Liderazgo Brain-Friendly

Los nuevos hábitos de la mente eficaz

Silvia Damiano, Juan Carlos Cubeiro

• Publisher: Plataforma
• Year: 2020
• ISBN:
  9788418285448
• Topic: Personal Development
• Subtopic: Self Improvement

La excelencia —decía Aristóteles— no es un acto, sino un hábito. Liderazgo brain-friendly nos muestra cómo podemos llegar a ser los líderes que la coyuntura exige a través del cuidado de nosotros mismos, el cultivo del talento y la dirección de un liderazgo constructivo y eficaz. En estas páginas, los autores nos invitan a descubrir una nueva forma de ejercer el liderazgo, entendido como el puente entre nuestro cerebro y la capacidad de guiar a los demás que nos convierte en lo que somos.Ante la perspectiva de un futuro incierto, este libro es en definitiva una guía para transformarnos en los verdaderos líderes del siglo XXI, capaces de afrontar el porvenir a partir de una mirada diferente y de adquirir hábitos para optimizar e intensificar nuestro caudal de alegría —y la de los demás— en tiempos de crisis.

A. Hábitos de dirección

1. Activa el propósito

1.1. ¿Qué es el propósito?

El primero de los hábitos de un liderazgo brain-friendly es activar el propósito. ¿Cuál es el propósito de tu vida? Si lo desconoces, estamos seguros de que al final de este capítulo lo habrás activado. Si ya vives con un propósito claro y estimulante que dirige tu sana ambición, tendrás más claro por qué es tan importante y debes perseverar sirviéndole.

«Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir.»

MARTIN LUTHER KING

El término propósito proviene del latín propositum, compuesto del prefijo pro- («hacia delante») y del sustantivo positum, participio del verbo «poner». Proponer es poner algo hacia delante. En el latín vulgar, nos dio «propuesta», algo que se pone a la vista como proyecto de futuro. En el latín culto, propósito denota una intencionalidad, la consciencia. Una meta deseada conscientemente.

Hay una explicación neurocientífica para eso. El cerebro humano es, en realidad, la superposición evolutiva de tres cerebros, como demostró Paul MacLean en la década de 1960. El complejo-R, o cerebro reptiliano, incluye el tronco del encéfalo y el cerebelo. Todos los animales lo tienen y sus respuestas son limitadas: lucha, bloqueo o huida. Controla los músculos, el equilibrio y las funciones automáticas. Es lo que llamamos «instinto» (no confundir con la intuición, que es el atajo que toma el pensamiento para no pasar por la inteligencia ejecutiva). El sistema límbico (así lo llamó MacLean por primera vez en 1952) es el viejo cerebro de los mamíferos, porque son los únicos seres vivos que lo poseen, a pesar de todas las películas de dibujos animados que dotan de emociones a reptiles, insectos, aves, etcétera. Funciona en términos de me gusta o no me gusta, agradable o desagradable, placer y dolor. Incluye la amígdala, el hipotálamo y el hipocampo. Finalmente, el neocórtex, o corteza cerebral, poco desarrollado en los mamíferos (los perros tienen un 18 % y los gatos un 3 %), desarrollado en los primates y muy desarrollado en las personas. Ejecuta las funciones del cerebro de orden superior: la percepción sensorial (por los cinco sentidos), la cognición (el pensamiento) y el control motriz sofisticado. El neocórtex nos permite el lenguaje, el pensamiento más avanzado, la abstracción y (lo que es más importante para el propósito) la capacidad de imaginar el futuro que nos gustaría, de cumplir nuestra expectativa.

El neocórtex representa el 90 % de toda la corteza cerebral. Tiene un grosor de entre dos y cuatro milímetros y contiene unos catorce mil millones de neuronas. Está estratificado en seis capas. El antropólogo de Liverpool Robin Dunbar considera que la evolución del neocórtex está motivada por la cantidad de integrantes en un grupo social (el famoso «número de Dunbar»: ciento cincuenta allegados).

Evidentemente, el sistema límbico y el neocórtex están actuando constantemente, por lo que el propósito ha de partir de lo que queremos que ocurra, de las emociones.

En su libro Empieza con el porqué y su TED Cómo los grandes líderes inspiran a la acción (uno de los más vistos, con más de cuarenta y cinco millones de visitas), el británico Simon Sinek nos propone ir al centro de la diana y preguntarnos, más allá del qué hacer y cómo hacerlo, el porqué (eso es precisamente el propósito). Las empresas que tienen claro su propósito sobreviven y triunfan porque se han ganado la confianza y la lealtad de sus clientes al avanzar en aquello que hacen. Así conectan con sus clientes. Lo mismo ocurre a título individual: cuando has clarificado tu propósito, tu por qué haces lo que haces, elevas tus capacidades a la altura de ese reto (lo que Mihály Csíkszentmihályi llamó flow, fluidez, la experiencia óptima) y creces como persona.

«El liderazgo para mí es la interacción entre visión y valentía.»

ANNA BLIGH, primera mujer que ha sido premier de Queensland, Australia

Encuentra tu pasión, descubre tu vocación (el sistema límbico de tu cerebro te ayudará a lograrlo) y activa tu propósito trascendente. Imagina el futuro que te gustaría y ve hacia él con todas tus fuerzas.

Hay dos tipos de personas: las que hacen que las cosas ocurran y las que dejan que las cosas les ocurran. Las primeras triunfan, son felices, tienen éxito en lo que se proponen precisamente porque se lo han propuesto, porque han elegido. A las segundas, la vida les pasa por encima como una apisonadora y se lamentan de su mala suerte. Pertenecer a uno u otro grupo es una elección personal, libre y voluntaria. El 80 %, por ignorancia, por pereza, por miedo o por falta de autoestima, prefiere inconscientemente pertenecer al grupo de las víctimas; el 20 % decide conscientemente ser protagonista de su propia vida, precisamente porque sirve a un propósito.

¿Te sientes capaz de formular tu propósito personal en un máximo de tres líneas?

1.2. ¿Por qué es valioso contar con un propósito?

Esto es digital, de ceros y uno. O cuentas con un propósito o no lo tienes (como la mayoría de los seres humanos que hay a tu alrededor), no hay término medio. Sin embargo, para tu cerebro y para tu vida, los beneficios de contar con un propósito son cuantiosos.

«Defender y perseguir nuestro propio propósito de vida resulta clave para mantener un cerebro más sano», aseguran Álvaro Pascual-Leone, profesor de neurología en la Escuela de Medicina de Harvard desde 1997, Álvaro Fernández-Ibáñez, fundador de SharpBrains, y David Bartrés-Faz, profesor de psicología de la Universidad de Barcelona, en su libro El cerebro que cura. Estos expertos nos hablan del concepto japonés de ikigai, nuestra misión, aquello que nos aporta fuerza, ilusión y motivación.

El propósito personal favorece la resiliencia, como demostró en su día el psicólogo Viktor Frankl (El hombre en busca de sentido) a través de su experiencia en los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, o el sociólogo de origen israelí Aaron Antonovsky (1923-1994), que analizó la relación entre el estrés, la salud y el bienestar. En sus estudios sobre casos excepcionales en la lucha contra la adversidad (la pobreza, la enfermedad, los propios campos de exterminio) encontró el denominador común del «sentido de coherencia», porque la resiliencia posee un triple componente emocional, cognitivo (neocórtex) y de aspecto afectivo. «El cerebro humano tiene la capacidad y el deber de proyectarse hacia el futuro.» Más concretamente, activar nuestro propósito en la vida y actuar en consecuencia nos beneficia:

• Al proporcionarnos un foco y alejarnos de las distracciones (el cerebro humano se distrae con suma facilidad).
• Al aportar claridad a nuestra vida. En tiempos de incertidumbre, la claridad es un activo muy valioso. «El mundo entero se aparta cuando ve a una persona que sabe adónde va», Antoine de Saint-Exupéry.
• Alimenta tu pasión, que es lo que te enciende. «El verbo de la ilusión es desvivirse», nos enseñó el filósofo Julián Marías.
• Te hace sentirte agradecido. ¿Progreso? Sí, avanzas en la dirección que deseas.
• Te permite vivir una vida de valor, entendiendo el valor como lo que esperas de algo. En palabras de Albert Einstein: «No trates de ser una persona de éxito, sino una persona de valor».
• Conecta con tus valores, lo que aporta integridad (coherencia con los mismos).
• Te da confianza en ti mismo, el primero de los dominios de la inteligencia emocional. Ya sabes que la autoconfianza es una combinación de autoestima y autodignidad (eres un «sujeto de derecho»).
• Te permite «fluir», ir con la marea. La fluidez es el resultado de una experiencia gratificante en sí misma, en la que el tiempo se te pasa volando.
• Es sinónimo de una vida más agradable, más divertida, más plena y con más sentido.
• En definitiva, si activas tu propósito, ese que está latente y debes descubrir y plasmar, te diriges hacia donde quieres. En caso contrario, la vida te pondrá a prueba sin motivo aparente.

En su libro La sorprendente verdad sobre qué nos motiva, Daniel Pink analizaba todo lo que se sabía científicamente sobre la motivación humana y demostraba que la motivación extrínseca (el palo y la zanahoria), tan popular en el entorno empresarial, simplemente no funciona. Es adictivo, cortoplacista, poco ético e ineficaz. En su lugar, lo valioso es la motivación intrínseca, la que está dentro de cada uno de nosotros. Una motivación que se concreta en tres claves. La primera de ellas, el propósito, el «porqué». A partir de esta motivación, las otras dos: la autonomía (la libertad unida a la responsabilidad porque «el control lleva al cumplimiento, la autonomía lleva al compromiso») y la maestría (el aprendizaje continuo). «Somos capaces de abandonar trabajos muy lucrativos por otros peor pagados si estos satisfacen mejor nuestro sentido de propósito», decía Pink. Los seres humanos tenemos un interés genuino, innato, en ser competentes, en tener autonomía y en relacionarnos con los demás. Cuando logramos alcanzar estos tres intereses, nos sentimos motivados, productivos y felices.

Por mucho que disfrutemos del viaje, necesitamos un destino. «Si no sabes adónde vas, ningún camino te lleva», le enseñó el Gato de Chester a Alicia en el País de las Maravillas. Si el destino es ser lo que quieres ser, alcanzar lo que te propones, el viaje no solo es más llevadero, sino que resulta apasionante. ¿Una vida plena sin propósito? No tiene demasiado sentido.

Así es la magia del propósito. El 15 de mayo de 2010, la joven Jessica Watson (16 años) llegó al puerto de Sídney a bordo de un yate de poco más de diez metros de eslora, el Ella’s Pink Lady. La recibimos miles de personas en la Opera House, entre ellos el primer ministro de Australia y el premier de Nueva Gales del Sur. Jessica es un modelo para muchos jóvenes, porque decidió dar la vuelta al mundo en su velero sola, sin paradas y sin ayuda. Ese era su propósito. Navegaba desde los diez años. Una mañana se despertó y decidió lo que quería hacer. Eligió lo que quería hacer, se marcó un reto difícil y se preparó para alcanzarlo. Entró en un estado de flow, de fluidez. Y lo consiguió. Tardó ocho meses de soledad. Por eso lo celebramos con ella. Así es la magia del propósito. El Ella’s Pink Lady lo compró el Gobierno en 2011 y permanece en el Museo Marítimo de Brisbane. Jessica, galardonada con la Medalla de la Orden de Australia, ha estudiado marketing, ha disfrutado de otras grandes aventuras de navegación y trabaja como responsable de comunicaciones para la comunidad náutica.

1.3. ¿Cómo se concreta un propósito?

«El misterio de la existencia humana no reside en estar vivo, sino en encontrar algo por lo que vivir.»

FIÓDOR DOSTOIEVSKI (1821-1881), escritor ruso

El propósito es el porqué estás en esta vida. En términos corporativos, pensemos en el propósito de compañías como General Electric (durante muchos años, la compañía más valiosa del mundo): «Nos dedicamos a transformar ideas imaginativas en productos y servicios líderes que ayudan a resolver problemas graves para la humanidad». Google: «Nuestra misión es almacenar toda la información del mundo y hacerla universalmente accesible». ING: «Empoderar a las personas para avanzar en la vida y en los negocios», o Kellogg’s: «Nutrir a las familias para que puedan florecer y prosperar». Lo mismo ocurre con las personas. Nuestro propósito personal es resolver un gran problema social, contribuir con nuestro esfuerzo a hacer de este mundo un lugar mejor.

«El propósito de la vida no es ser feliz, sino útil, honorable, compasivo, marcar la diferencia porque has vivido y has vivido una buena vida.»

RALPH WALDO EMERSON (1803-1882), filósofo, escritor y poeta estadounidense

El propósito, sea individual o corporativo, debemos comprimirlo en una frase, en un párrafo. ¿Para qué estás en este mundo? ¿Cómo puedes contribuir de forma única?

A partir de ese propósito, el tuyo, el PDL (Purpose-Driven Leadership, liderazgo guiado por el propósito) conecta con la visión, la misión y los valores.

La visión es cómo te ves en un año, en tres años, en cinco años… o, mejor aún, dentro de veinte años. ¿Quién serás dentro de dos décadas? En palabras de Miguel de Cervantes, «ama, no lo que eres, sino aquello en lo q...