Los Hermanos Karamázov
eBook - ePub

Los Hermanos Karamázov

  1. 432 pages
  2. English
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

Los Hermanos Karamázov

About this book

"Los hermanos Karamázov" fue publicada por primera vez, como una serie, entre 1879 y 1880. Fue la última obra del escritor ruso Fiódor Dostoyevski (1821-1881), y es considerada como su mejor novela y, también, la más importante.Se desarrolla en torno al parricidio de Fiódor Pávlovich Karamázov y los cuestionamientos íntimos y comportamientos de sus tres hijos: Dimitri, Iván y Alekséi, en torno a temas como la culpa, la moral, los debates éticos con Dios y el libre albedrío.La novela, de importante carácter filosófico y psicológico, está ambientada en la Rusia del siglo XIX y, como caracterizó al trabajo de Dostoyevski, se enfoca en la exploración de la calidad humana a través de las emociones, el amor, el egoísmo y la creencia de la purificación del ser a través del sufrimiento."Los hermanos Karamázov", aquí presentada, ha sido analizada, citada y aclamada por respetados escritores, críticos e intelectuales desde su publicación hace casi 150 años.

Frequently asked questions

Yes, you can cancel anytime from the Subscription tab in your account settings on the Perlego website. Your subscription will stay active until the end of your current billing period. Learn how to cancel your subscription.
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
Perlego offers two plans: Essential and Complete
  • Essential is ideal for learners and professionals who enjoy exploring a wide range of subjects. Access the Essential Library with 800,000+ trusted titles and best-sellers across business, personal growth, and the humanities. Includes unlimited reading time and Standard Read Aloud voice.
  • Complete: Perfect for advanced learners and researchers needing full, unrestricted access. Unlock 1.4M+ books across hundreds of subjects, including academic and specialized titles. The Complete Plan also includes advanced features like Premium Read Aloud and Research Assistant.
Both plans are available with monthly, semester, or annual billing cycles.
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Yes! You can use the Perlego app on both iOS or Android devices to read anytime, anywhere — even offline. Perfect for commutes or when you’re on the go.
Please note we cannot support devices running on iOS 13 and Android 7 or earlier. Learn more about using the app.
Yes, you can access Los Hermanos Karamázov by Fiódor Dostoyevski, Alaric Dukass in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Literature & Classics. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Novena Parte:
Iván
Capítulo I
Mitia llevaba ya dos meses arrestado.
Aliosha había visitado varias veces a Grúshenka. Esta había caído gravemente enferma, tres días después del arresto, y estuvo en cama cinco semanas consecutivas. Los ocho primeros días estuvo sin conocimiento. A la sazón, había cambiado mucho: había enflaquecido, estaba muy pálida, pero se había tornado más simpática que nunca, según afirmaba Aliosha. En sus ojos brillaba ahora cierta resolución inexplicable.
Sin embargo, no había perdido ninguna de sus gracias; solo que, ahora, su aspecto orgulloso se había trocado en dulce y afable... si bien en sus profundos ojos negros brillaba de tanto en tanto un relámpago de odio al pensar en Katerina, de quien no se había olvidado ni siquiera durante su delirio.
Grúshenka tenía celos de Katerina, si bien esta, aun cuando se lo habrían permitido, no había visitado al prisionero ni una sola vez. Grúshenka no tenía confianza sino en Aliosha, pero este no sabía qué aconsejarle.
Un día, Grúshenka volvía de la prisión, la cual visitaba con el correspondiente permiso, desde el momento en que se restableció. Aliosha, al cual esperaba con más impaciencia que de ordinario, se presentó en su casa. Encima de la mesa había un manojo de naipes, y sobre el diván, cubierto de cuero, se veía una especie de lecho en el cual estaba medio acostado Maximof, quien llevaba puesta una bata y un gorro de algodón. El labriego estaba enfermo. Este habitaba en casa de Grúshenka desde aquel día en que vino acompañándola de regreso de Mokroié; movida a compasión por la indigencia de aquel desgraciado, Grúshenka le había ofrecido hospitalidad en su casa. Excepto Maximof y Aliosha, la joven no veía a nadie: el viejo Samsonnof había muerto ocho días después de haber sido arrestado Mitia.
—Por fin estás aquí —exclamó ella, arrojando sobre la mesa las cartas que tenía en la mano, y saliendo al encuentro de Aliosha—; este tonto de Maximof me asustaba diciéndome que no vendrías más. ¡Ah, cuánta necesidad tengo de ti! Siéntate... ¿quieres café?
—Con mucho gusto.
—¡Fenia, Fenia, trae café!... ¡Ya hace mucho tiempo que está hecho!... ¡Trae también unos cuantos pastelillos!.. ¿Sabes, Aliosha? Hoy he tenido otra discusión acerca de los dichosos pastelillos, le he llevado unos cuantos a Mitia, ¿sabes?... ¿Qué dirás que ha hecho?... Pues los ha arrojado al suelo. Yo me he incomodado y le he dicho: “Está bien, se los daré a los centinelas; aliméntate de tu propia maldad...”. Y me he marchado sin decirle nada más. ¡Sí, otra vez nos hemos peleado, cada vez que nos vemos hacemos lo mismo!
Grúshenka hablaba con animación.
—Además, hoy le ha dado por otro lado.
—¿A propósito de qué?
—Figúrate que tiene celos de mi “antiguo amante”. “¿Por qué le das dinero? —me dice—. Tú lo mantienes”. Está celosísimo.
—Porque te ama; además, la fiebre le tortura.
—Mañana tendrá lugar el juicio. Hoy le visité precisamente para infundirle valor, porque es terrible pensar lo que puede suceder mañana. Dices que la fiebre le consume. ¡Si supieras el estado en que yo me encuentro!... Otra cosa, ¡pues tiene celos hasta de Maximof!
—Mi esposa también me martirizaba con sus celos —dijo este último.
—¿Y de qué podía tener celos tu esposa? —exclamó Grúshenka, riendo a su pesar.
—De todo, especialmente de las sirvientas.
—Calla, Maximof, no es este el momento a propósito para reír... y no mires tanto los pastelillos: no te daré ninguno, te harían daño... ¡Y pensar que también debo curar a este! ¡Parece que mi casa es un hospital!
—Valgo tan poca cosa que no merezco su atención —dijo Maximof con afable acento—. Haría usted mejor prodigando su bondad con aquellos que lo necesitan más que yo.
—¡Ah, Maximof, todos necesitan ayuda! Pero, ¿cómo sabes quién es el que la necesita más? ¡Ah! ¿Sabes, Aliosha? También el polaco ha caído enfermo. Hoy le mandaré pastelillos, adrede, ya que Mitia me ha reprochado el otro día que se los había mandado, sin ser cierto. Mira, aquí llega Fenia con una carta... adivino: apuesto lo que quieras a que es de los polacos, ya verás cómo en ella me piden dinero otra vez.
En efecto, el señor Mussialovitch, desde hacía algún tiempo, escribía a Grúshenka muy a menudo enviándole recibitos, especie de pagarés firmados por él y Vrublevski, en cuyos pagarés se obligaba a restituir a Grúshenka el dinero que esta le prestase. Mussialovitch había empezado por pedirle dos mil rublos, y después de una serie de cartas que no fueron contestadas, concluyó por solicitar un solo rublo, cuyo empréstito había sido garantizado con la firma de los dos polacos. Grúshenka concluyó por ir a verlos, y habiéndoles encontrado en la más espantosa miseria, les entregó diez rublos. Desde aquella fecha, los polacos no cesaban de importunarla con cartas, pidiéndole dinero.
—He tenido la debilidad de contarle esto a Mitia —repuso Grúshenka—. “Figúrate —le dije— que mi polaco se ha puesto a cantarme canciones con la guitarra, como antiguamente, pensando que me dejaré conmover”. Mitia, al oír esto, se puso a insultarme... Por haber hecho eso, voy a mandarles pastelillos a los polacos... ¡Fenia! —añadió gritando—. Dale tres rublos a la muchacha que han mandado y una docena de pastelillos. Y tú, Aliosha, cuéntale esto a Mitia.
—¡Jamás! —dijo Aliosha sonriendo.
—¿Crees tú que eso le disgustará? ¡Bah, finge estar celoso, pero en el fondo no le importa nada! —dijo con amargura Grúshenka.
—¿Qué finge, dices?
—¡Qué inocente eres, a pesar de tu gran inteligencia! No me inquieta que Mitia tenga celos; es más, hasta diré que sus celos me son necesarios para ser feliz. Yo también soy celosa. Lo que me irrita es que él no me ama, que finge unos celos que no siente. ¿Crees que estoy ciega? Mitia ahora no hace sino hablar siempre de Katerina, la cual ha hecho venir de Moscú un célebre médico para que le atienda y uno de los mejores abogados para defender su causa... Y si habla tanto de ella es que la ama. Por eso, porque él es culpable, me acusa a mí...
Grúshenka se interrumpió y rompió a llorar.
—¡Mitia no ama a Katerina! —dijo Aliosha con firmeza.
—Yo lo sabré de cierto —replicó la joven con semblante alterado.
Después de un momento de silencio, añadió:
—Ya hemo...

Table of contents

  1. Estudio Preliminar
  2. Primera Parte: Una reunión desgraciada
  3. Segunda Parte: Historia de una familia
  4. Tercera Parte: Los sensuales
  5. Cuarta Parte: Los amores de Aliosha
  6. Quinta Parte: En pro y en contra
  7. Sexta Parte: Aliosha
  8. Séptima Parte: Mitia
  9. Octava Parte: El sumario
  10. Novena Parte: Iván
  11. Décima Parte: Un error judicial
  12. Epílogo