Teotihuacan
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Teotihuacan

Eduardo Matos Moctezuma

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Teotihuacan

Eduardo Matos Moctezuma

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¿Cómo surgió Teotihuacan? ¿Cuáles fueron los factores que determinaron su colapso? Durante siete siglos, Teotihuacan, la primera gran ciudad del centro de México. Este libro nos lleva por los senderos de una civilización que dejó huella importante en diversas sociedades mesoamericanas.

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III. Desarrollo de la ciudad

Teotihuacan en las fuentes históricas

POCOS SON LOS DATOS QUE PROPORCIONAN LAS FUENTES HISTÓRICAS del siglo XVI acerca de la fundación y desarrollo de la ciudad de Teotihuacan. Las que contienen alguna información sólo hacen mención a la imagen que de ella tenían los pueblos que se asentaron en el centro de México después de la caída de la urbe. Bien sabemos que esos pueblos de habla nahua no sabían quiénes habían construido o habitado la ciudad, por lo que lo atribuían a los dioses. A partir de ese momento Teotihuacan se convirtió en lugar de mitos, donde la acción de los dioses tenía cabida. Uno de esos mitos, de gran trascendencia, lo es sin lugar a dudas el que se refiere a la creación del Quinto Sol. Recordemos que se habla de cuatro soles o edades en las que los dioses intentaron crear al hombre y el alimento que había de sustentarlo, pero fueron intentos fallidos que terminaron en cataclismo y la desaparición de todo lo creado. A continuación transcribimos este mito conforme a la relación de fray Bernardino de Sahagún en el Códice Matritense, que el franciscano obtuvo de indígenas informantes:
Cuando aún era de noche,
cuando aún no había día,
cuando aún no había luz,
se reunieron,
se convocaron los dioses
allá en Teotihuacan.
Dijeron,
Hablaron entre sí:
—“¡Venid acá, oh dioses!
¿Quién tomará sobre sí,
quién se hará cargo
de que haya día,
de que haya luz?
El relato continúa con un acontecimiento conocido: la disposición de dos dioses para arrojarse a la hoguera para crear al hombre. Uno de ellos era arrogante, de nombre Tecuciztécatl, “Señor de los caracoles”, en tanto que el otro era un dios enfermizo, Nanahuatzin. Ambos se prepararon haciendo penitencia y, llegado el momento, primero avanzó el arrogante Tecuciztécatl, pero al ver cómo crepitaba la hoguera vaciló en cuatro ocasiones y no se atrevió a lanzarse. Tocó su turno a Nanahuatzin, y éste, sin temor, se arrojó en la pira convirtiéndose en Sol. Cuando Tecuciztécatl vio aquello quiso arrojarse, pero ya era tarde, y sólo alcanzó a convertirse en Luna. Los dioses esperaban ver salir al Sol y a la Luna y especularon sobre el lugar por el que aparecerían. Sólo dos dioses acertaron el lugar por donde apareció el primero: Quetzalcóatl —por eso su templo siempre está orientado hacia el este— y Xipe Tótec, quien entre los nahuas rige el rumbo oriente del universo. Los dos astros, sin embargo, permanecieron estáticos, sin movimiento. Volvieron a juntarse los dioses y dijeron así:
¿Cómo habremos de vivir?
¡No se mueve el Sol!
¿Cómo en verdad haremos vivir a la gente?
¡Que por nuestro medio se robustezca el Sol,
sacrifiquémonos, muramos todos!
Y fue así, por la muerte y sacrificio de los dioses, que el Sol tuvo movimiento y, por ende, hubo noches y días y el hombre fue creado por los dioses. Es fácil imaginar la importancia que Teotihuacan adquirió para aquellos pueblos tardíos, pues la señalaron como el lugar donde había surgido el Quinto Sol, la edad del hombre nahua. Este mito lo encontramos también en la Leyenda de los Soles, transcrita en 1558 por fray Jerónimo de Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana, y en la Historia de Tlaxcala, de Diego Muñoz Camargo.
Los informantes de Sahagún también dan testimonio de la manera en que se pobló Teotihuacan:
En seguida se pusieron en movimiento,
todos se pusieron en movimiento:
los niñitos, los viejos,
las mujercitas, las ancianas.
Muy lentamente, muy despacio se fueron,
allí vinieron a reunirse en Teotihuacan.
Allí se dieron las órdenes,
allí se estableció el señorío.
Los que se hicieron señores
fueron los sabios,
los conocedores de las cosas ocultas,
los poseedores de la tradición.
Luego se establecieron allí los principados…
Y toda la gente hizo adoratorios
al Sol y a la Luna,
después hicieron muchos adoratorios menores.
Allí hacían su culto
y allí se establecieron los sumos sacerdotes
de toda la gente.
Así se decía Teotihuacan,
porque cuando morían los señores,
allí los enterraban.
Luego encima de ellos construían pirámides,
que aún ahora están.
Una pirámide es como un pequeño cerro,
sólo que hecho a mano.
Por allí hay agujeros,
de donde sacaron las piedras,
con que hicieron las pirámides,
y así las hicieron muy grandes,
la del Sol y la de la Luna.
Son como cerros
y no es increíble
que se diga que fueron hechas a mano,
porque todavía entonces
en muchos lugares había gigantes…
Y lo llamaron Teotihuacan,
porque era el lugar
donde se enterraban los señores.
Pues según decían:
“Cuando morimos,
no en verdad morimos,
porque vivimos, resucitamos,
seguimos viviendo, despertamos.
Esto nos hace felices”.
Así se dirigían al muerto,
cuando moría.
Si era hombre, le hablaban,
lo invocaban como ser divino,
con el nombre de faisán,
si era mujer con el nombre de lechuza,
les decían:
“Despierta, ya el cielo se enrojece,
ya se presentó la aurora,
ya cantan los faisanes color de llama,
las golondrinas color de fuego,
ya vuelan las mariposas”.
Por esto decían los viejos,
quien ha muerto, se ha vuelto un dios.
Decían: “se hizo allí dios”,
quiere decir que murió.
En esta última parte del relato encontramos la clave para entender lo que significa Teotihuacan: “lugar donde se hacen los dioses”.
Existe un mapa colonial del año 1580 que muestra la región de Teotihuacan y en el que es posible apreciar un conjunto de pirámides. Aunque se trata de un dibujo esquemático, resulta interesante identificar en él la Calle de los Muertos, rodeada por los edificios piramidales, entre los que destacan la pirámide del Sol y de la Luna. Ambas representaciones tienen tres cuerpos superpuestos que los diferencian de los otros adoratorios que se encuentran a su lado y que fueron pintados en forma de triángulos, para hacer alusión a su carácter piramidal. Algo digno de mencionar es la inscripción que reza en lo que suponemos representa la Calle de los Muertos: “Oráculo de Montezuma”.
Como mencionaba antes, pocos son los datos con que contamos acerca de Teotihuacan en las fuentes históricas, y todos ellos corresponden a la visión que pueblos posteriores tuvieron sobre el lugar. Sin embargo, la arqueología nos ofrece información que permite adentrarnos incluso en las casas y los palacios de la ciudad.

Fase Tzacualli (1-150 d.C.)

A continuación veremos el desarrollo de Teotihuacan, proceso que, conforme a los materiales que se han hallado en las excavaciones, los arqueólogos han divido en distintas fases. En la década de 1960, el doctor Millon y su equipo de colaboradores establecieron una cronología,1 que prácticamente prevalece hasta hoy, si bien ha habido intentos de ajustarla, pues nuevas investigaciones han planteado una antigüedad mayor para su declinación, que va entre cincuenta y cien años. La primera fase lleva por nombre Tzacualli, y en ella ya estaban definidos los rasgos de la cultura teotihuacana.
Durante esos primeros años quedan delineados tanto la orientación de la ciudad, entre 15 y 17° en relación con el norte, como sus principales componentes. La Calle de los Muertos remata hacia el norte con la primera fase constructiva de la Pirámide de la Luna, que se construyó alrededor del año 100, de acuerdo con los datos aportados durante la excavación. Ahora sabemos que era de planta cuadrada, con 23.5 m por lado y muros en talud recubiertos de estuco. Entonces se construye también la Pirámide del Sol, orientada hacia el poniente, y la gran plataforma en forma de U que la rodea. Para ello se eligió el lugar donde se encuentra una cueva que corre 102 metros por debajo de la pirámide. Algunos investigadores han especulado acerca de si esta cueva es natural o artificial, hecho que en realidad no importa, sino el símbolo que esto representa. En efecto, en el mundo prehispánico la cueva tiene doble simbología: es matriz que pare pueblos y lugar de entrada al inframundo; es decir, guarda relación con la dualidad vida-muerte. Por lo tanto, si no había una cueva natural, el hombre teotihuacano la construyó, pues era esencial que la Pirámide del Sol, que representa la montaña sagrada o axis mundi, el lugar donde se encuentran los tres niveles del universo —celeste, terrestre e inframundo—, se constituyera en centro fundamental y eje rector de la ciudad. No es de dudar que desde ese momento la ciudad se trazara en cuatro cuadrantes, ubicando como centro fundamental a la Pirámide del Sol. Esta primera traza es lo que he dado en llamar “la ciudad vieja”.
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FIGURA 1a. Superficie de la ciudad durante la Fase Tzacualli.
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FIGURA 1b. Cueva encontrada debajo de la Pirámide del Sol a principios de los años setenta. (Tomado de Millon, 1993.)
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FIGURA 1c. Alzado y planta de la Pirámide del Sol.
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FIGURA 1d. Cueva hallada debajo de la Pirámide del Sol.
Una característica de esta fase es la construcción de conjuntos de tres templos, si bien sabemos que aun desde poco antes estuvieron presentes. La extensión de la ciudad abarca alrededor de 17 kilómetros cuadrados, y se ha calculado que tenía una población de cerca de 30 000 habitantes, lo que hace de Teotihuacan el centro más grande del altiplano central y quizá de toda Mesoamérica. Quizá sólo rivalizaban con ella la naciente ciudad de Cholula, en el valle poblano-tlaxcalteca, o Monte Albán, en Oaxaca, aunque con una población menor.

Fase Miccaotli (150-250 d.C.)

Es en esta fase cuando Teotihuacan queda dividida en cuatro grandes cuadrantes o “barrios”, con el conjunto de la Ciudadela como eje o centro rector de la ciudad, del cual partían las calzadas este y oeste, que se cruzaban con la Calle de los Muertos. Esto indica que el centro de la ciudad se desplazó hacia el sur de la Pirámide del Sol. Es importante hacer ver que tanto la Pirámide del Sol como la Ciudadela tienen características muy similares. Ambos conjuntos están rodeados por una enorme plataforma, que con seguridad era la base de una serie de edificios, por lo que podemos decir que las plazas que se formaban en su interior tenían acceso restringido desde la Calle de los Muertos. Los dos edificios principales, Pirámide del Sol y Templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada, están orientados hacia el poniente y se encuentran asociados con elementos que simbolizan agua, fertilidad, etc. En la pirámide, este elemento es la cueva subterránea, dentro de la cual se encontraron vestigios de canales de piedra, a los que hay que añadir otro canal má...

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