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La familia: ser de Dios y de la comunidad humana
About this book
Las páginas de este libro están motivadas por la importancia decisiva que la familia tiene para el ser humano. La familia es el lugar en el que brota la vida y en el que primeramente se propone y alienta el sentido de la vida y se sientan las bases para afrontar con decisión la tarea de vivir. Siempre seremos el reflejo de nuestra familia primera y recordaremos aquellos espacios y lugares que fueron para nosotros hogar familiar y promesa de futuro.
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Information
Publisher
Ediciones USTAYear
2016eBook ISBN
9789586319447PARTE I
CONSIDERACIONES SOBRE DIOS, LA IGLESIA Y EL SER HUMANO A LA LUZ DE LA TEOLOGÍA TRINITARIA Y EL MAGISTERIO ACTUAL
CAPÍTULO 1
LA TEOLOGÍA TRINITARIA, PREÁMBULO A UNA TEOLOGÍA DE LA FAMILIA*
En este apartado no pretendemos hacer un desarrollo completo de lo que ha sido la historia de la teología trinitaria13. Nos interesa mostrar las grandes afirmaciones en la teología trinitaria actual que iluminan la teología de la familia y que han permitido su desarrollo posterior. Esas afirmaciones tienen que ver con el redescubrir la imagen auténtica de Dios-Trinidad, su comunión divina y su designio divino de que el ser humano viva en esa misma comunión con Dios y con los demás14. Así mismo, analizaremos de qué manera el amor trinitario como un amor social inspira la solidaridad y la compasión en el mundo.
El retorno al Dios de la fe, al Dios trinitario
La teología trinitaria actual ha experimentado un viraje de pasar de “entender y explicar” a Dios in se, propio de un discurso filosófico racional15, a “contemplar” su acción salvífica pro nobis en la historia. “La reflexión filosófico-racional predominante, utilizada en la teología, terminó dejándose llevar por una dinámica y recubriendo su discurso con una conceptualidad que, en ocasiones, más bien oscurecía los rasgos propios y específicos del Dios de la revelación”16.
El proceso histórico que hemos vivido es a la vez resultado de una pérdida del Dios trinitario, que tiene su reflejo en el hombre trinitariamente comprendido. El Padre u Origen, el Hijo o Verbo, el Espíritu o Amor se reflejan en el hombre que es memoria, inteligencia y voluntad. La realización humana y el acceso a lo real se tiene que realizar desde estos tres campos. La filosofía occidental ha absolutizado el logos y olvidado la memoria y el amor17.
Con el acento de la teología en el Dios de la Biblia al que han contribuido la exégesis y la teología bíblica —al ponernos ante un Dios al que se puede adorar (T. de Chardin) y ante el que se puede danzar y orar (Heidegger)—, asistimos al descubrimiento de que el lugar natal del discurso sobre Dios es el lenguaje religioso, el lenguaje de la fe (propio de la Biblia), no el lenguaje filosófico18. Se redescubre así el misterio de la Trinidad de un Dios que es en sí mismo unidad y trinidad, cuyo lenguaje es el amor y la autocomunicación gratuita y libre hacia el ser humano19.
El siglo XXI se levanta con la convicción de que “en el corazón de la fe cristiana se encuentra la confesión del Dios uno y trino y de su obra salvífica trinitaria”20. Los tratados trinitarios actuales marcan una diferencia especial con los anteriores, porque quieren romper con la sospecha de ser una “teoría abstracta”, sin relación con la vida del cristiano, que “veló el rostro de Dios”21.
Para M. Lochman la Trinidad sólo aparece como algo creíble y, por ello, prometedor, cuando se logra demostrar la relación de su doctrina con la vida práctica. Justamente el dogma de la Trinidad […] se encuentra bajo sospecha de ser una teoría abstracta. Bajo estas circunstancias, la tarea de desarrollar los aspectos prácticos, antropológicos y ético-sociales de esta doctrina adquiere una particular importancia en el contexto de la teología trinitaria22.
Por lo anterior, se abre en la teología trinitaria actual una tarea ardua, pero esperanzadora, que consiste en presentar los contenidos trinitarios como “fuente de todos los otros misterios de la fe, y ser la luz que los ilumina”23. “Amor y comunión” son las palabras claves para acercarnos al Misterio de Dios uno y trino, para proyectar luz sobre la realidad familiar, que descubre en la Trinidad Santa su fuente y término.
Las diversas posturas trinitarias [actuales] lo que han buscado y siguen buscando es precisamente “pensar a Dios” como “amor” y “comunión”; amor y comunión en sí mismo, que en razón de la “diferencia” intradivina y personal puede crear por amor una realidad “diferente” de él para integrarla en su misma vida de reciprocidad comunional. “A esta tarea ha sido fiel la teología en la medida en que supo no sacrificar la unidad a favor de la trinidad ni la trinidad a favor de la unidad”24.
La cuestión decisiva en el desarrollo de la teología trinitaria actual es ¿quién es este Dios que se revela? Tal afirmación no pretende sugerir que en el pasado esto no se haya indagado, sino que, ante la nueva problemática entorno a la crítica de la religión y al ateísmo contemporáneo, la cuestión de Dios adquiere dimensiones nuevas.
Santiago del Cura observa que la presentación actual de la fe en un Dios uno y trino constituye un quehacer exigido al discurso de la teología sistemática desde diversas instancias, como el diálogo interreligioso y la cultura del pluralismo posmoderno, que tiende a proponer como evidencia incuestionable la equiparación del monoteísmo con la intolerancia y con la violencia25.
Este mismo desafío de proponer el anuncio de Dios uno y trino en un tiempo marcado por una cultura posmoderna de indiferencia religiosa cada vez más extendida era expresado por Kasper con estas palabras:
El tema que se plantea especialmente a la Iglesia y a la teología en esta situación son los presupuestos humanos de la fe (praembula fidei) y los accesos a la fe. En último término, se trata de la cuestión de Dios. La constitución pastoral Gaudium et spes ha dicho cosas esenciales y nuevas al respecto. En conjunto, el interés del concilio se limitó excesivamente a la Iglesia. En cambio, se dedicó poca atención al verdadero fondo y al auténtico contenido de la fe, a Dios, si establecemos la comparación con la atención que se prestó a la mediación eclesial de la fe. Principalmente en este punto, el Concilio Vaticano II plantea el desafío de ir más allá de los textos del concilio, siendo plenamente fieles a la tradición testimoniada por él, y, a la vista del ateísmo moderno, hacer una nueva exposición del mensaje de Jesucristo, el Dios uno y trino, en su significación para la salvación del hombre y del mundo26.
¿Quién es este Dios que se revela? Es un Dios Trinidad, que por gracia y libertad ha querido revelarse en la historia humana. La revelación bíblica es testimonio de este acontecer de Dios en la historia, que tiene su plenitud en la encarnación de Dios por Jesucristo en el Espíritu Santo. Esta verdad de fe la expresa bellamente el Catecismo de la Iglesia Católica, aludiendo al DCG 47, con estas palabras: “Toda la historia de la Salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos”27.
Dios excelso, infinitamente superior a todo pensamiento e imaginación humanos, se nos ha revelado y comunicado en libertad. Sólo desde sí puede Dios revelarse; sólo Él mismo puede decir quién es. Y lo ha hecho. Ya la creación es un modo de esa autorrevelación de Dios, como se expresa en Romanos 1:20: “Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder y su divinidad”28.
La revelación de Dios en la historia
La constitución conciliar Dei Verbum sobre la divina revelación es clara en afirmar el carácter histórico de la revelación de Dios por Jesucristo en el Espíritu. “Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los profetas, ‘últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo’ (Heb. 1:1-2), pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y manifestara los secretos de Dios (cf. Jn. 1:1-18) […]”29.
Según lo anterior, el concilio, en los cuatro primeros números de la Dei Verbum, está suponiendo desde el comienzo, como afirma Pikaza, que la Trinidad en sí (inmanencia divina) se revela y manifiesta en la economía de la salvación, de tal forma que todo el camino de la historia y, en general, de la vida cristiana es una experiencia trinitaria30.
Precisamente en el despertar de la teología trinitaria, la relación Trinidad e historia ha tenido nuevos desarrollos. En esta línea los trabajos de Monseñor Bruno Forte son de especial atención. En su libro Trinidad como historia, explica que la tesis de correspondencia entre la Trinidad económica y la Trinidad inmanen...
Table of contents
- Portada
- Título
- Derechos de autor
- Siglas y abreviaturas
- Presentación
- Introducción
- Parte 1. Consideraciones sobre Dios, la iglesia y el ser humano a la luz de la teología trinitaria y el magisterio actual
- Parte 2. El rostro de la familia desde la perspectiva trinitaria: comunidad de amor, esperanza y desarrollo social
- Conclusiones El misterio trinitario de Dios como fuente de la teología de la familia
- Bibliografía