La ontología de Rodolfo Kusch
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La ontología de Rodolfo Kusch

Mandala ontológico de la filosofía latinoamericana

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La ontología de Rodolfo Kusch

Mandala ontológico de la filosofía latinoamericana

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En esta obra, el problema ontológico se presenta bajo la visión renovada de Heidegger, quien busca destruir la metafísica del ente, proponiendo una revitalización dinámica que este filósofo trae hasta los límites de la poesía. Pero el primer poeta del ser fue Parménides, por lo que esta investigación presenta, en seguida, el ejercicio de conversar con aquel maestro de la ontología griega. Se inicia el camino de comprensión de lo ontológico en la obra filosófica de Rodolfo Kusch, con el fin de proponer analógicamente otro sentido de ser, ahora desde el horizonte intercultural latinoamericano, que se configura mandálicamente según las estructuras del pensamiento ancestral.

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Information

Capítulo 1

A la escucha de Heidegger. Aproximación a la no-ontología del comienzo que exige pensar el ser

El problema del ser surge en la filosofía y no deja de fluir como problema radical que aporta un fundamento al pensar, aun en épocas en que se consideró necio apelar a ello. Al contrario, en el caso de Heidegger, el sentido del ser es el problema primordial de la filosofía desde sus orígenes hasta la actualidad. He aquí el propósito de este apartado, partiendo de la condición que nos ofrece Rodolfo Kusch como filósofo que recibió una marcada influencia heideggeriana: comprender el acontecer ontológico como forma de ser propia de la filosofía, para cuyo cometido se auscultarán las obras de Heidegger, siguiendo un hilo cronológico, desde Heráclito y Parménides hasta Nietzsche, según el mismo Heidegger lo señaló.
Con dicho hilo cronológico no se quiere decir que se hará una presentación siguiendo la cronología de redacción heideggeriana, ni tampoco que se hará temporariamente, entendiendo esto desde el concepto de Temporalität, también elaborado por Heidegger. Ya en un curso temprano dictado en 1925-1926, en la Universidad de Marburgo, el filósofo señaló la diferencia entre lo temporal (Zeitlichkeit) y lo temporario (Temporalität): temporal “significa simplemente que algo transcurre, que sucede, que se realiza en el tiempo”, mientras que temporario es aquello que le pertenece al tiempo, algo que está “caracterizado por medio del tiempo” (Heidegger, 2004, p. 163).
Lo que se realizará aquí será, entonces, mostrar cómo se desarrolla la ontología a través de la temporalidad (Zeitlichkeit) propia de la historia de la filosofía, lo que exigirá un rastreo de los escritos del filósofo alemán, para comprender el sentido de la ontología y algunos de sus conceptos afines, como simple punto de partida que se ofrece de marco teórico tanto para las investigaciones de Rodolfo Kusch como para esta que aquí se inicia.
Seguir ese hilo cronológico temporal tal vez responda a esa forma de la conciencia histórica con la que la actualidad asume el pasado, y en este caso concreto hace referencia al pasado y al presente de la ontología:
El modo como una época (la actualidad de cada momento) ve y aborda el pasado (el propio existir pasado o cualquier otro), lo guarda o renuncia a él, es la señal de cómo se relaciona el presente consigo mismo, de cómo en cuanto existir, en cuanto estar-aquí está su “aquí”. (Heidegger, 2008a, p. 56. Énfasis añadido)
¿Cómo se ha comprendido y se comprende el problema del ser? Quién mejor que Heidegger para responder semejante interrogante. Seguir su desarrollo cronológico permitirá que el mismo problema se vaya mostrando. Y con Heidegger vamos a los inicios de la filosofía occidental para, así, comprender los orígenes del problema. No se trata de un simple volver hacia atrás la mirada, porque no se puede volver hacia atrás la historia, como el mismo Heidegger considera, pues ella apunta más bien al futuro: “Precisamente no queremos —ni podemos— volver hacia atrás la historia, sino que debemos pensar y actuar a partir de nuestro ser-necesario actual y eso significa ser-necesario futuro” (2008b, p. 104). Se busca, entonces, la comprensión del problema del ser como ontología en su acontecer, lo que exige una aclaración previa, la que el mismo Heidegger llamó “superación de la metafísica”.
De forma explícita trató este asunto en un texto escrito en 1942, incluido junto con otros ensayos, en 1954, en la obra Conferencias y artículos (2001a). Allí se preguntaba qué significaba la superación de la metafísica y apuntaba que no se trataba de eliminarla, puesto que no podemos deshacernos de ella como de una opinión. “De ninguna manera se la puede dejar atrás como una doctrina en la que ya no se cree y que ya nadie defiende” (Heidegger, 2001a, p. 51), pues de todas maneras la metafísica, como manifestación del ente que se presenta ante un sujeto que lo toma como medida científica, no desaparecerá así como así. Sin embargo, más allá de la comprensión objetiva del ente en cuanto tal, se da la posibilidad de pensar el ser en la verdad que él mismo se devela, y esto ya no es algo metafísico:
La metafísica es fatalidad en el sentido estricto de esta palabra, en el único sentido en el que aquí nos referimos: en ella, como rasgo fundamental de la historia acontecida de la Europa occidental, deja las cosas del hombre suspendidas en medio del ente, sin que el ser del ente pueda jamás ser experienciado, interrogado y ensamblado en su verdad como el pliegue de ambos. (Heidegger, 2001a, p. 56)
En ese pliegue entre ente y ser, justamente, se abre la posibilidad de la superación de la metafísica, aunque esta todavía no se supere, según Heidegger, pues apenas es el comienzo de su fin. Y es un comienzo que emerge desde la metafísica misma, cuando empieza a dejarse atrás el olvido del ser. Claro que, en primera medida, se presenta un riesgo: con la terminación de la metafísica se nos impone de manera ineludible la técnica, que abraza la totalidad del ente, la naturaleza toda convertida en objeto. “El nombre ‘la técnica’ está entendido aquí de un modo tan esencial, que en su significado coincide con el rótulo: la Metafísica consumada” (Heidegger, 2001a, p. 58).
Si la metafísica se ha dedicado al ente y nada más, no puede devenir en otra cosa que en mera técnica, como al parecer está sucediendo. Técnica, trabajo masificado, consumo: ¿a esto queda reducida la metafísica en la modernidad debido al olvido del ser, a causa de haber abandonado el —estudio del— ser? “El consumo del ente, como tal y en su decurso, está determinado por el equipamiento en el sentido metafísico” (Heidegger, 2001a, p. 67), equipamiento para la guerra.
Aunque es verdad que trece años antes, en 1929, en su texto ya clásico ¿Qué es metafísica? (1979), no se expresó en tales términos y, por el contrario, de alguna manera sostuvo que el camino de la filosofía era el metafísico, en tanto que para el ser humano era necesario un salto que le diera “espacio a lo ente en su totalidad y, después, abandonarse a la nada” (Heidegger, 2007a, p. 108); en un texto posterior, de 1946, ya Heidegger afirmaba sin temor alguno que —si su tarea trata del ente— a la metafísica no le cabe pensar el ser: “La metafísica representa a lo ente en su ser y, por ende, también piensa al ser de lo ente. Pero no piensa el ser como tal, no piensa la diferencia entre ambos. La metafísica no pregunta por la verdad del ser mismo” (2007a, p. 266). De ello se comprende por qué, para Heidegger, era necesaria la superación de la metafísica, pues a esta se le había olvidado preguntarse por la verdad del ser, y se queda “más acá” en el mero ente.
Y puede que se le nombre como ser, pero en el fondo la metafísica trata solo del ente, inclusive cuando la filosofía se ha hecho crítica, como con Descartes y Kant, piensa desde y hacia el ente, cayendo en el olvido del ser, y eso es lo que hay que superar. ¿Con qué o cómo? En la “Carta sobre el Humanismo”, Heidegger da a entender que con un pensar ontológico, al desarrollar la tarea del pensar: “El pensar está vinculado al advenimiento del ser, y en cuanto advenimiento está vinculado al ser” (Heidegger, 2007a, p. 296).
En otra carta, y esta aún más posterior, de 1955, publicada luego como “En torno a la cuestión del ser” (2007b), Heidegger afirma que “la superación de la metafísica es la superación del olvido del ser” (p. 337). Y aunque él mismo, en múltiples ocasiones, afirmó que el ser es ser de lo ente, también es cierto que fue el filósofo que con mayor clarividencia señaló la diferencia ontológica entre ser y ente, como se verá más adelante. Con esto se quiere destacar que es, pues, en la ontología, en la que deviene la superación de la metafísica, sobre el presupuesto por el que esta subsume lo ente mientras aquella subsume el ser.
Dada esta aclaración, volvamos a lo que aquí nos interesa: cómo se ha comprendido el problema del ser a través de la historia de la filosofía, según los lineamientos que el mismo Heidegger nos ofrece en su obra escrita, ya que esta es la principal fuente que abre el horizonte ontológico de Rodolfo Kusch. No se ofrecerá aquí una periodización de la filosofía, ya que no fue la tarea del filósofo alemán, quien más bien estudió con juicio a los autores. Pero no se desaprovechará, tampoco, el valioso aporte que nos ofrece el documento Conceptos fundamentales de la filosofía antigua (2014a), el esbozo del curso del semestre de verano que ofreció Heidegger en 1926, en la Universidad de Marburgo, mientras empezaba a redactar Ser y tiempo. Este texto tiene un gran valor a la hora de comprender los conceptos fundamentales de la ontología griega, a partir del cual se identifican los autores con los cuales se inicia este recorrido.

Heráclito

Después de una amplia introducción a la filosofía antigua, guiándose por el primer libro de la llamada Metafísica de Aristóteles, y de una breve introducción a la primera sección de la segunda parte, Heidegger inicia con los pensadores que se dedicaron al problema del ser, y entre ellos considera primero a Heráclito. En la filosofía de la naturaleza, anterior al filósofo griego, su horizonte de comprensión no podía ser más que natural, físico (ϕυσις), y por ello se concibió el primer principio o causa primera como algo intrínseco al ente mismo, a quien también es intrínseco, entre los griegos, el devenir y el movimiento.
Es en este contexto donde aparece Heráclito, quien sin intentar dar un salto a una causa primera diferente, según Heidegger, analiza a fondo cómo se muestra el ente en su totalidad, es decir, concibe al ente en su constitución fundamental de cambio (movimiento, devenir) y no en su simple apariencia estática, lo que resalta el filósofo alemán como un gran avance, puesto que esta nueva mirada rescata no solo las contradicciones “externas” entre lo que permanece y lo que cambia, sino también las “internas” de lo que está en movimiento, de lo que deviene siendo. Hermann Mörchen (2014), en los apuntes que tomó del curso en 1926, escribió:
El descubrimiento de la oposición significa la aprehensión de una nueva clase de diferencia y, por lo tanto, una penetración más profunda en la estructura del ser mismo. Todas las oposiciones tomadas en consideración se orientan por el Dasein humano como tal. Todo en el mundo es oposición. Y esto es más que decir: todo en el mundo cambia y se diferencia. (p. 264)
Si ha de concebirse un principio en Heráclito no estará, de ninguna manera, entonces, relacionado con el ente; al contrario, sería “lo que no puede ser visto ni aprehendido como ente, como algo que está ahí presente, sino como solo comprensible, diferente de todo ente” (Heidegger, 2014a, p. 79). En el texto del curso, Heidegger apenas señaló el fragmento 108 como dato; sin embargo, los apuntes de Mörchen evidencian que citó de manera textual a Heráclito: “De tantos discursos que he podido oír, ninguno reconoce que hay razón más allá de todas las cosas”1, para explicar con ello que la interpretación anterior del mundo, la de los físicos presocráticos, se quedó en el ente. En cambio, la comprensión de Heráclito resulta ser la primera aproximación trascendental al ser: “El ser se encuentra más allá de todo ente y no es más un ente. Primer avance hacia la idea de la trascendencia: el ser se encuentra más allá de todo ente” (Mörchen, 2014, p. 265), accesible en cuanto tal —como ser— solo para el φυχη, ‘sujeto’ de comprensión ontológica.
Dos decenios después, Heidegger elaboró su hermenéutica textual del fragmento 5 de Heráclito, que fue publicado posteriormente en su colección de Conferencias y artículos. Trajo a colación la traducción que Snell hizo del mentado fragmento: “Si no me habéis oído a mí sino al sentido, / entonces es sabio decir en el mismo sentido: Uno es Todo”, de donde se dedujo que las dos acciones que nombran estos versos son oír y decir. Llamó la atención sobre el hecho de que en griego ambas se relacionan con el término Λoγoς, lógos, por lo que propuso de inmediato ir tras del sentido original: λεγειν, légein.
¿Quién duda del significado de légein como ‘decir’, ‘hablar’, ‘contar’? En lengua alemana también significa legen: ‘poner abajo’, ‘poner delante’; así como en lengua latina deviene en legere: ‘juntar’, ‘recoger’. Heidegger se pregunta cómo el sentido originario (‘poner’, legen) llega a significar ‘decir’ (en alemán lesen), y apunta taxativamente que “el leer que nosotros conocemos más, es decir, leer un escrito, sigue siendo, aunque ahora ha pasado a primer plano, una variedad del leer en el sentido de: llevar-a-que-(algo) esté-junto-extendido-delante” (2001a, p. 155), y lo relaciona con la recolección de espigas, la vendimia de las bayas, es decir, con la cosecha que se reúne y se pone “ahí”, bajo techo, para preservarla, de donde se nota que el poner (como reunir) conlleva en esencia también el albergar (de algo que de antemano se elige) y, por consiguiente, también la elección. “Ahora bien, el verbo λεγειν, legen (poner), en su dejar-que-algo-esté puesto-delante-de-y-junto-a significa propiamente esto: que lo que está delante de y junto a nos importa y por esto nos concierne (va con nosotros)” (Heidegger, 2001a, p. 156), es decir, nos interesa (interés = inter-esse = entre-el-ser). Lo que se pone delante habiéndolo elegido y recogido nos hunde en el ser.
Es propio del légein el poner-delante-junto-cobijado. ¿Cuál es ese cobijo, según Heidegger? “Al λεγειν, en su dejar-puesto-junto-delante, le importa este estado de albergamiento de lo que está puesto delante en lo desocultado [...] la presencia de lo puesto delante” (Heidegger, 2001, p. 156). La esencia del légein no es, entonces, hablar en cuanto decir y nada más; su tarea radica en poner delante lo que se devela (de lo elegido en la recolección), dentro de lo cual cabe el decir en cuanto una manera de desocultamiento. Y lo que se devela, hace presencia, se pone de presente: presencia de lo presente, ser del ente.
Λεγειν, ‘decir’, entonces, no es meramente hablar, pronunciar palabras. Es este légein el que pone-delante el ser del ente. Y pone delante este ser del ente, justo, relacionándolo, pero así, de esta manera como Heidegger lo ha explicado a partir del fragmento 5 de Heráclito. Ahora bien, en este contexto, surge otra pregunta:...

Table of contents

  1. CUBIERTA
  2. PORTADILLA
  3. PÁGINA LEGAL
  4. DEDICACIΌN
  5. CONTENIDO
  6. AGRADECIMIENTOS
  7. INTRODUCCIÓN
  8. CAPÍTULO 1 A LA ESCUCHA DE HEIDEGGER. APROXIMACIÓN A LA NO-ONTOLOGÍA DEL COMIENZO QUE EXIGE PENSAR EL SER
  9. CAPÍTULO 2 DE LA FILOSOFÍA AL PENSAMIENTO FILOSÓFICO. LA BÚSQUEDA DEL REGRESO AL PENSAR ORIGINAL O EL DESARRAIGO DE LA FILOSOFÍA
  10. CAPÍTULO 3 A LA EXPERIENCIA DE KUSCH. TRAS LOS FUNDAMENTOS CONCEPTUALES QUE POSIBILITAN UNA ONTOLOGÍA DESDE EL ESTAR
  11. CAPÍTULO 4 LA ONTOLOGÍA DE RODOLFO KUSCH. UNA APUESTA FILOSÓFICA DESDE CONTEXTOS CULTURALES PROPIOS DEL PENSAMIENTO INDÍGENA Y POPULAR
  12. CAPÍTULO 5 MANDALA ONTOLÓGICO. HACIA UNA ONTOLOGÍA LATINOAMERICANA DESDE LA APUESTA DE RODOLFO KUSCH
  13. BIBLIOGRAFÍA
  14. CUBIERTA POSTERIOR