Un negocio redondo
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Un negocio redondo

Las lecciones que aprendí sobre emprender, sobrevivir en los negocios y desarrollar una marca internacional

Julio Beleki

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  1. 140 pages
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Un negocio redondo

Las lecciones que aprendí sobre emprender, sobrevivir en los negocios y desarrollar una marca internacional

Julio Beleki

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Como nunca antes, los emprendedores están en el centro de la escena. Son los nuevos héroes de la economía, capaces de traer innovación a mercados cerrados y de mejorar la experiencia del cliente. Son una esperanza ante la crisis del desempleo. Quieren cambiar el mundo, y están dispuestos a asumir los riesgos de hacer realidad sus sueños.Emprender está de moda. Pero abrir, operar y hacer crecer un negocio es un reto enorme: de todas las empresas que nacen cada año, solo una pequeña parte sobrevive. Y si queremos quedar fuera de esa estadística no solo necesitamos una gran idea, un buen modelo de negocios y trabajar duro, sino conocer qué hicieron los emprendedores más exitosos para llevar adelante sus proyectos.Historias como las de Steve Jobs o Richard Branson siempre serán relevantes. Pero necesitamos más historias locales, emprendedores que nos cuenten qué significa hacer negocios en México y América Latina. Cuáles son nuestras ventajas particulares, para qué tenemos que estar preparados y dónde están las mayores oportunidades en la región. Hacen falta más empresarios que nos compartan su receta para el éxito, pero también sus errores, fracasos y pérdidas. Por eso en este libro, Julio Beleki –fundador de una de las cadenas de franquicias mexicanas con mayor proyección internacional– comparte información, ideas y consejos para: - Convertir una buena idea en un negocio rentable y capaz de escalar.- Poner al cliente en el centro de la estrategia.- Superar el "valle de la muerte" de los dos primeros años de operación.- Entender la diferencia entre un buen producto o servicio, y un modelo de negocios.- Desarrollar una marca personal como emprendedor o empresario.- Animarse a llevar un concepto a mercados internacionales.Además de inspirarte, el objetivo de Julio es que apliques las lecciones que aprendió a lo largo de sus veinte años en los negocios a tus propios proyectos. Al final de algunos capítulos, encontrarás preguntas que te ayudarán a reflexionar sobre determinados temas clave, ejecutar un plan de acción y empezar a construir tu propio camino para el logro de tus metas.

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Information

Year
2020
ISBN
9789877612950
Edition
1
CAPÍTULO 1
Emprender como un proyecto de vida
Emprender es una de las mejores decisiones que tomé en mi vida. Me permitió realizar mis sueños y tener un impacto positivo en la vida de muchas personas. Pero mi objetivo principal nunca fue volverme rico.
Emprender está de moda. Nunca se habló tanto de las ventajas de ser tu propio jefe ni del impacto que tienen los pequeños y medianos empresarios en la generación de riqueza y empleos. Gobiernos de todas partes del mundo lanzan programas de apoyo a las llamadas startups. En la búsqueda de nuevas ideas, los grandes corporativos desarrollan sus propias aceleradoras de negocios. Los medios de comunicación hablan de los emprendedores como “los nuevos héroes de la economía” y hoy es habitual verlos en las portadas de las principales revistas de negocios.
Cuando fundé Beleki Minidonuts Co. hace 20 años, todo era muy diferente. Mis compañeros y amigos soñaban con alcanzar un puesto importante en una gran compañía. De hecho, la universidad te preparaba para eso (y todavía, en gran medida, sigue haciéndolo). Ser emprendedor no se asociaba con ser cool, sino más bien con la figura de un comerciante o el dueño de una taquería. A excepción de medios como la revista Entrepreneur, solo se contaban las historias de los grandes empresarios.
Sin duda, este es un gran momento para tomar la decisión de abrir un negocio. Pero las modas también encierran algunos peligros, y creo que hay que hablar de eso. En primer lugar, está bien impulsar el emprendimiento como una forma de vida, pero hay que ser claros en que no es para todos. Además, ser tu propio jefe tiene muchas ventajas, pero también significa muchos riesgos potenciales, como la pérdida de años de trabajo o de los ahorros de toda una vida.
Si estás pensando en emprender, o estás atravesando una crisis con tu empresa y no sabes si seguir adelante, hay algunas preguntas importantes que debes hacerte. ¿Cuál crees que es el verdadero sentido de ser tu propio jefe? ¿Un emprendedor nace o se hace? ¿Cuáles son las características personales y las capacidades necesarias para tener éxito en los negocios? Estas son las conclusiones a las que llegué luego de desarrollar más de diez conceptos de negocios, y que pueden orientarte para tomar la mejor decisión.
El mandato familiar
Hay muchas razones para tomar la decisión de emprender: porque sentimos la pasión por crear cosas nuevas, porque nos gusta tomar nuestras propias decisiones, para tener libertad financiera, e incluso porque nos hemos quedado sin trabajo. En mi caso, mi familia tuvo mucho que ver con mi vocación. Tener un negocio propio era lo mínimo que se esperaba de mí. Ser empresario es parte del ADN Beleki.
Mi abuelo paterno, Pedro Beleki Maklohuf, llegó a México en 1928, siendo apenas un niño. Nacido en el Líbano, se instaló en la ciudad de Veracruz y luego de muchos años de esfuerzo y diferentes trabajos abrió una fábrica de lácteos, que distribuía casa por casa. Con los años trasladó el negocio a la Ciudad de México, y siempre lo recuerdo llegando a casa cargado de botellas de leche, jocoque y pan árabe para compartir con sus hijos y nietos. Yo tenía siete años y lo veía como un Rey Mago.
Mi abuelo no solo era el patriarca de la familia, era mi modelo a seguir: un hombre que se había hecho desde abajo, respetando valores como el trabajo, el honor y la familia. Mis padres, Pedro Beleki Díaz y Eva Romero González, hicieron honor a esa tradición y en los años ochenta abrieron su propia empresa, una cadena de locales de videojuegos. El mensaje que recibí desde pequeño fue: “A esta vida se viene a emprender, no a tener jefes; así que utiliza tu libertad con responsabilidad”.
Mi padre viajaba frecuentemente a Japón, Corea del Sur y China para comprar el software para las máquinas de videojuegos. Como el primogénito, empecé a acompañarlo cuando cumplí 12 años, y el negocio familiar se convirtió en mi séptima materia. Ahí nació además mi gusto por viajar y conocer nuevas culturas.
Mi tarea era probar en las fábricas asiáticas los nuevos videojuegos que habían salido al mercado y recomendar a mi papá cuáles comprar. Lo que empezó como casi como un hobby se convirtió en una responsabilidad muy grande, porque todo un contenedor de tarjetas madre podía convertirse en una pésima inversión. En esa época aprendí una de las lecciones más importantes para un emprendedor: en toda decisión de negocios, lo primero son las necesidades, aspiraciones y gustos del cliente. Todavía recuerdo que mi papá siempre me preguntaba: “¿Cómo ves este juego pensando como consumidor?, ¿crees que les guste en México?”.
A diferencia de muchas familias de inmigrantes, en la mía los estudios universitarios eran considerados como una herramienta más para la vida. Mis padres no soñaban con un título para mí y mis hermanos, sino con que como adultos fuéramos capaces de asumir nuestras responsabilidades y de convertirnos en jefes de familia. Y eso estaba directamente relacionado con tener un negocio propio.
Así que un día mis padres me anunciaron que, aunque podían pagar mi universidad, solo iban a apoyarme con el primer semestre. Las opciones eran obtener una beca o generar mis propios ingresos, y decidí tomar las dos. Beleki Minidonuts Co. nació por mi vocación de emprender, pero también por una necesidad concreta. Yo traía una gran presión, y aunque en un momento me pareció algo excesiva hoy la agradezco, porque como dice el dicho “me hizo sacar agua de las piedras”.
Aunque me costó por lo inusual de la filosofía de mi familia, finalmente logré que mi universidad me apoyara con un esquema mixto de beca y financiamiento. Lo más importante era contar con mi propio dinero, así que arranqué con mi plan de negocios mientras terminaba la preparatoria, para tener el tiempo suficiente para probar el modelo. Como la mayoría de las empresas de alimentos y bebidas, probó ser un emprendimiento noble desde el principio. Me permitió pagar la matrícula desde el primer semestre, y probar a mis padres y a mí mismo que podía ser autosuficiente.
No era mi primera aventura con un negocio propio. A los 15 años compré una caja de chocolates en Dulcerías Jalil, una tienda ubicada en el Mercado de la Merced del Centro Histórico de la Ciudad de México, donde mi abuelo me llevaba a visitar clientes de la comunidad libanesa. Y así fue como empecé a vender dulces en el bachillerato. Luego decidí “escalar” el emprendimiento con un expendio de dulces americanos que instalé en uno de los locales de videojuegos de la familia, al sur de la capital. Aunque vendía mucho, el esfuerzo era enorme y el margen de ganancia mínimo. Así que decidí que en mi próximo negocio yo mismo iba a elaborar los productos, para llegar directamente al consumidor final y ser más rentable. Solo faltaba decidir qué iba a fabricar y vender.
Lo descubrí durante un viaje familiar a Las Vegas. En el hotel donde nos hospedábamos había una feria de panificación. Los equipos para hacer pan y pasteles eran enormes y estaban fuera de mi presupuesto. Pero antes de irme, descubrí una máquina pequeña para hacer minidonuts. Me pareció un producto novedoso para México y, además, el aparato costaba lo que podía obtener con la venta de mi moto: US$3,000 dólares. Fue mi inversión inicial y llegó al país en piezas, distribuidas en las maletas de toda la familia.
Mi sueño era instalar un kiosco de donitas en Coyoacán, pero otra vez, era una opción que no podía pagar. Dicen que a la suerte hay que llamarla y yo la llamé mil veces, contactando a diario durante más de seis meses a los ejecutivos de los supermercados Walmart. Hasta que un día me avisaron que había un pequeño espacio disponible en una sucursal de Tláhuac, al sur de la ciudad.
El escenario no podía ser mejor: mi primera tienda iba a estar ubicada entre una clínica de asistencia social y un panteón, lo que me aseguraba que un gran flujo de personas iban a pasar frente a ella. Veinte años después, esa unidad sigue siendo una de las más rentables del corporativo.
¿Un emprendedor nace o se hace?
La pregunta de si se nace con un ADN para hacer negocios o es una capacidad que podemos desarrollar a través del estudio y la experiencia sigue siendo tema de debate en todo el mundo. Yo tengo una posición muy clara: para emprender hay que contar con determinadas características de personalidad, sobre todo para salir adelante en los momentos difíciles. Sin ellas, lo que empezó como un sueño puede convertirse en una pesadilla.
Los conocimientos sobre cómo hacer una proyección fina...

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