La medicina arcaica
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Orlando Mejía Rivera es voraz y prolífico a la vez. No es de esos intelectuales estériles que acumulan conocimientos inútiles porque son incapaces de metabolizarlos y convertirlos en creación o en reflexión. Al contrario, Mejía Rivera tiene una capacidad que deslumbra y desconcierta a la vez, tanto que uno siempre se pregunta de dónde sacará el tiempo para leer, vivir, pensar y escribir cada año lo que para una persona normal significaría el trabajo de un decenio. -Héctor Abad Faciolince (2005)

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Capítulo IV
La medicina en el antiguo egipto
—Las sabidurías de Thot—
“No caben dudas acerca del florecimiento de un espíritu científico en Egipto antes de mediados del segundo milenio, pero ¡ay! aquel desarrollo se detuvo y, gradualmente, se fue extinguiendo”.
George Sarton. Historia de la ciencia (1965).
“Para que el pueblo egipcio llegara a sentir el dictado hierático de las pirámides, tenía que aventurarse por la tierra roja de la muerte, y eso era posible tan sólo por los gigantes y por los sacerdotes iniciados en los misterios”
José Lezama Lima. Las eras imaginarias: los egipcios (1971).
“Pronuncia la palabra «Egipto» y oirás un lenguaje que alaba a a Dios con poderosos acordes de bronces, impregnados de una visión de eternidad y de un temor profundo a lo perecedero: reyes que miran con ojos pétreos, implacables sobre millones de esclavos y por encima de todos y de todo sólo ven los ojos negros de la muerte. Este “Egipto” es un mundo, un firmamento de mundos, puedes tumbarte boca arriba y fantasear durante un mes sobre esta palabra”

Hermann Hesse. Escritos sobre literatura, 1 (1970).
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Fundamentos históricos
Los fragmentos conocidos a través de Flavio Josefo, Eusebio y Sincelo de la Historia de Egipto del sacerdote Manetón (siglo ii a.n.e.), remontan el origen del pueblo egipcio a una época mitológica gobernada por dioses, héroes y manes durante unos 24.900 años lunares. Con esta cronología mítica estaba Manetón (1993) dando a entender a sus contemporáneos griegos, que su pueblo guardaba los secretos del pasado remoto de la humanidad. Por ello, como refiere Platón en el Timeo, para los sacerdotes egipcios los griegos eran unos “eternos niños”.
La cronología histórica de Egipto parte, de acuerdo con el mismo Manetón, del reinado de Menes o Narmer, primer rey que unió el bajo y el alto Egipto, alrededor del año 3200-3000 a.n.e., el cual fue el fundador de la primera dinastía (de origen tanita) del Imperio. A la cual le seguirían otras veinticinco dinastías independientes, con un total aproximado de trescientos monarcas, hasta que Cambises, rey de Persia, invadió y conquistó a Egipto en el año 525 a.n.e.
Existen algunas alusiones a que grupos humanos provenientes de Asia llegaron a la región de Egipto antes del reinado de Menes. También se piensa que habitantes de la India arribaron a la zona del Nilo por medio del Istmo de Suez. Pero, a la vez, hay una bibliografía abundante que vincula el origen de la civilización egipcia a un grupo superviviente de la utópica isla de la Atlántida. Platón refirió que el conocimiento de la existencia de la Atlántida lo obtuvo de los sacerdotes de Egipto. Supuestamente en esta isla se habría logrado un alto grado de cultura y esto explicaría los sorprendentes conocimientos de las primeras dinastías de los egipcios, en especial en la arquitectura, la astronomía, las matemáticas y la medicina. Sin embargo, hasta la fecha esta hipótesis no ha logrado ser comprobada con documentos confiables.
El imperio egipcio giró alrededor de la figura del Faraón y de la familia real. El rey fue considerado un Dios que habitaba la tierra y, por ello, el sistema político y el sistema religioso eran un solo poder. Esta creencia fue aceptada como indiscutible durante el período del imperio arcaico (i-ii dinastías) y del imperio antiguo (iii-vi d.), pero con la llegada del primer imperio intermedio (vii-xi d.) apareció un movimiento social que negó que el faraón fuera un Dios, por primera y última vez se creyó que era un simple humano falible e imperfecto.
Lo anterior produjo revoluciones políticas y el desmembramiento de los distintos estados de Egipto, además de un cambio en la percepción de las creencias ante la muerte, pues hasta la dinastía vi se pensaba que la única forma de alcanzar la inmortalidad personal era si se pertenecía a la familia real, o si se le servía directamente al Faraón. Con la crisis teológica del imperio intermedio se produjo una “democratización de la muerte” que consistió en que los nobles, los guerreros y el pueblo creyeron que podían lograr la inmortalidad de manera directa e independiente de sus servicios y actitudes con el faraón y la familia real.
Con la llegada del imperio Medio (xi-xii d.) el antiguo dominio del alto Egipto y su ciudad de Menphis se trasladó al bajo Egipto y la nueva capital del imperio fue Tebas. Los reyes tebanos de la dinastía xii reunificaron el imperio y recuperaron su condición de dioses, aunque la democratización de la muerte se conservó. En el llamado segundo período intermedio (xii-xvii d.) los egipcios fueron invadidos, por primera vez, por un pueblo extranjero conocido como los Hicsos (dinastías xv, xvi, xvii) cuya palabra significa “reyes pastores” y que, según Flavio Josefo (1997), correspondían al pueblo Judío. Estos extranjeros trajeron a Egipto la armadura para el cuerpo, el caballo, el carro de guerra, armas desconocidas por los egipcios y nuevas técnicas de metalurgia (Wilson, 1981).
La dinastía xviii, de los reyes Amenofis y Tutmosis, recuperaron el país al vencer a los invasores. Con ellos se inició el llamado imperio nuevo (xviii-xx d.), en el cual los egipcios volverían a convertirse en una nación de gran poder bélico, económico, artístico y científico.
En el reinado de Amenofis IV, éste fundó una nueva religión solar, monoteísta, con el culto a Atón “el disco solar” y combatió a los sacerdotes de Amón Ra. Además mandó construir una nueva ciudad y cambió su nombre por el de Akenatón. Sin embargo, luego de su muerte la nueva religión y la ciudad fueron arrasadas por el poder de los sacerdotes de Amón y en las crónicas figuró el reinado de Amenofis IV como el de un rey enfermo de la mente.
La dinastía xix de Setis I, Ramsés II y Merneptah continuó la construcción de grandes templos y ciudades. En la dinastía xx, llamada de los Ramsés (Ramsés III a Ramsés XI), la sociedad egipcia conservó su poderío, esplendor y cultura.
A partir de la dinastía xxi la decadencia del imperio fue progresiva, hasta el punto que la mayoría de los egipcios dejaron de comprender el lenguaje y las técnicas del arte y de la ciencia de las primeras dinastías. Con excepción de una minoría de sacerdotes de Heliópolis, quienes fueron los encargados de trasmitir a los cronistas griegos (Heródoto, Diodoro de Sículo, Estrabón, Clemente de Alejandría) los secretos antiquísimos de su cultura.
35
Costumbres socioculturales
El conocimiento de la vida cotidiana de los habitante...

Table of contents

  1. Nota a la segunda edición
  2. Introducción
  3. Capítulo I
  4. Capítulo II
  5. Capitulo III
  6. Capítulo IV
  7. Bibliografía
  8. Bibliografía citada