ACTIVIDAD PROFESIONAL Y POLÍTICA
Inspector de seguros y el inicio del trabajo en la Administración
José María y Josetxu lograron aprobar las oposiciones, en 1954. Trabajaron juntos, durante 3 años, en la Inspección de Seguros, e incluso estaban ubicados en el mismo despacho con otro inspector y dos secretarias. La oficina estaba ubicada en la calle Serrano 69, en la antigua casa de la familia Marañón. Entonces solo trabajaban por la mañana y cobraban 1150 pesetas, al año. Esa era la época del despegue económico y muchos españoles empezaron a hacer dos jornadas para poder sacar adelante a sus familias pues con el sueldo de funcionario no era viable llegar a fin de mes. Por eso por las tardes tenían la oportunidad, si querían, de hacer un trabajo complementario y que también era remunerado. José María estuvo en el Consorcio de Compensación de Riesgos Catastróficos, compañía que aseguraba a otros seguros ante catástrofes como hundimiento de barcos, incendios graves, etc.
El que fue número uno de oposición de Inspector de Seguros, en 1954, fue Javier Tornos, buen amigo de los dos con el que mantuvieron contacto durante muchos años y de vez en cuando, les invitaba a todos los compañeros a una comida en una casa que tenía en Torrelodones. Allí disfrutaban de una jornada de descanso a la que acudían también sus familias, recordaban viejos tiempos y siempre hacían bromas entre ellos e incluso José María pronunciaba algún discurso.
Uno de los rasgos más relevantes de la biografía de Sampelayo, y que se recogen en casi todos los testimonios, es que además de ser una persona inteligente, amable y con gran don con lo que hacía, como él mismo reconocía en una carta dirigida en 1962 a su buen amigo de los años 40, Fernando Maycas: “Tengo mucho trabajo, pero estoy contento y animoso ante la enorme cantidad de cosas que puedo y debo hacer “. En otros de los testimonios recogidos de personas que trabajaron con él aparecen expresiones similares.
Así, por ejemplo, José Utrera Molina cuenta en su testimonio su colega José María era una persona enormemente diligente, siempre abierta y con una capacidad de diálogo y de comprensión de los problemas. Añadía además que raramente había visto reflejados estas cualidades en actuaciones llevadas a cabo por gente que estuviera en la Administración de Estado”.
En los 20 años de trabajo en la Administración del Estado pudo participar directamente en importantes proyectos e iniciativas políticas y sociales para las que, desde joven, como se ha visto en páginas anteriores, parecía que se venía preparando. José María fue testigo privilegiado de la reciente historia de nuestro país durante la primera mitad del siglo XX. No parece que fuera un político intrigante, como era habitual en aquellos momentos, sino una persona sincera, abierta y que se llevaba muy bien tanto con los jefes como con las personas que dependían de él.
Durante el tiempo en que José María trabajó en Presidencia del Gobierno tuvo diferentes responsabilidades al frente de los Planes Provinciales y los Planes de Desarrollo. En aquellos años fue testigo privilegiado de los acontecimientos que, a largo plazo, abrirían camino a la Monarquía Parlamentaria. La proclamación de Juan Carlos de Borbón en julio de 1969 como sucesor de Franco, con el título de Rey, fue decisiva.
A pesar de sus muchas horas de trabajo e intensa dedicación profesional a todos estos proyectos políticos, Sampelayo no pudo vivir las consecuencias directas de su esfuerzo al fallecer con 50 años en abril de 1975, pocos meses antes de que lo hiciera el General Francisco Franco y que diera comienzo de una nueva etapa en la historia de España: la Transición Democrática.
Antes de entrar en detalle en los años en los que José María estuvo trabajando, directamente, en Presidencia del Gobierno, parece conveniente explicar, aunque sea brevemente, algunos rasgos significativos de aquel momento.
Política española de 1950 a 1975
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el régimen español atravesó un momento difícil, caracterizado por el boicot internacional e incluso la amenaza de invasión externa. El General Francisco Franco, con su pragmatismo habitual, intentó hacer frente a semejantes amenazas alejando del gobierno o aislando políticamente a los falangistas que durante los años de la Segunda Guerra Mundial, se habían manifestado más claramente partidarios del nazismo o que parecían menos predispuestos a adaptarse a los nuevos tiempos.
En ese momento Franco apostó por ir incorporando, poco a poco, a algunos democristianos, calificativo que acogía en su seno a personas con perfiles intelectuales e ideológicos con frecuencia heterogéneos.
A lo largo de los años cincuenta, el régimen consiguió estabilizarse políticamente, pero fue entonces cuando se incrementaron las pugnas entre las diversas familias franquistas para atraer a sus proyectos al General Franco. Se inició así un período, cuyo punto álgido fue el trienio 1952- 1954, en el que se materializó un enfrentamiento entre dos posturas divergentes en su lectura del proyecto de España y, por tanto, de la estrategia a seguir una vez se accediera al poder. Todos los protagonistas de este debate estaban de acuerdo en que España tenía que ser, ante todo, un país católico, pero diferían en los contenidos y fines de la política cultural católica que se debería implantar. Con el tiempo, se fueron consolidando dos facciones diferentes, tanto desde el punto de visto ideológico como político, que empezaron a rivalizar. Ambas estaban plenamente identificadas con el régimen.
Los primeros, propugnaban una regeneración, una reforma, una adaptación original mientras que, para los segundos, su ideal era el regreso al pasado: era precisa una restauración. Unos respondían a las convicciones más profundas de una Falange que se estaba reinventando ante el nuevo contexto político, cultural e ideológico de mediados de los años cincuenta; mientras que los otros pretendían restaurar el espíritu de Acción Española, un heterogéneo movimiento cultural fundado en 1931 que aglutinó a los monárquicos durante la República y fueron asociados por Franco al Movimiento Nacional durante la guerra.
Entre los primeros se podría destacar al democristiano Joaquín Ruiz-Giménez y los neo-falangistas Pedro Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo. Los segundos gira...