Tenochtitlan
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Tenochtitlan

Eduardo Matos Moctezuma

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Tenochtitlan

Eduardo Matos Moctezuma

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Esta obra penetra en las entrañas de la antigua Tenochtitlan, con el fin de conocer cuáles fueron los pormenores que caracterizaron a la metrópoli que tanto impresionó a los conquistadores españoles.

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IV. La ciudad: su espacio sagrado

LOGRADA LA LIBERACIÓN DEL YUGO TEPANECA, Tenochtitlan va a comenzar un desarrollo acelerado que la llevará a convertirse en la principal ciudad del Valle de México. Itzcóatl, quien gobierna Tenochtitlan entre 1427 y 1440 d.C., había logrado junto con sus capitanes y aliados la victoria que los convertía de tributarios en señores; fortalece todo el aparato estatal y otorga cargos civiles y militares a los súbditos que habían destacado de manera relevante en la guerra. Al consolidar su expansión sobre la ciudad tepaneca de Coyoacan y también sobre Xochimilco y otras, logra una hegemonía que se va a manifestar en las conquistas de alrededor de 24 pueblos, entre los que se cuentan los ya mencionados y otros como Cuihtláhuac y Cuauhnáhuac (Cuernavaca). La conquista de esta última abre las puertas hacia el sur, que pronto será presa de las huestes mexicas. Con todo esto se logra un tributo nada despreciable para Tenochtitlan, tanto en productos como en mano de obra, lo que habrá de reflejarse en el inicio de obras internas en la ciudad, con lo cual ésta empieza a tomar su propia fisonomía. Entre las obras se encuentra el agrandamiento del Templo Mayor, motivo que, por cierto, había provocado la guerra en contra de los xochimilcas, pues éstos se negaron a contribuir con materiales para la construcción del edificio. También pienso que no fue únicamente ésa la razón. Xochimilco tenía una enorme producción agrícola gracias al sistema de chinampas empleado en la parte sur del lago que la convertía en una región codiciada desde el punto de vista económico. Quizá esto también fue motivo para la construcción de la calzada de Iztapalapa, que unía a Tenochtitlan con la rivera sur del lago. Nos dice Durán cómo fue esta construcción y los materiales que emplearon en ella:
Luego que los de Xochimilco fueron vencidos y ellos sujetos a la corona real de México[…] fuéles mandado hiciesen aquella ancha calzada que va de la ciudad de México a la ciudad de Xochimilco, para lo cual rogaron a los de Coyoacan les ayudasen a hacer, al menos lo que tocaba a sus pertenencias, los cuales sin más réplica los concedieron la ayuda y así lo hicieron […] El modo de hacerla fue sobre mucha cantidad de estacas, piedra y tierra sacada de la misma laguna como céspedes: hecha esta ancha calzada, no tardando en ello muchos días por la innumerable gente que en ella andaba […]
Una acción que emprende el tlatoani es la de borrar la historia anterior del pueblo mexica para dar una imagen más apropiada ante los ojos de sus vecinos y contemporáneos. Nace una nueva historia en la que puede constatarse la relación directa de los mexicas con los dioses. Quizá es en este momento cuando se crea el mito del águila parada sobre el nopal como símbolo de los designios de su dios Huitzilopochtli: para tratar de hacer a un lado el sometimiento ignominioso a que estuvieron sujetos bajo los tepanecas y aun antes. Nace así una nueva idea del mexica que estará presente en su ciudad como imagen del cosmos:Tenochtitlan y su Templo Mayor se convierten en el centro del universo.

El espacio sagrado o habitación de los dioses

La fundación de una ciudad por lo general va acompañada de una serie de simbolismos que resultan indispensables para consolidar, desde sus inicios, que esté legitimada su presencia en la tierra. De esta manera la nueva ciudad va a tener una distribución y características que la convierten en axis mundi o centro del universo además de ser una imagen del cosmos. En páginas anteriores ya habíamos señalado cómo estudiosos de las religiones plantean que la ciudad así planificada se divide en cuatro partes y está constituida por un espacio sagrado y otro profano. El primero de ellos corresponde al centro del universo, al centro fundamental que reviste la mayor sacralidad. Está formado por una enorme plaza que llegó a tener cerca de 400 metros por lado,4 delimitada por sus cuatro lados por una ancha plataforma en la que se alternaban tramos de escalera con muros viendo hacia el interior de la plaza y en cuya parte superior se encontraba una serie de altares. Esta plataforma sólo se interrumpía por las puertas que comunicaban con las grandes calzadas que de allí partían hacia los cuatro rumbos cardinales. Una parte de esta plataforma se encontró en las excavaciones del Templo Mayor, justo detrás de este edificio. Sahagún describe de esta manera el enorme patio o espacio sagrado en cuyo interior había hasta 78 edificios, entre ellos el Templo Mayor:
Era el patio de este templo muy grande; tendría hasta doscientas brazas en cuadro. Era todo enlosado [y] tenía dentro de sí muchos edificios y muchas torres; de estas torres unas eran más altas que otras, y cada una de ellas era dedicada a un dios.
Tiene razón el franciscano cuando dice que estaba totalmente enlosado. En efecto, las excavaciones del Templo Mayor permitieron conocer partes de este piso formado por grandes losas de piedra y, según la etapa constructiva de que se trate, las piedras pueden ser de menores o mayores dimensiones. Las piedras estaban unidas entre sí con estuco, mezcla de cal y arena que en ocasiones podía tener una dureza considerable. Dado el tamaño de la plaza, hay que imaginar la gran cantidad de trabajadores que intervendrían en su construcción, ya sea tallando las piedras para el piso o rellenando con tierra pisos anteriores para a su vez construir encima uno nuevo; preparando el estuco… en fin, eran obras comunales en las que se usaba, en buena medida, la mano de obra tributaria.
Este muro delimitador del espacio sagrado lo hemos estudiadotanto en Teotihuacan como en la ciudad de Tlatelolco. En el primer caso lo vemos presente alrededor de la Pirámide del Sol, construida alrededor del año 150 d.C., rodeando por sus cuatro partes el monumento. La plataforma tiene cerca de 35 metros de ancho con algunas edificaciones en su parte superior. Cuando el centro de la ciudad —y por ende del universo teotihuacano— pasó más al sur a la plaza de la Ciudadela, hacia el año 250 d.C., vemos cómo la gran plaza está rodeada por sus cuatro lados por una enorme plataforma con adoratorios en su parte alta y sólo se puede entrar a ella por una escalera localizada del lado poniente que da hacia la Calle de los Muertos. En su interior se encontraba un pequeño adoratorio en el centro de la plaza y el Templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada, con conjuntos habitacionales al norte y sur de este importante edificio. En el caso de Tlatelolco, ciudad contemporánea de Tenochtitlan, se excavó hacia los años sesenta la plaza principal con el Templo Mayor y muchos edificios aledaños, detectándose el muro delimitador que forma la plaza hecho con base en escaleras y muros que van alternándose. Lo mismo ocurre en Tenochtitlan, como ya dijimos. Con esto queda claro que el Coatepantli o “muro de serpientes” de que hablan algunos cronistas, entendido como un muro, en realidad no era tal, sino la plataforma mencionada que rodeaba el espacio sagrado y que tenía adoratorios o habitaciones en su parte alta, como lo demuestra el dato arqueológico.
Algo que notamos de inmediato es el carácter de privacidad que tienen estas plazas. Su acceso es restringido y en su interior se encuentran edificios considerados como centro del universo. Es evidente que el uso de estos espacios se destinaba a determinadas ceremonias especiales en honor de las deidades, en las que seguramente se permitía el acceso masivo durante las festividades, según el caso.
Vamos a comenzar por dar una amplia descripción del Templo Mayor o Hueyteocalli, por estar considerado como el principal edificio que simbolizaba el centro del universo mexica y porque sus etapas constructivas arrojan luces acerca de la cronología de la ciudad.

El Templo Mayor

El Templo Mayor de Tenochtitlan estaba orientado con su fachada principal viendo hacia el poniente, tal como lo estuvieron desde Teotihuacan, Tula, Tenayuca y Tlatelolco aquellos edificios que tenían el carácter de “centros del universo”. Lo anterior obedecía a una orientación solar, pues el desplazamiento del astro por el firmamento era lo que se tomaba en cuenta para tal fin. En el caso del principal templo mexica, estaba asentado encima de una plataforma sobre la que se superponían cuatro cuerpos con dos escalinatas que miraban al poniente y que daban acceso, en la parte alta, a los dos adoratorios allí colocados en honor de Huitzilopochtli y Tláloc. Así lo describe fray Bernardino de Sahagún en el apéndice II del Segundo Libro:
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Lámina 8. Recinto sagrado de Tenochtitlan con el Templo Mayor y otros templos (Primeros memoriales de Sahagún).
La principal torre de todas estaba en el medio y era más alta que todas, era dedicada al dios Huitzilopochtli o Tlacauepan Cuexcotzin. Esta torre estaba dividida en lo alto, de manera que parecía ser dos y así tenía dos capillas o altares en lo alto, cubierta cada una con un chapitel, y en la cumbre tenía cada una de ellas sus insignias o divisas distintas. En la una de ellas y más principal estaba la estatua de Huitzilopochtli, que también le llamaban Ilhuícatl Xoxouhqui; en la otra estaba la imagen del dios Tláloc. Delante de cada una de éstas estaba una piedra redonda a manera de tajón que llamaban téchcatl, donde mataban los que sacrificaban en honor de aquel dios; y desde la piedra hasta abajo estaba un regajal de sangre de los que mataban en él, y así estaba en todas las otras torres. Estas torres tenían la cara hacia el occidente, y subían por gradas bien estrechas y derechas […].
Las pictografías que han llegado hasta nosotros en las que se representa el Templo Mayor se apegan totalmente a la descripción que de él hace el franciscano y otros cronistas. Buen ejemplo de ello son las versiones que vemos en los Primeros memoriales del mismo Sahagún; las del Códice Durán y otras más. Sin embargo, una de las más detalladas representaciones del Templo Mayor es la que vemos en Ixtlilxóchitl, en donde se pintó el Templo Mayor de Texcoco, que al igual que el de Tlatelolco y otros lugares tenía las mismas características que el de Tenochtitlan. En él se aprecia la plataforma general y los cuatro cuerpos superpuestos con los dos adoratorios en la parte alta. En los extremos de la plataforma están las dos habitaciones con pisos de bloques de mármol que se han encontrado arqueológicamente en Tenochtitlan. A todas estas pictografías nos referiremos más adelante.
El edificio tuvo varios agrandamientos. Desde el pequeño adoratorio inicial, que más tarde fue cubierto por las etapas que cada tlatoani o gobernante hacía para quedar bien ante sus dioses y el pueblo, hasta la última etapa constructiva, que vieron y destruyeron los conquistadores. De esta manera, siete etapas superpuestas fueron construidas y cada una de ellas cubrió a la anterior, con lo que el edificio cada vez alcanzaba mayor tamaño y altura. Además, hay que tomar en consideración que hubo varios agrandamientos parciales sólo de la fachada principal. Veamos cada una de ellas:
Etapa I (alrededor de 1325 d.C.)
Se trata de la ermita que, según diversas fuentes históricas, fue la primera en construirse. Ya hemos referido lo relativo a ella. Arqueológicamente no ha podido ser encontrada ya que se supone que se hizo de material perecedero y piedras y se encontraba por debajo del nivel freático, lo que impide localizar —por el momento— algún vestigio de ella.
Etapa II (alrededor de 1390 d.C.)
Esta etapa constructiva se encuentra bien conservada. Se pudo excavar su parte superior, correspondiente al último cuerpo, y restos de las dos escalinatas, además de los dos adoratorios dedicados a Tláloc y a Huitzilopochtli. Estos adoratorios consisten en aposentos con sus pilares policromados que forman la puerta o acceso al interior. Los pilares están decorados con pintura mural. Los del lado del dios del Agua muestran círculos negros y debajo de ellos una banda azul y dos bandas rojas horizontales. Bandas verticales en tonos blanco y negro se alternan para completar el decorado de la parte inferior del pilar. Por su lado interno el pilar tiene a un personaje de pie en color amarillo con una mano que sostiene una especie de báculo o lanza; el personaje camina sobre una corriente de agua. Se le ha relacionado con una de las deidades asociadas al agua y al maíz. Todo el interior del aposento muestra restos de pintura sobre aplanado de lodo. Los del lado de Huitzilopochtli están menos conservados, pero hay indicios de que igualmente estuvo pintado.
Frente a la entrada del adoratorio de Huitzilopochtli se encontró la piedra de sacrificios. Se trata de una lápida de tezontle o piedra volcánica empotrada en el piso y debajo de ella se hallaron cuentas de piedra verde, cuchillos de sílex y algunos restos óseos. Varias ofrendas fueron localizadas bajo el piso del interior del adoratorio frente a la parte central de la banqueta que se encuentra al fondo del aposento, donde debió de colocarse la imagen del dios. Una de ellas consiste en un recipiente de travertino blanco que seguramente sirvió como urna funeraria, pues en su interior se encontraron huesos quemados, un cascabel de oro y dos discos de piedra verde. Una peculiar tapa de obsidiana cubría la urna. Junto a ella estaba otro recipiente o urna funeraria de obsidiana con una tapa del mismo material que contenía huesos quemados y una pequeña máscara de plata. Los estudios que se les practicaron indican que puede haber relación entre los restos óseos depositados. Por su posición dentro del contexto podemos afirmar que los restos pertenecieron a algún personaje de la más alta jerarquía mexica. Otra urna en forma de perro y elaborada en cerámica plumbate (tipo de cerámica que se distingue por su brillo metálico y cuyo origen corresponde al sureste mesoamericano) fue localizada en el interior del aposento. En total se encontraron seis ofrendas del lado de Huitzilopochtli, cuatro de las cuales son urnas funerarias.
Del lado de Tláloc, frente a la entrada del adoratorio, se localizó la figura de un chac-mool. Recordemos que este tipo de esculturas representan a un individuo recostado con la cabeza viendo hacia un lado y un recipiente sobre el vientre, que fue común en culturas como la tolteca y se han encontrado varias de ellas tanto en Tula como en Chichén-Itzá y otras regiones de Mesoamérica. Tiene atributos del dios Tláloc y estaba policromado con tonos en color azul, rojo, amarillo, blanco y negro. Sobre la nariz se colocó chapopote con carácter ritual. Debajo de él se hallaron alrededor de 52 puntas de obsidiana y 41 cuentas de piedra verde. También se encontraron tres pequeñas ofrendas en el relleno del piso del adoratorio que contenían piedras verdes.
Este edificio llegó a tener alrededor de 30 m de largo y una altura de aproximadamente 15 m. En el último escalón que conduce al adoratorio de Huitzilopochtli se halló un glifo “2-Conejo”, que, de tratarse de un numeral, podría indicar el año 1390 d.C. De ser esto correcto, correspondería posiblemente al gobierno de Acamapichtli (1375-1395 d.C), aunque hay discrepancias en cuanto a las fechas relacionadas con los primeros tlatoani. Por el contenido de las ofrendas y por las pocas piezas que las componen, unido a la ausencia de materiales marinos, pensamos que, en efecto, esta etapa constructiva se edificó cuando los mexicas se encontraban bajo el yugo tepaneca y aún no iniciaban su expansión militar.
Etapa III (alrededor de 1431 d.C.)
Esta etapa constructiva cubrió totalmente lo hecho en la etapa anterior y se detectaron varios intentos de edificación que al parecer no prosperaron. El edificio aumentó considerablemente su tamaño, lo que indica que ya se contaba con un buen número de trabajadores dedicados a la construcción. Todo parece indicar que era mano de obra tributaria de los vencidos tepanecas, lo que coincide con las fuentes históricas, en las que se nos relata cómo Itzcóatl desea ampliar el Templo Mayor y pide materiales a los de Xochimilco, quienes se niegan a colaborar con los mexicas para la construcción del templo a su dios, lo cual va a provocar la guerra y el sometimiento de los xochimilcas al imperio mexicano. Leemos en Durán que “El rey Itzcóatl […] quiere edificar un aposento al dios Huitzilopochtli: que reciban de vosotros este beneficio, que permitáis tomar alguna piedra pesada y alguna madera de pinos aluares para ella […]”
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Lámina 9. Plano del Templo Mayor de Tenochtitlan.
Un hallazgo significativo fue el de ocho esculturas, algunas de tamaño natural, que se encontraron reclinadas sobre la escalinata del lado de Huitzilopochtli. Es evidente que estuvieron adornando el edificio y que, al momento en que se iba a cubrir con piedra y lodo para servir de cimiento para la siguiente etapa constructiva, se les colocó en la posición en que fueron encontradas. Pienso que estas esculturas de piedra representan a los huitznahuas, los guerreros del sur contra los que combate Huitzilopochtli, según relata el mito. Me baso en la observación de que algunas de las figuras tienen los brazos protegiendo el pecho y otros tienen en el pecho una oquedad, dentro de la cual se encontraron piedras verdes a manera de corazón. Dice fray Bartolomé de Las Casas que “solían poner así en los pechos de los ídolos una piedra preciosa fina, diciendo que aquellas eran sus corazones, en memoria de lo cual debían poner también a sus muertos”.
Recordemos que las fuentes señalan que, después de la lucha en contra de los huitznahuas, el dios de la guerra devoró sus corazones. De ahí quizá se deriva el que algunas figuras tienen las manos sobre el pecho. Además, varias de las figuras tienen como adorno en la nariz el yacameztli o nariguera lunar, asociada a los dioses del pulque y a la Luna. Ya veremos cómo del lado de Huitzilopochtli se repite ritualmente lo acontecido en el cerro de Coatepec, lugar donde se lleva a cabo el combate del dios solar y la guerra en contra de Coyolxauhqui y los huitznahuas.
En la escalera del lado de Tláloc también se encontraron esculturas reclinadas. Una de ellas representa a un personaje con la mitad del cuerpo pintado de negro y la otra mitad de rojo que porta nariguera lunar. Otra figura es un cuerpo de serpiente de piedra con un rostro humano que emerge de las fauces del animal. Podría tratarse de una especie de Cihuacóatl o mujer serpiente.
Fueron localizadas un total de 13 ofrendas asociadas a esta etapa constructiva. En algunas de ellas se hallaron restos de fauna marina costeña, como las espinas de pescado de la ofrenda 8 o un pico de pez sierra y algunas conchas de la ofrenda 21, ambas ...

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