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Hagamos las paces
Narrar la guerra desde el arte para construir la paz
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Hagamos las paces
Narrar la guerra desde el arte para construir la paz
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Gozar de una Colombia en paz es, tal vez, uno de los pocos, acaso el único proyecto en común de los colombianos. El Acuerdo de paz firmado en 2016 inaugura un nuevo relato nacional en el que la paz es denuncia, propuesta e imaginación de vida que crea, inventa, controvierte e incomoda. En este libro, las artes documentan el hacer las paces en la Colombia del siglo xxi. Las diversas experiencias evocadas vislumbran vías inéditas de restauración de unos espíritus libres del odio y de la venganza mediante la desmovilización cultural de los imaginarios. En lo simbólico, las artes y las imagenes demuestran que hay miles de formas de hacer las paces.
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Information
LA FOTOGRAFÍA: MECANISMO DE REPARACIÓN SIMBÓLICA FRENTE A LA DESAPARICIÓN FORZADA
Simón Alberto Moratto Bolívar1
¿Cómo puede reparar simbólicamente la fotografía a las víctimas de desaparición forzada? Esta es la pregunta a la cual este artículo pretende dar respuesta. Para tal efecto, se establecerán, en primer lugar, los conceptos de reparación simbólica, desaparición forzada y fotografía. Se evidenciarán, luego, las relaciones que existen entre la fotografía y la reparación a las víctimas, es decir, las formas en las que estas dos ramas, aparentemente distantes, guardan puntos convergentes y de contacto, que permiten un diálogo armónico entre ambos campos del conocimiento. Se expondrán, de esta forma, las funciones de la fotografía y cómo estas encajan en las necesidades de las víctimas de desaparición forzada, de manera que se relacionará lo anterior con la garantía de satisfacción, la garantía de no repetición, el derecho a la verdad, el derecho a la memoria y a la dignidad humana.
1. Reparación simbólica y desaparición forzada
Cuando se producen unas vulneraciones a los derechos humanos, surge la obligación de reparar integralmente los daños ocasionados. Es decir, se deben cubrir todas las consecuencias que generó el hecho dañino. De ahí que se hayan establecido 1) medidas de indemnización, es decir, aquellas que reparan económicamente las consecuencias materiales del daño; 2) medidas de rehabilitación, cuyo objetivo es el mejoramiento de la salud tanto física como mental; 3) medidas de restitución, tendientes a devolver a la víctima al estado anterior al hecho lesivo; 4) medidas de satisfacción, que se orientan a mitigar el daño, proporcionar bienestar y restablecer la dignidad; 5) medidas de no repetición, que tienen como finalidad originar cambios estructurales que posibiliten la no reiteración de los hechos victimizantes. Todas estas categorías se aplican en sus dimensiones individual, colectiva, material, moral y simbólica.
Desde la perspectiva simbólica, la reparación se compone de todas aquellas medidas que tiendan a “asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, la solicitud de perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas” (Congreso de la República de Colombia, Ley 1448 de 2011). Por su parte, la Memoria histórica se refiere a la preservación del pasado y de los hechos que dieron lugar a las violaciones de derechos humanos, de manera que quede un registro de lo que sucedió para impedir la invisibilización de los afectados y de los acontecimientos. En cuanto a las medidas de no repetición, debe decirse que son mecanismos cuya finalidad es prevenir la reiteración de los hechos delictivos, es decir, que estas situaciones no vuelvan a presentarse.
De otro lado, se contemplan la aceptación pública de los hechos y la solicitud del perdón público. La primera aboga por una asunción de responsabilidad por los hechos violatorios de los derechos humanos, esto es, que se asuma la calidad de autor o partícipe de las vulneraciones ya mencionadas, mientras que la segunda consiste en la petición de excusas por parte de los victimarios a los sujetos perjudicados y a la sociedad. Es importante señalar que esa petición de perdón y esa asunción de responsabilidad tienen la característica de ser públicos, notorios, manifiestos y conocidos por el conglomerado social.
Finalmente, en lo que tiene que ver con el restablecimiento de la dignidad de las víctimas, entendida esta como un derecho fundamental consagrado constitucional (Constitución Política de Colombia, Artículo 15) y convencionalmente (Convención Americana sobre Derechos Humanos, Artículo 11) que entraña el respeto mismo por la persona, debe ser entendida en tres formas: vivir como se quiere, vivir sin humillaciones y vivir bien (condiciones materiales de existencia, Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-1096 de 2004). Todas estas condiciones se aniquilan por completo cuando las graves violaciones a los derechos humanos se presentan y deberán restablecerse de manera que pueda efectuarse un disfrute pacífico y libre de las mismas.
Ahora bien, son diferentes los mecanismos utilizados para hacer efectiva la reparación simbólica. Varios de ellos se encuentran consagrados a título enunciativo en la Ley de víctimas de Colombia, aunque no todos se agotan allí, pues debe atenderse a las necesidades de los casos concretos. Uno de los mecanismos más utilizados para esta forma de reparación ha sido el arte y el uso del patrimonio cultural por parte de las víctimas y la sociedad.
Por otra parte, la desaparición forzada es un acto atroz, proscrito, desde la misma Constitución (Artículo 12), que consiste en la privación de la libertad, seguida del ocultamiento de la persona y de la negativa a reconocer esa privación o de dar información sobre su paradero, sustrayéndola del amparo de la ley (Congreso de la República de Colombia, Ley 599). Su naturaleza es tal que se considera como un crimen de lesa humanidad, cuyas víctimas son tanto el titular del bien jurídico como sus seres cercanos y la sociedad (Congreso de la República de Colombia, Ley 1448). Cabe señalar que, en el ordenamiento penal colombiano, cualquier persona puede cometer este delito, a diferencia del tratamiento que le da el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y la Convención Interamericana sobre Desaparición forzada de personas. Estos establecen que el autor debe ser un agente o agentes estatales o particulares que actúen con su apoyo, autorización o aquiescencia. Colombia ha sido el país latinoamericano con los mayores índices de desaparición forzada, el sistema de información de desaparecidos de Medicina Legal reporta alrededor de 21.000 casos, en la fiscalía registran 26.000 y en la Unidad Nacional de reparación a víctimas cerca de 31.000 casos para el 2014 (elpais.com). Para el 2015, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, desde 1985 más de 60.000 personas han padecido este flagelo (CNMH, 2016).
Cabe preguntarse: ¿Cómo puede la fotografía cumplir la función social de la que habla Bourdieu (2003), asignada por la ley, consistente en reestablecer la dignidad de un desaparecido y de la sociedad? ¿Cómo lograr un tránsito del inconsciente al consciente colectivo? ¿Cómo se desarrolla la fotografía en cuanto mecanismo amplificador del derecho a la verdad de las víctimas o en tanto sistema para generar cambios en aquellas circunstancias que posibilitan las violaciones a derechos humanos? Como se verá a continuación, la imagen fotográfica contribuye con, por lo menos, seis aportes para responder estas preguntas y alcanzar estos objetivos como: 1) Fijador visual; 2) Transmisor dignificante; 3) Instrumento político; 4) Paliativo simbólico; 5) Sustitutivo ritual; 6) Transformador social.
2. La imagen fotográfica como derecho a la memoria
Considerada desde la perspectiva de Fijador visual (1), la imagen fotográfica posibilita el derecho a la memoria, una función inherente a la fotografía que consiste en preservar por un medio sensorialmente perceptible vivencias anteriores:
[…] entendemos la memoria como una acción discursiva realizada en el presente que construye relatos sobre el pasado, los que constituyen una trama de relaciones en las que contenido y forma son indistinguibles. Recordar algo, es decir, al mismo tiempo, qué y cómo se lo recuerda, delimitando un momento específico y con un cierto tejido o trama de sentido. (Fernández, Piper, 2013, p. 21)
La cámara es capaz de captar, con objetividad, el instante, de transfigurarse en testimonio directo del factum, de reconocer una situación, un contexto espacio temporal, pero también unas consecuencias generadas por la atrocidad de la desaparición forzada, edificando historias. Estas, mediante el diálogo narrativo visual, serán transmitidas de una persona a otra adoptando posteriormente la calidad de recuerdos donde “se entrelazan palabras, silencios, imágenes, artefactos, cuerpos y lugares, entre otros, y es precisamente la relación entre ellos la que contribuye a construirlos” (Fernández, Piper, 2013, p. 23). Gracias a su naturaleza, fácil movilidad y percepción, la cámara tiene la virtud de globalizar una verdad en ella contenida de manera eficaz y, así, los símbolos quedarán sedimentados tanto en el consciente como en el inconsciente, en sus ámbitos individual y colectivo, constituyéndose en una “cura contra la amnesia” (Moratto, 2016, p. 76).
Es así como, en la obra Prohibido olvidar a los desaparecidos de la Fundación Nydia Erika Bautista, puede verse esta contribución de la fotografía. Allí se documentan los rostros de los desaparecidos en un álbum fotográfico, tomándose las imágenes de aquellas víctimas cuyos casos continúan en la impunidad como recordatorio de los procesos. Al unísono, sirven como medios para exigir justicia y prontitud en los mismos con la ilusión del reencuentro con las personas o sus restos. Se constata igualmente esta contribución en la exposición fotográfica Memorias plurales del conflicto, organizada por la embajada de Francia en Bogotá y el Centro Nacional de Memoria Histórica con el fin de construir memoria mediante la imagen como instrumento para “resistir, dignificar y denunciar” (La France en Colombie). Se convierte, así, en un memento dirigido a toda la comunidad con la pretensión de sacar nuevamente a la luz un delito cuyo objetivo es quedarse en las sombras.
3. La fotografía como factor de dignidad
El rol de Transmisor dignificante (2) de la fotografía nos lleva a relacionarla con el texto de León Tolstoi, ¿Qué es el arte?, en el que llama la atención sobre la función comunicativa del arte y su capacidad para transmitir al otro concepciones interiores o representaciones del ambiente (Tolstoi, 2007, p. 20). Como símbolo, la fotografía guarda una serie de significados, de contenidos permeables al semejante, donde existe un intercambio de información entre el emisor del símbolo y los espectadores. La fotografía narra (mediante la imagen) sucesos, ideas, sentimientos, comunica y, en la medida que evoca, transmite “pensamientos, sentimientos y vivencias cargadas de significado” (Izquierdo, 2015, p. 52).
La fotografía, en tanto símbolo y mecanismo de intercambio informativo, logra constituirse en un mensaje cuyo contenido tiene la facultad de ser infinito y, de esta forma, encuentra un rol en la Reparación Simbólica como instrumento de representación y comunicación de perdón y disculpas. Piénsese, por ejemplo, en una imagen que retrate el arrepentimiento del victimario quien se muestra en actos compensatorios del daño. En ese mismo sentido, el mensaje también puede lograr ser re-dignificante para las víctimas y enaltecer el status caído del desaparecido. De esta forma, como bien lo dice Susan Sontag, “algo feo o grotesco puede ser conmovedor porque la atención del fotógrafo lo ha dignificado” (Sontag, 2005, p. 32). Un anuncio claro de este tipo sería así aquella imagen que permita rememorar al agraviado, no de cualquier forma, sino en su plenitud máxima, con esas características esenciales que se hallaban incólumes antes del hecho dañino. En efecto, exaltar una sonrisa en medio de una galería es devolverle la humanidad arrebatada, negando-destruyendo toda humillación precedente.
A propósito de la dignidad de los desaparecidos y la solidaridad con las víctimas, existen trabajos fotográficos como Doble oficio por la entrega digna de la Organización Familiares Colombia y Constanza Ramírez Molano. La obra consiste en dos álbumes, uno de los desaparecidos cuyos restos ya habían sido entregados y otro de los que no. Esto constituye un contraste importante, pues, aunque todos padecieron la desaparición forzada, no todos contaron con la suerte de ser hallados, y esta diferencia de situaciones comporta efectos adversos distintos. Por lo tanto, merecen un tratamiento acorde a su posición respectiva, ya que entrañan necesidades disímiles, es decir, que la garantía de satisfacción y la garantía de no repetición se llevaran a cabo en uno y otro caso, pero con diversa intensidad, haciendo énfasis en las particularidades que determine cada una.
La función de Transmisor dignificante puede constatarse igualmente en el conjunto fotográfico titulado Galería partes, exposición entregada por un artista con identidad desconocida a la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES). La obra consta de 74 vidrios con forma piramidal, los cuales consignan las fotografías y los nombres de desaparecidos. Se trata, sin duda, de una forma estéticamente bella de realzar, resignificar y redimensionar la imagen y la dignidad de aquellos que han padecido el flagelo de la desaparición, a la vez que coadyuva en la construcción de la memoria tanto individual como colectiva.
4. La fotografía como factor de verdad
Respecto de la fotografía como Instrumento político (3), bien se ve su importancia cuando se desaparece forzadamente a una persona y se genera una incertidumbre perpetua en la familia por el desconocimiento absoluto de la situación de la víctima desaparecida que se mezcla con esperanza de vida, intensificando el dolor padecido en la medida de las frecuentes decepciones. Esa esperanza motiva el uso de las imágenes como instrumento de lucha por la verdad. Las fotografías se convierten en medios que exigen el fin de esa incertidumbre personal, al mismo tiempo que permiten a los familiares un desahogo a través de la exteriorización de los sentimientos, mitigando su suplicio. Esta característica intrínseca de la fotografía juega un papel importantísimo, ya que visibiliza un delito que, por su naturaleza, procura quedarse en las tinieblas. Así, se pone de presente al Estado su obligación de actuar, pues los sentimientos de rencor y de impotencia son apenas normales frente a estas situaciones y las víctimas no están dispuestas a permitir que sus desaparecidos se tomen por irrelevantes. Esta es una mera const...
Table of contents
- Cubierta
- Anteportada
- Portada
- Página de derechos de autor
- Contenido
- Prólogo Hacer las paces
- Introducción La paz: el compromiso magno del arte colombiano actual
- I. Las Figuras Tutelares
- II. Los Cronistas
- III. Desenterrar, Ver Y Hablar
- IV. Prácticas Culturales Alternativas
- Conclusión Mapas del reconocimiento
- Los autores