Una mirada hacia el futuro

Miguel de la Madrid Hurtado

• Publisher: Fondo de Cultura Económica
• Year: 2013
• ISBN:
  9786071613882
• Topic: Politics & International Relations
• Subtopic: Public Affairs & Administration
• Index: Politics & International Relations

Análisis de la situación económica y política de México, emprendido para entender los problemas actuales del país, prever los desafíos del futuro y contribuir a la discusión de proyectos a corto y largo plazo. El autor estudia aspectos de nuestra realidad como la composición demográfica, la macroeconomía, el desarrollo humano y los recursos naturales para dar pie a una discusión sobre nuestras instituciones y políticas públicas, y sobre el probable futuro de nuestro país.

III. RECURSOS SUSTENTABLES
Y MEDIO AMBIENTE

POR SUS recursos, México se ubica internacionalmente como un país intermedio entre los países ricos y los de menor desarrollo relativo. Al igual que China, India, Brasil y Argentina, tiene capacidad de desarrollo económico y social y, junto con ellos, un mayor protagonismo en las relaciones internacionales. Los países intermedios emergen como un poder en las actuales conformaciones políticas. Así se demostró en la reunión de Cancún de la OMC, en la que mantuvieron la posición de inclinarse por la eliminación de los subsidios a los agricultores de los países desarrollados, que afectan de manera notable la producción agropecuaria de las naciones en vías de desarrollo. No se logró el objetivo, pero tampoco fueron aceptadas nuevas reglas restrictivas para estos últimos.

Comparado internacionalmente, México es, por su dimensión geográfica, el país número 14; por su población, ocupa el número 11. La ciudad de México es la cuarta ciudad más poblada del mundo, y el país, por el volumen del PIB, es el número 12; por su ingreso por habitante, ocupa la posición 60, en lo que se advierte una incongruencia con sus recursos y potencialidades; en calidad de vida, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano realizado por la ONU, estamos en el lugar 50. Nuestro país es el número 20 de entre los mayores exportadores mundiales; en la industria internacional ocupa la posición 11, la décima en la producción química y en la producción de carne procesada; es el noveno productor de azúcar, el quinto de café y plomo, el sexto en zinc, el primero en plata, el décimo exportador de petróleo, el número 17 en reservas probadas mundiales de gas natural seco, el decimosexto consumidor de energía; ocupa la posición 53 en carreteras pavimentadas, la 17 en tráfico aéreo, la décima en atracción turística; es el noveno productor mundial de frutas… Esta breve enumeración confirma su posición de país intermedio en el contexto internacional.[1]

A. LOS RECURSOS NATURALES

Nuestro país es rico en ecosistemas con distancias muy cortas, característica que lo hace especial si lo comparamos con otros países. Se considera que, después de China, el nuestro es el más importante en ecosistemas del mundo. Si hacemos la advertencia de que China es varias veces más grande, se apreciará más nuestra riqueza. Esto es lo que maravilla a propios y extraños de nuestro país, y lo que llevó a Alejandro de Humboldt a decir: “En los Pirineos, básicamente subo y bajo miles de metros de altura y encuentro la misma vegetación; en cambio en México, cuando asciendo una montaña, cada 100 metros encuentro vegetación diferente”.[2]

Somos el cuarto país en especies animales y vegetales, el primero en reptiles, el segundo en mamíferos. Aparte de estas posiciones privilegiadas, y muchas otras más, una gran cantidad de especies son exclusivas de México.

Pero así como somos herederos de una gran riqueza, es notable el proceso de pérdida de estos recursos: la deforestación y la destrucción de espacios de vida, debido a cambios climáticos acelerados nunca vistos antes, según la historia y la biología.

La pérdida de la diversidad biológica es un hecho y es atribuible a razones económicas y culturales, además de físicas. El doctor José Sarukhán reconoce que

esta pérdida de diversidad biológica no es tanto que se desaparezca una orquídea o que se desaparezca una mariposa más o una especie de ave más, sino que cada una de estas especies conforman unidades muy estructuradas, muy importantes, que son la base de la vida en la Tierra, de dar sustento a la vida de la Tierra, y nos producen servicios tan fundamentales como la producción de oxígeno, la captura de CO₂ de la atmósfera, como la captación de agua y su infiltración a acuíferos, a ríos, a lagos, la protección de suelos y la fertilidad. Finalmente, un valor que no es tan económico, pero que tiene una gran repercusión y que es el valor estético de estos ecosistemas.[3]

Esto último ha generado el ecoturismo, que es la actividad que admira la belleza de los bosques, de los lagos, ríos y mares.

La deforestación en México es del orden de las 800 000 hectáreas anuales de selvas y bosques. La deforestación de bosques de pinos ocurre en Chiapas, Oaxaca, el sur de Campeche y Quintana Roo; la destrucción de manglares por contaminación química, en Veracruz, en la zona de Coatzacoalcos, o por extracción de madera y conversión de cultivos que, además, no son sustentables y dañan áreas de importancia para la reproducción de muchas especies marinas y para la anidación de muchos vertebrados.

Todos estos procesos deteriorantes acaban por erosionar la superficie terrestre. Se estima que 65% del territorio está erosionado y perdemos alrededor de 535 millones de toneladas de suelos al año, que terminan en azolvar ríos, presas y lagunas costeras. En consecuencia, producen las catástrofes naturales ocurridas en Veracruz, Chiapas y Puebla; por ejemplo, las lluvias torrenciales que se combinan con enormes deslaves y provocan daños a la infraestructura y pérdida de vidas.

Éste es a grandes rasgos el mapa de la degradación cualitativa y cuantitativa del país que pone en evidencia el fracaso de lo que ha sido un sueño: el desarrollo sustentable.

Otra fuente de pérdida de diversidad ecológica son los incendios, explicables por la quema o conversión de esas zonas a otros tipos de cultivos que no necesariamente son los adecuados.

El capital natural —suelos, agua, flora, fauna— está verdaderamente dañado, afectando otros recursos, como el aire. La razón fundamental de ello es el crecimiento demográfico que se concentra en las ciudades. En la medida que el país se urbaniza, la demanda de esos recursos, así como de energía, es mayor. Pero, éstos, incluso los energéticos, no se renuevan. Los recursos naturales necesitan de su ecosistema para crecer, y los recursos energéticos necesitan ser descubiertos mediante inversiones cuantiosas para que puedan ser explotables.

El deterioro acelerado de nuestro capital natural sólo es analizado por los científicos y técnicos preocupados por el problema. La cuestión es que el deterioro continúa, lo que hace evidente la necesidad de educar y concientizar a toda la sociedad —y de manera especial a toda la clase política— sobre estos peligros. Porque definitivamente estamos matando la gallinita de los huevos de oro.

Políticamente los partidos y los sindicatos no toman ninguna posición en relación con estos asuntos, o sólo lo hacen en el sentido ritual de aprobar lo que surge de las esferas gubernamentales, que son las únicas que tienen iniciativas políticas.

Aun cuando hay una normatividad de protección ecológica, la devastación continúa. Gabriel Quadri de la Torre, destacado experto mexicano en política para el desarrollo sustentable, señala:

La deforestación o destrucción de los ecosistemas forestales es el proceso de degradación más severo y de consecuencias más vastas sobre la biodiversidad, el clima y los regímenes hidrológicos. A diferencia de otros problemas ecológicos, sus impactos son en buena medida irreversibles, dado que la extinción es para siempre. Su dinámica, sin embargo, dista mucho de ser homogénea regionalmente. Los ecosistemas están siendo destruidos de manera masiva en los países más pobres y atrasados de África, del sur de Asia y en América Latina; las dimensiones del problema son sobrecogedoras, ya que se trata de varias decenas de millones de hectáreas perdidas cada año. México encabeza la lista de naciones cuyos gobiernos e instituciones son incapaces de contener la devastación y de preservar un patrimonio que, claramente, tiene dimensiones de bien público global. En contraste, en los países desarrollados de América del Norte y de Europa, las superficies de bosques se recuperan junto con las poblaciones de numerosas especies de plantas, de mamíferos y de aves que alguna vez tuvieron estatus de amenazadas o en peligro de extinción.[4]

Se confirma la opinión de Indira Gandhi, quien decía: “La pobreza es el mayor contaminante”. Esto plantea reconocer que un crecimiento económico alto, sostenido y de calidad permite superar gradualmente el deterioro medioamb...