Lejos del mundanal ruido
eBook - ePub

Lejos del mundanal ruido

  1. 576 pages
  2. English
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

Lejos del mundanal ruido

About this book

Lejos del mundanal ruido fue publicada mensualmente en Cornhill Magazinede manera anónima en 1874 y si bien es la cuarta novela de Thomas Hardy, fue la primera obra del autor que alcanzó éxito literario. En ella, Hardy nos sitúa en la región de Wessex, donde vive la joven Bathsheba Everdene, una mujer libre e independiente que se dedica a la administración de la finca que ha heredado de su tío. Sin embargo, la muchacha no es ajena a los dilemas del amor, que la hacen dudar entre el sargento Troy, un hombre egoísta y mujeriego, William Boldwood, un hacendado serio y elegante, y Gabriel Oak, un desafortunado pastor. Pero como otros personajes femeninos de la obra de Hardy, aunque Bathsheba vive en un mundo dominado por hombres, es una mujer fuerte y decidida que nunca verá en el matrimonio una solución de futuro ni la única vía para la felicidad. Considerada como una de las mejores novelas románticas de la literatura inglesa, Lejos del mundanal ruido presenta un hermoso cuadro de la Inglaterra rural victoriana, en el que vibran con fuerza las pasiones en un mundo aparentemente idílico.

Frequently asked questions

Yes, you can cancel anytime from the Subscription tab in your account settings on the Perlego website. Your subscription will stay active until the end of your current billing period. Learn how to cancel your subscription.
No, books cannot be downloaded as external files, such as PDFs, for use outside of Perlego. However, you can download books within the Perlego app for offline reading on mobile or tablet. Learn more here.
Perlego offers two plans: Essential and Complete
  • Essential is ideal for learners and professionals who enjoy exploring a wide range of subjects. Access the Essential Library with 800,000+ trusted titles and best-sellers across business, personal growth, and the humanities. Includes unlimited reading time and Standard Read Aloud voice.
  • Complete: Perfect for advanced learners and researchers needing full, unrestricted access. Unlock 1.4M+ books across hundreds of subjects, including academic and specialized titles. The Complete Plan also includes advanced features like Premium Read Aloud and Research Assistant.
Both plans are available with monthly, semester, or annual billing cycles.
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Yes! You can use the Perlego app on both iOS or Android devices to read anytime, anywhere — even offline. Perfect for commutes or when you’re on the go.
Please note we cannot support devices running on iOS 13 and Android 7 or earlier. Learn more about using the app.
Yes, you can access Lejos del mundanal ruido by Thomas Hardy in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Littérature & Classiques. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Year
2019
eBook ISBN
9788446048107
CAPÍTULO VIII
La maltería – La charla – Noticias
La maltería de Warren estaba rodeada por un viejo muro envuelto en hiedra, y aunque a esta hora no se distinguía muy bien el exterior, el tipo de edificio, cuya silueta se recortaba contra el cielo, dejaba a las claras su función. Partiendo de las paredes, el tejado saledizo de paja se elevaba formando un pico en el centro sobre el que se alzaba un pequeño farol de madera sujeto por las cuatro caras con lamas, a través de cuyas aberturas se escapaba una neblina que se percibía vagamente y que se fundía en el aire de la noche. No tenía ventanas en la parte delantera, sino un único agujero cuadrado en la puerta cubierto por un panel de vidrio del que se escapaban unos agradables rayos rojizos que llegaban hasta el muro cubierto de hiedra que tenían delante. En el interior se oían voces.
Oak pasó suavemente la mano por la puerta extendiendo los dedos como el mago Elimas[1] hasta que se topó con la correa de piel y tiró de ella. Esta a su vez levantó el pestillo de madera y la puerta se abrió.
El interior estaba iluminado únicamente por el resplandor rojizo de la boca del horno que se desparramaba sobre el suelo con la horizontalidad de los rayos del sol poniente y que proyectaba hacia arriba las sombras de los rasgos faciales de todos aquellos sentados a su alrededor. El suelo de losas de piedra estaba desgastado marcando el camino desde la puerta hasta el horno, mientras que en el resto del espacio mostraba un aspecto ondulado. Un banco curvo de roble sin cepillar ocupaba uno de los lados y en un rincón alejado había un pequeño catre y una cama, cuyo propietario y frecuente inquilino era el maltero[2].
El anciano se encontraba ahora sentado frente al fuego, y su pelo y su barba escarchados y descuidados cubrían su figura retorcida como el musgo gris y el liquen que se adhieren a un manzano sin hojas. Llevaba unos calzones y unos botines con cordones que le cubrían el tobillo y mantenía los ojos fijos en el fuego.
El olfato de Gabriel se vio asaltado por un ambiente cargado con el olor dulzón de la malta nueva. La conversación (que al parecer versaba sobre el origen del fuego, cesó de inmediato) y todos se lo recriminaron expresando su objeción hasta tal punto que lo observaron arrugando la frente y mirándolo con los ojos entrecerrados, como si se tratase de una luz demasiado intensa para su vista. Una vez terminada esta operación, varios exclamaron con aire meditabundo:
—Ah, es el nuevo pastor, me parece.
—Nos había parecido oír que alguien toqueteaba la puerta en busca del pomo del pestillo, pero no estábamos seguros de que no pudiera ser alguna hoja seca arrastrada por el viento –dijo otro−. Pase pastor; es usted bienvenido, aunque no sepamos cómo se llama.
—Me llamo Gabriel Oak, vecinos. –El viejo maltero, que estaba sentado en medio de los demás, se giró, y cuando lo hizo, se movió como una grúa vieja y herrumbrosa.
—En la vida podría ser el nieto de Gable Oak de Norcombe, ¿verdad? ¡No puede ser! –dijo, eligiendo esta fórmula para expresar su sorpresa pero que nadie debía interpretar literalmente.
—Tanto mi padre como mi abuelo respondían al nombre de Gabriel –dijo plácidamente el pastor.
—¡Ya me pareció reconocer esa cara cuando lo vi subido al almiar! ¡Desde luego que me lo pareció! ¿Y por dónde anda trabajando ahora, pastor?
—Estoy pensando en quedarme a vivir aquí –dijo el señor Oak.
—¡Conocí y traté a su abuelo muchos, muchos años! –continuó el maltero, cuyas palabras parecían fluir por su propia cuenta como si el primer impulso fuese suficiente.
—¿Ah, sí?
—Y conocí a su abuela.
—¿A ella también?
—Y también conocí a su padre cuando no era más que un niño. Mi hijo, Jacob, que está ahí, y su padre eran como hermanos. Vaya si lo eran, ¿a que sí, Jacob?
—Desde luego –dijo el hijo, un joven de unos sesenta y cinco años, medio calvo y que tenía un solo diente en la parte izquierda de la mandíbula superior, que se daba mucha importancia puesto que lo tenía salido hacia afuera y aparecía como un mojón junto a la ribera−. Aunque fue Joe el que más lo trató. Sin embargo, mi hijo William debió de conocer a este hombre antes que nosotros, ¿no, Billy? ¿Antes de que te vinieras de Norcombe?
—No, ese fue Andrew –dijo Billy, el hijo de Jacob, un niño de cuarenta años más o menos, que tenía la peculiaridad de poseer un alma alegre encerrada en un cuerpo triste y cuyos bigotes empezaban a adoptar el tono de la chinchilla por aquí y por allí.
—Recuerdo a un Andrew –dijo Oak−; era un hombre que andaba por allí cuando yo era muy niño.
—Sí; el otro día, yo y mi hija pequeña, Liddy, fuimos al bautizo de mi nieto –continuó Billy−. Y estuvimos hablando precisamente de esta familia. Fue el día de la Candelaria, cuando se reparten los intereses[3] entre los pobres, como ya sabe, pastor, y me acuerdo del día porque todos tuvieron que entrar en procesión hasta la sacristía. Sí, de la familia de este mismo hombre.
—Acérquese a tomar algo, pastor. Aquí todos nos echamos un traguito, nada de lujos –dijo el maltero apartando del fuego los ojos llorosos, que habían adquirido un tono bermellón de tanto mirarlo durante muchos años−. Coge el Dios-me-perdone, Jacob. Mira a ver si está tibio, Jacob.
Jacob se inclinó sobre el Dios-me-perdone, que era un jarro alto con dos asas colocado entre las cenizas, agrietado y achicharrado por el calor. La parte de afuera estaba cubierta de una materia extraña, especialmente en las hendiduras de las asas y en las redondeces más escondidas, que probablemente no habían visto la luz del sol desde hacía varios años precisamente por lo que tenían incrustado y que, básicamente, no era más que ceniza que se había mojado al derramarse la sidra por accidente y que se había endurecido con el calor. Aunque, para cualquiera con sentido común, aquello no hacía que la jarra desmereciera, puesto que el interior y el borde estaban incontestablemente limpios. Quizá convenga observar que a este tipo de jarra se le llama un Dios-me-perdone en Weatherbury y sus alrededores por razones que no están muy claras; es probable que se llame así debido a que, por razón de su tamaño, cualquier borrachín que llegue a verle el culo después de apurar el contenido, se avergüence de sí mismo.
Al recibir la orden de comprobar si la bebida estaba lo suficientemente caldeada, Jacob introdujo tranquilamente el dedo índice a modo de termómetro y al considerar que había alcanzado la temperatura adecuada, cogió la jarra y trató, a modo de cortesía, de quitarle parte de las cenizas que llevaba adheridas a la base con el faldón del guardapolvo, teniendo en cuenta que el pastor Oak era un desconocido.
—Una jarra limpia para el pastor –dijo con voz autoritaria el maltero.
—No, no, en absoluto –dijo Gabriel, negándose por consideración−. No soy de los que hacen ascos porque algo esté sucio, y menos cuando sé de qué clase de suciedad se trata. –Cogió la jarra y vació un par de pulgadas el contenido, para pasársela después al hombre que tenía al lado−. Ni se me pasaría por la cabeza provocar semejante molestia a los vecinos obligándolos a ponerse a fregar con la cantidad de trabajo que tenemos ya –continuó Oak, que había recuperado el habla tras quedarse sin aliento, algo ocasionado por los tragos tan largos que se dan a las jarras cuando son muy grandes.
—Un hombre muy sensato –dijo Jacob.
—Cierto, cierto. ¡Eso no se puede negar! –comentó un hombre joven y vital llamado Mark Clark, un caballero agradable y cordial para el que cualquiera que se encontrara en sus viajes se convertía en conocido, lo que a su vez significaba que terminarían bebiendo juntos y lo que a su vez, desafortunadamente, venía a significar que tendría que pagarle las rondas.
—Y aquí queda algo de pan y beicon del que ha mandado la señora, pastor. La sidra le entrará mejor si la acompaña de algo de comer. No lo mastique con demasiada fuerza, pastor, porque se me cayó el beicon en mitad del camino cuando lo traía y puede que tenga algo de tierra, pero no es más que eso, y ya todos sabemos lo que es, como bien dice, y ya hemos visto que no es usted quisquilloso, pastor.
—Cierto, cierto; en absoluto –dijo Oak en tono amistoso.
—Si no deja que los dientes lleguen a juntarse, no notará para nada la arenilla. ¡Ah, qué maravilla la de cosas que se pueden hacer sin prepararlas!
—Eso mismo pienso yo, vecino.
—¡No hay duda de...

Table of contents

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Contraportada
  4. Legal
  5. Introducción
  6. Cronología
  7. Lejos del mundanal ruido
  8. Prefacio
  9. I. Descripción del granjero Oak – Un incidente
  10. II. La noche – El rebaño – Un interior – Otro interior
  11. III. Una muchacha a caballo – Conversación
  12. IV. La resolución de Gabriel – La visita – El error
  13. V. La marcha de Bathsheba – La tragedia del pastor
  14. VI. La feria – El viaje – El incendio
  15. VII. El reconocimiento – Una muchacha tímida
  16. VIII. La maltería – La charla – Noticias
  17. IX. La hacienda – Un visitante – Confidencias a medias
  18. X. El ama y los hombres
  19. XI. En el exterior de los barracones – Nieve – Un encuentro
  20. XII. Los granjeros – Una norma – Como excepción
  21. XIII. Sortes sanctorum – La tarjeta de San Valentín
  22. XIV. El efecto de la carta – El amanecer
  23. XV. Un encuentro matutino – De nuevo la carta
  24. XVI. Todos los Santos y Todos los Difuntos
  25. XVII. En el mercado
  26. XVIII. La meditación de Boldwood – Remordimientos
  27. XIX. El lavado de las ovejas – La oferta
  28. XX. Perplejidad – Afilando las tijeras de esquilar – Una disputa
  29. XXI. Problemas en el rebaño – Un mensaje
  30. XXII. El cobertizo grande y los esquiladores
  31. XXIII. El anochecer – Una segunda declaración
  32. XXIV. La misma noche – El plantel de abetos
  33. XXV. Descripción del nuevo conocido
  34. XXVI. Escena al borde del campo de heno
  35. XXVII. Enjambrando las abejas
  36. XXVIII. El claro entre los helechos
  37. XXIX. Detalles de un paseo al anochecer
  38. XXX. Las mejillas arreboladas y los ojos llenos de lágrimas
  39. XXXI. Culpa – Furia
  40. XXXII. Noche – Pisadas de caballos
  41. XXXIII. Al sol – El presagio
  42. XXXIV. En casa de nuevo – Un embaucador
  43. XXXV. En una ventana de arriba
  44. XXXVI. Riqueza en peligro – La fiesta
  45. XXXVII. La tormenta – Los dos juntos
  46. XXXVIII. Lluvia – El encuentro de dos solitarios
  47. XXXIX. De camino a casa – Un grito
  48. XL. En el camino de Casterbridge
  49. XLI. Sospecha – Mandan a buscar a Fanny
  50. XLII. Joseph y su carga – Buck’s Head
  51. XLIII. La venganza de Fanny
  52. XLIV. Bajo un árbol – La reacción
  53. XLV. El romanticismo de Troy
  54. XLVI. La gárgola y sus consecuencias
  55. XLVII. Aventuras junto a la orilla
  56. XLVIII. Surgen las dudas – Persisten las dudas
  57. XLIX. Los progresos de Oak – Una gran esperanza
  58. L. La feria de ovejas – Troy toca la mano de su esposa
  59. LI. Bathsheba habla con su escolta
  60. LII. Caminos que se encuentran
  61. LIII. Concurritur – Horae momento
  62. LIV. Tras la conmoción
  63. LV. Al marzo siguiente – «Bathsheba Boldwood»
  64. LVI. Belleza en soledad – Después de todo
  65. LVII. Una noche y una mañana de niebla – Fin
  66. Publicidad