II. El predominio de las áreas urbanas hiperdegradadas
Dejó que su mente navegara con la mirada perdida en la ciudad, mitad degradación, mitad paraíso. ¿Cómo podía un lugar tan violento y horrible, ser al mismo tiempo tan maravilloso?
Chris Abani
El asombroso predominio de estas áreas hiperdegradadas es el tema central de The Challenge of Slums, un informe histórico y sombrío publicado en octubre de 2003 por el Programa de Asentamientos Humanos de Naciones Unidas (UN-Habitat). Este informe, que constituye la primera auditoria fiable de la pobreza humana a escala mundial, sigue el camino que empezaron Friedrich Engels, Henry Mayhew, Charles Booth y Jacob Riis y culmina dos siglos de reconocimiento científico de las áreas urbanas hiperdegradadas desde que en 1805 James Whitelaw publicara Survey of Poverty in Dublin. Al mismo tiempo, es la expresión empírica, largamente esperada, de las advertencias realizadas en la década de 1990 por el Banco Mundial que pronosticaban que la pobreza urbana se convertiría en «el problema más significativo y políticamente explosivo del próximo siglo».
The Challenge of Slums es una colaboración de más de un centenar de investigadores e integra tres nuevas fuentes de análisis y de datos. En primer lugar está basado en la exposición de casos concretos de pobreza, de las condiciones de las áreas urbanas hiperdegradadas y de las políticas de vivienda en 34 metrópolis, desde Abiyán hasta Sydney. La coordinación del proyecto recayó en el Departamento de Planificación del Desarrollo de la University College de Londres. En segundo lugar utiliza una única tabla comparativa para 237 ciudades del planeta creada por el Programa de Indicadores Urbanos de UN-Habitat para la V Cumbre Urbana, celebrada en Estambul en 2001. Y por último incorpora estudios, basados en datos globales sobre vivienda en China y el antiguo bloque soviético que abren nuevos campos de investigación. Los autores del informe reconocen una deuda especial con Branko Milanovic, un economista del Banco Mundial que apoyó estos trabajos a los que consideraba un poderoso microscopio para el estudio de la desigualdad global. En uno de sus ensayos, Milanovic señala que «por primera vez en la historia de la humanidad, los investigadores cuentan con datos razonablemente exactos sobre la distribución de la renta o del bienestar (gasto o consumo) de más del 90 por 100 de la población mundial». Si los informes de la Mesa Intergubernamental sobre el Cambio Climático representan un consenso científico sin precedentes sobre los peligros del calentamiento global, The Challenge of Slums es una enérgica advertencia sobre la catástrofe mundial que supone la pobreza humana.
¿Pero qué es un slum? La primera definición publicada fue acuñada por el presidiario y escritor James Hardy Vaux, que en 1812 escribió el Vocabulary of the Flash Language donde es sinónimo de tráfico (racket) o comercio ilegal (criminal trade). Sin embargo, ya en los años del cólera de las décadas de 1830 y 1840, los pobres más que «dedicarse» a los «slums», lo que hacían era vivir en ellos. Los escritos sobre reforma urbana del Cardenal Wiseman pueden presumir de haber rescatado la palabra slum («lugar de dudosa moralidad») de la jerga callejera para convertirlo en un término aceptable para los escritores refinados. A mediados del siglo xix, las áreas urbanas hiperdegradadas estaban ampliamente reconocidas como un fenómeno internacional. Connaisseurs y flâneurs polemizaban sobre dónde encontrar la degradación humana más espantosa: en Whitechapel o en La Chapelle (Londres o París), en Gorbals o Liberties (Glasgow o Dublín), Pig Alley o Mulberry Bend (Nueva York). En un informe realizado en 1895 sobre «los pobres en las grandes ciudades», The Scriber’s Magazine elegía los fondaci de Nápoles como «las moradas más espantosas sobre la faz de la tierra», para Gorki, sin embargo, el distrito moscovita de Khitrov era «lo más bajo», mientras que Kipling se reía de ellos y llevaba a sus lectores «descendiendo más y más» a Colootollah, «el vertedero humano» de Calcuta, «la ciudad del espanto y la noche».
La visión clásica de las áreas hiperdegradadas las presentaba como lugares pintorescos y provincianos, pero los reformadores en general se mostraban de acuerdo con Charles Booth, el Dr. Livingstone de la marginación en Londres, en caracterizarlos como una amalgama de vivienda ruinosa, hacinamiento, enfermedad, pobreza y vicio. Para los liberales decimonónicos, la dimensión moral era determinante y por encima de cualquier otra cosa se les consideraba lugares donde un «residuo social» salvaje e incorregible se pudría en medio de un esplendor inmoral y descontrolado. Una extensa literatura excitaba a las clases medias con morbosas historias del lado oscuro de la ciudad. En 1854, Humanity in the City, del reverendo Chapin, se extasiaba hablando de «salvajes, no los que se mueven en lúgubres bosques, sino los que soportan la luz de las farolas y los ojos de la policía; con sus gritos de guerra, centros de reunión y ropajes tan fantásticos y almas tan brutales como las de sus análogos en las antípodas». Cuarenta años después, el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, en el primer informe «científico» sobre los vecindarios en América, The Slums of Baltimore, Chicago, New York y Philadelphia (1894), todavía definía estas zonas como «áreas de sucios callejones traseros, especialmente cuando son habitados por una población sórdida y criminal».
Un censo global de áreas urbanas hiperdegradadas
Los autores de The Challenge of Slums no comparten estas visiones victorianas, pero por lo demás mantienen la definición clásica: hacinamiento, vivienda pobre o informal, falta de acceso a la sanidad y al agua potable e inseguridad de la propiedad. Esta definición operativa, oficialmente adoptada por Naciones Unidas en la reunión de Nairobi de octubre de 2002, se limita a «las características físicas y legales de los asentamientos», y deja de lado «la dimensión social», más difícil de medir pero que en la mayoría de los casos corresponde a situaciones de marginación económica y social. Por otro lado, mezcla las barriadas chabolistas periféricas con los asentamientos arquetípicos del interior de la ciudad, y utiliza un criterio muy conservador a la hora de considerar qué es un área urbana hiperdegradada. Muchos lectores se sorprenderán del desc...