Mito y realidad de Zuyuá
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Mito y realidad de Zuyuá

Serpiente emplumada y las transformaciones mesoamericanas del Clásico al Posclásico

Alfredo López Austin, Leonardo López Luján

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Serpiente emplumada y las transformaciones mesoamericanas del Clásico al Posclásico

Alfredo López Austin, Leonardo López Luján

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Hay incógnitas históricas que inquietan a los especialistas desde hace décadas; el tema del presente libro es una de ellas: las relaciones políticas, culturales, bélicas y comerciales que surgieron en Mesoamérica tras el colapso de Teotihuacan, sobre todo el hecho de que ciudades muy distantes, Tula y Chichén Itzá, presentaran sorprendentes similitudes.

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IV. Los escenarios mesoamericanos

El Centro de México

Si bien en este trabajo pretendemos referirnos muy sintéticamente a los casos concretos de aplicación de los modelos, en ninguno de los apartados resumimos el tema tan drásticamente como en este que dedicamos al Centro de México. Las razones para abreviar son de peso: por una parte, el volumen de la información es tan grande que una atención más detallada desequilibraría la presentación; por otra, nos hemos referido a estos problemas en varios trabajos anteriores. Destacaremos, por tanto, sólo algunos de los puntos nodales, a reserva de volver sobre el tema en el futuro.
Teotihuacan, Xochicalco, Cacaxtla y Teotenango. En la fase Metepec, cuando Teotihuacan vivía los últimos tiempos de su esplendor y conservaba una población de 80 000 habitantes (Sanders, 1989), aparecieron algunas señales precursoras del cambio. Cohodas (1989) dice que en la pintura mural y en la cerámica funeraria se exalta la guerra, fenómeno artístico que sucedió también en Xochicalco y Cacaxtla. Por su parte, Pasztory (1988) hace notar que, como resultado de la competencia con Xochicalco y Cacaxtla, el arte teotihuacano de la fase Metepec se torna más virtuoso y complejo.1 Las figurillas de la época muestran personajes entronizados y ricamente vestidos; de manera concomitante, según esta autora, la pintura mural resalta el individualismo y la secularidad nobiliarios.
Lamentablemente no contamos con fuentes escritas que hablen específicamente sobre las posibles raíces de la ideología zuyuana en el Teotihuacan de la fase Metepec, en Xochicalco, Cacaxtla, Teotenango o Cholula. Sin embargo, existen en estos centros algunas características que pudieran ubicarlos en el espectro de nuestro estudio (cf Carrasco, 1992: 106). La primera de ellas es la importancia primordial de Serpiente Emplumada. En la iconografía de Cacaxtla y Xochicalco este dios es representado como un ofidio de largas barbas.2 En segundo término destaca el carácter militarista de estas ciudades: Teotenango, Cacaxtla y Xochicalco fueron erigidas sobre elevaciones difícilmente accesibles y protegidas por muros y fosos. Un arte cargado de símbolos de guerra y sacrificio corrobora esta exaltación bélica (Hirth, 19B9; Berlo, 1989b; Foncerrada, 1993).3
Otro aspecto digno de tomarse en cuenta es la condición multiétnica de sus poblaciones, lo cual se refleja de muy diversas maneras. Así, las notaciones calendáricas de las capitales del Epiclásico derivan del sistema teotihuacano, aunque combinan en forma coherente glifos provenientes de distintas regiones de Mesoamérica (Berlo, 1989a). Por otro lado, el arte de Xochicalco, Teotenango, Cholula y Cacaxtla es marcadamente ecléctico (Marquina, 1970; Nagao, 1989; Foncerrada, 1993).
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Un elemento más ubicaría a Xochicalco en el ámbito de interpretación de lo zuyuano: Hirth y Cyphers (1988: 147151) son muy agudos al hacer notar que la ciudad se fundó en un valle que no tenía el potencial agrícola para mantener una población tan numerosa. Su súbita aparición y encumbramiento sólo pueden explicarse, de acuerdo con estos autores, por la integración de una confederación de elites de la región que tuvieron la intención de consolidar el control político regional tras la caída de Teotihuacan.
Por último, nos gustaría señalar que en el templo principal de Xochicalco, como es bien sabido, los taludes están decorados con serpientes emplumadas y los tableros presentan una sucesión de personajes sedentes, individualizados por glifos que han sido interpretados como onomásticos de una dinastía (Nicholson, 1969) o como topónimos de pueblos conquistados (Berlo, 1989a; Hirth, 1989). Sin embargo, pudiera pensarse en una tercera posibilidad a la luz del mencionado trabajo de Hirth y Cyphers: los personajes del tablero serían gobernantes locales que integraban una confederación bajo el signo de Serpiente Emplumada. Aunque dicha secuencia pudiera interpretarse como un linaje legitimado por Serpiente Emplumada, también puede entenderse como un conjunto de señores locales incorporados al estado xochicalca, integrantes de un sistema de gobierno corporado. La tercera lectura parece más plausible si se considera que no es fácil que durante la vida de la ciudad hubiese existido una dinastía de treinta monarcas.
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FIGURA IV.2. Glifos de las tres capitales de la última excan tlatoloyan: Texcoco, Mexico-Tenochtitlan y Tlacopan, Códice Osuna, f. 496-34.
La influencia de las ciudades epiclásicas del Centro de México en el resto de Mesoamérica no debe ser minimizada. Willey (1977: 67) estima posible que la iconografía de Cholula y Xochicalco haya inspirado a los invasores de la región del Río de la Pasión.
Tula. Conforme se avanza en el tiempo, la información arqueológica e histórica del Centro de México ofrece más indicios sobre la ideología y la organización zuyuanas. En las fuentes escritas del siglo XVI, como afirman Arnauld y Michelet (1991), “todos los caminos conducen a Tollan o vienen de ella”. Tollan, “El lugar de los tules”, es el foco de la legitimidad.4 El Centro de México cuenta con cuatro grandes capitales cuya fama, de una u otra manera, las hace réplicas del centro mítico de poder: Teotihuacan y Cholula, que recibieron el nombre de Tollan como epíteto (figuras III.8a y III.9a, b, c c); la Tula5 hidalguense, considerada por muchos autores como la Tollan prototípica (figura III.8c), y la poderosa Mexico-Tenochtitlan (figura III.8d), ciudad que nos proporciona la mayor información acerca de la organización política de la Triple Alianza o excan tlatoloyan (figura IV.2).6 Excluiremos a la primera de las cuatro, que, al menos por ahora, queda fuera del marco temporal de nuestro estudio, y nos referiremos a las restantes.
Tula —la “hermana fea” en la vieja polémica— nos sorprende tanto por los encomios que hacen las fuentes a su belleza como por el contraste de estos elogios con la realidad arqueológica. La magnificencia, el desarrollo técnico y los tesoros descritos por las fuentes escritas no se corresponden con los resultados de las excavaciones. Pero al menos los arqueólogos han podido demostrar la magnitud de la ciudad, su riqueza relativa y su carácter multiétnico (Mastache y Cobean, 1985; Cobean y Mastache, 1995),7 factores cruciales de su papel en la historia.
Es bien conocida la explicación de la aparente contradicción entre las fuentes escritas y las arqueológicas: se trata de dos ciudades, una divina y otra mundana. Tula (la hidalguense) fue una de las réplicas terrenas de la Tollan divina (“El lugar de los tules”). Esta última se identifica —en todo o como una de sus partes— con la Tamoanchan de la formación de las criaturas. Como hemos visto, en ella tuvo un papel primario el dios Serpiente Emplumada en los tiempos nocturno y auroral.
De acuerdo con las fuentes escritas, en la Tula terrenal existieron uno o varios gobernantes que recibieron el nombre de Quetzalcóatl. Este nombre significa Serpiente Emplumada, lo que permite suponer que quienes lo llevaban eran los representantes del dios del amanecer, los vasos humanos donde la divinidad creadora depositaba su fuerza (López Austin, 1973).
Hay que tomar en cuenta, además, que el papel protagónico de Tula ejercido durante el Posclásico Temprano la convirtió en un modelo mesoamericano en materia de arquitectura, imaginería, indumentaria y armamento. Las confusiones entre Tollan y Tula derivan de la concepción mesoamericana de la historia; pero también de la fantasía popular y, sobre todo, de la intencionalidad política. Las indistinciones formaron una cadena en que mito, leyenda y realidad se transformaban recíprocamente (cuadro IV.1). Por si lo anterior no bastara, la fuerza de Tollan/Tula y de Serpiente Emplumada/ Quetzalcóatl afectó también la historiografía colonial, en la cual aparecen los más ricos enlaces entre la aventura divina, la milagrería legendaria y el suceso terrenal.
Al referirse a Tula como la ciudad de la exuberancia, la riqueza, las aves preciosas, los colores, la sabiduría y la congregación de todos los artífices, las fuentes escritas se remontan a la Tollan primordial (Sahagún, 1989 II: 650-655). La Tollan mítica tiñe con su fama a la Tula hidalguense. El lugar arquetípico no sólo estaba marcado por la total abundancia, sino también por la reunión de las artes y el conocimiento humanos. Es bien conocido que el vocablo toltécatl era equivalente en lengua náhuatl tanto al gentilicio “tolteca” como a “artífice” (figura IV.4).8 Desde esta lógica, creemos que la constelación de “artífices” en Tula de la que hablan las fuentes escritas debe ser interpretada como la reunión auroral de todos los grupos humanos en la patria mítica común: Tollan. Al salir de ella en el momento de su creación, cada grupo adquiría un arte u oficio específico como donación de su dios patrono.
CUADRO IV.1. Los tres niveles de análisis de Serpiente Emplumada y Tollan.
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Otro tanto puede decirse acerca del gobernante Quetzalcóatl: se le pinta como un ser portentoso que repite las hazañas de Serpiente Emplumada (figura IV.3). La propaganda política dibuja a los Quetzalcóatl terrenales como fundadores del orden y fuentes de legitimidad. Por tal motivo, de acuerdo con las fuentes escritas, las casas reales del Quetzalcóatl de Tula son cuatro (Sahagún, 1989 II: 651); se distinguen entre sí por los colores de los árboles cósmicos, y en cada una de ellas se conjugan las sustancias fría y caliente que constituyen el tiempo (López Austin, 1990: 345-347). En otras palabras, el orden impuesto por el sacerdote-gobernante Quetzalcóatl es un reflejo del orden calendárico establecido por Serpiente Emplumada, o sea, la secuencia temporal que surge por las columnas cósmicas para extenderse sobre la faz de la tierra.
La historiografía colonial sobre la Tula hidalguense se vio afectada, además, por los esfuerzos de algunos historiadores que pretendieron dar una explicación racionalista a los pasajes míticos indígenas y que, al mismo tiempo, quisieron ajustar el relato a nuevos mitos: los bíblicos. Así, cuando Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1975: 263-264) cuenta la historia de los toltecas, hace de los cinco soles cosmogónicos meras etapas de la historia de la humanidad; dice que los pueblos mudaron sus lenguas, pero relaciona el episodio con la construcción de una torre altísima; narra que los antepasados de los toltecas fueron siete varones y siete mujeres que hablaban la misma lengua; los hace recorrer grandes tierras y mares, y afirma que llegaron a Huehue Tlapallan (“El antiguo lugar de la pintura”), sitio que parece tener más relación con los colores aurorales que con el tiempo terrenal. A pesar de su imbricación con elementos cristianos, este material es útil, al menos para establecer lazos comparativos con otros relatos de mayor firmeza histórica. A este respecto es interesante el pasaje en que el gobernante Nuestro Venerable Noble,9 para establecer la paz con sus poderosos enemigos, les propone constituir un gobierno cuatripartito armónico, y les regala una cancha de juego de pelota. La cancha estaba formada por piedras preciosas: esmeralda, rubí, diamante y jacinto (Alva Ixtlilxóchitl, 1975: 279). El lector debe recordar aquí el nexo simbólico entre el plano terrestre y la cancha del juego de pelota, así como la división cuatripartita propia del sistema zuyuano. Obviamente, los colores de las joyas de la cancha (verde, rojo, blanco y amarillo) coinciden con los que otra fuente señala para las casas de Quetzalcóatl (Sahagún, 1989 II: 651).10
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FIGURA IV.3. El gobernante tolteca Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, según el Códice Florentino.
a) Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, láminas anteriores al Libro 1; b)Quetzalcóatl penitente se punza la pierna, Libro 3, fol. 10r; c) Quetzalcóatl se baña ritualmente, Libro 3, fol. 10v; d) Quetzalcóatl es...

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