IX
De la justificación de la selección racial al negacionismo ontológico de las Conferencias de Bremen
Solamente allí donde la subjetividad incondicionada se convierte en la verdad del ente encontramos el principio de institución de una selección racial, es decir, no en la simple formación de la raza que se desarrolla a partir de ella misma, sino en el pensamiento de una raza que se sabe ella misma posible, es decir metafísicamente necesaria.
El compromiso político de Martin Heidegger con el nacionalsocialismo se inscribe en un proceso de radicalización que comenzó bastante antes de 1933. Además, es importante señalar que dicha implicación no concluyó ni en 1934 ni después. Al contrario, continuó hasta el final y nunca fue negada por Heidegger. Dicho esto, es necesario señalar que a partir de 1936 sus relaciones con el nacionalsocialismo entraron en una nueva fase, marcada en lo fundamental por su participación oficial en los trabajos de los Archivos Nietzsche de Weimar, que Hitler honró públicamente como un lugar santo del nazismo, y por sus cursos sobre Nietzsche en los que estuvo centrada su actividad docente entre 1936 y 1940. Todavía en el otoño de 1944, en el último curso parcialmente profesado antes de la derrota nazi, y titulado Dichten un Denken, Heidegger «reunió» a las dos figuras más célebres para los «intelectuales» del nazismo: Hölderlin y Nietzsche. Más complejo, a consecuencia de las luchas internas que enfrentaban entre ellas a diferentes corrientes y personalidades (como fue precisamente el caso de Krieck y de Heidegger), este nuevo periodo no es menos revelador del hecho de que la obra de Heidegger continuó encontrando su inspiración en la evolución del movimiento nacionalsocialista. Así, por ejemplo, a comienzos de los años cuarenta, uno de sus temas más obsesivos no era otro que la fría legitimación de la selección racial, que Heidegger presentaba como ¡«metafísicamente necesaria en su principio»!
Sólo para los años 1935-1944, los cursos publicados en la Gesamtausgabe ocupan 16 volúmenes, a los cuales es necesario añadir las notas personales del Nachlaß, de las que seis volúmenes han sido editados, y los seminarios, de los que han sido publicados siete volúmentes. La gran cantidad de cursos y las notas editadas en la Gesamtausgabe constituyen un verdadero obstáculo material que es necesario superar para quien pretenda llevar a cabo una síntesis crítica de la obra de Heidegger. Por esta razón, es materialmente imposible aportar en este capítulo demostraciones textuales tan completas como las que hemos presentado para los años 1933-1935 en los capítulos precedentes.
Pese a todo, podemos aportar algunas ideas generales. Así, el estudio de los volúmenes mencionados nos desvela que los temas heideggerianos popularizados en sus escritos publicados después de 1945 (el «viraje/giro» [die Kehre], el «otro comienzo» [der andere Anfang]) constituyen otras tantas engañifas que, en la medida que permiten oponer el «acontecimiento» y la «verdad del ser» a la «historia de la metafísica», así como la identificación de la metafísica al «nihilismo», respondían a un doble objetivo: hacer creer, para disculparse, en la existencia de un cambio en su relación con el nacionalsocialismo y cargar con la responsabilidad de la industria de aniquilamiento del Tercer Reich no a los guías del nazismo, sino al conjunto de la tradición filosófica occidental.
No debemos caer en estas trampas, porque, en realidad, la única transformación importante del discurso de Heidegger tuvo lugar durante los años 1942-1949 y su motivación fue exclusivamente estratégica. Dicha transformación se apuntó primero al perfilarse la derrota del nazismo, y se precisó más tarde, cuando Heidegger tuvo que hacer frente al fracaso del Tercer Reich, que significaba al mismo tiempo el fracaso total de una obra, la suya, que le había acompañado en su evolución. Como el propio Heidegger dijo en 1945 a la hermana del arzobispo Conrad Gröber, a quien llamó para pedir protección: «Esto ha acabado conmigo» (Mit mir ist es jetzt zu Ende).
Los cursos de los años 1933-1934 nos muestran hoy que su obra concuerda profundamente con la progresión victoriosa del movimiento nacionalsocialista en el espíritu y en el teatro de las armas. Ésta es la razón por la que consideramos que dicha obra perdió su razón de ser y concluyó con la derrota nazi en 1945.
Sin embargo, tal como sucedió con la mayor parte de los nazis más radicales, Heidegger no aceptó esa derrota total, al mismo tiempo general y personal. Lo vemos claramente en las cartas que escribió en 1945 a uno de sus fieles, Rudolf Stadelmann. Más tarde, Heidegger se verá conducido a multiplicar sus maniobras y estratagemas para conseguir que su obra sea admitida y difundida después de la guerra.
Para poder llevar a buen puerto dicha empresa, Heidegger no dudó, tal como ha demostrado Hugo Ott en lo relativo a la «justificación» del rectorado, en negar la realidad de sus acciones pasadas y, como demostraremos, en multiplicar las reescrituras y falsificaciones de sus propios textos. Dichas modificaciones fueron, sin embargo, sistemáticamente ocultadas por el propio Heidegger. Así, por ejemplo, con respecto a los cambios introducidos en la Introducción a la metafísica, en cuya primera edición se hacía claro elogio del nacionalsocialismo, Heidegger pretenderá no haber hecho otra cosa que mantener los paréntesis escritos pero nunca pronunciados. Del mismo modo, a propósito de su curso sobre Nietzsche, Heidegger sostuvo no haber efectuado más que algunas modificaciones formales allí donde sabemos de sobra que sus verdaderas intenciones eran disimular la naturaleza de sus propósitos para convertirlos en aceptables. Estos hechos son extremadamente graves, porque no sólo constituyen un intento de ocultar la verdad, sino que también expresan una voluntad deliberada de transmitir, después de la Segunda Guerra Mundial, los temas y los principios fundamentales del nazismo.
Por esta razón, aquel que quiera, a partir de los textos y de los documentos actualmente disponibles, tener una visión de conjunto lo suficientemente completa y objetiva de la obra de Heidegger tiene que tomar en consideración tanto los escritos de los años 1933-1934 como la manera en que dichos escritos fueron publicados después de 1945, a veces en dos ocasiones y de manera muy diferente. Es necesario distinguir al respecto el periodo que precede a la publicación de la Gesamtausgabe y el que comienza en 1975 con la publicación del primer volumen de la obra llamada «integral». Sólo de este modo se pueden apreciar claramente las estrategias y las intenciones reales del autor. Estaremos entonces lo suficientemente informados para comprender hasta qué punto es indispensable hoy ejercer una gran vigilancia frente a la publicación de la Gesamtausgabe, obra considerada «de primera mano». Como han señalado acertadamente algunos autores, el hecho de que Heidegger rechazase cualquier edición crítica plantea un problema fundamental: cuando no se pueden confrontar los volúmenes de la Gesamtausgabe con ediciones anteriores o con los propios manuscritos del autor, es imposible identificar las reescrituras tardías de los textos. Y cuando la comparación es posible, son necesarias investigaciones largas y minuciosas que muy pocos estudiosos tienen la paciencia de llevar a cabo, sobre todo en un país como Francia, donde numerosos estudios recientes continúan basándose exclusivamente en el Nietzsche de 1961, sin referirse nunca a los cursos realmente pronunciados sobre Nietzsche, cuya publicación en la Gesamtausgabe comenzó, sin embargo, en 1985 y está concluida desde 2003.
Añadiremos una última observación, sin duda la más importante, porque aporta una clave para comprender el periodo posterior a 1945. Durante dicho periodo, Heidegger tuvo dos objetivos sucesivos. En primer lugar, pretendió convertir en aceptables sus cursos más nazis de los años treinta y con esta intención añadió un paréntesis destinado a atenuar su elogio del movimiento nacionalsocialista de 1935, suprimió la frase apologética sobre Mussolini y Hitler de su curso de 1936 sobre Schelling, o modificó la conclusión que exaltaba la motorización de la Wehrmacht en su curso profesado en el mismo momento de la invasión de Francia. En segundo lugar, Heidegger intentó mostrar que en el fondo no había renegado de nada, pero sólo lo pudo hacer de una manera extremadamente prudente y progresiva.
Así, en la Carta sobre el humanismo de 1947, Heidegger se limita a hablar a través de alusiones, o, como él mismo dirá, «a través de palabras cubiertas»; como, por ejemplo, cuando hace referencia a los jóvenes alemanes que, porque «tenían conocimiento de Hölderlin», han «pensado y vivido otra cosa frente a la muerte». En 1949, delante del escogido público del «club de Bremen», Heidegger se arriesga, en la conferencia titulada «El dis-positivo» (Das Ge-stell), a realizar una afirmación de un revisionismo radical a propósito de los campos de exterminio y de las cámaras de gas; afirmación que veremos más adelante y que se guardará de publicar en la edición de las conferencias de 1962. En otra conferencia, como también veremos, irá todavía más lejos. Dicha conferencia, que fue redactada en el mismo momento que su charla en Bremen, fue solamente publicada en 1994, en la Gesamtausgabe.
Ha sido necesaria la aparición de la entrevista con Heidegger en Spiegel, publicada después de su muerte, y la publicación de los textos hoy disponibles en la Gesamtausgabe, para que los lectores comiencen a darse cuenta de que Heidegger no renegó nunca de su nazismo profundo. Ésta es la razón por la que esta «edición completa» es tan nociva: por su propio contenido, difunde en la filosofía la legitimación explícita y sin ningún arrepentimiento de los principios directores del movimiento nazi.
Sin embargo, cuando Heidegger concibió el plan de la Gesamtausgabe no se «descubrió» del todo. Así, por ejemplo, dejó a u...