Ciudad Carbón Destartalada
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Ciudad Carbón Destartalada

GIFT FORAINE AMUKOYO, Simon Molina

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GIFT FORAINE AMUKOYO, Simon Molina

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Inferknow es un barrio lleno de fallas. Para que un amanecer hermoso aparezca sobre el desvencijado medio ambiente, la ciudad necesitaría una reconstrucción total.
Ezekiel jura alejarse de Gloria hasta que tenga el dinero suficiente para sacar a su madre del burdel Buenas Noches. Su decisión lo hace correr detrás de un autobús en movimiento con una voluntad imprudente.
Rachel busca la ayuda de un hombre al que nunca amó. Caminan tomados de la mano como amantes para huir de una escena de un crimen.
El oír que Faith corteja incesantemente a un cliente le rompe el corazón a Joel. Se queda pasmado al ver a su distanciada esposa en el burdel Buenas Noches. Un aura de rosas y espinas podridas lo obsesionan. ¿Cómo podrá hacer desaparecer la fragancia mixta del cuerpo de ella?
Inferknow estaba organizada de forma mezquina. Las casas de bajo costo de construcción tosca se apiñaban en grandes cantidades y nunca carecían de ocupantes. Con unas paredes delgadas que separaban a un inquilino del otro, las conversaciones en los apartamentos parecían una reunión en el ayuntamiento de la ciudad. En esta sociedad paralizada, ningún acto se mantenía privado. Los residentes observaban conscientemente todo tipo de peligro, desde botellas voladoras hasta balas perdidas.
Las chozas que bordeaban la costa eran más caras. Las personas que vivían cerca de la orilla del lago podían alimentar a los peces con sus desechos y respirar bocanadas de aire fresco. Los transeúntes se tapaban las narices debido al hedor apestoso que salía de las heces humanas en descomposición. El vecindario necesitaba una intervención ambientalista de salud antes de que un posible brote de enfermedad cayera sobre todos los habitantes.
Cerca del canal abierto, algunos adolescentes jugaban cartas en un desgastado tablero de billar. Estalló una pelea porque algunos hicieron trampa y el tablero de billar se convirtió en un ring de lucha libre. Las chicas se turnaban para saltar las cuerdas que giraban rápidamente. Un niño de seis años, lloraba con medio cubo de bollos fríos sobre la cabeza.
El niño recordaba lo que su madre le había advertido. 'No regrese con un solo bollo o de lo contrario, tendrás tu lengua para cenar. ¿Está claro? Él asintió.
Tuvo suerte. Unos gánsteres le preguntaron la razón de su angustia. Los gánsteres le compraron la merienda completa y la distribuyeron a los niños que estaban alrededor. Una mujer, que fumaba un tabaco junto a un tanque de agua, le dio unas palmaditas en la espalda y le dio doscientos Nairas. Dobló el dinero en pequeños pliegues, que escondió en su cabello tupido y le hizo un saludo militar.
La ciudad era un lugar para hombres, mujeres y niños ingeniosos con extremidades nerviosas. La pereza solo traía hambre, denigración y opresión; los mendigos no luchaban en estas calles.
La población era multifacética. Los funcionarios asignados al censo siempre tenían dificultades para mantener al día el número de personas que vivían en Inferknow. Los residentes no respetaban las normas morales de la sociedad, sólo los dictados de la dura vida de la calle, el duro destino de la realidad. El imponente sistema opresor no asustaba a estas personas. Su preocupación era cómo manejar las circunstancias del mundo lo mejor que podían. Creían que un gran instrumento de cambio podría nacer entre uno de ellos; solo necesitaban una razón para continuar la lucha y quizás habría una luz al final del túnel.

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Information

Publisher
Tektime
Year
2020
ISBN
9788835401988
CAPÍTULO ONCE
El jefe Daggers y su esposa discutieron sobre la muerte de Jerry. Trató de calmarla, pero la iracunda mujer juró ir con las autoridades para decirles la verdad.
“¿Me estás amenazando?”
“No es una amenaza, haré que te arresten. Te pudrirás en la cárcel por matar a mi hijo”. Se dirigió hacia la puerta y él le quitó la mano del pomo. La asió fuertemente por el brazo y la sacudió.
“¡Quítame las manos de encima!” Le quitó la mano de su brazo.
“Te lo advierto. Pondrás tu vida en peligro si haces esto. Ella abrió la puerta y la tiró con fuerza. Algunos muebles del cuarto se movieron. Él la tomó por el hombro. “Óyeme. No lo hagas, por favor. No querrás perder a tu esposo también”.
“Quítame las manos de encima, monstruo”. Ella lo empujó y él se golpeó la cabeza con una escultura. Se dirigió hacia la puerta.
El jefe Daggers tomó la escultura y la golpeó en la cabeza. Ella se deslizó hacia el piso y murió.
Sus dos hijas adolescentes corrieron hacia el dormitorio. “Papá ¿Qué le pasó a mamá? No está respirando”. Lloraban sobre el cadáver de su madre.
El jefe Daggers se tambaleó hacia su guardarropa.
Elizabeth corrió hacia el dormitorio, vio la escultura con sangre y dedujo que la
había matado. “Oga, ¡usted mató a la señora!” Comenzó a correr fuera del cuarto.
El jefe Daggers rápidamente sacó su pistola con silenciador y le disparó a Elizabeth tres veces. Sus hijas estaban sorprendidas, antes de que pudieran salir de su estupor, el jefe Daggers les disparó en el corazón a las dos. “Perdónenme”. Cerró los ojos
En la noche, el jefe Daggers envolvió a cada una de las víctimas en diferentes envoltorios. Las puso en el asiento trasero y en la maleta del carro. Condujo hacia un basurero ardiendo en Inferknow. Lanzó cada cadáver en la candela y le añadió combustibles. “En la mañana sus cuerpos serán sólo carbón”. El fuego se reflejó en sus ojos y vio cómo se quemaban junto con la basura.
Condujo hacia el burdel Good Evening Street. Mama lo estaba esperando, le permitió entrar en su alojamiento. Después de desvestirlo le dio un masaje y le acarició el pene. Gimió con placer y éxtasis.
Mientras tenía sexo con Mama, comenzó a llorar. Sus lágrimas cayeron sobre ella. Luego, se secó las lágrimas. “¿Qué es lo que pasa?”
“Nada, sólo súbete y dame el mejor sexo que puedas”. Mama hizo lo que le pidió. El jefe Daggers dejó de llorar y le mamó a Mama los pezones que tenía sobre la cara.
El jefe Daggers no volvió a su casa en una semana. Comía, bebía y tenía sexo con Mama. Ella lo consolaba cada vez que lloraba.
“¿No me quieres decir cuál es el problema?”
“Me conoces desde hace años. Soy un hombre de pocas palabras”.
Gloria y su equipo de enfermeras fueron a inscribir a los residentes de Inferknow en la CNS. Rebajaron la inscripción a quinientos Nairas para los adultos y la hicieron gratis para los niños menores de dieciocho años.
Ezekiel estaba impresionado. No podía quitarle los ojos de encima a Gloria durante toda la operación. Estaba allí para pasarle lapiceros y agua. En cierto punto, se ofreció como fotógrafo. Tomó las imágenes para los carnets de los solicitantes.
Después del operativo, Gloria decidió visitar a su madre. Estaba cerca del Good Evening Street, así que ¿Por qué no?
Gloria suspiró y entró en el burdel. Marcó un número y esperó hasta que sonara el otro teléfono. “Mama, estoy afuera, ¿cuál es el número de tu cuarto?” Mama tartamudeó. Cortó la llamada y detuvo a Fassa y Gwen
“Discúlpenme, estoy aquí para ver a Mama. ¿Cuál es el número de su cuarto?”
Fassa la miró inquisitivamente. “¿Y quién eres tú?” Preguntó. “Gloria, la hija de Mama”
“Oh, ella es la hija de Mama”, dijo Gwen emocionada.
Fassa le señaló el cuarto de Mama. “Gracias”, dijo Gwen. Fassa y Gwen la miraron admiradas mientras se alejaba.
Gloria tocó la puerta de su madre. Ella no respondió, pero poco después abrió la puerta. El jefe Daggers salió y se puso al lado de Mama. “Ya se iba”, dijo Mama.
“El jefe Daggers le entregó dinero a Mama. “Puede que no te vea en mucho tiempo”. Mama recibió el dinero tímidamente y él se fue.
Gloria miró a su madre de frente. “Mama hace bastante que no te veo”.
“Entra, ¿cómo has estado?”
Comió y conversó con Mama. Ya era tarde cuando Gloria salió del burdel. No aceptó la petición de su madre de pasar la noche con ella. Era difícil encontrar un vehículo que fuera hasta el centro. Los triciclos se rehusaban a salir fuera del perímetro de los suburbios de Inferknow. Esperó cerca del quiosco de Protocolo. Este se dio cuenta que tenía tiempo parada allí y le ofreció un asiento. Gloria se lo agradeció y se sentó.
“¿Quisiste entrar en el burdel y no pudiste? Te puedo ayudar a que entres. Tengo bastantes contactos. Hablaré con algunas de las mujeres a tu favor. Mama o Faith te ayudarán”, dijo Protocolo con aires de importancia.
“No gracias, ya me voy”. Gloria llamó a Ezekiel por teléfono y él estuvo de acuerdo en darle abrigo por esa noche. Tomó un triciclo hasta su casa.
Ezekiel la esperó en la parada de autobús. Tomó su bolso cuando descendió del triciclo. “Pensé que te habías ido a tu casa”, dijo.
“No, fui a visitar a mi madre. Ella vive cerca de aquí”.
“Vaya, eso está bien. Debiste habérmelo dicho. Me encantaría conocerla”.
“Vámonos, estoy a punto de pescar un resfriado”, dijo Gloria para cambiar la conversación.
“Sí, lo lamento. Vámonos”. Caminaron hacia su casa en silencio. Ezekiel notó que Gloria estaba incómoda y pensó que quizás la reunión con su madre no había agradable.
“Prepararé té. Hay galletas en el refrigerador”.
“Cené en casa de mi madre”.
“En verdad, no entiendo. Debiste dormir en la casa de tu madre. Es muy tarde”.
“Pensé que podía llegar a mi casa, pero ningún vehículo quería ir al centro”.
“Está bien. Me agrada que me hayas llamado. Puede ser terrible allá afuera”.
“Es suficiente Ezekiel, por favor. Lo que vi era lo bastante horrible”.
“¿Qué quieres decir?”
“Olvídalo Ezekiel. ¿Fue un error que viniera a tu casa?”
Ezekiel levantó las manos. ”Al menos toma un baño”.
Gloria rehusó tomarse un baño. “Por lo menos podrías lavarte la cara y los pies”. Insistió. Ella asintió y se paró. La llevó hasta el baño y la esperó con una pequeña toalla. “Toma para que te seques. Es nueva, nunca la he usado”.
“Gracias”. Gloria la tomó y se secó la cara. Olió el aroma a nuevo de la toalla.
Gloria durmió en la cama y Ezekiel lo hizo en el sofá. Había una fuerte brisa y la cortina se abrió un poco. Se despertó y vio a Gloria durmiendo plácidamente. Se volvió en la cama y temió que se cayera. Puso el cobertor con dos almohadas al lado en el suelo. En caso que Gloria se cayera lo haría sobre algo blando.
CAPÍTULO DOCE
En la mañana, Gloria se despertó, estiró los brazos y bostezó ruidosamente. Ezekiel abrió los ojos. “Buenos días Gloria”.
“Buenos días Ezekiel”. Oyó ruidos que venían del barrio. “¿Qué hora es?”
“Son casi las ocho”.
“Me quedé dormida. Ezekiel, ¿por qué no me despertaste? Saltó fuera de la cama y su puso sus sandalias. Viendo que estaba apurada, Ezekiel salió rápidamente de la casa, cuando regresó, ella estaba cepillándose el cabello con su cepillo. Ezekiel se rió.
“¿Qué es lo divertido?” Se limpió la cara con la pequeña toalla.
“Nada” Se le acercó demasiado. “Toma”.
“¿Qué es eso?”
“Menta dulce. Cómo tienes tanta prisa, quizás no quieras cepillarte los dientes y ningún chofer te llevará si tienes mal aliento”.
“Sin lugar a dudas”. Tomó el empaque, puso tres tabletas en su boca y las masticó rápidamente. “Hum, inspiró y exhaló, sintió su aliento fresco y sonrió. “Fresco, me quedaré con el resto”. Puso el empaque en el bolsillo de su jean.
“Muévete a un lado”. Ella tomó su bolso y Ezekiel se apartó. “Gracias Ezekiel. Tengo que apurarme en llegar a la casa, tomar un baño e irme a trabajar. Gracias”. Le dio
un besito en la boca y salió. Se detuvo en la puerta y le lanzó una mirada a Ezekiel, se sonrojó y salió corriendo de la casa.
“De nada”. Respondió como en un sueño, se tocó los labios. “Eres bienvenida cuando quieras”. Se fue a la cama y pensó en lo que había pasado. Recordó el beso y se apretó el pecho con júbilo.
Protocolo andaba en su bicicleta. Se detuvo cuando vio a Gloria salir despeinada de la casa de Ezekiel. Se detuvo con un pie en la rueda y sonrió. “Eres una chica inteligente, hallaste una forma de hacer dinero después de todo”, dijo. Gloria le pasó por un lado. ”Hola hermanita”. Gloria se detuvo con disgusto y lo miró. “Hola, ¿no me reconoces? Te brindé una silla anoche”.
“Oh, ahora lo recuerdo, gracias”.
“Se puso serio. “No sabía que trabajabas a domicilio. Me hubieras seguido a mi casa y me habrías dado lo que le diste a Ezekiel. Al verte, estoy seguro que tendrás otro para el camino”. Protocolo aplaudió y sonrió.
Gloria se enojó y le golpeó la cara con su bolso. Saltó sobre su pie y lo hizo gritar. Empujó su bicicleta y cayó al suelo con todas sus cosas. Gloria sonrió perversamente y salió volando.
Ezekiel oyó la alarma del reloj. “Oh dios, voy a llegar tarde al trabajo”. Saltó de la cama y se fue al baño. Alguien estaba cantando mientras se bañaba. Se dirigió hacia la canal, se cepilló los dientes y se lavó la cara. Volvió a su cuarto, se echó colonia y Salió a toda prisa a trabajar.
Ezekiel recogió a Gloria al salir del trabajo y se fueron en un taxi hacia un restaurante. Después de comer, Ezekiel le tomó la mano. “Vamos Gloria, hay un jardín muy bonito detrás de restaurante. Disfrutemos del aire fresco”.
La llevó hasta un columpio, la hizo sentar en él y comenzó a mecerla. Gloria se sintió relajada y con cada columpiada se acercaba más, lo suficiente para percibir su aliento. Sacó su teléfono con una mano y se le cayó. Ezekiel se lanzó hacia el movimiento que venía y la atrapó.
Gloria tembló. “¿Estás bien?, preguntó. Ella asintió pegada a su pecho. “Me alegra que no te hayas caído”. Una canción romántica se oyó en el jardín. Se vieron el uno al otro con deseo con sus corazones latiendo rápido. Gloria deslizó sus dedos sobre los labios de Ezekiel. Él movió su mano hasta su cintura y la sostuvo con fuerza.
Se acurrucó en su cuerpo, sintiendo sus brazos muy seguros, le acarició el hombro. Él la tomó por la barbilla y gentilmente levantó su cara para verla en los ojos. La mirada de Gloria era fija, bajó la cabeza y la besó. Gloria estaba lista, lo besó con pasión. Se besaron durante diez minutos.
“Había querido hacer este desde hace tanto tiempo”. Dijo.
“¿Por qué te tomó tanto tiempo?”
“No estaba seguro de lo que sentías por mí”. Le levantó la mano y se la besó. “No sabía cómo reaccionarías si te abrazaba y te besaba. Me alegra que hayas correspondido de una forma tan hermosa” Sus ojos se fijaron en su palpitante pecho. La volvió a besar. Sus pezones endurecidos rozaron su pecho y él gimió.
La bajó lentamente hasta la grama mientras la besaba. Se besaron varias veces. Él dejó de besarla. Gloria gimió en desaprobación. “Querida, si no nos detenemos, te voy a tomar en este jardín” Dijo Ezekiel.
“Entonces tómame querido. Te necesito”. Movió su cabeza y lo besó.
“Bebé, yo también te necesito, pero este es un lugar público, Alguien podría venir y vernos”. Ella suspiró con frustración. “Vamos, déjame llevarte a la casa”. La tomó en sus braz...

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