Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento
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Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento

Pentateuco e Históricos

C. F. Keil, F. Delitzsch

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Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento

Pentateuco e Históricos

C. F. Keil, F. Delitzsch

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Considerado el comentario por excelencia entre todos los comentarios del A.T., citado constantemente por todos los demás comentaristas, lingüistas y estudiosos de la Biblia, el "Biblischer Commentar über das Alte Testament", trabajo magistral de investigación filológica realizado por Johann Friedrich Carl Keil y Franz Julius Delitzsch, es reconocido universalmente como la obra más completa, seria y erudita que se ha escrito sobre el Antiguo Testamento. Y la mejor vía de aproximación a la complejidad del sentido original de las palabras utilizadas en el texto hebreo.

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Information

Year
2016
ISBN
9788482676548

SAMUEL

COMENTARIO BÍBLICO DE LOS LIBROS PROFÉTICO-HISTÓRICOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

En los manuscritos hebreos los libros de Samuel forman un solo libro. La división en dos libros fue hecha por los traductores alejandrinos (LXX) y encontró su camino no sólo a la Vulgata y las demás traducciónes de la Biblia sino que en el siglo XVI con la versión de Daniel Blomberg también a nuestras ediciones hebreas actuales. En la LXX y la Vulgata estos libros se cuentan junto a los libros de los Reyes y titulados Βασιλέων πρώτη, δεύτερα, Regum I et II (cf. Orígenes en Historia Ecclesia (h.e.) VI, 25 y en Jerónimo en su prólogo a los Gálatas). Fueron titulados como «libros de los reinos» (en la LXX), probablemente en consideración a que en cada uno se presenta la historia de los dos reinados: en los libros de Samuel la historia de los reinados de Saúl y David y en los libros de los Reyes la historia de los reinos de Judá e Israel. A pesar de eso no podemos considerar este título como más original o realístico que el título dado en el canon hebreo: Libro de Samuel. Este título no sólo se debe a que en la primera mitad del primer libro se relata el ministerio del profeta Samuel sino que debe mostrar que el espíritu de Samuel forma el espíritu del reino verdadero de Israel, en otras palabras, que el reino terrenal del reino divino de Israel recibe su fuerza y validez del Espíritu del Señor que vivía en el profeta. La partición en dos libros corresponde hasta tal punto al contenido que la muerte de Saúl, con la que finaliza el primer libro, forma un cambio en el desarrollo del reino.
Los libros de Samuel contienen la historia del Reino de Dios en Israel desde el final del tiempo de los jueces hasta el final del reinado del rey David y abarca un periodo de alrededor de 125 años, desde 1140 hasta 1015 a.C. El primer libro trata el tiempo del juzgado del profeta Samuel y del reinado del rey Saúl en tres partes que corresponden a las tres épocas que abarcan el llamado al ministerio de juez de Samuel (caps. 1-7), el reinado de Saúl desde su llamado hasta su rechazo (caps. 8-15) y el tiempo del derrumbamiento de su reinado en la batalla con David, a quien el Señor había llamado como líder de su pueblo como reemplazo de Saúl (caps. 16-31). Con Samuel inició la fase de la renovación del reino divino que estaba desorganizado tanto interior como exteriormente. En el tiempo en el que la piadosa Ana pidió del Señor un hijo y le fue regalado Samuel, el santuario de Dios en Silo estaba profanado por las acciones indignas de los hijos del sumo sacerdote Elí y dominado por los filisteos. Si Israel debía ser liberado del yugo de los paganos, era necesario que antes fuera liberado del yugo del pecado y de la idolatría, sacudido por fuertes juicios para retomar la confianza en la presencia de la gracia divina y encaminado por la profunda humillación a los caminos del Señor, su Dios. Junto con el llamado de Samuel a servir como profeta se cumplió el juicio sobre el sacerdocio corrupto y sobre el santuario profanado. La primera parte de nuestro libro, en el que se relata la historia de la renovación del estado teocrático, no empieza con el llamamiento de Samuel sino que se inicia con el relato de la situación del culto en la comunidad bajo el sumo sacerdote Elí, con la devoción de los padres de Samuel, sobre todo de su madre, y con el anuncio del juicio sobre la casa de Elí (caps. 1-2). Después se narra el llamamiento de Samuel a servir como profeta (cap. 3) y el cumplimiento del juicio contra la casa de Elí y contra la casa de Dios (cap. 4). A continuación se relata la manifestación de la omnipotencia de Dios ante los enemigos de su pueblo mediante el castigo de los filisteos por el robo del arca del pacto y la victoria que alcanzaron los israelitas con la oración de Samuel (5-8:14). Finalmente se resume el tiempo de juez de Samuel (7:15-17). La segunda parte contiene: a) la discusión del pueblo con Samuel acerca de la petición de tener un rey, la unción de Saúl por el profeta y su elección como rey con la vindicación de su reinado (8-12), y b) una breve reseña de su reinado, del cual sólo se describen detalladamente sus primeras siete batallas con los filisteos así como la guerra contra los amalequitas, lo cual llevó al rechazo de Saúl (13-15). Con mayor detalle se relata en la tercera parte (caps. 16-31) la historia de Saúl desde su rechazo hasta su muerte, en la que no sólo se describe la unción de David y su victoria sobre Goliat sino también su relación con Saúl y la historia de la persecución de parte de Saúl con sus múltiples entramados. De esta forma se presenta la realización paulatina de la decisión divina, tanto de rechazar a Saúl como de elegir a David como rey de Israel a fin de ser señal a las naciones paganas como para afirmar a los creyentes en su confianza en el Señor que lleva a sus siervos al honor y la gloria, acompañándolos en la tribulación y el dolor.
El segundo libro relata en cuatro partes la historia del reinado de David: 1) su reinado sobre Judá en Hebrón después de la batalla con Isboset, el hijo de Saúl, a quien Abner había declarado rey sobre las demás tribus de Israel (caps. 1-4); 2) la unción de David como rey sobre el territorio completo de Israel y la afirmación de su reino mediante la conquista de la fortaleza de Sión, la fundación de Jerusalén como capital del reino, la transferencia del arca a Jerusalén, la decisión de construir el templo para Dios, la promesa divina de la duración eterna de su reino y finalmente la subyugación de todos los enemigos de Israel bajo su reinado (5-8:14). A esto se añade el registro de los principales funcionarios del reino (8:15-18) y el relato de la gracia otorgada a la casa de Saúl con el juicio hecho a Mefiboset; 3) el enturbamiento de su reino por el adulterio con Betsabé durante la guerra sirio-amonita y los juicios que cayeron sobre su casa por su pecado: los pecados de sus hijos, el incesto de Amnón, la conspiración de Absalón y finalmente la rebelión de Seba (10-20); 4) El final de su reinado con el salmo de alabanza de David por la salvación de la mano de todos sus enemigos (22) y sus últimas palabras proféticas acerca del justo soberano en el temor de Dios (23:1-7). Esto es preparado con el relato de la exculpación del pecado de Saúl a los gibeonitas y el relato de diversos hechos heroicos de sus generales en las guerras filisteas (21), a lo cual se suma la lista de sus héroes (23:8-39) junto con el relato del censo y el castigo de Dios (24). Esto se encuentra al final de la obra porque la expiación de la culpa de David da lugar a la construcción de un altar de sacrificio en el lugar del futuro templo. En los libros de Samuel no se menciona la muerte de David porque él instituyó a Salomón como su sucesor antes de morir y esta transferencia de poder forma la introducción a la historia de Salomón en el primer libro de los Reyes, por lo cual es más conveniente que se presente su muerte en ese libro.
En lo que respecta al carácter de la presentación de la historia en los libros de Samuel resalta el contraste en el que se presenta detalladamente la narración de algunos sucesos que, al parecer, carecen de importancia en la vida de las personas que el Señor usó para liberar a su pueblo y su reinado de los enemigos en relación a la brevedad de los resúmenes con los que se describen las mayores campañas de Saúl y David, i.e. las difíciles y a veces también largas guerras con los pueblos circundantes, de manera que, como escribe Thenius, «algunas partes de la obra resaltan por su tono corto y cronológico del relato completo, en parte aun biográfico (2 Sam. caps. 11-20)». Esta peculiaridad no se puede explicar en base a las fuentes usadas por el autor de nuestros libros. Porque, aunque no tengamos la posibilidad de definir la forma y la envergadura de tales fuentes, podemos ver que estas fuentes contenían más material que el relato de nuestros libros, al comparar el contenido de los libros de Samuel con el de las Crónicas acerca de las guerras de David con los amonitas y los sirios (cf. 2 Sam. 8 y 10 con 1 Crón. 18 y 19). Esto se debe al hecho que el cronista presenta algunos textos suplementarios acerca de hechos históricos, cuya veracidad es reconocida universalmente. Asimismo no pudieron pasar desapercibidas las preparaciones para la construcción del templo y la reestructuración tanto del ejército como de los levitas que fueron hechas por David a finales de su reinado (1 Crón. 22-28). Además se mencionan en nuestros libros algunos sucesos que son aludidos como ya conocidos sin que nos hayan sido presentados anteriormente, tales como la transferencia del santuario de Silo a Nob, cuando éste todavía estaba bajo el mando de Elí (1 Sam. 1:3, 9, e.o.), donde David recibió de los sacerdotes los panes consagrados al huir de Saúl (21:1ss.), la matanza de los guibeonitas por Saúl que debía ser expiada bajo el reinado de David (2 Sam. 21), el destierro de los médium y los espiritistas del reino bajo Saúl (1 Sam. 28:3) y la huida de los beerotitas a Gitaim (2 Sam. 4:3). Éstas son razones para concluir que el autor de nuestros libros sabía más de lo que consideraba necesario relatar. Mucho menos debe asumirse que estas características son una señal de un carácter compilatorio de nuestros libros. Esta deducción visibiliza el desconocimiento total del plan y del motivo que se encuentra en estos libros y que domina la elección y el orden del material. El orden de la obra, que sigue un cierto plan, se puede registrar en base a la agrupación de los datos históricos, para lo cual el narrador tuvo que abandonar en algunos casos el órden cronológico. Así por ejemplo se menciona en la historia de Saúl la enumeración de sus guerras (1 Sam. 14:47s.) mientras que el hecho de que venció a los amalequitas se narra en el cap. 15 porque por causa del sobrepaso del mandato divino Saúl perdió su reinado, consiguiendo así el rechazo de parte de Dios. Este abandono del orden cronológico lo podemos encontrar también en la historia de David, donde en 2 Sam. 8 se describen todas las guerras con las naciones vecinas y entre éstas la guerra contra los sirios y los amonitas con una lista del botín que fue hecho en esta campaña, mientras que en los capítulos 10-12 se presenta el relato de la guerra con los amonitas y los sirios durante los cuales se relata asimismo el adulterio de David. Además es necesario observar que tanto la historia de Saúl como la de David se estructuran en dos periodos. Aunque estos corresponden al trazado histórico del reinado de ambos reyes, son marcados por el narrador de tal forma que no sólo la caída de ambos líderes (en el caso de Saúl su desobediencia y en el caso de David su pecado de adulterio) aparece claramente, sino que cada uno de estos periodos culminan con resúmenes de las guerras, la familia y los funcionarios públicos de ambos reyes (1 Sam. 14:47-52; 2 Sam. 8). Además se resume la historia de Samuel después de la victoria sobre los filisteos, que fue conseguida por los israelitas con ayuda de la oración de Samuel. Esto sucede en 7:15-17 donde se presenta todo lo que se podía relatar acerca de sus acciones como juez, antes de presentar la introducción del reinado, a pesar de que Samuel vivió durante todo el reinado de Saúl y no sólo ungió a David como su sucesor. Estos resúmenes son pruebas fehacientes de la compilación de diversas fuentes lo cual se ha identificado como tal porque no se entendieron las pecualiaridades de la historiografía semítica. Sirven de acabado para los diferentes periodos que forman la historia y son los puntos de tranquilidad para la observación histórica, la cual no pretende descomponer la coherencia objetiva de los diversos grupos ni dudar de la unidad de la autoría de los libros. Y aun donde parece que diversos sucesos se combinan sin ninguna conexión exterior y sin consideración a la sucesión cronológica es posible reconocer la coherencia desde un punto de vista sistematizado al observar detenidamente el texto y descubrir el motivo por el que se mantuvo este texto y no algún otro. Compárese para esto los comentarios introductorios de 2 Sam. 9 y 21-24.
Pero si consideramos el contenido para definir claramente el carácter de nuestros libros podemos obtener al principio de la obra, i.e. en el canto de alabanza de Ana, una imagen profética del ungido del Señor (2:10) que anuncia el tiempo de la institución del reinado que surgió bajo Saúl y David. Esto está relacionado con la característica del nuevo nombre divino Yahvé Zebaoth (Yahvé de los ejércitos) que no se encuentra en el Pentateuco ni en los libros de Josué o Jueces, pero que en nuestros libros se encuentra de principio a fin. Detalles acerca del origen y el significado de éste véase en el comentario de 1:3. Cuando Israel recibió al rey terrenal como representante visible del invisible rey divino, Yahvé, el Dios de Israel se convirtió en el Dios de los ejércitos celestiales. Convirtiéndose en un reinado y el pueblo de Israel en un imperio mundial, el reino de Dios se elevó sobre los reinos paganos a los cuales debía derrotar con al ayuda de Dios. En estas guerras Yahvé se manifestó como el Señor de los ejércitos a quien debían servir. Bajo el reinado de Saúl y David los pueblos paganos debían recibir las primicias de tal dominio. Cuando Saúl recibió el reinado de Israel peleó contra todos sus enemigos y consiguió establecer su poder en todas partes (1 Sam. 14:47s.). David subyugó a todas las naciones vecinas bajo el reinado del pueblo de Dios porque el Señor le otorgaba la victoria por doquiera que él iba (2 Sam. 8:14s.), de tal manera que su hijo Salomón reinó sobre todos los reinos desde el río (Éufrates) hasta la frontera con Egipto y éstos le traían regalos y le eran sumisos (1 R. 5:1). Pero Israel sólo se podía convertir en una potencia que vencía a todos sus enemigos con la ayuda de Dios si el rey se veía en su función ejecutiva del Rey Divino y reinaba sólo en el nombre y según la voluntad de Yahvé. Pero dado que la unión del egoismo con el orgullo en el más alto puesto político llevaba fácilmente a la presunción y como también los reyes israelitas podían correr el riesgo de usar su poder para aplicarlo en contra de la voluntad de Dios, el Señor llamó a profetas para ser portavoces de Su Espíritu, los cuales asesoraban al rey, anunciándole la voluntad de Dios. Por eso, antes de fundar el reinado hubo que fundar el profetismo como institución espiritual en Israel, lo cual debía servir al rey tanto de apoyo firme como de fuerte resistencia contra la arbitrariedad y la tiranía real. Compárese para esto la explicación acerca del oficio del guardián que debía rendir el profetismo ante el rey en Küper, das Prophetenthum des Alten Bundes, p...

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