Obra cumbre de la literatura alemana y europea del siglo XIII, el Cantar de los Nibelungos es una de las grandes creaciones literarias de la Edad Media, considerada patrimonio cultural de la humanidad. El amor, la amistad, la traición, la venganza, son palabras ligadas de forma indisoluble a nuestra especie, y en el Cantar de los Nibelungos brillan con luz propia, sumergiéndonos en un mundo que responde a las expectativas de lo humano con una intensidad y una profundidad extraordinarias. De esta obra surgen otras más conocidas actualmente como "El señor de los anillos", muchos detalles de "Harry Potter", "Juego de tronos" y casi todo el superhéroe Thor de la Marvel.
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UCHAS MARAVILLAS nos cuentan las leyendas de antaño. Nos hablan de héroes virtuosos, de grandes hazañas, de alegrías y fiestas, de lamentaciones y llantos y de combates entre valerosos guerreros. Oiréis ahora estas gestas.
2Creció en Burgundia una joven muy noble. Tan grande era su belleza que no existía en el mundo ninguna otra mujer que pudiera compararse con ella. Se llamaba Crimilda. Era una hermosa doncella; por su causa muchos guerreros habrían de perder la vida.
3Era natural que en todos se despertara el amor por la encantadora doncella. Bravos guerreros trataban de ganar su favor; no había nadie que le deseara algún mal. Su noble figura hacía gala de una inigualable belleza y sus virtudes hacían juego con su hermosura.
4La custodiaban tres nobles y poderosos reyes: Gúnter y Gérnot, renombrados caballeros, y el joven Gíselher, un glorioso guerrero. La doncella era su hermana y los nobles se encargaban de su protección.
5Los tres eran magnánimos, de linaje noble, probados guerreros de fuerza y valor desmedidos. Su patria era Burgundia, aunque más tarde llevarían a cabo grandes hazañas en el país de Atila.
6En Worms, en el país del Rin, vivían con sus huestes. Muchos orgullosos caballeros de aquellas tierras los servían hasta el final de sus días con encomiable honor, pero encontrarían una desdichada muerte a causa del rencor de dos nobles princesas.
7Su madre, la reina Ute, era una gran señora. Su padre, el rey Dánkrat, era un hombre muy valeroso que ya en sus años mozos había forjado su fama y que al morir les dejó toda su herencia.
8Los tres reyes eran, como ya he dicho, muy valientes. También estaban a su servicio los mejores guerreros conocidos, duros y bravos, que jamás se arredraron ante el combate más fiero.
9Eran Hagen de Tronje2 y su hermano el bravo Dánkwart; el señor Ortwin de Metz, los margraves Gere y Éckewart y también Vólker de Alzeye, a quienes sobraba el coraje.
10Rúmolt, el maestro de cocina, era un excelente guerrero; Síndolt y Húnolt, que debían ocuparse de la corte y de su fama, eran vasallos de los tres reyes junto con otros muchos caballeros que no puedo enumerar.
11Dánkwart era mariscal3, mientras que su pariente, el señor Ortwin de Metz, era senescal4 del rey. Síndolt, el bizarro guerrero, era escanciador, y Húnolt, chambelán5, dignos todos ellos de desempeñar los más dignos empleos.
12Sería interminable dar cuenta del esplendor de la corte, de sus vastos dominios, de su elevada grandeza y de su caballerosidad, cultivada con viva alegría a lo largo de toda su vida por aquellos nobles señores.
13Este fue el sueño que Crimilda soñó: vio cómo un halcón hermoso, salvaje y fuerte, que ella había amaestrado, era despedazado por dos águilas. Nada había en la tierra que pudiera causarle mayor dolor.
14Contó este sueño a su madre, la reina Ute, quien no pudo encontrar mejor explicación que la siguiente: «El halcón que amaestrabas era tu noble esposo. Si el Señor no lo protege, lo habrás de perder muy pronto».
15«¿Qué me dices de un esposo, mi queridísima madre? Quiero permanecer por siempre libre del amor de un guerrero. Deseo permanecer doncella como hoy hasta el día de mi muerte. Así no tendré que sufrir por el amor de ningún hombre».
16«No lo asegures tan pronto», le respondió su madre. «Si alguna vez sientes en este mundo la dicha en tu corazón, será por el amor de un hombre. Serás una buena esposa, si el Señor algún día te concede por marido a un digno y buen caballero».
17«No sigáis hablando así, mi muy querida madre», le contestó Crimilda. «Muchas veces se ha visto cómo muchas mujeres han tenido al final que pagar la dicha con sufrimiento. Quiero evitar las dos cosas para que nunca se cebe en mí la desgracia».
18Renunciaba Crimilda por entero al amor en su pensamiento. Así vivió muchos días felices la muy virtuosa doncella sin conocer a nadie que despertara su afecto. Pero tiempo después se convertiría en la orgullosa esposa de un valiente guerrero.
19Era aquel el mismo halcón que viera en sueños y cuyo significado le había explicado su madre. ¡Grande sería la venganza que ella se cobraría en sus parientes más próximos, aquellos que lo matarían! Por la muerte de un solo hombre habrían de morir los hijos de muchas madres.
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1Ni este título ni la primera estrofa de este canto se encuentran en el manuscrito B, que es el que seguimos, sino que están tomados del manuscrito C.
2Posiblemente una localidad cercana a Worms en los montes Hunsrück, también conocida antiguamente como Troneck o Troneg.
3Persona que se ocupaba de aposentar la caballería. Pasó a ser título hereditario de nobleza.
4El senescal o mayordomo dirigía las tropas en la guerra. Era el jefe o cabeza principal de la nobleza.
5Noble que acompañaba y servía al rey en su cámara. Estos cuatro empleos: mariscal, senescal, escanciador y chambelán, eran los más importantes que se podían desempeñar en la corte en época de los Otones.
Canto II
De Sigfrido
20
RECÍA POR AQUEL ENTONCES en Niderlandia6 el hijo de un noble rey, cuyo padre se llamaba Sigmundo y su madre Sigelinda. Vivían en una famosa y poderosa ciudad en el país del Rin que se llamaba Xanten.
21Sigfrido se llamaba aquel noble y bravo campeón. Recorrió muchas tierras extranjeras en las que puso a prueba su fuerza y su valor. ¡Muchos bravos guerreros hallaría entre los burgundios!
22De sus mejores tiempos, de los años jóvenes de Sigfrido, se podrían contar muchas maravillas, de cómo fue creciendo en nobleza y bizarría. Muchas hermosas damas se enamorarían de él.
23Fue educado con el cuidado que correspondía a su rango; mas el porte señorial fluía de su interior. Por él más tarde el reino de su padre acrecentaría su fama, pues en todas sus acciones se reflejaban las virtudes del caballero perfecto.
24Por fin llegó la edad de presentarse en la corte. Todos ansiaban conocerlo; muchas damas y doncellas deseaban que su voluntad se fijase en ellas. Muchas se prendaron de él: bien lo advertía el joven caballero.
25Rara vez se permitía al joven salir a cabalgar sin acompañamiento. Sigmundo y Sigelinda ordenaron que vistiera elegante ropaje, y muchas personas sabias, entendidas en cuestiones de hidalguía, también se ocupaban de él para que fuera, así, merecedor de su pueblo y de su tierra.
26Pronto adquirió la fuerza para poder portar armas, una fuerza que para aquel menester él poseía en exceso. Comenzó a cortejar bellas damas; era un honor para ellas corresponder al intrépido Sigfrido.
27Por entonces anunció su padre, el rey Sigmundo, su deseo de celebrar una gran fiesta con sus amigos queridos. La noticia se extendió a las tierras de otros reyes. Regaló el rey ricas ropas y caballos a los suyos y a los extranjeros.
28Dondequiera que se encontrase a algún joven noble que en virtud de su linaje pudiera ser caballero, se lo invitó a la fiesta del reino. Después todos ellos, con el joven Sigfrido, serían armados caballeros.aballeros.
29Muchas maravillas se podrían relatar de aquella fastuosa fiesta. Sigmundo y Sigelinda vieron acrecentada su fama, pues fueron muy generosas sus dádivas. Por aquella razón muchos extranjeros cabalgaron a su reino.
30Cuatrocientos escuderos recibirían sus ropas de gala para ser caballeros junto al joven Sigfrido. Muchas hermosas doncellas no cesaron de coser, pues era muy grande el afecto que sentían por el joven rey.
31Tal y como correspondía, habían bordado muchas piedras preciosas sobre ribetes de oro para poderlos colgar en los ropajes de los gallardos caballeros. El anfitrión real hizo preparar asientos para todos aquellos bravos guerreros, para que en el solsticio estival7 Sigfrido fuese armado caballero.
32Más tarde se dirigieron a la catedral muchos nobles escuderos y honorables caballeros. Tal y como dictaba la costumbre, los mayores acompañaron a los inexpertos jóvenes como a su vez sus padres habían hecho en el pasado con ellos. Los jóvenes disfrutaron de muchos entretenimientos y de diversiones sin cuento.
33Se celebró una misa para honrar al Señor. Fue inmensa la multitud agolpada para ver cómo los jóvenes eran armados caballeros, según dicta el uso caballeresco, con un esplendor tan grande como jamás se viera antes.
34A continuación corrieron hacia el lugar donde se encontraban muchos caballos ensillados. En la corte de Sigmundo el estruendo de las justas era tal que hacía temblar las salas y el palacio entero: tan formidable era la barahúnda que armaban aquellos animosos guerreros.
35Tan violento era el choque entre los más avezados y los más inexp...