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Teletrabajo
Aspectos sociojurídicos en el campo publicitario
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Teletrabajo
Aspectos sociojurídicos en el campo publicitario
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El teletrabajo es una práctica cada vez más común en la actualidad. El campo laboral de la publicidad no escapa a esta reciente modalidad de trabajo, que apareció con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El presente trabajo analiza este fenómeno desde las dos orillas: la del campo publicitario y la del derecho laboral.
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Information
Capítulo 1
El teletrabajo en el contexto del posindustrialismo
Es amplio el panorama que hay que elaborar para plantear la lógica y la pertinencia de la implementación del teletrabajo en Colombia, gracias a la acción estratégica del MinTrabajo y el MinTIC.
Por eso, destacaremos el papel del Estado y sus políticas de impulso a las tic, a partir del teletrabajo dependiente, autónomo o móvil3, con el que se busca producir un salto tecnológico4, reducir la pobreza y generar empleo. Con ello, se podrá contextualizar tanto la lógica organizacional de las iniciativas de negocio que impulsa el Estado como los modelos que implementa para la capacitación de la población colombiana en el uso de las tic.
Los antecedentes que se deben tener en cuenta se refieren a la transición hacia el paradigma posindustrial, cuando una economía local se ajusta a los parámetros de la competitividad global. Esto exige dar prioridad al papel de la información y la comunicación y su efecto en la transformación de los procesos de producción tradicionales.
Las coyunturas organizacionales en los orígenes del posindustrialismo
La organización industrial de los territorios y de las unidades empresariales está definida bajo el orden de la rentabilidad, la optimización y una innovación interna que ajusta los costes de producción y funcionamiento frente a las condiciones que la competitividad impone (Harvey, 2008). La inercia de esta dinámica y sus contradicciones dio pie a la atomización del sistema de corporaciones y multinacionales que conformaban el paisaje del capitalismo industrial. A su vez, esto dio origen a las unidades de negocio que funcionan como filial de las multinacionales o como proveedores, aliados o asociados con autonomía para atender a otros clientes.
Este movimiento fue conocido por las medidas de adelgazamiento empresarial que realizaron las marcas más posicionadas, basadas en modelos de producción como el toyotismo (Hardt y Negri, 2002). Indudablemente, estos cambios fueron determinantes por evidenciar los primeros rasgos de innovación interna, basada en estrategias de competitividad y diversificación de la producción y de los mercados, lo cual sirvió para adecuar una relación de proximidad con los clientes (Coriat, 2004).
Con este procedimiento, se destaca la priorización de la eficacia en la estructura de la organización, que produce utilidades hacia su interior, pero también para el cliente, ya que funciona a partir de vínculos más próximos con el mercado, la producción “justo a tiempo”, los procesos de aprendizaje continuo por el contacto con el cliente y la producción por equipos especializados. Estos síntomas de tercerización son ya un precedente importante del teletrabajo contemporáneo.
Los beneficios internos de este tipo de organizaciones provienen de la especialización productiva de las numerosas unidades de negocio que catapultaron la producción rentable de las empresas, mientras que hacia afuera ofrecieron toda una nueva gama de productos con alto valor agregado, valores simbólicos y una producción customizada. La redefinición de la producción lineal de tipo fordista también dio pie a una que no tenía que ubicarse en un mismo marco espacial y temporal y permitió operar una variedad de tareas en distintos lugares, lo que generaba numerosas figuras productivas que podían responder de manera autónoma a las contingencias y exigencias del mercado. Estas exigencias fueron determinantes para modelar un trabajador altamente creativo y polifuncional (Boltanski y Chiapello, 2002).
La dimensión productiva de la interacción y los saberes sociales
El proceso violento y frontal de flexibilización que ejerció el capitalismo exigió que la fuerza de trabajo se caracterizara por la polivalencia, la polifuncionalidad y la movilidad, mientras que se desverticalizó la organización jerárquica, a cambio de una disposición horizontal (Alonso, 2007). Esto dotó al trabajador de autonomía, responsabilidad y habilidades para trabajar en distintos equipos que dependen solo de su vigencia en el mercado, lo cual se consolida con la condición de mantener una relación comunicativa y estrecha con el cliente.
Al respecto, se puede tener en cuenta el caso paradigmático de las agencias de publicidad, que, a partir de la década de los ochenta, se dividen en unidades de producción que prestan servicios a una casa matriz, pero deben sostener su propia agenda de negocios especializada. Del mismo modo, el personal es organizado en equipos que funcionan como unidades de negocio que dan solución a numerosos clientes de distinta naturaleza, de manera que su permanencia se define por la conservación de las cuentas.
Por otra parte, es fácil entender la nueva disposición de las organizaciones a partir de algunos enunciados ya estereotipados como “menos es más” o “justo a tiempo”, que se deben entender por la transición de fondo que ha puesto “cabeza abajo”5 los nuevos modelos productivos. Así, procedimientos más recientes también ejemplifican esa novedad. Al respecto, el design thinking y el design service son modelos transversales que tienen en común el hecho de que inician los procesos en la medida en que se puede articular un proyecto concreto de acuerdo a mercados y necesidades objetivas (Mootee, 2014). Estas, incluso, se definen gracias al intercambio de información y conocimiento obtenido de los mismos sujetos para quienes se proyecta la producción.
Justo a partir de estas disposiciones fue posible una innovación fundamental que vincula la exterioridad social, la vida personal o el ámbito de la vida privada de los afectos y los valores personales como un interés social cuantificable y definido por su rentabilidad. De este modo, el aspecto indisociable de la vida humana se haría objeto de mercado bajo el auspicio de las grandes marcas y los nuevos modelos de negocio, mediante la economía de los servicios. El posindustrialismo precisamente se entiende por este giro: “Si una sociedad industrial se define por la cantidad de bienes como indicador del nivel de vida, la sociedad postindustrial se define por la calidad de vida medida por los servicios y comodidades (salud, educación, diversiones y habilidades) que ahora se consideran deseables” (Rifkin, 2000, p. 121).
Las principales transformaciones productivas del posindustrialismo han estado ligadas a esta capitalización de la información y al acercamiento de las relaciones entre la producción, el mercado y el consumo. A raíz de esto, se forja una gran variedad de servicios empresariales y personales que brindan soluciones, valor y experiencia a situaciones específicas del mercado o de las dinámicas sociales.
[El posindustrialismo] se basa en una inversión de la estructura fordista de comunicación entre la producción y el consumo […] sería más adecuado concebir el modelo como un esfuerzo por lograr una interactividad continua o una comunicación rápida entre el productor y el consumidor. Este contexto industrial nos permite entender un primer sentido en el cual la comunicación y la información han llegado a entretejerse estrechamente en el proceso industrial informatizado. (Hardt y Negri, 2002, p. 257)
La eficacia de estos procesos hace que aún hoy se conserven estos principios en los modelos de negocio más contemporáneos. Por ejemplo, en el ámbito de las tic, la inversión del proceso que va de la producción al consumo amplía la relevancia del papel social, cultural y económico de las personas de frente a la rentabilidad y las orientaciones del mercado.
En conclusión, la producción basada en unidades de producción liberó a la industria y ayudó a conformar un entorno productivo estructurado en redes o cadenas productivas, según el modelo de desarrollo de los contextos en donde se implementó. De esta manera, se consolidó un giro innovador, luego de identificar nuevos nichos de mercado. Por otro lado, la rentabilidad de este ejercicio afianzó una base laboral más capacitada y polifuncional, que dio pie a un postindustrialismo basado en la economía de servicios, pues integró la socialización y el entorno de lo público en dinámicas productivas. Además, gracias al intercambio de información y saberes —que consolidó esta economía— se sentaron las bases para la articulación entre lo privado, lo público y la comercialización en una sola plataforma de acceso a actividades de mutuo beneficio y de información compartida.
La implementación de las TIC y el teletrabajo en Colombia
Colombia viene implementando el plan Vive Digital, que busca dar el salto tecnológico, mediante la masificación de internet y el desarrollo del ecosistema digital nacional. Desde el año 2010 hasta el 2014, se fomentó la implementación del teletrabajo y el afianzamiento de la producción y el emprendimiento basado en las tic. El segundo bloque del programa se encuentra en curso. Este va hasta el año 2018. Dicho ecosistema digital consiste en la implementación de la infraestructura de redes o banda ancha, el Gobierno en línea y una industria de servicios tic, con el fin de afianzar un sector industrial y el desarrollo de una fuerza laboral especializada y capacitada en tecnologías digitales.
De acuerdo con la presente investigación, es posible afirmar que esta política ha buscado afianzar la flexibilización industrial que Colombia emprendió en la década del noventa, a través de la apertura económica; pero que, por la complejidad política y social que nos ha afectado, dejó de aplicarse frontal y decididamente. Sin embargo, se considera que las reformas en América Latina se concentraron demasiado en eliminar la protección y las distorsiones de los precios internos y poco en las políticas públicas activas para promover niveles adecuados de capital social general (infraestructura, educación, instituciones de mercado) y la creación de eslabonamientos tecnológicos verdaderos. (Cárdenas, 2012, p. 120)
Bajo estas circunstancias, es notable que el salto tecnológico colombiano se ha respaldado por la sinergia de nuevos agentes sociales, acciones e instituciones involucradas con la promoción de las tic. Entre estos, se destaca el especial empoderamiento que el MinTIC ha llevado a cabo para poner en marcha el diseño institucional denominado Ecosistema Digital. Asimismo, cabe resaltar otros programas más complejos, como el de Marca Colombia TI, encabezado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo; con este, se busca potencializar las empresas y la industria de las tic como un nuevo indicador de la economía colombiana en el ámbito mundial.
Con la implementación del plan Vive Digital y otras acciones, los Ministerios ...
Table of contents
- Resumen
- Capítulo 1
- Capítulo 2
- Capítulo 3
- Capítulo 4
- Conclusiones
- Anexo