HISTORIAS EN PRENSA: RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA SOBRE PRÁCTICAS COMUNICATIVAS DE VOCEADORES DE PRENSA EN LA BOGOTÁ DE LOS AÑOS CUARENTA A LOS SETENTA1
Michael Cruz Roa2
Sandra Ximena Gallego3
Presentación
Los voceadores cumplieron un papel fundamental en la cadena de distribución de impresos durante el siglo XX en Bogotá. Sin embargo, la historia oficial de la prensa en Colombia ha desconocido su rol de actores sociales y son pocos los documentos académicos o históricos que hablan de los pregoneros. En ese sentido esta investigación, de corte cualitativo, implementó el enfoque de la microhistoria para realizar una reconstrucción de la memoria histórica sobre las prácticas comunicativas que rodearon el oficio de loshombres y las mujeres que dedicaron su vida a la repartición de tabloides.
Para eso se trabajó con una muestra de ocho voceadores que, entre las décadas de los cuarenta y los setenta en la capital, se dedicaron al oficio. Con ellos se realizaron entrevistas semiestructuradas y estructuradas a partir de las siguientes categorías de análisis: Infancia, Mujeres, Relaciones de Poder y Narraciones del Oficio, estipuladas a partir del enfoque comunicativo de mediaciones propuesto por Jesús Martín-Barbero (seleccionado para la investigación). Barbero señala cuatro tipos específicos de mediaciones que fueron indagados: hibridaciones, asimetrías, exclusiones y demandas sociales. Por otro lado, se hizo revisión de archivo de documental para conocer cómo se enunció la labor del pregonero durante esos años.
A grandes rasgos, los resultados de la investigación permitieron observar, por ejemplo, que las voceadoras desempeñaron el oficio en condiciones menos dignas y equitativas que sus compañeros. A su vez, se dio cuenta que el Sindicato de Voceadores de Prensa y Loterías de Bogotá fue dirigido por un reducido grupo de hombres, con relaciones de padrinazgo y quienes centralizaron las ganancias del gremio. Por otra parte, se pudieron caracterizar el braceo, el pregoneo y la narración de historias como algunas de las tácticas comunicativas implementadas por los pregoneros en su oficio.
Introducción
Parados en las esquinas de algunas calles bogotanas con periódicos en las manos, o anunciando su llegada a los barrios con sus característicos gritos son algunas de las imágenes que se traen a colación cuando se menciona la palabra voceador de prensa. Este trabajo investigativo se ubica entre las décadas de los cuarenta y los setenta e indaga por las prácticas comunicativas que se produjeron en torno al oficio del voceo de impresos.
Durante la primera mitad del siglo XX, la prensa era el medio de información por excelencia, pues la televisión aún estaba desarrollándose y la radio, aunque vigente, estaba tomando fuerza. Sin embargo, estas no podían competir con la organización, experiencia y, en algunos casos, profundidad de información que ofrecían los impresos. Su posicionamiento se logró gracias al esquema económico que tenía, y dentro del cual la distribución jugó un papel fundamental. Allí se ubicaron los pregoneros, quienes se encargaron de llevar a la calle los periódicos y revistas para mantener informados a los ciudadanos y permitir el crecimiento de las empresas editoras.
Esta labor llegó a consolidarse como un oficio y en torno a este se desarrollaron una serie de comportamientos, hábitos, rutinas y tácticas comunicativas que fueron producto, en gran medida, de las dificultades que tenían que afrontar los actores sociales en los que se centró la indagación. No fue un quehacer fácil, pues desde muy temprana edad los voceadores tenían que sortear diferentes situaciones que fueron marcando sus décadas de trabajo y con el paso del tiempo tuvieron que ver cómo el oficio, al que le dedicaron sus vidas, decayó al punto de considerarlo en extinción.
Pese a esto, en un primer momento la investigación reconoce que los estudios sobre la historia de la prensa escrita en Colombia han privilegiado dos temas principalmente: su relación con la política y las élites del poder, y en segunda instancia, los efectos de la violencia, en cualquiera de sus expresiones (armada, censura de contenidos, asesinatos a periodistas, entre otros).
El posicionamiento de estos temas se explica si se comprende el binomio de poder político y prensa que sugiere Sanmartí-Roset, Aguado y Magallón (2010): “Esta relación ha sido habitual en Colombia, donde el inicio de la prensa como principal medio de comunicación está ligado estrechamente a la política” (p. 129). Esta construcción macrohistórica y oficial desconoció voces que la enriquecerían, como la de los voceadores, que en los pocos textos históricos que los mencionanson nombrados como ‘vendedores de periódicos’.
Es así como el abordaje que se hizo desde la Comunicación Social al rol de los pregoneros fue interesante, pues la reconstrucción de las prácticas comunicativas con las que este trabajó dejó de catalogarlos como vendedores, y apreció el cómo en su quehacer adoptan el rol de sujetos con tácticas y habilidades comunicativas, resignificando su oficio. Esto es importante si se tiene en cuenta que muchos de los que trabajan en esta labor comenzaron desde niños y, en la mayoría de casos, ni siquiera habían asistido a una escuela, como lo relatan algunos textos sobre trabajo infantil en el país, pues este era considerado un oficio de segunda y mal remunerado.
En ese sentido, nuestra investigación es de corte cualitativo; usa como herramienta de trabajo la recolección de microhistorias, característica de la investigación histórica y se centra en las prácticas comunicativas de los voceadores, entendiéndolas de cuatro formas, según la definición de Pérez y Vega (citados en Herrera-Huérfano, 2010): prácticas de resistencia, legitimadoras, de proyecto y de participación cultural. Al identificarlas fue posible reconstruir microrrelatos sobre su oficio, a partir de sus testimonios, lo cual aportará otra mirada a la historia de la prensa en Colombia.
Con lo anterior, se planteó la pregunta de investigación: ¿de qué manera los relatos de los voceadores de prensa, de la Bogotá de los años cuarenta a los setenta, dan cuenta de prácticas de comunicación desconocidas por la historia oficial de la prensa escrita en Colombia? Además, se indagó por las relaciones de poder que se tejieron entre la comunidad de voceadores y el Sindicato de Voceadores de Prensa y Loterías de Bogotá; por la influencia de mediaciones presentadas en el oficio en la consolidación de prácticas comunicativas y, finalmente, por las tácticas y habilidades comunicativas que distinguieron a los pregoneros.
Marco Teórico
Esta investigación trabaja a partir del abordaje político-cultural que se adapta al interés de indagación de las prácticas comunicativas en voceadores de prensa, pues es la integración de elementos de la escuela crítica y de la hermenéutica para estudiar aspectos de la vida social. Además, se preocupa por los procesos de recepción, el cual es uno de los intereses de este trabajo. Por eso Torrico (2004) define esta matriz teórica como aquella que “se preocupa por los vínculos comunicación-cultura, la recepción resemantizadora de los contenidos masivos - la recepción activa- o, en ocasiones, por la democratización comunicacional” (p. 124).
Con este abordaje es posible indagar los diferentes aspectos por los que se preocupa la investigación: las prácticas comunicativas del oficio del voceo de prensa, las relaciones de poder en el gremio de voceadores, las historias narradas a partir de la venta de impresos, entre otros. A su vez, se eligió el enfoque comunicativo de mediaciones trabajado por Martín-Barbero (1997), quien lo define como “ese lugar en el que es posible entender la interrelación entre el espacio de recepción y el de producción” (p. 78).
Según considera este autor, para estudiar las mediaciones es necesario entender que hay articulaciones entre las producciones de mensajes y la recepción de productos comunicativos en las que se reconstruyen los sentidos, pero que esta relación no es tangible ni está a la vista. Por eso, asegura que es menester estudiar “esa interrelación entre las lógicas del mercado y las estrategias que emplea la gente para negociar el producto” (p. 78). Lo que lleva a pensar que en el voceo de prensa no era solo un periódico lo que se vendía, ni llegaba por medio de un vendedor, sino que en torno a la compra de un impreso se desarrollaban hábitos, ritualidades y espacios comunicativos.
Ahora bien, Martín-Barbero plantea cuatro tipos de mediaciones que podrían verse implícitas en los procesos de recepción y que en este trabajo se indagaron en la distribución de prensa: asimetrías, hibridaciones, exclusiones y demandas sociales. Aunque el autor no define cada una, da elementos teóricos para poder hacerse una idea de las mismas. En el caso de las asimetrías, señala que “en
América Latina no ha habido síntesis o pequeñas síntesis, sino que conviven y sobreviven elementos de viejas culturas, elementos de la cultura española y elementos completamente nuevos” (p. 27). Es decir, la asimetría es el encuentro de dos tiempos en cualquier proceso: lo antiguo y lo nuevo, lo clásico y lo moderno. El voceo de prensa no está exento de asimetrías, pues allí se mezclaron infantes y personas de la tercera edad, letrados y analfabetas, entre otros.
Por otro lado, las hibridaciones se entienden como la mezcla de elementos culturales, dados a partir de los desanclajes, “es decir, la relación del espacio con el tiempo ya no están ligadas a un territorio local, ni a una temporalidad local” (p. 36). Es decir, hay que comprender la adopción de una cultura textual en una comunidad donde primó la oralidad, y de cómo fueron desenvolviéndose en su oficio mediando estos dos ‘mundos’.
En cuanto a la exclusión, Martín-Barbero sostiene que está presente en la sociedad “de donde se originan los conflictos, y la dimensión conflictiva de la recepción es que hay modos de recepción subalternos, dominados que siguen existiendo, pero con una confrontación muy fuerte con los modos hegemónicos” (p. 41). Aquí hace hincapié en la yuxtaposición de la cultura textualizada, o de referencia, que asimila los productos comunicativos si se enmarcan en un género (drama, comedia, etc.) y la gramatical que requiere conocer la composición y el código de los textos para entender el metalenguaje. En este punto se hace evidente la contraposición de lo letrado con la oralidad que se evidencia en la investigación con aquellos voceadores que se alfabetizaron luego de comenzar en el oficio.
La última mediación de la que habla el autor es la demanda social y esto es aquello que la gente le pide a los medios y que se evidencia en el uso social de los objetos. Así las cosas, Martín-Barbero sostiene que por sí solos estos no nos hablan de las relaciones sociales, por eso explica que “hay que diferenciar entre lo que los objetos son y lo que significan […] Hay que estudiar los modos de relación de la gente con los objetos” (p. 47). Esto permite entender que la venta de prensa, y el periódico como medio impreso, no dice por sí lo que significó en la época de los años cuarenta a los setenta. Por eso hay que centrarse en las narraciones de los pregoneros sobre su quehacer, que dan cuenta de lo que el objeto (el periódico) significó, y de las relaciones que se tejieron en torno a la práctica de su venta. A partir de esto es posible relacionar las mediaciones con las categorías de análisis.
Infancia y la herencia de un oficio
Desde pequeños, los voceadores estuvieron relacionados con mencionado oficio, en la mayoría de casos, porque sus familiares también vendían prensa. En una investigación de la Universidad Nacional realizada por Martínez (1986) se define a los voceadores como aquellos “sujetos que vocean sus artículos en las calles y pertenecen al sindicato de voceadores de prensa, revistas y loterías de Bogotá” (p. 8). Según esto, para la época, los pregoneros participaban de las ventas ambulantes y pertenecían a una organización sindical. Sin embargo, Rodríguez (2009), quien ha estudiado el fenómeno de asociacionismo de voceadores en España, señala que a ellos se les relacionaba a principios del siglo XX con la mendicidad, por la cantidad de menores de edad que trabajaban en esta labor:
El oficio se nutrió durante mucho tiempo de marginados de todo tipo, que coincidían en el desamparo económico derivado de distintas circunstancias. Abundaban los niños desatendidos o huérfanos, los ancianos y los ciegos e impedidos de distinto género, superponiéndose a menudo distintas circunstancias desfavorables. (p. 444)
Al parecer, en Colombia la relación entre el trabajo infantil y los voceadores fue similar a España. Rubiano (2010) describe que esto se conoció como infancia pobre, que en la historia de la prensa fue “visibilizada mediante fotografías de asilos, hospicios, albergues, escuelas de caridad, comedores escolares, fiestas de caridad y de beneficencia” (p. 644). En esa categoría se incluyó el rol del voceador, pues en su estudio, Rubiano recopiló imágenes de 1.500 números de la revista El Gráfico de la primera mitad del siglo XX.
El voceador en la historia de la prensa
Algo que llamó la atención en la revisión de archivo documental es que pese a que ellos jugaron un papel crucial en la distribución de la prensa en el país, su rol no es reconocido por la historia oficial de los medios impresos. El privilegio de temas de la violencia y el poder político, como se mencionó anteriormente, hicieron parte de la construcción a escala macro de la historia oficial de la prensa en Colombia que puede considerarse como una metanarrativa, entendida por Arendt (citada en Sánchez, 2003) como “aquella que elimina la diversidad de las micronarrativas […] en favor de las explicaciones totalizadoras que privilegian la homogeneidad, la unidad y la universalidad” (p. 62).
La construcción de la misma fue posible porque contó con el respaldo de la textualidad permitiéndole establecer sus sentidos gracias a la cultura escrita. Ante esto, Vich y Zavala (2004) señalan que al privilegiar la escritura, la oralidad, propia de actores como los voceadores de prensa, fue dejada de lado: “Los historiadores letrados excluyeron la oralidad y a todos los sujetos, generalmente populares, involucrados en ella. En efecto, la exclusión dejó de lado […] el mundo popular como actor indispensable en la construcción de historia” (p. 88).
Reivindicando la oralidad
Ahora bien, esto lleva a pensar que los voceadores han pertenecido a lo que Martín-Barbero (1983) llama Cultura No Letrada, “cuyos relatos no viven del libro, viven en la canción y en el refrán, en las historias que se cuentan de boca en boca, e...