El vínculo primordial
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El vínculo primordial

Un camino hacia el corazón de la Evolución Universal, el Desarrollo Personal y las Relaciones Humanas

Daniel Taroppio

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El vínculo primordial

Un camino hacia el corazón de la Evolución Universal, el Desarrollo Personal y las Relaciones Humanas

Daniel Taroppio

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EL VINCULO PRIMORDIAL es un viaje apasionante desde los orígenes del Universo hasta los dramas y maravillas de los encuentros y desencuentros humanos. Y en todo su recorrido se entreteje el tema central, del libro y de la vida, las vicisitudes del hombre y la mujer de nuestros días en su búsqueda del sentido y el amor. Todo lo que existe en el Universo como parte separada añora la unidad. En nosotros esa búsqueda se llama necesidad de encuentro. Daniel Taroppio propone una mirada del ser humano contemporáneo como heredero de una cultura que ha perdido la conciencia de sus raíces cósmicas. Como respuesta a esta situación, brinda herramientas concretas para recuperar el sentido de pertenencia universal de un modo vital, experiencial, no meramente conceptual. Sólo desde esta unidad interior podemos lanzarnos al encuentro sano con el otro. Junto a su rigor expositivo, ofrece métodos prácticos (Psicoterapia, Danza Primal, Comunicación Primordial, Meditación) para sanar la alienación y la soledad existencial, recuperando el vínculo con la vida. Invita al lector a recobrar su memoria ancestral, su "cuerpo cósmico", sus raíces vitales, su pasión, su savia universal. El Vínculo Primordial es una invitación provocativa y fascinante a renacer a una nueva dimensión de vida, plena de intensidad, encuentro con el otro y trascendencia.

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Information

Year
2020
ISBN
9789507547003
SEGUNDA PARTE
EL MODELO DE LAS INTERACCIONES PRIMORDIALES

Una mirada del desarrollo humano con raíces universales

Hemos visto que Interacciones Primordiales constituye un modelo de desarrollo humano y sanación de las relaciones interpersonales, mediante el reconocimiento y plena manifestación del carácter universal y sagrado que subyace a todo tipo de encuentro. Dijimos que consiste en un enfoque integral de comprensión del Cosmos, la mente y las relaciones interpersonales como fenómenos esencialmente unificados.
En el capítulo anterior hemos descrito una serie de intuiciones provenientes de la física y la biología modernas y las hemos conectado muy sucintamente con correlatos en el ámbito del crecimiento personal y la psicología, prometiendo que posteriormente nos extenderíamos sobre ellos. Eso haremos en este capítulo.
Hemos descrito procesos considerando que se asientan en principios universales, es decir, en pautas que se despliegan en todos los planos de la realidad, cambiando su forma de manifestación y su complejidad si lo hacen en los planos físico, biológico, psicológico, social o espiritual. Sostuvimos que estas pautas coemergen en la relación entre el ser humano y el Universo, puesto que no están dadas a priori para limitar nuestro desarrollo, sino que van apareciendo junto con nuestra evolución.
De todo lo visto hasta aquí, vamos a extraer cinco conceptos fundamentales que son los pilares de este modelo teórico y vivencial. Le invito a acercarse atentamente a ellos, pues el estudio de cada uno y de la interacción que mantienen entre sí nos permitirá comprender y activar una enorme variedad de fenómenos y potencialidades humanas.
La idea general de los capítulos que siguen es ir observando de qué manera lo universal va deviniendo en lo particular, es decir, cómo el Flujo Primordial va adoptando infinitas formas limitadas en el espacio y el tiempo. En cada paso iremos apreciando la forma en que este proceso de particularización reproduce los patrones básicos que hemos descrito, en todos los planos de la realidad en los cuales se manifiesta, deteniéndonos específicamente en esa forma de manifestación del Universo a la que llamamos ser humano. Y veremos cómo la comprensión de estos patrones universales coemergentes nos permite entender la naturaleza y los vínculos humanos con una mirada profunda y, simultáneamente, práctica. Analizaremos, desde esta mirada, tanto el desarrollo saludable de la persona como sus desviaciones, apuntando siempre a explorar sus posibilidades de plena evolución y despertar espiritual.
Estos conceptos básicos son:
– El Flujo Primordial
– La Polaridad Trama Integradora y Movimiento Diferenciador
– El Núcleo Primordial y las Siete Capacidades Básicas
Y ya en la Tercera Parte de este trabajo,
– El Ser y el Ego
– El Inter-ser: el Ser, el Ego y el Tú
Comenzaremos ahora a instrumentar estos conceptos aplicados específicamente al ámbito del desarrollo humano.
Para empezar con una mirada introductoria que nos sirva de orientación, brindaré una descripción sintética de estos conceptos para luego desarrollarlos en extenso:
El Flujo Primordial. En el capítulo anterior describí en detalle qué entiendo por Flujo Primordial. Abordé los temas de la organicidad y la conciencia: las características de este Flujo como un movimiento orgánico, vital y consciente.
En este capítulo observaremos los paralelismos del Flujo Primordial con lo que en psicología se considera el inconsciente, ese misterio profundo desde el cual emerge la mente, y la forma en que aparece ante la mirada humana, en nuestra corporalidad y en nuestros vínculos.
Movimiento Diferenciador y Trama Integradora. Describiremos cómo, al igual que todo lo que existe en el Universo, nuestra mente y nuestras relaciones interpersonales se despliegan en una danza de polaridades.
El Núcleo Primordial, la Perfección Original y las Siete Capacidades Básicas de la persona plenamente viva. Veremos luego de qué manera este flujo universal en su polaridad adopta forma humana, manifestándose en cada uno de nosotros en lo que he denominado el Núcleo Primordial. Analizaremos cómo este centro primigenio del ser humano se constituye mediante capacidades o potencialidades básicas que pulsan por desplegarse libremente en nuestra vida, y veremos el alto costo que acarrea no honrarlas y actualizarlas.
El Ser y el Ego. Abordaremos, a continuación, una descripción del desarrollo del ego sano como administrador de nuestras energías universales. Y luego analizaremos sus disfunciones. Veremos la forma en que nuestro contacto original con el Flujo Primordial se pierde, lo que constituye nuestra herida básica, para luego comprender su resultado: el ego disfuncional. Estudiaremos esta desviación del ego y los dos estados disfuncionales en los que suele mantenerse: el estado de pérdida y el estado compensatorio.
El Inter-ser: el Ser, el Ego y el Tú. Seguidamente, aplicaremos todos estos elementos para procurar comprender diversos aspectos de las relaciones humanas.
Empecemos entonces por abordar estos elementos básicos de nuestro modelo.

Flujo Primordial, Inconsciente y Corporalidad

“No sabemos de qué estrella surgieron los gases que formaron nuestro planeta.
El árbol no puede ver sus propias raíces.
Ningún hombre puede conocer a todos sus ancestros,
ni la fuente de sus propios pensamientos.
Habitamos un misterio abismal.
Pero algo en nosotros
‘sabe’ que este profundo misterio
constituye nuestro origen común,
y que por lo tanto debe ser honrado”.
Recordemos que hasta aquí hemos afirmado que el Flujo Primordial se nos aparece como una corriente cósmica de consciencia-información-energía-materia-vida. Vimos que su origen trasciende al espacio y al tiempo y afirmamos que se manifiesta en la realidad material, constituyéndola desde lo más denso hasta el más sutil de sus matices, de manera inagotable y siempre renovada.
Apreciamos en páginas anteriores que en la noción de Flujo Primordial se integran intuiciones tales como las de libido, “orgón”, chi y prana, por citar sólo las que corresponden a su manifestación energética, y sostuvimos que esto no constituía un mero sincretismo. Hemos aclarado que no estamos confundiendo todos estos conceptos que de ninguna manera pueden ser considerados como sinónimos, ni de mezclar los distintos niveles de la realidad en los que se manifiestan, sino de concebir una dimensión que es simultáneamente la primera y la última en cuanto Fundamento, Fuente Originaria, Flujo y Entramado consciente de todo lo que existe.
Afirmamos que el Flujo Primordial no constituye un nivel más dentro de una escalera evolutiva, ni siquiera es el último o el superior, sino la naturaleza misma de todo lo existente. Es el Principio Universal, Aquello de lo que todo proviene, y que todo lo constituye, todo lo sostiene y todo lo reabsorbe. Es decir que cada uno de nosotros es Flujo Primordial manifestado.
Más allá de los supuestos provenientes de la física, la biología o la filosofía, exploraremos ahora nuestra relación con el Flujo Primordial en nuestra experiencia inmediata: ¿cómo se nos aparece el Flujo Primordial? ¿cómo lo percibimos en nuestra vivencia concreta?
En cuanto misterio inabarcable de la existencia, podemos comenzar apreciando que la Fuente Primordial podría ser concebida como el nivel más profundo del inconsciente. Podríamos considerarla como el nivel universal del inconsciente humano, así como el “inconsciente” del Universo mismo, si se me permite el antropomorfismo. Sin embargo, el término inconsciente debe ser tomado aquí con mucha cautela, pues no nos estamos refiriendo a algo que carezca en sí de conciencia sino a lo que resulta incognoscible, inaprensible e indemostrable para la mente humana. Dado que contenía (y contiene) en potencia a todo el Universo, este misterio abismal del que todo emerge podría ser descrito del mismo modo como la conciencia absoluta original. Pero el hecho es que, como humanos, nuestra percepción de este Fundamento inconmensurable evoca los mismos registros internos que el inconsciente. Es decir, nos resulta abrumador, abismal, inabarcable, incomprensible.
Esta cualidad sobrecogedora de la Fuente o Flujo Primordial, en cuanto trasfondo último del inconsciente, se constituye en un factor central del desarrollo humano. Como veremos en detalle en los apartados siguientes, el desarrollo de una instancia mental (el ego) que procura ponerse de pie frente al abismo del inconsciente, diferenciarse e intentar comprenderlo, va a estar marcado desde su mismo origen por esta dimensión inasible: Fuente-Flujo-Inconsciente (ver notas finales VIII y IX). De hecho, cada situación que de un modo u otro implique una amenaza para los límites del ego (la relación con la madre –en cuanto misterio del que provenimos–, el amor de pareja –en cuanto evoca la relación con la madre–, el orgasmo, la experiencia mística, la enfermedad, la meditación profunda51, la muerte) activará una y otra vez esta experiencia original de existir suspendidos sobre un misterio sin fondo.
Como adelantábamos anteriormente, basándonos en observaciones de la física cuántica y la teoría de las cuerdas, no es del todo correcto plantear que el Universo emergió de este vacío en algún momento pasado, puesto que en realidad está emergiendo permanentemente aquí y ahora. Esto implica que nuestra relación con el inconsciente es permanente, atemporal, omnipresente. Todo lo que hacemos emerge, instante a instante, de la profundidad de este misterio.
Íntimamente ligada al inconsciente, una de las manifestaciones más intensas del Flujo Primordial a las que tenemos acceso es nuestra corporalidad.

EL FLUJO PRIMORDIAL EN EL CUERPO

A nivel biofísico-energético el Flujo Primordial constituye nuestro organismo (se convierte en nuestro cuerpo) y al mismo tiempo se manifiesta como una corriente que lo atraviesa en forma de oleadas de energía. Es decir que es simultáneamente “envase” y “contenido”. Es tanto el cable por el que pasa la electricidad como la electricidad misma; es tanto el impulso nervioso como la neurona, por usar ejemplos muy elementales. De estas oleadas de energía se nutren no sólo nuestros órganos sino también nuestras emociones, afectos y pensamientos. Esto ocurre todo el tiempo en todo nuestro cuerpo, pero donde se da con mayor intensidad es a lo largo de nuestra columna vertebral, en el eje sacro-craneal. Esta energía primordial se manifiesta también a través del Movimiento Diferenciador y la Trama Integradora, que constituyen, a nivel físico, las polaridades positiva y negativa de toda manifestación energética, desde la electricidad hasta el impulso nervioso (que son sólo algunas de sus formas). En la tradición hinduista del Yoga, este movimiento energético ha sido representado en dos canales llamados Ida y Pingala (ver Figura 9), que se extienden enroscándose a lo largo de nuestra columna, y de un canal central, al que se denomina Sushumna.
Sería un grave error considerar que esta afirmación acerca de que el Flujo Primordial nos recorre permanentemente no es más que una metáfora, una licencia poética o una mirada proveniente de culturas primitivas. Por citar sólo un ejemplo ilustrativo de la presencia de las energías cósmicas en nuestro cuerpo, cabe mencionar que los físicos actuales afirman que sólo cada uno de nuestros dedos es atravesado por 60.000.000.000 de neutrinos por segundo. Para dimensionar la importancia de este fenómeno, es importante destacar que los neutrinos son el resultado de explosiones nucleares en el sol, y que se los considera un factor fundamental en su acción sobre el caldo primordial del que surgió la vida. Es decir que, bajo infinitas manifestaciones, el Flujo Primordial nos constituye y nos atraviesa literalmente.
Los yoguis hindúes, los médicos tradicionales chinos, los practicantes tántricos y los chamanes de todos los rincones del mundo afirmaban, hace ya varios miles de años, que la energía universal nos recorre permanentemente. Y algo parecido sostenían los cabalistas en su concepción del Hombre Cósmico o Adam Kadmon, y los antiguos alquimistas (entre los que se encontraba nada menos que Isaac Newton, el padre de la ciencia empírica) (ver Figuras 10 a 17). Si al escuchar este tipo de afirmaciones creemos estar ante una creencia irracional proveniente de una cultura mágica y mítica, haríamos bien en profundizar en la física moderna, o en su lugar, acceder a la práctica directa del yoga, el tai chi, la bioenergética o la Danza Primal (por citar sólo algunos ejemplos antiguos y contemporáneos) y seguramente nos encontraríamos con enormes sorpresas.
Podríamos afirmar que nuestro cuerpo constituye el más antiguo libro acerca de la naturaleza humana, y que el ADN es nuestro abecedario ancestral. Por lo tanto, de la atenta observación de los procesos psicoorgánicos, podemos llegar a alcanzar importantes comprensiones, tanto del plano físico y psicológico como del cósmico.
Tal como numerosas disciplinas y autores lo han postulado desde hace miles de años (desde Patanjali hasta Freud, Reich o Lowen), innumerables autores, de todos los orígenes, se han acercado a una concepción de la corporalidad entendida como el microescenario de un juego cósmico de energías tan poderosas, cautivantes y arrebatadoras que difícilmente pueden ser toleradas en toda su magnitud en los estados ordinarios de consciencia52.
Esta presencia de Lo Primordial posee dimensiones conscientes e inconscientes, y en todos los casos implica procesos de una increíble profundidad y complejidad.
Denomino corporalidad profunda a todas aquellas dimensiones orgánicas del sí mismo que despliegan procesos que escapan al control volitivo del ego, y ante las cuales éste puede experimentar dificultades para reconocerlas como propias e integrarlas en su propia autoimagen. Es lo que denomino constructo psicocorporal, y que anteriormente se conocía como “esquema corporal”. En pocas palabras, sostengo que el ego vive dentro de un Universo orgánico (su propio cuerpo) que en gran medida le resulta desconocido y hasta le atemoriza.
El constructo psicocorporal es la integración holística de la imagen tridimensional, interna y externa; de los sonidos (incluyendo palabras) y de las sensaciones interoceptivas53 materiales y energéticas que el ego tiene y recibe de su propio cuerpo y en relación con el espacio y los otros. A diferencia de la antigua concepción de “esquema corporal”, concibo al constructo psicocorporal constituido por imágenes, sonidos, sensaciones internas y externas y una dimensión energética con raíces universales. Como iremos viendo en este capítulo, esta conjunción posee dimensiones conscientes e inconscientes y se va construyendo en la interacción entre los registros internos del propio cuerpo, la percepción de los otros significativos y el medio ambiente. Es decir que en él se incluyen las sensaciones internas que tenemos de nuestro propio cuerpo, las sensaciones provenientes del exterior, fundamentalmente del contacto físico con otros, sus miradas y palabras, y la fantasía que tenemos acerca de cómo creemos que los demás perciben nuestro cuerpo. Este constructo puede ser descrito como un auténtico holograma viviente, en función del cual nos relacionamos con lo que creemos que es nuestro cuerpo. Sin embargo, en esta construcción interna de nuestra corporalidad hay muchas dimensiones de nuestro organismo que quedan relegadas al inconsciente.
Estos registros internos, que denomino como corporalidad profunda, pulsan en lo más íntimo de cada una de nuestras células como una información (y por qué no una inteligencia) cósmica ancestral de la cual depende nuestra vida.
Son sólo algunos ejemplos de esta misteriosa presencia primordial:
– el crecimiento
– el pulso cardíaco
– la digestión
– la respiración
– la sexualidad y la procreación
– la cicatrización
– la calcificación de los huesos
– la memoria
– el crecimiento de uñas y cabellos
– la transmisión genética, el ADN
– los reflejos, los instintos
– el sistema endocrino y sus consecuencias emocionales, etc.
Como observábamos con anterioridad, todos estos procesos podrían asociarse al “fondo endotímico” de Philipp Lersch, a lo que Freud denominó el “ello” o a lo que Perls concebía como “sabiduría y autorregulación organísmicas”. Es decir, a todo aquello que ocurre en el cuerpo pe...

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