Tu crítico interior se equivoca
eBook - ePub

Tu crítico interior se equivoca

Y algunas otras verdades sobre la creatividad

Danielle Krysa, Martha Rich, Darío Giménez Imirizaldu

Share book
  1. 136 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

Tu crítico interior se equivoca

Y algunas otras verdades sobre la creatividad

Danielle Krysa, Martha Rich, Darío Giménez Imirizaldu

Book details
Book preview
Table of contents
Citations

About This Book

En el trabajo creativo, no hay crítico más despiadado que uno mismo. Es hora de plantar cara a tu crítico interior y enseñarle unas cuantas verdades.1-Todo el mundo es creativo2-Las excusas son el enemigo3-Las etiquetas son para las conservas, no para las personas4-La hoja en blanco puede deslumbrarte5-La envidia es un semáforo en verde6-Tu crítico interior es un cretino7-Nadie puede arrebatarte el lápiz de las manos8-Del fracaso surge la genialidad9-Crear en el vacío es un asco10-Los bloqueos están para romperlosSi eres una persona creativa (y sin duda lo eres, como afirma la verdad número 1), descubrirás que todo lo anterior es cierto aunque tu yo más negativo persista en bloquearte y dejar tu mente en blanco. ¡Aprende a aceptar estas 10 máximas como parte de tu proceso artístico y verás cómo tu trabajo avanza a pasos agigantados!

Frequently asked questions

How do I cancel my subscription?
Simply head over to the account section in settings and click on “Cancel Subscription” - it’s as simple as that. After you cancel, your membership will stay active for the remainder of the time you’ve paid for. Learn more here.
Can/how do I download books?
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
What is the difference between the pricing plans?
Both plans give you full access to the library and all of Perlego’s features. The only differences are the price and subscription period: With the annual plan you’ll save around 30% compared to 12 months on the monthly plan.
What is Perlego?
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Do you support text-to-speech?
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Is Tu crítico interior se equivoca an online PDF/ePUB?
Yes, you can access Tu crítico interior se equivoca by Danielle Krysa, Martha Rich, Darío Giménez Imirizaldu in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Personal Development & Mental Health & Wellbeing. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Illustration

CAPÍTULO 1
TODO EL MUNDO ES CREATIVO

“Las verdades del arte. Uno: el arte es divertido. Dos: el arte es creativo. Y tres: el arte es hermoso. ¡Arte!” Esmé, seis años.
Sabias palabras de una niña superlista. Ya te dediques a pintar, a cantar o a bailar, estoy segura de que recuerdas haber experimentado esa sensación de alegría, aunque ahora parezca que se ha disipado un poco. Por eso necesitamos que niñas listas como Esmé nos recuerden que todo el mundo —y me refiero a todo el mundo sin excepción— es creativo.
Eso es así. Todos y cada uno de nosotros nacemos con imaginación y con una necesidad de hacer cosas, cosas como fuego, ciudades, pasteles, libros, zapatos, huertos o el desayuno. Hay una cantidad incontable de maneras de ser creativo. Fíjate en ti, por ejemplo. Vivas o no una vida creativa, quieres vivirla. Si no fueras una persona creativa, jamás habrías escogido un libro sobre “tu crítico interior” y “otras verdades sobre ser creativo”.
Ojalá me hubiesen dado un euro cada vez que alguien me ha dicho: “¿Yo? No, yo no soy creativo”. Sería multimegamillonaria. La cuestión es que no son ellos en realidad quienes lo dicen, sino el muy cretino de su crítico interior. Vale, sí, a lo mejor hace muchísimo tiempo que no has hecho nada, pero eso no significa que no seas creativo. Lo que significa es que, en algún punto del trayecto, se te empezó a dar muy bien lo de contestar: “¿Yo? No, yo no soy creativo” (¡cling-cling, otro euro que me llevo!). Si es así como te sientes, vamos a cambiar eso.

BUSCAR LA DIVERSIÓN

Voy a pedirte que respires hondo, que relajes los hombros y que pienses en cuando eras pequeño, en una época en la que dibujabas, escribías, cantabas y montabas obras de teatro con el único fin de pasarlo bien.
Ah, aquellos tiempos sí que molaban. Éramos completamente libres en términos creativos. Pegábamos macarrones y plumas con pegamento de purpurina porque sabíamos que nos iba a quedar estupendo. Nos fabricábamos libros caseros solo porque teníamos una historia que contar. No había presión por publicar ni necesidad alguna de preocuparnos por las tendencias que dominaban ese año las galerías de arte. Aquello era antes de que a ninguno nos preocupase entrar en la escuela de Bellas Artes ni que pudiesen escribirse críticas sobre nuestras obras.
Dicho todo lo cual, no todo el mundo tiene recuerdos dichosos y cálidos de la creatividad infantil. Y yo tengo una teoría al respecto. No quiero adelantar acontecimientos (ver capítulo 7, “Nadie puede arrebatarte el lápiz de las manos”), pero a lo mejor uno de los motivos por los que la gente se dice a sí misma: “¿Yo? No, yo no soy creativa” es porque antes se lo ha dicho otra persona. Tal vez un profesor cascarrabias de primero enseñó a la clase entera tu obra maestra de macarrones y plumas tildándola de cutrerío con purpurina. Esas cosas me ponen furiosa. Y debéis saber que ese tipo de historias son tremendamente habituales.
Illustration
“Todo niño es un artista. La dificultad está en seguir siéndolo cuando nos hacemos mayores.” Pablo Picasso.
¿Eres artista?
Yo hago a menudo esa pregunta. Por lo general, la respuesta consiste en una pausa y una mirada ligeramente inexpresiva. En ese momento, casi puedo oír el diálogo interior: “Hummm... ¿Artista? Bueno, no. Hago cosas. A veces. Pero ¿‘Artista’, con a mayúscula? Me gustaría decir que sí, pero me da pavor”. En cambio, lo que suele salir de la boca del preguntado es: “Ejem... Bueno, no. En realidad, no”. Debo señalar que esta respuesta y esas miradas inexpresivas me las dan siempre adultos. Cuando hago la misma pregunta a niños, la respuesta es muy distinta. Algo así como esto:
Yo: “¿Tú eres artista?”.
Niño: “Sí”.
Sin titubeos. Sin pensárselo dos veces. Nunca han vendido un cuadro ni publicado un relato, pero no tienen ningún problema en responder con un potente y rotundo sí. Y aquí va otro dato todavía más interesante: ni siquiera los artistas profesionales contestan siempre a esa pregunta con confianza. En mi primer libro, Creative Block, entrevisté a quince artistas profesionales de trayectoria muy consolidada y les pregunté qué les parecía definirse como “artista”. Aquí van un par de sus respuestas:
Jessica Bell (artista multimedia canadiense)
P: ¿Qué impresión te suscita definirte a ti misma como artista?
R: La “impresión” de que soy artista se me escapa bastante, más o menos como la impresión de ser adulta. Pero otra gente me dice que soy artista y yo misma me lo digo, independientemente de esa impresión.
Camilla Engman (pintora/ilustradora sueca)
P: ¿Cuál fue la primera vez que de verdad te sentiste artista?
R: Sigo teniendo mis dudas.
Tal vez sea la modestia la que responde en estos casos, pero ¿no es curioso que no surja un “sí” con rapidez y facilidad? No obstante, hay algo reconfortante en saber que incluso estas artistas profesionales tienen que convencerse a sí mismas de que merecen ese título. Puede que calificarse a uno mismo de artista sea algo que haya que trabajarse, en un sentido bastante literal. Yo he empezado a ensayar delante del espejo: “Sí, soy artista. ¿Soy artista del collage?”. Nota mental: la próxima vez intenta que no suene como una pregunta. Trey Speegle, un artista de gran éxito afincado en Nueva York y que ha trabajado en proyectos con Stella McCartney y Michelle Obama, me contó una historia sorprendente sobre “cómo ganarse el título”. Así es como aprendió Trey a usar ese título que empieza por “A”:
Cuando tenía diecisiete años, conseguí un trabajo en una revista. Todavía iba al instituto. A los diecinueve era director de arte y, a los veintiuno, de algún modo, acabé en Nueva York y en Vogue. A mediados de los ochenta era amigo de muchos artistas, fotógrafos y performers de Nueva York, pero yo tenía un trabajo “de verdad”, así que seguí manteniendo mi práctica artística al margen de mi trabajo diario. Un día heredé de un amigo fallecido una colección de láminas de pintura, de esas que se van coloreando según los números, y empecé a combinarlas con las piezas artísticas con textos que hacía yo por entonces. Ahí fue cuando me di cuenta de que nunca se me había pasado siquiera por la cabeza definirme a mí mismo con ese título que empieza por ‘A’. Tenía tantísimos amigos artistas, como Keith Haring, Kenny Scharf, etc., que la verdad es que no podía considerarme como tal en serio.
Creo que la primera vez que lo asumí fue al rellenar uno de esos formularios que te dan cuando aterrizas en los Estados Unidos. Escribí “artista” en el apartado de “Profesión”. Estaba convencido de que el agente de inmigración me iba a calar y me iba a pedir que lo demostrase. Y seguí haciendo esas cosas una y otra vez hasta que por fin pude decirlo en voz alta: “Soy artista”. No importa si los demás piensan o no que seas un artista; si tú lo crees y lo dices, entonces lo eres. Así funciona.
Sí. Eso es lo que voy a hacer en mi próximo vuelo, fijo. Y lo voy a escribir sin interrogantes.

MUCHO ESTÍMULO O MÁS BIEN POCO

Las personas que tenemos más cerca durante nuestra primera infancia son quienes nos otorgan nuestra confianza creativa, sean o no conscientes de ello. Cuando yo tenía tres años, mi madre (que es una pintora consumada) me dejaba usar sus pasteles grasos, algo arriesgado para una niña de preescolar, pero siempre fue muy generosa con su material de pintura, sin importar el desbarajuste que yo pudiera causar. Un día hice un dibujo de un pájaro enorme posado en un árbol diminuto. Cuando le estaba dando los últimos toques (un sol pequeñito en la esquina superior izquierda, por supuesto), mi padre asomó la cabeza por encima de mi hombro para echarle un vistazo. Cogió el dibujo y dijo: “Vaya, vaya. Vamos a tener que enmarcarlo”. Preparó todas las herramientas y materiales con los que enmarcaba los cuadros de mi madre y le puso a mi obra maestra un marco dorado chulísimo. Lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer. Me acuerdo del orgullo descomunal que sentí. Y recuerdo haber pensado “Ahora sí que soy una artista de verdad”, de habérmelo creído. Está claro que los marcos dorados que te ponen tus padres tienen mucho poder. Hoy sigo teniendo ese dibujo colgado en mi estudio y me sigue pareciendo fantástico.
Illustration
También los profesores ejercen una influencia enorme. Una vez vi una charla de Ian Wallace, reputado artista canadiense, en la Universidad Emily Carr de Vancouver. Nos habló del momento en el que pensó por primera vez que cuando fuese mayor podía ser artista. En 1953, Ian tenía nueve años y su familia estaba a punto de mudarse fuera de su pueblo. A él siempre le habían gustado las clases de arte en el colegio, pero tampoco les había prestado mucha atención. Su profesora, en cambio, sí que vio en él un gran potencial, así que la clase entera, como regalo de despedida, le obsequió con un equipo completo de material para pintar al óleo. Un equipo de verdad. Para adultos. Hasta ese momento, a Ian no se le había ocurrido que alguna vez pudiese “ser artista”. Aquella profesora tan sumamente alentadora y aquel juego de pinturas al óleo fueron el punto de partida de la larga y exitosa trayectoria profesional de este influyente artista canadiense.
Por desgracia, no todo el mundo recibe ese tipo de ánimos y atención . Cuando se carece de apoyo o de estímulo desde temprana edad, es difícil mantener viva la llama de ese fuego creativo. El apoyo, o la ausencia de este, puede marcar una diferencia pasmosa a la hora de vernos a nosotros mismos como personas creativas. Sí, ya sé que a uno no debería importarle lo que digan u opinen los demás sobre su trabajo, pero somos humanos y cuesta sustraerse a ello. De pequeños usábamos la imaginación con total confianza, pero en el momento en que otra persona vino a decirnos que nuestras creaciones no eran lo bastante buenas o que “Ejem... Me parece que se te va a dar mejor el deporte que el arte”, esa influencia externa empezó a alterar nuestra manera de vernos como seres creativos. Debido a ello, muchos renunciamos a nuestras búsquedas creativas demasiado pronto, demasiadísimo.
Más adelante volveremos a hablar de estas pequeñas críticas externas no deseadas; las menciono aquí con el único fin de decirte que si no crees ser creativo porque alguien así te lo dijo hace años, está en tu mano regresar a los tiempos en los que ser creativo era pasarlo bien de verdad. Aquí tienes unos cuantos proyectos que te harán revivir esos momentos de inmediato.

Proyectos recuperados del cajón de la guardería

• Macarrones a la obra maestra: hazte con un paquete de pasta corta (macarrones, espirales, lacitos... ¡Algo que sea divertido!), pompones, plumas, purpurina (cualquier cosa que tengas por casa o que puedas encontrar en un todo a cien), cartón o cartulina y —lo más importante— ¡pegamento! No hace falta que diga nada más, ¿verdad? Que empiece la magia.
• Expedición de recolecta: sal a dar una vuelta en busca de objetos que puedas llevarte a casa (piedras, tapones de botellas, flores y hojas que puedas secar entre las páginas de un libro). Apila o distribuye sobre un papel todo aquello que has encontrado y luego fotografía tu composición. Puedes dejarlo así, tal cual, o puedes usar esa foto de la parafernalia recolectada como punto de partida para crear un collage, una pintura, una escultura, un relato o un poema.
• Dibujar con tortitas: hazte con un embudo o manga pastelera y una sartén. Vierte la masa de tortitas en la sartén y dibújate el desayuno. Puedes dibujar animales, flores, la Torre Eiffel... ¡Lo que sea! Lo genial de este divertido proyecto para el desayuno del fin de semana es que, aunque te quede horroroso, siempre estará sabroso. Añade nata a placer.
Illustration
• Retrato a ciegas: puedes autorretratarte con un espejo o retratar a un amigo. Contempla tu reflejo en el espejo (o mira a tu amigo) y dibuja lo que ves sin mirar al papel. Si quieres complicarlo todavía más, no levantes el rotulador del papel. Te quedará rarísimo y no se parecerá en nada a tu modelo, pero esa es un poco la idea. No se pretende que quede perfecto; de hecho, eso es imposible. Es una actividad divertida para hacer en una cena con amigos, con unas copas.
Pues ahí lo tienes: ¡el arte es diversión! No hay reglas ni manera alguna de que cometas un “error”. Todos estos proyectos existen por el puro placer de crear. Sin presiones. A lo tonto. Una excusa para abrir una caja nueva de ceras de colores. Y sin que haya por ahí ninguna maestra cascarrabias de primaria que te dé su opinión sin haberla pedido.

NO EXISTE EL “DEMASIADO TARDE”

Son demasiadas las veces que me encuentro gente que me dice: “Ojalá no hubiese dejado el arte (o el baile, el teatro, la escritura, la música), pero ya es demasiado tarde”. ¡¿Qué?! ¿Por qué? No me creo eso ni por asomo. Hay mucha gente de increíble talento que no alcan...

Table of contents