Autobiografía. Hans Kelsen
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Kelsen Hans

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El 11 de octubre de 2006 se cumplió el 125 aniversario del nacimiento del más eminente y afamado jurista de lengua alemana del siglo xx. Con este motivo organizaron el Consejo Nacional de la República de Austria, el Instituto Hans Kelsen de Viena y el Centro de Investigación Hans Kelsen de Erlangen un acto solemne en homenaje a Hans Kelsen (1881-1973). En el marco de esa reunión se presentó este escrito con la autobiografía de Hans Kelsen. Él constituye al mismo tiempo el preludio de la publicación de las Obras de Hans Kelsen. Esta edición, que comprende la obra completa de Kelsen, tanto la publicada hasta ahora como la no publicada, está al cuidado del suscrito en cooperación con el Instituto Hans Kelsen de Viena. El Editor será apoyado profesionalmente en esa tarea por un gremio de 16 asesores principales, que está compuesto por expertos internacionalmente renombrados de Kelsen. La atención editorial ha sido asumida por la Editorial Mohr Siebeck.

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HANS KELSEN{1}
autobiografía{2} [1947]

Niñez

Nací en Praga el 11 de octubre de 1881. Mi padre, ADOLF KELSEN{3}, nacido en Brody{4}, Galicia, vino a Viena cuando era un joven de apenas catorce años, sin ningún recurso económico, y aquí ganó su sustento primero como aprendiz en un pequeño establecimiento industrial y luego como dependiente de comercio. Impulsado por el deseo de independencia, comenzó, siendo todavía joven, un comercio con aparatos eléctricos en Praga{5}, de donde retornó en poco tiempo a Viena para establecer en esta ciudad un taller en donde él mismo producía lámparas y arañas de gas y luz eléctrica. En el curso de los años logró convertir el taller en una pequeña fábrica{6}. Él murió a los 57 años. Mi madre, AUGUSTE LOEWY{7}, quien todavía vive, proviene de Neushaus en Bohemia. Su lengua materna era el alemán, pero ella habla igualmente bien el checo, y la parte de la familia que vivía en Bohemia y después en Checoslovaquia, se consideraba como perteneciente a la nación checa.
En mi cuarto año de vida mis padres se trasladaron a Viena. Aquí estuve en la escuela primaria evangélica en el Distrito n.° 4, y más tarde cursé en el Gimnasio Académico{8}. Yo fui un escolar mediano. Mis maestros no lograron despertar en mi gran interés por la escuela. En la época de gimnasiasta me ocupé mucho más con literatura de entretenimiento y más tarde con filosofía que con las materias del aprendizaje obligatorio. Casi todo lo que conozco de antigua literatura alemana -y esto es bien considerable- lo leí entre los 13 y 18 años de edad. En ese tiempo{9} recibí el impulso para mi apasionado amor por la literatura de la obra de SPIELHAGEN titulada Problematische Naturen{10}. Al encontrar por casualidad hace unos dos años un ejemplar de este libro en la biblioteca de la Universidad de California y leerlo de nuevo, me di cuenta con sorpresa de la medida en que la atmósfera pesimista de esta muy mediocre novela había influido en mi posición hacia la vida. Durante largo tiempo intenté yo mismo elaborar versos y relatos breves. Algunos de mis versos fueron publicados{11} en la revista Wienerhausfrauzeitung{12}, a la cual estaba suscrita mi madre, bajo la rúbrica "Album de poesia" (inmediatamente después de una "Minuta para una casa burguesa"{13}. Como estudiante de la 5.{a ó 6.{a clase del Gimnasio esto me hizo sentir naturalmente muy orgulloso. Sin embargo, tuve suficiente autocrítica para percibir la insuficiencia de mi talento para las formas artísticas. Si al comienzo de ese periodo de mi vida literaria aparece SPIELHAGEN, en su final estuvo KNUT HAMSUN. Posteriormente no perdí en verdad nunca el contacto con la literatura moderna, especialmente con el teatro. Durante mi época universitaria casi no desaproveché una premiere en el Burgtheater y en el Volkstheater alemán{14}, pero después de haberme orientado hacia el trabajo científico, leí novelas y contemplé piezas teatrales más como entretenimiento y descanso, y no enredado, como en Victoria, Pan y Mysterien{15} de HAMSUN, en la ilusión de encontrar aquí la verdadera vida.
La transición entre las bellas letras y la ciencia había sido preparada ya durante mi periodo literario por un creciente interés en las cuestiones de la filosofía. La concepción materialista del mundo, que yo había conocido, como era usual, en la obra Kraft und Stoff de BUECHNER{16}, me fascinó sólo por poco tiempo; y probablemente sólo como reacción contra la posición de religiosidad primitiva de la escuela, que desde el inicio concitó mi oposición. Más duradera fue la impresión que me produjo la llamada filosofía idealista. Todavía hoy recuerdo vivamente la conmoción espiritual que experimenté -tenía entonces quince o dieciséis años de edad- cuando por primera vez fui conciente de que la realidad del mundo exterior es problemática. Bajo la influencia de un amigo mayor{17} conocí la obra de SCHOPENHAUER y comencé, todavía en el Gimnasio, a leer a KANT. Como núcleo de su filosofía entendí -justa o injustamente- la idea del sujeto, que produce el objeto en el proceso del conocimiento. Mi autoconciencia, permanentemente herida por la escuela y ansiosa de satisfacción, encontró evidentemente en esta interpretación subjetivista de KANT, en la idea del yo como centro del mundo, la adecuada expresión filosófica. Al culminar el bachillerato{18} mi deseo era el de estudiar filosofía, matemáticas y física. En épocas de mi vida he lamentado no haber podido cumplir ese deseo.

Universidad

Probablemente dos circunstancias ocasionaron una resolución decisiva para mi vida futura, la de inscribirme en la facultad de derecho en lugar de la de filosofía. La primera fue el hecho de que yo cursé, inmediatamente después del examen de bachiller, mi año de servicio voluntario{19}. El servicio militar significó una completa interrupción de mi anterior existencia intelectual. Los problemas filosóficos y científico-naturales perdieron en ese lapso, dedicado principalmente a la actividad corporal, la inmediata actualidad que tuvieron antes para mí. Además, pensé en el oficio práctico. La única posibilidad que parecía abrirme un estudio en la facultad de filosofía era la posición de un maestro de enseñanza secundaria{20}. En ningún caso tomé seriamente en consideración la oportunidad de ser profesor universitario y erudito. En el medio en que se movían mis padres, los representantes de los oficios intelectuales eran pequeños abogados y médicos prácticos. En el medio social en que yo crecí, hombres como el filósofo GOMPERZ{21} , el médico NOTHNAGEL{22} , o el romanista EXNER{23}, eran considerados como dioses de un Olimpo inalcanzable para mortales comunes y corrientes. Quien estudiaba filosofía se convertía en maestro de bachillerato. Y ese oficio me disgustó tanto por mi experiencia en el Gimnasio, que decidí estudiar derecho, con la probable perspectiva de ser abogado, pero con la callada esperanza de llegar a juez.
Las primeras lecciones que recibí en la facultad de derecho y ciencias políticas de la Universidad de Viena, me produjeron un amargo desengaño. El romanista CZIHLARZ{24} enseñaba derecho romano{25}, sin tener en cuenta su cone...

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