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El sentido de las humanidades en la educación superior
About this book
Las situaciones del mundo contemporáneo han llevado a plantear la necesidad de responder de forma eficaz a los diferentes retos sociales, intelectuales, profesionales y personales que propone la realidad. En ese sentido, las cátedras humanísticas fomentan un proceso de formación de reflexión crítica, análisis de la realidad y acercamiento a situaciones sociales que marcan los horizontes de pensamiento y acción. El libro pretende expresar cómo se busca desarrollar este proceso desde las diferentes cátedras: cada capítulo manifiesta los mecanismos concretos y las ideas que subyacen al interior de estos espacios que fortalecen las humanidades en el ámbito universitario, profesional y social.
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Information
Topic
EducationSubtopic
Higher EducationCAPÍTULO XII
ÉTICA, HUMANISMO Y SOCIEDAD
Javier Aldana1
Introducción
Un elemento distintivo de la Universidad Santo Tomás es su preocupación por la formación de la persona en la ciencia y la conciencia mediante criterios humanísticos. La formación de la persona es un proceso continuo y ascendente que tiene como propósito último alcanzar el estado de virtud. Si bien la familia cumple una importantísima función nutriendo, alimentando física y espiritualmente a la persona; esta tarea necesita ser completada más allá de ella mediante la educación para la vida social. En ello contribuye la universidad a través de los componentes de investigación, proyección social y docencia. Respecto a la docencia, el Consejo Superior de la Universidad Santo Tomás estableció mediante el acuerdo 28 del 16 de octubre del 2013, que la formación institucional debe estar presente tanto en los programas académicos de pregrado, como en los de posgrado, articulándose en el caso del posgrado mediante un espacio académico de formación denominado “Humanismo, Sociedad y Ética, bajo la responsabilidad directa del respectivo Departamento de Humanidades”2. En consecuencia, este escrito pretende abordar una sencilla reflexión sobre la relación entre humanismo, sociedad y ética, teniendo como punto de referencia tres momentos del desarrollo de las ciencias humanas y sociales: una mirada desde el objeto, otra desde el sujeto y otra desde los sistemas sociales. Al interior de cada mirada se tendrá como criterio de análisis aquello que cada sociedad considera como verdadero y aceptado por la gran mayoría; en consecuencia, seguro de seguir al momento de tomar decisiones en relación al modelo de sociedad deseada, se efectúa esta división para facilitar la comprensión de cada momento, advirtiendo que no se trata de tipos puros (objeto, sujeto y sistemas sociales), sino más bien posibilidades de pensar el problema y dejarlo abierto a nuevos paradigmas.
En el párrafo anterior se hizo referencia a las ciencias humanas y sociales dando por descontado su estatuto epistemológico, aunque el debate sigue vigente, como lo advierten estudiosos de la filosofía de la ciencia:
Entrar dentro del campo de la filosofía de las ciencias humanas y sociales equivale a tropezar con la polémica. No hay consenso en las llamadas ciencias del espíritu, culturales, humanas o sociales acerca de la fundamentación de su quehacer. Desde la aparición de las diversas disciplinas que se acogen al sobrenombre del espíritu, humanas o sociales (historia, psicología, sociología, economía, derecho, pedagogía, etc.) se ha desatado la polémica sobre su estatuto de cientificidad3.
Con la salvedad ya mencionada, parte de este debate será seguido en lo que tiene que ver con el “concepto de ciencia que se utilizará como medida”4 para entender el fenómeno humano y social. Desde esta perspectiva asumiremos modelos de ciencia centrados en el objeto, en el sujeto o en los sistemas sociales, y cada uno de ellos ofrecerá distintas posibilidades de pensar lo humano, lo ético y lo social.
Una mirada desde el objeto
Los primeros filósofos griegos se preguntaron por las cosas y sus elementos constitutivos, siendo diversas las respuestas: aire, fuego, tierra, aire. Posteriormente, otros filósofos centraron el elemento constitutivo de las cosas en el devenir; sin embargo, fueron Platón y Aristóteles quienes ofrecieron una respuesta cosmológica-antropológica distinta. Las cosas existen por alguna finalidad; en consecuencia, la naturaleza “está dotada de intenciones propias […] Este punto de vista impone […] al individuo el estudio de la naturaleza, con la intención que comprenda mejor sus intenciones”5. De esta forma es la naturaleza (el objeto) quien determina (al sujeto). Así, encontramos una primera aproximación para pensar lo humano desde aquello que Aristóteles consideró filosofía/ciencia:
Se llama filosofía es según la idea que generalmente se tiene de ella, el estudio de las primeras causas y de los principios […] la ciencia que estudia las causas es la que se puede enseñar mejor, porque los que explican la causa de cada cosa son los que verdaderamente enseñan.6
Y más adelante precisa que para adquirir la ciencia de las primeras causas se deben distinguir cuatro causas cuando se cree conocer la primera:
La primera es la esencia, la forma propia de la cosa, por lo que hace que una cosa sea, está toda entera en la noción de aquello que ella es. La segunda es la materia, el sujeto; la tercera el principio del movimiento; la cuarta que corresponde a la precedente, es la causa final de las otras, el bien, porque el bien es el fin de toda producción.7
Estas ideas centradas en sustancias buscan comprender el mundo en términos finalistas y afectará el modo de concebir al hombre, sus comportamientos morales y la sociedad deseada. En consecuencia, resultará oportuno tratar de intuir la finalidad pretendida por la naturaleza que se decantará, estableciendo una idea de ley natural. Se trata de una idea de ley natural por oposición a la ley de la naturaleza. Ahora bien, esta ley natural que tanto ha interesado a filósofos, juristas y teólogoses distinta de las leyes de la naturaleza de físicos o biólogos. La ley de la naturaleza por ellos estudiada se presenta:
Inexorable e imparcial sobre animales o piedras […] Por otro lado, la ley natural está cargada de valores y su funcionamiento se refiere a la esfera de lo humano […] la leyes de la naturaleza son determinativas […] la ley natural, por su parte, solamente es exhortativa […] las leyes de la naturaleza dictan nuestras obras, mientras la ley natural nos indica cómo debemos llevarlas a cabo […].8
Pero ¿qué entender por ley natural? Este tema resulta en extremo difícil porque no se trata de una doctrina unitaria, en tanto que ha sido entendida de las más disímiles formas; no obstante, y sin entrar a probar si existe o no, es de bulto reconocer que de forma práctica esta idea “ha modelado el pensamiento de filósofos sociales y morales a lo largo de los siglos”9, incluso hasta los albores del siglo XIX cuando ya los estudiosos de las ciencias humanas y sociales deciden no usar más el término; pero, para efectos prácticos, al acercarnos a un modelo centrado en el objeto resulta pertinente. En este contexto, la ley natural se convierte en reflejo de la intención de la naturaleza. En efecto, estas prácticas e ideas han modelado en gran medida la cultura occidental al darle unidad y universalidad en virtud de la racionalidad que implica. El razonamiento que ella encierra es sencillo, pero demoledor. Aquello que es universal, en consecuencia, debe ser natural y, si natural, en consecuencia, es correcto y seguro seguirlo. La racionalidad que exige establece de forma intrínseca que la ley natural “ni se revela ni se decreta […] el hombre debe descubrirla, a pesar de que sea parte de la intención de la naturaleza o de la de Dios”.10
Así las cosas, la idea de naturaleza resulta pertinente al momento de hilar la relación entre humanismo, ética y sociedad, por el carácter normativo que el hombre descubre en la naturaleza como mecanismo regulador de la vida social:
La naturaleza se convierte en fuente de las normas morales al acentuar los rasgos comunes que existen entre los pueblos de todo el mundo y de todas la épocas […] su carácter universal puede surgir tanto en momentos de fe, (en los que se atribuye a la intención divina), como de razón (cuando se vincula a la ordenación de la naturaleza) o de ciencia (en los que puede atribuirse a la programación innata de la mente humana).11
Ahora bien, este modelo de ciencia centrado en las cosas, junto con el desarrollo de la idea de ley natural, convierten a la naturaleza en portadora de intencionalidades que el hombre está llamado a explicitar. De este modo pasamos de la admiración por la naturaleza, su orden y perfección a decidir sobre la mejor manera de organizar la sociedad humana y en esta tarea será crucial determinar las posibles relaciones entre la ley de la naturaleza y ley natural.
De esta manera, con el propósito de adelantar este ejercicio, es necesario dejar por sentada la existencia práctica de la ley natural y responder cómo podemos descubrirla. La respuesta se da en tres líneas: “intuitiva, teleológica y consensual”12. En la línea teleológica encontramos una relación de equivalencia y subordinación de la ley natural con relación a la naturaleza. No se trata de una relación de identidad que se logra mediante la introspección como en Sócrates, ni tampoco una relación de contradicción entre ley de la naturaleza y ley natural. Tal contradicción exige internamente el ejercicio del consenso en el que un grupo humano decide apartarse de seguir la naturaleza y establecer mediante el acuerdo mutuo leyes humanas que no se atienen a los fines naturales, sino al consenso a modo de ejemplo: los romanos respetaron las costumbres de los pueblos conquistados porque sus costumbres jurídicas y morales funcionaban por ser producto de vivencias compartidas y acordadas de forma explícita o no. Esta tercera relación entre leyes de la naturaleza y ley natural aún genera un duro debate en sociedades como la colombiana, respecto a la aprobación de normas permisivas con relación a la habilitación del matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción de menores por parejas del mismo sexo o la práctica de la eutanasia. De este modo en la relación de contradicción; el consenso, resulta principal en tanto que:
Renuncia a la cuestión de los orígenes y defiende, por su parte, que aquellas costumbres que son comunes a todos los pueblos deben considerarse naturales…de este modo desde de la perspectiva consensual las leyes naturales y las físicas, son al menos potencialmente, dos dominios diferentes en las que están implícitas distintas naturalezas una humana y otra física.13
Una vez expuestas estas ideas básicas sobre la ley natural, fundamento del derecho natural clásico, examinaremos de forma especial la relación de subordinación. Este ejercicio arrojará luces sobre las exigencias que desde una mirada centrada en el objeto y la teleología resultarán orientadoras del comportamiento ético y ciudadano.
La relación teleológica
Los griegos situaron al hombre, en la naturaleza, en constante proceso de liberación mediante la razón humana. Esta lucha les obligó a pensar la relación existente entre el orden natural y el creado por el hombre o cultural.
Aristóteles, sin referirse directamente a la ley natural, nos da elementos sobre este particular al tratar sobre la naturaleza. En su libro III de la Política, capítulo IV, sobre la división de los gobiernos y las constituciones, encuentra que existen muchas constituciones políticas y se pregunta:
Cuál es su naturaleza […] cuál es el fin asignado por nosotros al estado […] En el principio de este trabaj...
Table of contents
- Cubierta
- Portadilla
- Página legal
- CONTENIDO
- PRESENTACIÓN: ¿PARA QUÉ LAS HUMANIDADES?
- PRÓLOGO
- CAPÍTULO I: LA FILOSOFÍA INSTITUCIONAL: INICIACIÓN A LA FORMACIÓN DE LA IDENTIDAD Y CULTURA INSTITUCIONAL
- CAPÍTULO II: LECTOESCRITURA: UNA PROPUESTA PARA LA FORMACIÓN INTEGRAL, LA PERMANENCIA Y LA GRADUACIÓN OPORTUNA DE LOS ESTUDIANTES EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
- CAPÍTULO III: EL DEPORTE EN LA FORMACIÓN FÍSICA INTEGRAL DEL SER HUMANO
- CAPÍTULO IV: ANTROPOLOGÍA Y POLÍTICA EN PERSPECTIVA HISTÓRICA
- CAPÍTULO V: ¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LA EPISTEMOLOGÍA, EN TANTO QUE MATERIA HUMANÍSTICA, PARA EL ESTUDIANTE DE LA ÉPOCA ACTUAL?
- CAPÍTULO VI: IMPORTANCIA DE LA CÁTEDRA DE CULTURA TEOLÓGICA EN EL CONTEXTO UNIVERSITARIO
- CAPÍTULO VII: EL ESTUDIO DE LA POLÍTICA EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL
- CAPÍTULO VIII: LA CÁTEDRA DE ÉTICA EN LA USTA Y SU IMPORTANCIA EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES
- CAPÍTULO IX: EL POST CONFLICTO EN COLOMBIA. UNA OPORTUNIDAD PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA LIBERTAD DESDE LAS HUMANIDADES
- CAPÍTULO X: DE SÍSIFO A PIGMALIÓN: CÁTEDRAS JURÍDICAS Y CURRÍCULO EN LA USTA
- CAPÍTULO XI: LITERATURA Y HUMANIDADES
- CAPÍTULO XII: ÉTICA, HUMANISMO Y SOCIEDAD
- Cubierta posterior