CAPÍTULO IV
INDUSTRIA CULTURAL Y STAR SYSTEM
“The function of the radio is to supply transitory entertainment, while the phonograph may be counted on to preserve indefinitely the musical or other selections that have an appeal through their entertaining qualities. I recall very well that when the phonograph first became popular it was feared it would do away with grand opera, and the motion picture was supposed to ring the knell of theater. But these things have not happened.”
“La función de la radio es ofrecer entretenimiento transitorio, mientras que el fonógrafo puede preservar indefinidamente las selecciones musicales o de otro tipo que tienen un atractivo a través de sus cualidades de entretenimiento. Recuerdo muy bien que cuando el primer fonógrafo se hizo popular se temía que acabaría con la gran ópera, y el cine se suponía que anunciaría el fin del teatro. Pero estas cosas no han sucedido.”
Holwell Davis
Vicepresident of the Victor Taking Machine Company
La moda del tango que cautivó a Europa y Estados Unidos difícilmente hubiera sido tan exitosa si no iba acompañada por la expansión de un nuevo producto técnico: el disco de pasta. La invención del fonógrafo y el gramófono a fines del siglo XIX cambió las percepciones del “escuchar música”; ya no se trataba de estar presente mientras otros interpretaban un repertorio musical, y de leer música para poder ejecutarla en el tradicional piano. Los modernos soportes sonoros cambiaban el modo de disfrutar de la música, simplemente podía oírsela, sin necesidad de trasladarse a un teatro, ni siquiera requería de un capital cultural determinado. Esta invención se difundió a un paso raudo durante los primeros años del siglo XX y su producción se expandió a los más diversos países.
Desde nuestro punto de vista, la difusión del tango (y de otras nuevas formas de bailes) tuvo estrecha relación con el arribo de las nuevas tecnologías del entretenimiento tales como el gramófono y el fonógrafo. Surgidos de la invención de Tomás A. Edison y Emile Berliner, la comercialización de los nuevos reproductores de sonido tuvo la utilidad de ampliar el universo de la música y acelerar el proceso de reproducción del mundo de las diversiones. Los primeros años fueron de experimentación sonora: el aparato era conocido como “la máquina de dictar” ya que grababa palabras y luego las reproducía, dado que fue ideado como forma de conservación de memoria dentro de la gran empresa. Posteriormente, el disco (de Berliner) remplazó al cilindro (la invención de Edison), y los aparatos adoptaron principalmente la función reproductora dejando de lado la grabadora. Originalmente, los usos del fonógrafo remarcaban sus posibilidades en educación, en la empresa y en las grandes tiendas en donde se difundía diferentes auspicios o se musicalizaba el ambiente.
Hacia la primera década del siglo, la expansión de los fonógrafos era impresionante. La Oficina de Comercio Exterior norteamericano solicitaba en sus anuncios que sus productores se pusieran en contacto con la Cámara de Comercio de diferentes ciudades europeas que estaban entusiasmadas en adquirir este tipo de máquinas para las oficinas de diversas empresas. Los fonógrafos a moneda ya se habían probado y la nueva sensación de 1903 era una máquina de pasar películas que acompañaba el funcionamiento de un fonógrafo. En 1905, las publicidades de Victor Talking Machine y Edison Phonographs poblaban las páginas de los diarios. Los cilindros valían un dólar mientras los aparatos de Edison se vendían de diez a cincuenta dólares, y los de Víctor de quince a cien dólares. En los años siguientes se instrumentó la venta de dispositivos a crédito.
A comienzos del siglo XX y, particularmente, con las grabaciones de Enrico Caruso se abrió un nuevo mundo comercial que permitía acercar a las familias no solo las músicas ya conocidas sino también los nuevos y exóticos ritmos que se importaban desde diversos lugares. Como señala Pekka Gronow, las tres principales compañías de discos fueron muy activas en la expansión de la industria hacia el sur de Estados Unidos: “para 1917, los discos eran hechos en prácticamente todos los países de América Latina […] aunque las compañías europeas fueron más activas en Oriente” (Gronow, 1991, 123).
El fonógrafo era básicamente entretenimiento en el ámbito familiar o privado, tal como lo enfatizaban las publicidades. Al principio coexistía junto al piano sin demasiada competencia, ya que era música para ser practicada y el fonógrafo implicaba una situación pasiva. Pero la comodidad del aparato desplazó al instrumento hacia fines de la década de 1910 (Laing, 1991).
Antes de terminar la primera década del siglo, estos dispositivos se hallaban en plena expansión y conquista de nuevos mercados. Desde 1906 en adelante, las publicidades de venta de gramófonos y fonógrafos hacían hincapié en los diferentes usos que tenían: generalmente se subrayaba la importancia de llevar la música al interior del hogar, la posibilidad de escuchar melodías conocidas y las novedades musicales. Además, se incorporaron los monólogos teatrales, religiosos y políticos como parte de las atracciones. La Victor Company y Columbia publicaron catálogos donde se exponían las últimas novedades musicales, y otros con los diversos modelos de aparatos. De hecho, la compañía Columbia editó, desde 1904, una revista especializada en difundir las novedades del catálogo de discos y modelos de gramófonos de la empresa, llamada Columbia Records.
En relación con las transformaciones de los aparatos de reproducción de sonido, estos pasaron de utilizar una manivela que incluyó, posteriormente, la ranura para monedas que permitían su instalación en lugares públicos como bares, clubes y confiterías hasta su electrificación en 1925. Desde 1900, la incorporación de la corneta externa evitaba la relación unívoca con el uso de los auriculares y posteriormente, en 1909, la caja de madera con un parlante incluido sirvió para agilizar la reproducción y el consumo de la música.
En estos primeros años, y dado el inicial auge de grabar voces y músicas, las empresas tenían un doble desafío económico: abaratar el precio de los instrumentos de reproducción y ampliar el mercado de grabaciones. En relación al primer punto, las compañías desarrollaron una serie de novedades en el formato de los aparatos, el tipo de reproducción y la calidad del sonido que se expresó en un amplio catálogo de modelos y precios. Desarrollaron, además, la instalación de tiendas de ventas sumadas a la venta por correo. El sistema de pago en cuotas vino a resolver inicialmente la expansión de los aparatos. Algunas firmas francesas llegaron a ofrecer un fonógrafo gratis con cien cilindros a un costo de ciento cincuenta francos o hasta en veintidós cuotas mensuales (Marty, 1987).
La competencia entre las principales empresas (Victor y Columbia) llegó a ser feroz. Ambas competían por imponer sus novedades en el mercado (cilindros vs. discos), conquistar nuevas plazas de ventas (Asia vs. América Latina), imponer los modelos más novedosos y difundir a los mejores artistas (Brook, 1999). En muchos casos llegaron a robarse adelantos técnicos o a artistas famosos. Este período de experimentación permitió que algunos músicos argentinos llegaran a Europa para grabar los primeros discos de música criolla y tango.
El sistema de difusión de los aparatos se apoyaba en una importante gama de estrategias de publicidad: catálogos, tarjetas, recordatorios y publicidades gráficas en diarios y revistas de interés general, además de la contribución que hacían a la difusión musical editoriales de partituras como fue el caso de Schirmer, Marks o Cohen, entre otras.
La novedad de escuchar sin ver implicaba una serie de disposiciones que no solo expresaban la posibilidad de escuchar música, discursos y palabras sin la presencia de los actores o ejecutantes, además planeaban una disponibilidad física de los oyentes inédita hasta el momento. No solo se escuchaba a repetición, lo cual introdujo la idea de versión, sonoridad, pronunciación y plan sonoro, sino además un repertorio interpretado de acuerdo a una calificación de alta o baja cultura. El hecho de la independencia de la música respecto de los oyentes, la soberanía de la elección musical, permitía la inclusión física del oyente en formas diferentes: simplemente escuchar, bailar y oficiar de seleccionador. En los primeros años del siglo XX, el fonógrafo de Edison ya era publicitado como uno de los mejores instrumentos de entretenimiento: “Los chicos quieren entretenimiento –lo necesitan–. Si no lo consiguen en casa irá a otro lugar por él. El más fascinante entretenimiento es el que ofrece el escenario, que se puede disfrutar en casa: su casa necesita un Fonógrafo Edison”, detallaba la propaganda. Música, baile, discursos, monólogos y las voces más destacadas del mundo de la ópera y la canción popular eran traídas hacia el hogar a través de este nuevo dispositivo. Desde una posición de la alta cultura burguesa, estos aparatos servían para fomentar el arte. Como lo señaló Mark Katz “el fonógrafo también ofreció a las familias pobres la posibilidad de oír música clásica” (1998, 456). En Norteamérica, el fonógrafo fue bienvenido entre aquellos que se denominaban amantes de la buena música, esto era la música clásica. Pero lo cierto es que no solo permitió escuchar la música culta, sino que dio la posibilidad de elegir entre un vasto repertorio de temas: la industria del fonógrafo fue el resultado de la elección, las innovaciones técnicas, las disposiciones preexistentes “[…] en donde los mecanismos económicos y tradiciones musicales se combinaron con los dispositivos musicales y técnicos” (Maisonneuve, 2006, 28).
En dos décadas, el fonógrafo llevó la música a diferentes lugares, poco a poco las grabaciones de escenas cómicas, discursos y declamaciones fueron desapareciendo y la música fue ampliando sus horizontes de ofertas.
1. Producción y mercado
En los Estados Unidos, la cantidad de establecimientos que producían fonógrafos y gramófonos se expandió de una manera exponencial: en 1904 existían catorce empresas dedicadas a esta industria, entre 1909 a 1914 la cifra se mantuvo en dieciocho establecimientos. Con el fin de la Primera Guerra, en 1919, el número se había disparado a 166 fábricas, en 1921 eran 154 y en 1923 fueron 111, cifra que se mantuvo durante una década. La producción de aparatos y discos revela una industria pujante que comercializaba en el exterior del país una parte importante de su stock.
En 1896, un periódico estimaba que la cantidad de fonógrafos que existían en el país era algo más de 45.000 aparatos. En 1899, la cantidad producida en los Estados Unidos llegó a los 150.000. En 1909, la cifra alcanzó los 345.000; en 1914, llegó a más del medio millón, y en 1919 subió hasta los 2.230.000 (Gronow, 1983).
Tim Brooks (1999) en su estudio sobre la industria del fonógrafo en Estados Unidos, estimó que hacia 1900 las ventas de discos eran de casi tres millones de copias. En 1914, la cantidad de discos producidos en Norteamérica era de 23.314.000 y el número de cilindros fabricados 3.907.000 unidades. En 1921, el volumen de discos se quintuplicó comparado con 1914, al llegar a 103.500.000 de unidades. Los cilindros fueron desplazados por los discos, eran menos de la mitad que en 1914, poco más de un millón setecientos mil. Dos años después, la producción de discos caía a 92.855.000 unidades, y los cilindros volvían a aumentar a más de cinco millones de piezas.
Gráfico 1: Evolución de fonógrafos, discos y cilindros en Estados Unidos 1899-1947
Fuente: Censo de población de los Estados Unidos (años 1899, 1910, 1920, 1930, 1947). Manufacturas.
La caída en el volumen de producción de fonógrafos durante el período 1921 a 1923 se debe a una razón clara, la crisis producida en 1921 en los Estados Unidos implicó una retracción de la producción y consumo. La segunda cuestión que aparece destacada en el gráfico es que la cantidad de aparatos se estandarizó en poco más de un millón entre mediados de la década del veinte hacia el treinta. Esto se debe al impacto que la radiofonía tuvo en los Estados Unidos, en la medida en que se fundaron las grandes emisoras (conectadas, en algunos casos, a la industria discográfica) desplazaron, a través de la radiofonía comercial, el consumo de fonógrafos. La radio ofrecía diferentes utilidades: noticias, novelas y música, con una calidad de sonido sensiblemente mejor que muchos fonógrafos. La industria de fonógrafos intentó un primer salto a este escollo con la electrificación de las grabaciones y, consecuentemente, de los aparatos. Sin embargo, esto no impidió que la producción y venta de radios para el mercado interno avanzara sobre la antigua tecnología. El importante repunte del volumen de producción hacia 1939-1947 se debe a la incorporación masiva en la vida familiar de los combinados: aparatos que incorporaban el disco y la radio, con energía eléctrica, de manera conjunta.
Como vemos en el gráfico anterior, el volumen de producción de discos y cilindros durante los primeros veinte años crece en más del 3.000%, mientras que entre 1927-1947 lo hace en poco más del 300% del volumen. Esto da una idea clara del im...