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Corazón de trapo
About this book
Corazón de traporepresenta un viaje hacia el interior del corazón, donde los personajes se enfrentan valientemente con monstruos en forma de emociones. Es una aventura en la que los obstáculos parecen hundir a los protagonistas y donde muchos de ellos son heridos, pero todos comparten un poder especial: la resiliencia. Gracias a ella consiguen salir victoriosos y con un gran tesoro entre sus manos: la felicidad. Quienes se atrevan a participar en su lectura descubrirán un mundo de historias que irremediablemente evocarán a las suyas propias y, quizás, puedan llevarse parte del tesoro.
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Information
Capítulo II
Retazos
EL VIAJE DE SACHA
En el horizonte se perfila la silueta de un paraíso perdido; un pequeño faro ilumina el camino en un mar de pesares. Sacha navega hacia la luz como abducida: no consigue apartar su mirada de ella desde que empezó a vislumbrarla. Por fin parece llegar a su destino, ese buscado durante años. Mariposas revolotean en su estómago: no siente temor alguno, no hay motivo para ello aun habiendo estado tanto tiempo sumergida en la oscuridad más profunda, donde ni las estrellas brillaban en el cielo que se suspendía sobre su cabeza.
Larga había sido su travesía, tan larga que no recuerda cuando comenzó ni desde qué puerto zarpó; sus memorias se han ido hundiendo arrastradas por lágrimas de sufrimiento. ¡Cuánto tiempo arrastró con ella el peso de almas ancladas… que una y otra vez intentaban arrastrarla con ellas en remolinos sin retorno! ¡Cuántas y cuántas veces se pareció a un frágil barquito de papel! Ahora, sin embargo, siente que se ha convertido en un gran mercante: sus motores a todo vapor, sin lastre alguno; libre y con rumbo a su felicidad.

LUNA Y LA ARAÑA
Luna quedó atrapada en la telaraña, ¿cuánto tiempo hace de eso…? Ni lo recordaba.
Escudándose en la noche, la araña trepó por su cama y en forma de pesadilla la envolvió con su primera hebra de seda. La pequeña Luna quedó silenciada: por mucho que intentaba pronunciar palabras, los sonidos solo retumbaban en su cabeza; nadie más se percataba de ello.
Con la segunda hebra, la pequeña Luna fue inmovilizada: sacudía sus brazos y piernas con ímpetu, intentando soltar sus ataduras; pero lo único que conseguía con ello era quedar aún más enredada. Solo le restaba llorar: verter lágrimas y más lágrimas.
La araña pretendió tejer una tercera hebra sobre la indefensa Luna: intentaba una y otra vez ascender para cegarla, pero con la lágrimas resbalaba. Cansada de intentarlo, la araña decidió reservarla para otro momento.
Así, envuelta en finos hilos de seda quedó Luna a la espera de ser devorada, mas, cuando llegó la mañana y los primeros rayos de sol penetraron por la ventana, estos empezaron a disolverse. Cuando extendió sus brazos, se habían convertido en unas hermosas alas de color violeta con las que se elevaba hacia la libertad. La pesadilla había acabado.

TRANSMUTACIÓN
Marcos espera sentado pacientemente: los minutos transcurren con lentitud en el reloj de la estación. Según se acerca el minutero del uno al dos, sus músculos empiezan a tensarse: percibe como sus uñas se clavan en el metal del banco, como si de mantequilla se tratase. Sus pabellones auditivos se alargan en cuanto perciben el chirriar de las ruedas a lo lejos; un haz de luz blanca se refleja por fin en la oscuridad de sus ojos, levanta el vuelo y se adentra en el habitáculo con rumbo desconocido. Sombras cabizbajas diseminadas por el vagón ni tan siquiera se percatan de ello.

DUEÑA DE SU TIEMPO
Al entrar en la boca del metro, Ana descubrió que el tiempo era suyo. El reloj de pulsera que le había regalado su madre y su teléfono móvil dejaron de marcar las horas: era libre por unos instantes de esa esclavitud. No había prisas, no había transeúntes corriendo hacia el andén, no había hojas de periódico volando tras el vagón ni tan siquiera había sonidos; solo estaba Ana sentada en un banco, con un libro entre sus manos.
El panel informativo se despereza de su letargo y marca un minuto. Levanta la cabeza y cierra su libro. Ya consumió su tiempo: el tintineo de la campana la traslada a la realidad.

RENACIMIENTO
Parte de su ser se disuelve con el olvido de la matriarca. Los recuerdos dibujan la esencia de María como ella nunca habría imaginado: la unión del ser con el recuerdo, del recuerdo con el ser, en una simbiosis ahora quebrada. Miles de preguntas abordan su mente en un intento de comprender… ¿quién era María? El miedo aprisiona su corazón ante la posibilidad de llegar a desaparecer.
La búsqueda se ha convertido en su propósito: bucear en sus abismos para encontrar la esencia de lo divino mientras el viento sopla y esparce el polvo de lo terrenal en el camino.
No hay comienzo sin final; el círculo se cierra y empieza a girar vertiginosamente: gira y gira sin parar, engulle el pasado y engendra al nuevo ser que está por llegar.

POSDATA
Cual alimaña, siempre estabas escondido en las sombras al acecho de tu próxima víctima. Dicen de ti que eres primigenio, que eres ancestral; quienes consiguen librarse de tus garras son encumbrados a lo más alto del podio y admirados por todas las pobres almas que no consiguen vivir sin temer tu presencia.
Lucía era una de esas que desde su nacimiento ya venía marcada como ganado para tu hambre insaciable. No tardaste mucho en atacarla y hacerla toda tuya; desde ese primer encuentro la convertiste en tu más ferviente sierva: sumisa esperaba cada noche tu llegada, consciente de que no podía huir a ninguna parte. Intentaba gritar, pero sus palabras eran sordas; lloraba, pero nadie acudía a salvarla: la oscuridad la envolvía y en ella desaparecía.
«Curioso poder el suyo», pensó Lucía una mañana, cansada de sufrir toda su vida estos encuentros. Este pensamiento te alarmó, tú que vivías tan plácidamente acomodado en su mente. «¿Y si el poder no es suyo?», pensó otra mañana, cansada de vivir esclavizada, y un escalofrío te recorrió: algo te decía que pronto serías desahuciado, que no podrías seguir alimentándote de ella.
«De pequeña, para torturarme, utilizabas mi imaginación: los dibujos del papel pintado saltaban para atacarme, los muñecos de repente me observaban con sus terribles ojos rojos y seres deformes trepaban a mi cama. Según fui creciendo, tu crueldad fue en aumento: me arrebatabas una y otra vez a mis seres queridos, me dejabas sin amigos, me sumías en la más absoluta soledad; la angustia y la tristeza me paralizaban. Tu última y más maquiavélica proeza fue regalarme aquella hermosa bola de cristal, en la cual siempre vaticinabas desgracias. ¡Maldito, maldito seas mil veces! Nunca más volverás a manipularme», se propuso firmemente: tomó la bola de cristal y la estrelló contra la pared. «El poder sé que es mío», descubrió Lucía esa última mañana, decidida a combatir y derrotar a ese monstruo que durante tantos años la había tenido prisionera. Cogió su bolso y su sombrero, y salió a la calle con el propósito de comerse el mundo.
Enmudeciste: eso sí que no lo esperabas. Solo te quedó escribir una misiva de despedida: «A la presente, el Sr. Miedo ya no vive aquí. Se despide de usted atentamente».

EL VIAJE INTERIOR
Mis pensamientos se diluyen junto al cacao en polvo en la leche; su color oscuro poco a poco se va convirtiendo en un tono blanquecino semejante al de mis cabellos.
Como cada mañana, la alarma del móvil me retrae dramáticamente de mis sueños; odio esos trinos incesantes que pretenden crear paz y felicidad en tu despertar. Despacio, deposito mi taza vacía sobre la encimera vacía de una cocina vacía, de una casa vacía, de una vida vacía.
Marta abrió su jaula y voló, llena de felicidad.

EL REFLEJO
Miedo, miedo es lo que Elisa sentía cuando no lograba ver su imagen reflejada en el espejo. Llena de preocupación, leía libros de magia con el fin de encontrar un sortilegio que la curara; mas no lo hallaba.
Una noche, agotada, cayó dormida sobre las ...
Table of contents
- Portada
- Título
- Copyright
- Índice
- Dedicatoria
- Prólogo
- Capítulo I Quejidos del alma
- Capítulo II Retazos