Miscelánea epistemológica
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Miscelánea epistemológica

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Miscelánea epistemológica

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El autor propone una reflexión sobre el conocimiento desde la perspectiva de las humanidades. Concebir el conocimiento –general y científico– como relato y símbolo clave de la cultura occidental permite que, por ejemplo, el amor y la rebeldía se conviertan en pautas interpretativas, y se fortalezca la idea de que a todo proyecto epistemológico subyace un deseo de grandeza que no se puede instrumentalizar del todo. El libro invita a explorar la epistemología no solo con el dato filosófico, sino también en la literatura, la comunicación, la historia, la música y el arte.

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Information

V. SOCIOLOGÍA CULTURAL, TECNOLOGÍA Y HUMANIDADES
El carácter sagrado que reviste una cosa no depende de sus propiedades intrínsecas: es algo añadido. El mundo religioso no es un aspecto particular de la naturaleza empírica: se superpone a ella.
Emile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa.
En el capítulo anterior afirmábamos que sería interesante y pertinente introducir perspectivas epistémicas de talante más interpretativo en el debate sobre tecnología y sociedad. Decíamos también que en torno a los objetos tecnológicos que utilizamos a diario se van conformando prácticas sociales, discursos, y teorías. De ahí que se pueda afirmar que la tecnología exhibe una significación social y debe ser estudiada más allá de su materialidad.
En este capítulo final propondremos una perspectiva analítica que, consideramos, nos puede abrir un camino para estudiar la ciencia y la tecnología desde un ángulo culturalmente más robusto. Creemos que la propuesta que se viene desarrollando sobre todo en el Center for Cultural Sociology de la Universidad de Yale, y que lidera Jeffrey C. Alexander, arroja pistas más que oportunas para atender las necesidades teóricas y metodológicas que planteamos en el capítulo anterior. Al beber de fuentes filosóficas, estéticas y antropológicas, la sociología cultural es una referencia clave sobre cómo cerrar la brecha entre humanidades y ciencias sociales a través de un proyecto interdisciplinar igualmente aplicable a distintos campos de estudio.
¿Cómo definir grosso modo la sociología cultural? Kurasawa (2004), Cisneros y Pérez (2000) afirman que la sociología cultural es, fundamentalmente, una propuesta teórica y metodológica que se caracteriza por ubicar el significado culturalmente mediado en el centro de los estudios sociales. Al hablar de significado, se sugiere que las experiencias subjetivas de la vida cotidiana, antes que ser explicadas en términos de causalidad objetiva, pueden y deben ser interpretadas.
La sociología cultural se distancia, entonces, de los intereses de predicción y control (Vasco, 1980) de la ciencia social positivista, y en cambio propone un modelo de estudios sociales de talante interpretativo (Reed, 2011). Para ello, Alexander y compañía se inspiran en la tradición europea continental de las Geisteswissenschaften (Dilthey, 1976; Gadamer, 1984; Ricoeur, 2000, 2001), en la sociología religiosa del último Durkheim (Durkheim, 2003; Smith y Alexander, 1996), en la antropología simbólica de Geertz (1973), y en el pragmatismo norteamericano de finales del siglo XX (Swilder, 1986; Sewell, 1992; Fine, 1987).
La propuesta epistemológica, teórica y metodológica de la sociología cultural, según Alexander y Colomy (1992), va más allá de un intento de especificación, elaboración o revisión disciplinar. Según Alexander (2003), se trata, más bien, de replantear los principios con que se estudia la sociedad, habida cuenta de un cambio de época. En este sentido, la pregunta por las formas en las que la cultura interviene en los hechos sociales vendría a ser el núcleo de este proyecto (Cisneros y Pérez, 2000).
Al insistir en que el orden y la acción social poseen un fundamento simbólico, no material, y que por eso deben estudiarse sin perder de vista la cultura, la sociología cultural rescata un tipo de investigación especialmente atento al sentido de los actos sociales. En esa búsqueda del sentido y de los significados que dinamizan la vida social se advierte, entonces, la necesidad de tomar conciencia del rol de los sentimientos solidarios, los procesos rituales y la comunicación, etc. (Alexander, 2003).
Los teóricos de la sociología cultural se muestran insistentes respecto a la importancia del significado y los sentimientos, pues perciben de parte del pensamiento y la investigación social una actitud antiestética, carente de sensibilidad. Según Smith y Alexander (2012), los estudios sociales clásicos asumieron que el proyecto moderno implicaba una ruptura histórica que vaciaba de significado al mundo. Por esa vía anularon toda posibilidad de comprender el impacto no material de fenómenos como el capitalismo, la industrialización y la secularización, e hicieron casi irrelevante todo dato cultural en la construcción de explicaciones sobre el funcionamiento de la sociedad.
Sin embargo, para Alexander y compañía, ni social ni individualmente somos tan racionales como creemos, pues nuestras acciones están informadas por sentimientos, gustos, emociones y experiencias. De ahí que una de las tareas más ambiciosas de la sociología cultural sea la de sacar a la luz esas fuerzas para comprender mejor los mitos (Ricoeur, 2000) y los sistemas de significado (Geetz, 1976), que al tiempo que enmarcan e informan nuestras acciones, se nutren y transforman gracias a éstas (Alexander, 2003). Así pues, como afirma Kurasawa (2004), la propuesta de posicionar el significado en el centro de la vida social implica que las personas sean vistas como agentes, pero también como constructoras de sentido que habitan en un universo narrativo.
A continuación, abordaremos más en detalle los pilares teóricos y epistemológicos de la propuesta de Alexander y compañía. Luego, reseñaremos algunas líneas de investigación sobre las que la sociología cultural viene trabajando, y que por su relación con la tecnología puede ayudarnos a consolidar una perspectiva de análisis coherente con lo que planteamos en el capítulo anterior.
1. Propuesta teórica, epistemológica y metodológica de la sociología cultural
Emirbayer (2004) describe con precisión buena parte del proceso que ha permitido a la sociología cultural convertirse en un referente de estudios sociales contemporáneos, y a Jeffrey Alexander en un autor más que autorizado en el estudio de la relación tecnología-cultura-sociedad. Según Emirbayer, el pensamiento de Alexander se puede dividir en cuatro grandes momentos que, más que rupturas, deben entenderse como cambios de énfasis analítico en un contexto de continuidad teórica general.
En las primeras dos fases Alexander (1982; 1987) se dedica a hacer una revisión crítica de la sociología clásica y de las teorías sociológicas de la posguerra. Esto le permite demostrar la existencia de ciertas brechas teóricas que se manifiestan a lo largo de la historia del pensamiento sociológico y que, además de impedir la consecución de una teoría multidimensional, han obligado a la introducción de revisiones ad hoc, que él denomina “categorías residuales”.
A su juicio, la gran mayoría de teorías sociales contemporáneas han transformado la cultura en una categoría residual y, cada una a su manera, ha intentado rellenar ad hoc el espacio vacío que ésta deja. De esta forma, “el elemento colectivo supraindividual que ordena la acción de manera no material” —es decir, la cultura— termina siendo una variable débil y problemática (Alexander, 2000, p. 228).
Más adelante, en un tercer momento, el pensamiento de Alexander adquiere un tono más combativo y polémico. Sus trabajos en colaboración con autores como Randall Collins y Elihu Katz (Alexander, 1988), o Phillip Smith y Steven Jay Sherwood (Alexander, 2000; 2003), permiten entrever cómo su interés por la sociología religiosa de Durkheim le impulsa a concretar un modelo teórico y metodológico alternativo a los de la sociología de la cultura y los estudios culturales. Alexander bautizará su propuesta como sociología cultural.
La cuarta fase comienza alrededor de la década de 1990, tras la caída del muro de Berlín. En ese punto, los intereses de Alexander empiezan a girar en torno a los debates sobre la sociedad civil, la democracia y la modernidad (1996; 1997). Así mismo, se alcanza a advertir un cambio en su enfoque, pues desde la teoría sociológica se abre hacia la teoría social en general y hacia la teoría crítica en particular (Seidman, 1997b), en un intento por reconstruir esta última en consonancia con las exigencias y desafíos del presente.
Además de las cuatro fases descritas por Emirbayer, cabe referirse a una quinta, la más reciente, en donde se advierte un cierto interés por explorar lo que a su juicio constituye una tendencia en el interior de las ciencias sociales: el retorno a los estudios empíricos sobre la vida social. En este sentido, además de sus análisis sobre la esfera civil (Alexander, 2006), Alexander y compañía se interesan por reflexionar sobre el estatuto epistemológico de las ciencias sociales (Alexander, 2008; Reed y Alexander, 2009; Reed, 2011), y sobre las oportunidades que ofrecen las humanidades para el estudio de fenómenos sociales (Alexander, 2009).
Emerge, en esta última fase, un modelo denominado pragmática cultural que toma como base los estudios sobre los actos teatrales (Alexander, 2005), la estética filosófica y la iconografía (Alexander, 2008b; 2008c), para llevar a cabo trabajos empíricos más acotados. Nos encontramos así con textos sobre el poder de las imágenes en la configuración de la vida social, sobre las relaciones entre materialidad y significado (Alexander, Bartmanski y Giesen, 2012), y sobre el carácter dramatúrgico de la acción (Alexander, 2010; 2011).
Teniendo en cuenta el rumbo que ha tomado la sociología cultural, presentaremos a continuación algunos de los puntos esenciales que conforman su discurso teórico. En principio, nos concentraremos en problemas relevantes de la teoría sociológica contemporánea. Sobre esta base intentaremos describir cuál es el papel que la sociología cultural concede al significado en la vida social, para luego introducir algunas consideraciones sobre el estatuto epistemológico de la sociología cultural. Todo ello nos permitirá, en la segunda parte de este capítulo, concentrarnos en el asunto de una comprensión alternativa de la tecnología en nuestras sociedades.
1.1. De un análisis multidimensional a un programa fuerte de estudios sociales
La teoría, afirma Alexander (2000b), además de ser el corazón de la ciencia, estructura la realidad que estudian los científicos, y por tanto es significativa. Según él, el estudio de las teorías resulta imprescindible para el desarrollo del pensamiento científico, que “no se puede construir sin datos pero tampoco se puede construir sólo con datos” (Alexander, 2000b, p. 14).
El autor advierte, además, que las teorías sociales contemporáneas gravitan en torno a dos preguntas, cuyas respuestas dependen más de tradiciones de pensamiento que de observaciones empíricas: 1) ¿qué motiva a las personas a actuar?; y ٢) ¿qué mantiene unida a la sociedad? Dichas tradiciones se anclan a su vez en posiciones apriorísticas, que Alexander denomina presuposiciones, y que influyen en todas las instancias que componen el continuo de las ciencias sociales. Desde la perspectiva del autor, tanto el problema de la acción (lo que motiva las personas a actuar) como el problema del orden (lo que mantiene unida la sociedad) se ha intentado resolver a partir de presuposiciones dobles que terminan produciendo teorías unidimensionales y variables residuales.
La pregunta por los motivos de la acción, a juicio de Alexander (2000b, p. 18), se ha abordado básicamente desde enfoques racionalistas y no racionales. El autor entiende por enfoques racionalistas aquellos que abogan por una concepción externalista de la acción: las personas son egoístas, tienen una concepción del mundo fundamentalmente instrumental, y persiguen el incremento de la eficiencia. Por otra parte, los enfoques no racionales defienden la idea de que el actor está motivado por fuerzas internas: las personas son más bien idealistas, su concepción del mundo es esencialmente moral y normativa, y su acción está regida por emociones y deseos inconscientes.
En lo que atañe a los modos como se origina el orden social, Alexander (Ídem) encuentra que los enfoques de tipo colectivista, aquellos en los que ciertos patrones sociales son...

Table of contents

  1. Portada
  2. Título
  3. Derechos de autor
  4. Agradecimientos
  5. Introducción
  6. I. Humanidades y epistemología. Del efecto “Ya lo dijo mi compañera” a la metáfora del pez en el agua
  7. II. Cuando Eros conoció a Episteme
  8. III. El conocimiento científico a modo de relato
  9. IV. Teoría social en la era de lo digital: entre lo sagrado y lo profano
  10. V. Sociología cultural, tecnología y humanidades