1. El fin del “casillero vacío”
Una década de transformaciones y desafíos pendientes en América Latina
Daniel Filmus
En el último año han ocurrido un conjunto de sucesos políticos en América Latina que ponen en juego los avances logrados desde inicios de siglo en materia de desarrollo económico, distribución de la riqueza y derechos sociales en numerosos países de la región. Se ha iniciado una ofensiva que tiene como objetivo principal producir una restauración conservadora de características neoliberales que se ha venido desplegando por casi la totalidad de la geografía de nuestro continente. La simultaneidad y similitud de estos hechos vuelve a colocar en el centro del análisis una problemática largamente discutida por los estudios que pretenden comprender y explicar la realidad de América Latina.
En efecto, el debate sobre si predominan o no las características comunes entre los procesos económicos, sociales y políticos que se desarrollaron en los distintos países latinoamericanos es tan largo como su historia. Sin pretender abordar en profundidad la polémica respecto de los rasgos similares y las diferencias que muestran las situaciones que vivió la región desde la colonización, parece evidente que en las últimas décadas un número importante de países ha transitado por ciclos históricos en los que prevalecieron procesos de características comunes.
Entrada la década de los setenta, se instalaron en casi toda la región dictaduras militares de naturaleza profundamente represiva y conservadora. La mayor parte de estas dictaduras llegaron al poder al derrocar a gobiernos de signo nacional y popular que dejaron inconcluso su objetivo de transformación social. Esta etapa significó la aplicación de políticas económicas de tinte neoliberal que terminaron con los procesos de industrialización por sustitución de importaciones de la posguerra y produjeron un grave retroceso de las conquistas sociales que los pueblos latinoamericanos habían obtenido luego de décadas de lucha. A pesar de haber llevado adelante estrategias que incluían la prohibición del accionar político partidario y la represión violenta y sistemática de los movimientos populares, los gobiernos autoritarios no lograron el objetivo de conseguir un consenso social de larga duración. Las crisis económicas que descargaron sus efectos sobre las espaldas de las grandes mayorías y el creciente protagonismo popular en la resistencia a los regímenes dictatoriales jugaron un papel destacado en el deterioro de las condiciones de los gobiernos militares que pretendieron perpetuarse en el poder. Esta situación abrió las puertas a la restauración de las instituciones democráticas.
La recuperación del orden constitucional, que sucedió coetáneamente sobre los inicios de la década de los ochenta, también fue un fenómeno a escala regional. Los gobiernos emergentes, muchos de ellos con una institucionalidad frágil, posibilitaron la continuidad de la aplicación de las recetas económicas neoliberales, ahora bajo los preceptos que diseñó el llamado “Consenso de Washington” para todo el continente. El fracaso de estas políticas, que dio lugar al período que se denominó “la década perdida”, generó una de las crisis económicas y de representación política más profundas de la historia latinoamericana. Este proceso favoreció el surgimiento de liderazgos y gobiernos de nuevo tipo que, en su mayoría, imprimieron una direccionalidad opuesta a la hegemónica en los noventa.
Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Evo Morales, Néstor Kirchner, Rafael Correa, Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet fueron algunos de los líderes que encabezaron este proceso y que luego continuaron, entre otros, Cristina Fernández, Dilma Rousseff y José “Pepe” Mujica. Con estrategias y estilos personales diferentes, pero con la misma direccionalidad, estos presidentes llevaron adelante políticas que tuvieron entre sus objetivos principales la recuperación del papel del Estado en la conducción del desarrollo económico y en la generación de condiciones para una distribución más igualitaria de la riqueza. La defensa de la capacidad de decisión nacional y la prioridad dada a la integración regional también fueron características comunes a estos procesos que, al cabo de más de una década, se mostraron exitosos tanto en lograr altos índices de crecimiento económico, como en la obtención de mayores niveles de equidad y justicia social.
Como señalamos al inicio, a pesar de los avances conquistados en los últimos años, hoy la realidad latinoamericana vuelve a mostrar rasgos comunes, aunque de un signo preocupante, para las fuerzas progresistas y populares de la región. El triunfo electoral de Mauricio Macri en la Argentina, la profunda crisis económica y política que vive el proceso venezolano, el desplazamiento de Dilma Rousseff de la conducción del gobierno de Brasil, los cuestionamientos permanentes a Michelle Bachelet, y la imposibilidad de la reelección en los casos de Evo Morales y Rafael Correa plantean un nuevo escenario. La simultaneidad de estos procesos exige que, sin dejar de tener en cuenta las particularidades nacionales de cada uno de ellos, realicemos un esfuerzo en dirección a un análisis regional de esta coyuntura.
La crisis global del capitalismo, desencadenada a partir de 2008, que descargó parte de sus consecuencias sobre los países emergentes, y la baja de los precios de los productos primarios que la región exporta golpearon fuertemente todas nuestras economías. La recuperación de la capacidad de iniciativa por parte de los sectores oligárquicos vinculados al capital concentrado, la injerencia de los intereses financieros internacionales y la ofensiva de las corporaciones judicial y mediática contra los gobiernos y los líderes populares fueron parte de un fenómeno que afectó a muchos de los países latinoamericanos. A estos procesos hay que añadirles las consecuencias de las propias limitaciones que mostraron los modelos de desarrollo implementados por aquellos gobiernos progresistas, que no lograron cambios estructurales en los patrones de crecimiento y distribución de la riqueza en la región.
La nueva situación nos obliga a replantear si en efecto hemos dejado atrás los procesos pendulares de alternancia, donde el agotamiento de los ciclos de crecimiento y conquistas populares daban lugar a procesos de sentido inverso que significaban el retroceso de las transformaciones y los avances obtenidos en el ciclo anterior.
En este contexto, el objetivo de este capítulo es brindar elementos que permitan analizar la situación de América Latina a partir de las transformaciones producidas en los últimos años. Este análisis exige, en primer lugar, una descripción de los principales elementos comunes que muestran las políticas llevadas adelante por los gobiernos progresistas, de izquierda o nacionales y populares que condujeron los destinos de buena parte de nuestro continente. Incluye, asimismo, la recapitulación de los avances que los proyectos aplicados en la última década produjeron en el crecimiento económico, la mejora en la distribución del ingreso y la ampliación de derechos sociales en la región. En segundo lugar, nos proponemos colocar en debate algunos de los aspectos estructurales que no pudieron modificarse bajo el modelo de desarrollo que se intentó implementar, a pesar del cambio de paradigma propuesto. Aspectos que, según analizaremos, generan condiciones para permitir la reiteración de los procesos pendulares antes mencionados. Por último, realizaremos breves reflexiones acerca de las características particulares con que se expresó este fenómeno regional en la Argentina y tomaremos en cuenta las asignaturas pendientes que deja el proceso de transformaciones frente a la necesidad de avanzar hacia la construcción de un nuevo modelo productivo que tenga como objetivo principal terminar con la histórica brecha de desigualdad que persiste en nuestro país.
Del casillero vacío al crecimiento con mayor igualdad
Sobre el inicio de los noventa, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicó un documento sobre la industrialización en América Latina en el cual acuñó el término de “casillero vacío”. Bajo este concepto, el autor del trabajo, Fernando Fajnzylber, hacía referencia a que, como consecuencia de los modelos de desarrollo que había adoptado la región en las décadas anteriores, ninguno de los países que la constituyen había avanzado al mismo tiempo en el crecimiento económico y la equidad social. En su estudio, encontró países que habían logrado incrementar fuertemente su producto bruto interno (PBI), pero que no habían distribuido los beneficios del crecimiento entre su población. También detectó algunos países (sólo dos) que habían avanzado hacia una mayor equidad, pero no habían logrado mostrar tasas significativas de incremento en su PBI. En su escrito, contrasta esta situación con un número importante de países de otras regiones del mundo que pudieron obtener, en el mismo período, altas tasas de crecimiento económico, acompañadas de importantes procesos de avance en la equidad social (Fajnzylber, 1990). El autor adjudica la causa de este fenómeno al patrón de industrialización que llevó adelante América Latina, cuando sostiene que “el casillero vacío está relacionado directamente a la escasa capacidad para absorber e incorporar creadoramente el progreso técnico”. Al mismo tiempo, vincula este proceso al modelo de sustitución de importaciones que, íntimamente relacionado con la evolución del mercado interno, se implementó en la región.
El cuadro 1.1 muestra la relación entre equidad y crecimiento en América Latina que utilizó el autor:
Cuadro 1.1. América Latina: objetivos estratégicos (crecimiento-equidad)
| Crecimiento PBI per cápita (1965-1984) | Equidad: 40% más bajos ingresos / 10% más altos ingresos (1970-1984) |
| < 0,04a | ≥ 0,04 |
| < 2,4%b | Bolivia Chile Perú Venezuela Haití | Costa Rica El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua | Argentina Uruguay |
| (15,9)c | (11,5)c |
| ≥ 2,4% | Brasil Colombia Ecuador Paraguay | Panamá República Dominicana | |
| (72,6)c | |
a Mitad relación comparable de los países industriales.
b Crecimiento del PBI per cápita de los países industriales 1965-1984.
c Participación en el PBI regional.
Fuente: Fajnzylber (1990).
El crecimiento económico promedio de América Latina en este período fue modesto. De hecho, el secretario general de la Cepal (González, 1986) definió este ciclo como la “década perdida” para la región. Este crecimiento limitado fue traccionado sobre todo por los procesos de desarrollo que vivieron Brasil, México y, en menor medida, Colombia. Sin embargo, como señalamos, en ninguno de estos países el incremento del PBI trajo un mejoramiento de la equidad en la distribución del ingreso. Los únicos que mostraron mejoras sensibles en la igualdad social, Argentina y Uruguay, tuvieron tasas de crecimiento muy bajas. El final de los ochenta se dio en un contexto de aceleración del proceso de caída de la actividad económica, altos índices de desempleo y reducción de los salarios reales, aumento generalizado de los precios y las tasas de interés. Al mismo tiempo, existió un marcado deterioro de los términos de intercambio y un desproporcionado endeudamiento externo que condicionaría la autonomía en las decisiones y las posibilidades de crecimiento futuras.
La última década del siglo XX no modificó sustancialmente esta realidad. El surgimiento de un mundo unipolar hegemonizado por los Estados Unidos; el paso de un largo ciclo expansivo del capitalismo (Hobsbawm, 2013) a uno de carácter recesivo, y la implementación del modelo neoliberal a escala global fueron algunas de las características predominantes del contexto mundial que vivió América Latina en los noventa (Sader, 2010). La adopción de las estrategias promovidas por el Consenso de Washington, basadas en la imposición de las fuerzas del mercado impulsadas por el proceso de internacionalización económica, impregnó el conjunto de políticas económicas y sociales a escala regional. A pesar del relativo éxito que, por momentos, mostró esta propuesta en la evolución de determinados indicadores macroeconómicos (como la tendencia al crecimiento del PBI, el control de la inflación y el logro de una disciplina fiscal), en el balance de la década tampoco existieron países que combinaran sustantivamente crecimiento y distribución (Filmus, 1999). La apertura indiscriminada de las economías y la eliminación de las barre...