimiento de negación del cambio climático” que ha confundido y engañado sobre las investigaciones en el campo del cambio climático. También han utilizado la influencia de su enorme presupuesto publicitario para limitar la cobertura ofrecida por los medios de comunicación sobre un tema de importancia vital como este.
Cuando usted oiga hablar de un informe proveniente d...

Table of contents

  1. Cover
  2. Titel
  3. Impressum
  4. Contenido
  5. Pablo Iglesias Turrión: «Sanders o el sueño de una izquierda de Gobierno en Estados Unidos»
  6. Introducción
  7. PRIMERA PARTE CANDIDATURA A LA PRESIDENCIA
  8. PARTE DOS UNA AGENDA PARA UNA NUEVA AMÉRICA: CÓMO TRANSFORMAR NUESTRO PAÍS
  9. Conclusión
  10. Agradecimientos