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Entre la razón y la sinrazón.
About this book
El propósito de este libro es hacer un análisis histórico y antropológico de las enfermedades mentales o "males del alma" en Colombia, pero centrado en un tipo de medicina denominada "híbrida" en el marco de este texto, puesto que oscila entre lo clínico y lo no clínico, o entre la razón y la creencia. De ahí el título de la obra, el cual, en un juego de palabras, enfrenta el paradigma ilustrado (positivista) de la razón con aquel paradigma que se inscribe más en el orden del saber tradicional o popular. Del mismo modo, así como el concepto de "enfermedad mental" ha sido acogido más por la práctica médica clínica desde el siglo XIX, la noción de "males del alma" se ha asociado de manera general a la medicina tradicional.
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Information
Publisher
Ediciones USTAYear
2016eBook ISBN
9789586319980El quehacer de un curandero urbano
En Bogotá, como en cualquier gran metrópoli del mundo, conviven cada vez más diversos sistemas terapéuticos, al tiempo que compiten entre sí. Unos se podrían ubicar en el plano mágico-religioso y otros, en el ámbito de la ciencia médica. Por ejemplo, en El Tiempo, uno de los diarios de mayor circulación nacional, Rodrigo Sepúlveda publicó un artículo el jueves 10 de marzo de 2011, el cual tituló: “El contraste de dos templos. A pocos metros de distancia, se viven dos ritos: el católico de Santa Marta y el esotérico de Salomón”. En éste se establece la manera como dos de los diversos sistemas religiosos existentes en la ciudad ofrecen también servicios terapéuticos, y del mismo modo, se encuentran en una constante competencia, en apariencia pacífica, por obtener seguidores o pacientes. Del artículo vale la pena transcribir algunos apartes:
En dos puntos de Bogotá, separados tan sólo por seis cuadras, entre los barrios Palermo y Alfonso López, se viven dos cultos que navegan entre lo esotérico y lo católico. Mientras en la calle 49 con carrera 17 el profesor Salomón, conocido por leer el tarot en radio y televisión, “fumiga” con un aparato especial a sus devotos con esencias que, según él, atraen al ser amado y dan suerte en los juegos de azar, en la calle 51 con carrera 21, unas 400 personas levantan botellas de agua para que el padre de la iglesia de Santa Marta bendiga el líquido […] La cita más concurrida en ambos rituales tiene lugar los martes. En el templo de Salomón, que no es más que una antigua casa de un piso, dividida en tres salones y adornada de medallas, aceites para la prosperidad, péndulos y jabones, la gente empieza a hacer fila desde las 9 de la mañana. […] Como en un concierto, para entrar a la sesión con el guía espiritual se deben cancelar $20.000 pesos, que son recogidos, juiciosamente, por el propio Salomón, quien como puede trata de sostener en sus manos el botín. […]
Mientras esto sucede, a las puertas de la iglesia de Santa Marta […] empiezan a llegar los primeros fieles de la abogada de los imposibles: Santa Marta. Desde hace más de 40 años, esta santa es la preferida de enfermos terminales, ludópatas y los desdichados en el amor, que buscan una salida a sus penas. […]
Se calcula que en las tres sesiones que tiene programadas Salomón los martes a lo largo del día, asisten unas 1.000 personas, casi el mismo número de creyentes que visitan a Santa Marta, el mismo día.
La masiva afluencia de público ha hecho que alrededor de la parroquia se instalen 10 puestos dedicados a la venta de recuerdos de la “abogada”. En este mercado santo se consiguen figuras de cerámica, escapularios, estampas y lo más curioso, agua para ser bendecida durante las misas. “A mil la botella”, grita Lucilda Duarte, una vendedora con 48 años de experiencia (2011, p. 16).
Pero si en la actualidad en la ciudad de Bogotá han empezado a coexistir de manera pacífica algunos de los sistemas terapéuticos disponibles, también puede constatarse, incluso, que otros han optado por asociarse, tal vez sin dejar de lado la competencia y con la convicción de que la unión es una “táctica” para hacerle frente al monopolio del sistema de salud que ejercen las distintas EPS y la medicina prepagada. Yo tuve la oportunidad de comprobar durante mi trabajo de campo esta reciente modalidad de asociación entre médicos académicos y médicos empíricos, mejor conocidos estos últimos como teguas o curanderos.
De esta forma, cuando formulé mi proyecto de investigación, lo hice pensando en el curanderismo urbano, pero accidentalmente descubrí la categoría de “etnomédico”, la cual durante mi trabajo de campo comprendí que se trataba más de una actualización de la figura del curandero y no de la configuración de una nueva. Esta indagación tomó forma cuando asistí a la clínica del doctor Santiago Rojas Posada, por invitación de una amiga mía, Alicia Vega, quien conocía el proyecto que estaba desarrollando, y a su vez, era tratada por uno de los médicos que trabajaban en ese lugar.
El doctor Santiago Rojas Posada era “afamado”, según Alicia, por sus prácticas médicas alternativas y se había convertido en uno de los médicos de cabecera del señor Álvaro Uribe Vélez, ex presidente de nuestro país. Además, tenía un pequeño espacio en un programa de entretenimiento que conducía y sigue conduciendo, Jota Mario, de lunes a viernes en las horas de la mañana. De cualquier manera, el doctor en mención era totalmente desconocido para mí en aquel momento, pero me interesaba poder contactarlo como posible informante clave de mi investigación.
De este modo, decidí acompañar a Alicia a una de las consultas con su doctor Nelson David Benavides Vargas, quien con métodos de acupuntura, le venía curando un problema lumbar. Recuerdo que fuimos a aquella clínica el miércoles 11 de abril de 2007, en las horas de la tarde. Al ingresar al lugar, ubicado en la Av. 15 Nº con calle 124 y confirmar que era una zona exclusiva en términos comerciales de la ciudad , me sorprendió ver la afluencia de los más variados estratos socioeconómicos que acudían a consulta a esta clínica. El nombre de la clínica, que más se asemejaba a un lema, era: “Medicina Alternativa y Bioenergética. Equilibrio y salud para su bienestar”.
La clínica se componía de una recepción amplia, cómoda y decorada con cuadros multicolores alusivos a las culturas precolombinas y algunos afiches de eventos sobre salud física, mental y espiritual, realizados en distintos momentos y lugares del país. Aunque esa tarde no pude ingresar más allá, en dirección a los consultorios, unos días más tarde pude conocer la clínica en su conjunto y darme cuenta de que prácticamente ocupaba todo el segundo piso del edificio. En total, contabilicé cinco consultorios, más los laboratorios de sangre, rayos X y una habitación en donde se encontraba una máquina bioenergética traída de Alemania y donde se realizaban “cuadres energéticos”, tratamientos quiroprácticos y todo tipo de terapias físicas.
Cada uno de los cinco consultorios era ocupado por un especialista y, en términos generales, se componían de una camilla, un biombo para los pacientes, y un escritorio con tres sillas: una silla para el médico y las otras dos para la persona que asistía a consulta con su posible acompañante. Los consultorios se encontraban personalizados con algunos equipos, instrumentos médicos, medicinas y objetos personales de los doctores que los ocupaban. El color blanco de las paredes, pisos y ropa de cama eran también acordes con los de cualquier clínica, lo cual ha simbolizado para la cultura Occidental u occidentalizada desde el siglo XVIII: pulcritud, higiene, y más que nada, salud.
La idea era que esa tarde, una vez mi amiga saliera de su consulta con el doctor Benavides, abordáramos al doctor Rojas por intermedio de este último, teniendo en cuenta que ambos laboraban en esa clínica y eran grandes amigos1. Nuestra pequeña estrategia surtió efecto y sin ningún problema fuimos relacionados en la sala de espera con el doctor Rojas, quien amablemente aceptó concederme una cita al día siguiente a las 10:00 a. m., para exponerle en detalle el propósito de mi investigación, puesto que apenas había podido esbozársela en aquel momento.
Naturalmente, llegué a la hora acordada y me anuncié con la recepcionista. Ella me pidió tomar asiento para ser llamado en un momento. Luego de hacer una pequeña llamada por línea interna, me notificó que debía aguardar unos minutos mientras el doctor terminaba de atender a un paciente. Aguardé cerca de una hora hasta que la señorita de la recepción me dio la mala noticia que el doctor Rojas no podía recibirme esa mañana, “porque se le habían alargado las consultas y estaba descuadrado de tiempo”. Sin embargo, me mandó decir con ella que si gustaba podía darme la cita para el día siguiente, hacia las 5:00 p. m. Esa tarde ni siquiera llegó al consultorio, pero pude entablar una agradable charla, al calor de un café, con el médico de mi amiga.
No desperdicié la oportunidad y le planteé mi investigación sobre los "males del alma" o "enfermedades mentales” al doctor Benavides, el cual ya había escuchado algo sobre ésta, dos días atrás, en el momento que hablé con el doctor Rojas. Noté que le interesaba mi proyecto, pues estuvo atento y receptivo. Luego, él me contó algunos casos de sus pacientes con este tipo de males o enfermedades y la manera como los había tratado. También me habló sobre sus viajes por Latinoamérica y Europa, dedicados a aprender o mostrar su trabajo a través de charlas o conferencias. “En total”, me dijo con gran modestia y mientras suspiraba como un gesto de resignación: “llevo casi cuarenta años dedicados a la medicina”.
Advertí en ese momento y también lo pude constatar posteriormente, que el doctor Benavides es una persona de ademanes pausados, sumamente tranquila y algo calculadora, que se toma su tiempo antes de hablar sobre algún tema. De igual manera, inspira confianza en su interlocutor y consigue que éste hable o exprese su pensamiento.
El doctor Benavides es una persona de rasgos faciales expresivos y marcados, de tez trigueña, ojos oscuros de forma almendrada y de cabello corto totalmente canoso. Su estatura es de 1 m y 70 cm, aproximadamente, y la complexión acorde con su talla; es decir, entre 70 y 75 kilos.
Cuando nos despedimos me dio sus datos de contacto y me manifestó complacido que colaboraría con mi investigación en todo lo necesario. El doctor Benavides no solo se convirtió en mi informante clave, como lo referí atrás, sino que también hemos entablado una grata amistad que hasta la fecha se mantiene. Respecto al doctor Rojas, tuvimos sucesivos encuentros, aunque todos breves, y comprobé que realmente era y sigue siendo un hombre ocupado y abrumado por los compromisos de su vida profesional.
Imagen 2: Alicia Vega y el doctor Nelson Benavides Vargas en su consultorio durante el mes de abril de 2008.

Fuente: elaboración propia.
Por esos días supe que el doctor Rojas era un médico académico, titulado en la Universidad Militar Nueva Granada quien, además, tenía varias especialidades en medicina alternativa en el exterior2. Por el contrario, el doctor Benavides aunque tiene formación universitaria, no es médico y ha incorporado sus conocimientos y saberes médicos de manera empírica o a través de seminarios y cursos. No obstante, ambos ilustran cómo las concepciones y las prácticas médicas, tanto académicas como tradicionales, circulan en la actualidad de un lado a otro. Es decir, los médicos académicos cada vez más se interesan por aprender sobre medicina tradicional y los médicos tradicionales buscan formarse en medicina académica. Un hecho revelador también en este sentido es que la Universidad Nacional de Colombia hubiese abierto recientemente la Maestría en Medicina Alternativa (http://www.medicinaalternativa.unal.edu.co/maestria.html), con las siguientes líneas de estudio:
- Homeopatía.
- Medicina Tradicional China y Acupuntura.
- Osteopatía y Quiropraxis.
- Terapia Neural.
Se anotó en la introducción de esta investigación que el curanderismo o la etnomedicina conjugan de manera estratégica concepciones y terapéuticas médicas (académicas y tradicionales) de distintas culturas del mundo. Sin embargo, también se estableció que sigue teniendo un fuerte sustrato indígena respecto a las terapéuticas médicas, puesto que se han mantenido en constante circulación entre los pueblos de tierras bajas (selváticas) y los de tierras altas (andinas). En el caso particular del doctor Nelson David Benavides Vargas, debe decirse que esta circulación entre terapéuticas locales y globales se constata al evidenciar en sus concepciones y prácticas médicas la mixtura de “conocimientos” y de “saberes” culturales (americanos, africanos, orientales y europeos).
Los “conocimientos” médicos se encuentran inscritos más en la esfera académica y los “saberes” médicos responden al orden de la cultura tradicional (Good, 2003). De este modo, el conocimiento/saber médico del doctor Benavides podría ubicarse entre los dos tipos de medicina de la siguiente manera:
Imagen 3: Ubicación del curanderismo en relación con los demás sistemas médicos

Fuente: elaboración propia.
Sin embargo, existe un tercer campo que es el de los saberes domésticos y el cual se encuentra regido por la mujer, puesto que ésta es la encargada de decidir cuándo y a cuál médico recurrir, al tiempo que ella misma puede hacer las veces de curandera o sanadora (Uribe, 1999).
Imagen 4: Ubicación de la medicina doméstica respecto a los demás sistemas médicos

Fuente: elaboración propia
El doctor Benavides lleva buena parte de su vida investigando sobre los diversos saberes médicos de las culturas indígenas americanas, contenidos tanto en la flora como en la fauna del continente. Pero a este trabajo se fue sumando el estudio de la cosmogonía y la cosmología indígena respecto al nacimiento, la vida, la muerte de los seres y su relación (vitalista o energética) con las fuerzas creadoras del cosmos y de la Madre Tierra. “Sin lugar a dudas”, afirma el doctor Benavides, “la primera cultura que llamó mi atención fue la Muisca” y en particular, la que se asentó en Sogamoso, la ciudad donde se crió, conocida a su vez como la ciudad del sol, puesto que ahí el Zaque en compañía de su séquito rindió culto al dios sol (Xué).
Gracias a la orfebrería y la alfarería de l...
Table of contents
- Portada
- Título
- Derechos de autor
- Agradecimientos
- Prólogo
- Introducción
- Concepciones y prácticas sobre los "males del alma" o las "enfermedades mentales" en Colombia
- La medicina tradicional y la psiquiatría en el debate académico
- El quehacer de un curandero urbano
- “Embrujo”.
- “Mal de ojo”
- “Esquizofrenia”
- Conclusiones
- Epílogo
- Anexos
- Referencias