PRIMERA PARTE:
Morir... Escena 1
(Interior. Sillones. Guionista y Mujer.)
MUJER.–Ayer te levantaste en mitad de la noche.
GUIONISTA.–A las dos de la madrugada.
MUJER.–Las dos de la madrugada, en mitad de la noche, para el caso es lo mismo, yo dormía, encendiste la luz, te oí refunfuñar, te levantaste y dejaste la luz encendida.
GUIONISTA.–No refunfuñaba.
MUJER.–Refunfuñabas.
GUIONISTA.–No.
MUJER.–Sí.
GUIONISTA.–Solo murmuraba, reflexionaba en voz alta.
MUJER.–Para el caso es lo mismo, murmurar, reflexionar en voz alta, refunfuñar, para el caso es lo mismo.
GUIONISTA.–Me puse a trabajar.
MUJER.–¿Qué?
GUIONISTA.–Lo que oyes.
MUJER.–Oh... me alegro.
GUIONISTA.–Ah. Te alegras.
MUJER.–Claro que sí. ¡Te pusiste a trabajar!
GUIONISTA.–Me puse a trabajar. Desde las dos hasta las siete de la madrugada.
MUJER.–¡Hasta las siete! No te oí cuando volviste a meterte en la cama.
GUIONISTA.–Lo sé. Roncabas.
MUJER.–Cuéntame lo que hiciste.
GUIONISTA.–Roncabas como un hombre.
MUJER.–¡Por fin, después de un año entero sin hacerlo!
GUIONISTA.–¿Un año entero?
MUJER.–Un año, o más, ¿no? Sin que te saliera nada. Sin hacer nada.
GUIONISTA.–¿Sin hacer nada?
MUJER.–Sí, nada. Venga, cuéntamelo.
GUIONISTA.–No, da no sé qué...
MUJER.–¿Por qué?
GUIONISTA.–Solo es una idea.
MUJER.–Bueno, lo tendré en cuenta. Solo una idea. Solo la idea. Pero la idea es la esencia. Y la esencia lo es todo. Si ya tienes la idea, el resto, el resto es solo... digestión.
GUIONISTA.–¿Qué? ¿Digestión? Pero, ¿qué dices? ¿Digestión de qué?
MUJER.–Ay, yo qué sé, creo que es una frase que he oído por ahí, «el resto es digestión», quizá la he leído en algún libro; me parece una frase divertida y fácil de interpretar, ¿sabes?, yo siempre se la digo a mis pacientes cuando han conseguido pasar la primera fase del síndrome, que es la que realmente cuesta vencer, «el resto es digestión», les digo, como queriendo decir que superada esa fase, las cosas se arreglan casi solas, sin ayuda de casi nada, ¿sabes?, como una digestión: los intestinos van haciendo su trabajo sin que tu estado de ánimo ni tus preocupaciones ni tu voluntad les impidan continuar; si ayer tuviste la idea, a partir de hoy todo puede cambiar, la idea es lo más difícil, ahora solo tienes que dejarla madurar y convertirla en palabra, imágenes, qué sé yo, lo que hacías siempre, lo que hasta hace un año, o más, habías hecho siempre; ayer, pues, fue la luz, el manjar, la chicha, y a partir de ahora solo te queda el trabajo sucio, que es el más simple, lo mecánico, vaya, la digestión a la que me refería; por tanto, a partir de ahora se acabaron los malhumores y los nervios y las noches en blanco y las quejas y las angustias y las visitas al psiquiatra y las malditas pastillitas y ya estás llamando ahora mismo al productor aquel que te dejó un mensaje en el contestador el otro día y le dices que tienes un guion a punto para una película fabulosa e interrúmpeme ya de una vez, que estoy hablando demasiado y quiero que me cuentes la historia.
GUIONISTA.–No tengo ningún guion a punto.
MUJER.–Mira que eres pesado, ¿eh?
GUIONISTA.–Además, no creo que te guste.
MUJER.–Seguro que me encanta.
GUIONISTA.–No es una comedia.
MUJER.–Mejor. Ya basta de comedias de baja calaña que engañan a la gente. Mejor. Últimamente todos empezaban a encasillarte, y eso no es bueno, ya lo hemos comentado mil veces.
GUIONISTA.–A alguien le puede parecer una historia reaccionaria.
MUJER.–Y, ¿cómo es eso?
GUIONISTA.–Pero en el fondo no es una historia reaccionaria.
MUJER.–Ah. Mejor. De hecho, no sé qué significa «una historia reaccionaria», no creo que haya historias «reaccionarias», hay personas reaccionarias, partidos reaccionarios, tendencias e ideologías reaccionarias, pero, ¿historias?, ay, yo qué sé.
GUIONISTA.–Quiero decir moralista.
MUJER.–Ah, ya. Bueno, hay historias moralistas sensacionales. Te podría contar un montón de ellas, las vivo cada día, ya sabes. Mirándolo bien, no sé cómo no te ...