Ser loco sin estar loco
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Ser loco sin estar loco

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Ser loco sin estar loco

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Qué es la locura no es muy difícil decirlo, lo difícil es pensar cómo es que no estamos locos. Por qué no alucinamos si el lenguaje está fermentando en nuestra cabeza y cómo es que no deliramos si es que continuamente interpretamos el mundo con la torsión de nuestro deseo. No estaba muy errado Raymond Queneau cuando suponía que el primer hombre habría sido un mono que se volvió loco. El lenguaje lo hace todo, desde enloquecernos hasta deshacernos de nuestros padecimientos, desde soñar hasta imaginar, hacer vibrar las palabras en el amor hasta congelarlas en el odio inveterado. El lenguaje lo hace todo, todo menos uno: gozar.La lección antisegregativa de Jacques Lacan es que se puede ser psicótico sin ser loco. Y extendiendo nuestras posibilidades idiomáticas diremos mejor que es posible ser loco sin estar loco. Solo el psicoanálisis contempla la extraordinaria alternativa de una locura sin locura.

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Information

CAPÍTULO II

Investigaciones analíticas

Deutsch y la ficción identificatoria. Kernberg al borde del vacío. Green y blanche. Lacan, un viaje por los fenómenos elementales sutiles. Un daño en el sentimiento de vida. El dejar-caer-el-cuerpo
Es sabido que fueron los posfreudianos quienes anticipadamente empezaron a trabajar en las elaboraciones continuas y no tanto discontinuas de las estructuras. Melanie Klein, Donald Winnicott, Otto Kernberg, André Green; cada uno con su estilo fue situando formas intermedias entre la psicosis y la neurosis, a la vez que señalaron aspectos subclínicos de la estructura psicótica. Veremos aquí, en el pasaje por algunos de estos autores, algo que emerge de manera espontánea y que ya ha sido señalado por otros psicoanalistas: un punto de vacío. (31) Antes de arribar a ellos realizaremos un sucinto recorrido sobre las elaboraciones de Heléne Deutsch acerca del mecanismo denominado como sí.

Deutsch y la ficción identificatoria

Heléne Deutsch (1884-1982) es quien acuña el término “como si”, (32) para dar cuenta de algunas formas prodrómicas de esquizofrenia. Es preciso recordar que es un concepto extraído de la filosofía de las “ficciones” (Als ob) de Vaihinger, muy de moda en ese momento (1934). Se refiere entonces a un trastorno emocional que compromete tanto la relación del individuo con el mundo exterior como la relación con su propio yo. Ambos lazos están empobrecidos. El paciente puede sentirse cambiado y quejarse de no sentir nada o de que todo le parezca irreal, puede quejarse de que “los objetos no son más que sombras y los seres humanos y los acontecimientos le parecen irreales y teatrales”. Asimismo, hay una precisión que realiza Deutsch en donde diferencia la “despersonalización” de la personalidad “como si”. En la segunda, el sujeto no los percibe como trastornos. Justamente está integrado a su personalidad y al modo en que se produce ese particular mecanismo de identificación.
“El único motivo para utilizar un término tan poco original [como si] es que todo intento de comprender la manera de sentir y el modo de vida de este tipo de persona produce en el observador la ineludible impresión de que toda su relación con la vida presenta una característica que describiríamos como falta de autenticidad y, sin embargo, exteriormente es “como si” fuera completa […] La persona parece normal, y nada en ella sugiere un trastorno, dado que la conducta no es insólita. La capacidad intelectual parece intacta y las expresiones emocionales son adecuadas y bien ordenadas. A pesar de todo ello, algo intangible e indefinible se interpone entre esa persona y sus semejantes e invariablemente surge la pregunta: ‘¿Qué le pasa?’”.
A la primera impresión de normalidad se sigue la repetición de prototipos sin ninguna huella de originalidad. Se trata de expresiones meramente formales cuya experiencia interna está completamente excluida (el insight, podríamos decir). “Es algo así como la representación de un actor cuya técnica es perfecta pero que carece de la chispa necesaria como para que sus personajes tengan verdadera vida”. Refiriéndose a un paciente Deutsch dirá que para ella “no existe diferencia alguna entre sus formas vacías y lo que los demás realmente sienten”. Actitud que debemos contrastar con los individuos que por una u otra razón reprimen. Es lo que el mismo psicoanálisis revela, no se trata de una represión sino de una “verdadera pérdida de carga objetal” muy afín a la naturaleza imitativa del niño. La identificación al mundo circundante y su aparente adaptación buena a la realidad de estos como si, se realiza en el fondo sin una catexis libidinal. Presentan también una actitud completamente pasiva frente al medio, con una facilidad muy plástica para percibir señales del mundo exterior, y adaptar la propia conducta a ellas. La identificación con lo que los demás piensan y sienten es expresión palmaria de esta plasticidad pasiva, lo cual permite que la persona haga gala de una tremenda fidelidad y de la más vil perfidia.
Resumiremos entonces tres características del cuadro:
1) El carácter adhesivo [Klebrigkeit, pegajoso] que la persona “como si” imprime a todas sus relaciones, pero en cuanto se presenta la primera oportunidad, el objeto previo es reemplazado por otro y el proceso se repite una vez más. Esto los hace carentes de carácter: sus ideales y convicciones son más que reflejos de otra persona puesto que se ligan con gran facilidad a grupos sociales, éticos y religiosos. “… tratan mediante este recurso de dar contenido y realidad a su vacío interior y de establecer por medio de la identificación la validez de su existencia”. Subrayamos esta última frase pues vale apreciar aquí que se trata de esas identificaciones que asientan, diría Jacques Lacan, sobre un fondo de “insuficiencia de la vitalidad humana” (La familia, 1938). En la conferencia que dictara Deutsch treinta años después (Aspectos de las personalidades “Como si”, 1965) hará referencia a una “pseudofidelidad al objeto” que se manifiesta por “la manera de engancharse al objeto el tiempo que dura la identificación”.
2) La sugestionabilidad: a diferencia de la sugestionabilidad histérica para quien el objeto posee una carga erótica, en la personalidad “como si” hay una pasividad y una identificación de tipo autómata.
3) Tendencias agresivas completamente enmascaradas por la pasividad: “aire de bondad negativa” –dirá-, una leve afabilidad que se convierte fácilmente en maldad.
Rescatemos también uno de los casos descriptos en el segundo artículo, en donde se refiere a una niña que había desarrollado una “forma vacía” del Edipo. Esta apreciación no es menor, ya que nos lleva a enfatizar aquellos relatos escuchados en nuestros consultorios en donde está bien presente la arquitectura edípica, pero vaciada de su contenido formal, es decir, desalojada de su eficacia simbólica. Nos ahorraremos aquí las elaboraciones teóricas de la autora, si bien añadiremos que la “impresión personal” (vale decir el diagnóstico contratransferencial) y la “tendencia psicótica en la familia” le hacen pensar en que se debe en algunos casos al inicio de un proceso esquizofrénico. En un grado que es preciso destacar, el proceso esquizofrénico pasa por una fase “como si” antes de instalarse en el delirio, con lo cual es menester el estudio psicoanalítico de los estados prepsicóticos que contemplan esta personalidad. Finalmente, la autora vacila entre la neurosis y la psicosis al entender que tales trastornos emocionales “representan variaciones en la serie de las personalidades distorsionadas anormales”, en donde sin ser formas aceptadas de neurosis, poseen una “adaptación a la realidad […] demasiado buena como para llamarlos psicóticos”.
Viene a estos propósitos recordar en “Respuesta al comentario de Jean Hyppolyte…”, en los Escritos, que Jacques Lacan introducirá ahí el término “cercenamiento” para hablar de la Verwerfung freudiana a propósito del caso del Hombre de los Lobos.
“Su efecto, dice Lacan, es una abolición simbólica. Pues cuando Freud ha dicho… ‘cercena la castración’ (ya agrega a ello… ‘y permanece en el statuo quo del coito anal’), continúa: ‘con ello no puede decirse que fuese propiamente formulado ningún juicio sobre su existencia, pero fue exactamente como si nunca hubiese existido’”. (33)
Es bien conocido que Jacques Lacan menciona a Deutsch en su Seminario sobre Las psicosis (1955-56) por haber destacado no sólo el lugar del mecanismo del “como si” en las esquizofrenias sino en el modo de compensación imaginaria que, operando a nivel del Edipo ausente, le permite al sujeto en cuestión darse una forma viril sin el Nombre del Padre. (34) Forma de compensación privilegiada en la psicosis y que más adelante en su Seminario apelará bajo la forma de una “alienación radical” no ligada a un “significado anonadante” sino a un “anonadamiento significante”:
“Esta desposesión primitiva del significante, será lo que el sujeto tendrá que cargar, y aquello cuya compensación deberá asumir, largamente, en su vida, a través de una serie de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la impresión de qué hay que hacer para ser hombre. Así es como la situación puede sostenerse largo tiempo; como los psicóticos viven compensados, tienen aparentemente comportamientos ordinarios considerados como normalmente viriles, y, de golpe, Dios sabe por qué, se descompensan”. (35)
Respecto a las “identificaciones conformistas” Lacan en “Los complejos familiares…” expresa claramente que en la fase fecunda del delirio lo que se derrumba es ese conformismo narcisista “superficialmente asumido”, agregará, “mediante el cual el sujeto ocultaba hasta el momento el narcisismo de su relación con la realidad”. (36) Lectura que podemos retomar bajo la última enseñanza de Lacan, no ya bajo las claves del desencadenamiento psicótico o de la forma de quiebre de la estructura, sino más bien sobre el presupuesto lógico acerca de qué evitaba hasta entonces su fracaso, o bien, cuáles eran las insignias (S1) que soportaban previamente su mundo.

Kernberg al borde del vacío

Otto Kernberg, médico psiquiatra y psicoanalista (miembro de la Asociación Psicoanalítica de los Estados Unidos), es conocido por su contribución al desarrollo y categorización de los “estados fronterizos” o “borderline”. Desde el modelo de la psicología del yo y de las relaciones de objeto, fue quien delineó con mayor esmero los aspectos psicológicos vinculados con la falta de profundidad emocional o la incapacidad para empatizar de estos pacientes. A nuestro modo de ver, no hizo más que recoger el guante de aquella investigación que fuera iniciada tempranamente por Wilhelm Reich con su Charakteranalyse (1933). No obstante, nos interesa acentuar dentro de la investigación de Kernberg lo que llama, en muchos de sus casos fronterizos, la “vivencia subjetiva de vacío”:
“Hay pacientes que describen una dolorosa y perturbadora experiencia subjetiva que con frecuencia denominan sensación de vacío. En los casos típicos, es como si ese vacío fuera su modalidad básica de vivencia subjetiva, de la cual tratan de escapar participando en un cúmulo de actividades o en desenfrenadas interacciones sociales, ingiriendo drogas o alcohol o buscando gratificar sus instintos mediante el sexo, la agresión, la comida o quehaceres compulsivos, que aparatan la atención de su vivencia interna. Otros pacientes, en cambio, parecen sucumbir a esta experiencia de vacío y adquieren un estilo de vida mecánico, pasando por las distintas actividades cotidianas con una sensación de irrealidad o un desvanecimiento de toda vivencia subjetiva, de manera tal que dan la impresión de fusionarse con su entorno inmediato, sea humano o inanimado”. (37)
La mecanización de la vida interna o del mundo circundante forma parte de esa vivencia de vacío, lo que los aproxima a la depresión, pero una depresión que podríamos calificar sin culpa. Si lo que predomina es la indiferencia respecto de los otros, la personalidad borderline se compondrá de rasgos esquizoides, mientras que en los narcisistas la experiencia de vacío estará dominada por fuertes sentimientos de hastío o desasociego. (38) El uso de los tóxicos como el alcohol o las drogas pueden servir, sobre todo en las personalidades tipo narcisistas -según Kernberg- para “reabastecer” (término destacado por el autor) el sí-mismo grandioso y asegurar su omnipotencia y protección contra un entorno potencialmente frustrante y hostil que no ofrece gratificaciones ni admiración.
Si recorremos el arco en el que se despliegan los trastornos de la personalidad y los pacientes borderline incluidos en esta categoría, no nos costará demasiado hallar tipos clínicos conocidos como la histeria o la esquizofrenia, pasando por esas formas melancólicas conforme a un arreglo de personalidad –que algunos clínicos alemanes calificarían como psicopatías. (39) Nos quedamos en el polo de la psicosis para evitar dispersarnos de nuestros propósitos, pero no queremos dar por obvio lo que consideramos constituye una diferencia en un orden de discontinuidad estructural, todo dicho bajo la fórmula “vivencia subjetiva de vacío”. Pero sus efectos no son los mismos, a saber: la falta que instaura de manera patética el anhelo de completitud no es la pulsación infernal que existe entre el vacío y lo lleno, entre la evacuación y la plenitud o, si se q...

Table of contents

  1. Portadilla
  2. Agradecimientos
  3. Prefacio
  4. CAPÍTULO I Antecedentes difusos de una clínica de lo discreto
  5. CAPÍTULO II Investigaciones analíticas
  6. CAPÍTULO III Propuestas
  7. CAPÍTULO IV La psicosis piensa el psicoanálisis
  8. CAPÍTULO V La psicosis piensa el psicoanálisis (2da. parte)
  9. CAPÍTULO VI Tratamiento posible no es terapéutica
  10. Epílogo o cómo hablar seriamente
  11. Bibliografía