FORJA y la década infame
eBook - ePub

FORJA y la década infame

con un apéndice de manifiestos, declaraciones y textos de volantes

Arturo Jauretche

Share book
  1. Spanish
  2. ePUB (mobile friendly)
  3. Available on iOS & Android
eBook - ePub

FORJA y la década infame

con un apéndice de manifiestos, declaraciones y textos de volantes

Arturo Jauretche

Book details
Book preview
Table of contents
Citations

About This Book

Forja y la Década Ganada Infame es el resultado de las reflexiones de un joven Jauretche (quien contaba entonces con tan solo 34 años) con una actitud reveladora de nuestra verdad nacional y popular. En estos textos que, aunque no constituyen el lenguaje orgánico de una ideología ni de una doctrina, Jauretche mostró la verdad nacional cubierta por la penetración ideológica del colonialismo cultural.El autor reconstruye los hechos históricos -y los antecedentes que llevaron a ellos- que acompañaron a FORJA entre el 29 de junio de 1935, fecha de su fundación y declaración de principios, y la declaración de octubre de 1945, en la que la mayoría de sus miembros se incorporan al movimiento revolucionario nacional, ya en la calle. Destaca la acción combatiente de los jóvenes y su aptitud para influir en el pensamiento político argentino por sobre el pensamiento individual de sus elementos más destacados.Esta publicación recupera diversos documentos que se han podido salvar de la desaparición, propia de los escasos recursos y publicidad con el que el movimiento contó, indispensables para conocer el desarrollo de una organización que marcó el rumbo del pensamiento nacional hacia mediados del siglo XX.

Frequently asked questions

How do I cancel my subscription?
Simply head over to the account section in settings and click on “Cancel Subscription” - it’s as simple as that. After you cancel, your membership will stay active for the remainder of the time you’ve paid for. Learn more here.
Can/how do I download books?
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
What is the difference between the pricing plans?
Both plans give you full access to the library and all of Perlego’s features. The only differences are the price and subscription period: With the annual plan you’ll save around 30% compared to 12 months on the monthly plan.
What is Perlego?
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Do you support text-to-speech?
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Is FORJA y la década infame an online PDF/ePUB?
Yes, you can access FORJA y la década infame by Arturo Jauretche in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Scienze sociali & Saggi in sociologia. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Year
2019
ISBN
9789500532129

EL SIGNIFICADO HISTÓRICO
DE FORJA

Hernández Arregui dedicó a FORJA un capítulo de su libro La formación de la conciencia nacional (1930-1960), cuya introducción me ahorra hacer la pequeña historia de los orígenes del movimiento. Se trata en este caso de una simple relación de hechos objetivos y ajenos al juicio del escritor en cuanto a la crítica histórica. Ganaremos tiempo reproduciéndola para los fines que el editor persigue, al pedirme este trabajo que servirá de introducción y, tal vez, de conveniente explicación. Tendré que pedir al lector que perdone las redundancias en que incurriré constantemente al reiterar la posición mental de los grupos que obstaculizaron nuestra tarea con sus opuestas propagandas, todas ellas servidas por el aparato de publicidad, pues es indispensable en cada afirmación señalar el “clima” mental de esa época.
Dice J. J. Hernández Arregui:
FORJA, cuyo significado es Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, ya en la sigla descubre sus orígenes. Fue un movimiento ideológico surgido de la crisis de la UCR acelerado a raíz de la muerte de Hipólito Yrigoyen; un intento de recuperar el partido para las ideas que el caudillo había puesto en marcha en su larga carrera de conductor. El nombre del movimiento se inspira en una frase de Yrigoyen: “Todo taller de FORJA parece un mundo que se derrumba”.
Los rasgos tipificadores del movimiento son los siguientes: 1º) Un retorno a la doctrina nacionalista, aunque vacilante, de Yrigoyen, filiada, en el orden de las conexiones históricas, a las antiguas tradiciones federalistas del país, anteriores a 1852. 2º) Retoma en su contenido originario, los postulados ideológicos de la Reforma Universitaria de 1918. 3º) Su pensamiento no muestra influencias europeas. Es enteramente argentino por su enraizamiento con el doctrinarismo de Yrigoyen, es hispanoamericano bajo la influencia de Manuel Ugarte y Raúl Haya de la Torre y el aprismo. 4º) Sostiene la tesis de la revolución hispanoamericana en general y argentina en particular, asentada en las masas populares. 5º) Es un movimiento ideológico de la clase media universitaria de Buenos Aires, en sus capas menos acomodadas, con posteriores ramificaciones en el interior del país. 6º) En su posición antiimperialista enfrenta tanto a Gran Bretaña como a Estados Unidos en un doble enfoque nacional y latinoamericano.
FORJA surgió después de la revolución radical fracasada de Paso de los Libres, comandada por el coronel Roberto Bosch, que contaba con la adhesión de diversos efectivos militares. Marcelo T. de Alvear, coartó el crecimiento de la conspiración en nombre de la pacificación nacional. Esta posición de Alvear coincidía con el plan británico que exigía la legalidad del radicalismo y su conversión en “Partido de orden”. Alvear acusó a los revolucionarios de “provocadores del gobierno”. En estas circunstancias, presos en Corrientes, Arturo Jauretche y Luis Dellepiane mantuvieron las primeras conversaciones relativas a la necesidad de revitalizar a la UCR.
La idea de FORJA fue lanzada por Arturo Jauretche y antecedía por conversaciones con viejos luchadores del radicalismo como Manuel Ortiz Pereyra, Gabriel del Mazo, Juan B. Fleitas, Homero Mancione (Manzi), A. Gutiérrez Diez, etc. A poco del movimiento revolucionario de Bosch, y vueltos a la acción política, reunida la Convención Nacional de la UCR —de la que se habla más adelante— y que habría de levantar la abstención revolucionaria, Luis Dellepiane tuvo una descollante actuación. En tales circunstancias se lanzó el llamado “Manifiesto de los Radicales Fuertes”, enérgico enjuiciamiento a la política de Marcelo T. de Alvear, y que puede considerarse el antecedente histórico inmediato de FORJA. En el documento, dirigido a las autoridades partidarias, se hablaba de “connivencia de los falsos dirigentes con las fuerzas imperialistas”. En una invocación a la Convención Nacional a punto de reunirse se leía: “desde el 6 de setiembre, el país llegó a ser desembozadamente la factoría de los trusts que habían pagado ese alzamiento”. Además, se exigía a los convencionales no subalternizar “sus funciones, como procuran los agentes de las empresas sobornadoras que se sientan en su seno y que han intervenido en su convocatoria” y se exhortaba a la “reconquista de la soberanía económica de la Argentina y de todas las naciones latinoamericanas, mediante la anulación de todos los contratos, tratados, leyes o sentencias por las cuales se hayan reconocido concesiones a empresas extranjeras”. Estos “radicales fuertes” se consideraban depositarios y guardianes del pensamiento nacionalista de Yrigoyen. El fuego se había abierto y duraría una década.
Marcos Merchensky es autor de un libro titulado Las corrientes ideológicas de la Historia Argentina, cuyo análisis no cabe en estas líneas. Se trata de un inteligente esfuerzo que intenta hacer conciliables las contradicciones de los bandos combatientes, demostrando que en la historia argentina “no hay fracturas”, sino una especie de proceso dialéctico a la vaselina. Logra así una aparente objetividad con un “bendigo a tutti” que alcanza amablemente a FORJA desde el púlpito. Es de todos modos una contribución al conocimiento de nuestra realidad a poco que se sortee la tenacidad con que se trata de ocultar la violencia de las situaciones históricas y sus contradicciones irreductibles, pero su falla fundamental consiste en que ab initio se intenta presentar la historia argentina como una pirámide que las fuerzas en pugna fueron construyendo para que en el vértice definitivo de su coincidencia apareciera una flor: Rogelio Frigerio, que así no solo resulta el teórico de un integracionismo político, sino el producto de la historia argentina integrada. Algo así como un Antiguo Testamento destinado solo a preparar el advenimiento del Mesías y su Evangelio. Naturalmente, Rogelio Frigerio hace el prólogo y me interesa esclarecer algunos equívocos deliberados que allí introduce, complicando a FORJA en sus devaneos.
Ya he establecido que FORJA no tiene nada que ver con la acción de los ex forjistas después de su disolución. Lo que Scalabrini Ortiz o Jauretche hayan hecho después de 1945, es cosa de Scalabrini Ortiz o de Jauretche no de FORJA. Según Frigerio, el hecho de que el nacimiento del peronismo y la desaparición de FORJA fueran acontecimientos simultáneos prueba la endeblez de aquel movimiento. A lo largo de estas páginas esta simultaneidad está perfectamente explicada, y solo prueba que los hombres de FORJA cumplieron una tarea para la colectividad y no para sí, con la suficiente humildad para no pretender cosechar políticamente el supuesto producto de su esfuerzo. Quisieron servir al país y no servirse del país, cosa que, comprendo, no puede entender el señor Frigerio y no se consideraron los instrumentos irreemplazables de ese servicio, ni vieron a los demás hombres como los ve Frigerio a través de ese libro y de su acción, desde el Presidente de la República al más modesto de sus “colaboradores”, como “puntos” de su parroquia, sus palancas, palanquillas y palanquetas. FORJA implicaba también una concepción ética de la política, incomprensible para un pragmatismo de corta distancia. Mucho antes de la aparición estelar del crítico, en 1957 (Los profetas del odio), señalando este fenómeno de la absorción del pasado en el presente, que implica toda revolución, he dicho:
Creo que se atribuye a Mirabeau una frase que ha hecho carrera: “La revolución es como Saturno, que devora a sus hijos”. La frase es bella, pero inexacta: la revolución devora a sus padres, los precursores.
Las precursores de toda revolución, pese a sus divergencias con el sistema que combaten, son hijos de su época y, como tales, no pueden desafiliarse totalmente de ella; acatan sus escalas de valores, su estilo, su estética y su ética. Ocurre que cuando el hecho revolucionario se produce, a la par de los frutos esperados aparecen otros menores y sorprendentes. El viejo revolucionario se encuentra enfrentado a hechos nuevos que no estaban en sus previsiones; vuélvese díscolo y termina por ser sustituido por promociones nuevas que se adecúan más fácilmente al intervalo penumbroso que hay entre la perención de los viejos “modos” y la definición de los nuevos. Es hora de audaces e improvisadores; entre estos los hay de buena fe y los que solo son pescadores de río revuelto y desaprensivos aprovechadores. Las nuevas condiciones que derogan el orden habitual del mérito y de la fortuna están llenas de sorpresas.
La revolución, así sea pacífica, no es como la inauguración de una casa nueva bien pintada y con jardín al frente. Por el contrario, está terminado el comedor y falta el cuarto de baño, la mezcla anda derramada por el suelo y se choca en todas partes con baldes y escaleras; es el momento en que el viejo revolucionario empieza a preguntarse si no era mejor la casa vieja que con todos sus defectos respondía a los hábitos adquiridos. Es aquí donde el viejo revolucionario debe recurrir a la filosofía y a sus conocimientos de la historia para resignarse a ser un espectador donde creyó ser actor de primera fila.
Su actitud de ese momento es la prueba de fuego; ella nos dice si el luchador estaba en lo profundo de los acontecimientos que reclamaba o solo en lo superficial, pues debe resignarse al drama del silencio, tironeado entre lo que ve que anda mal y el mal que hará al proceso que contribuyó a crear si lo combate, pues pronto es arrastrado a la posición de sus adversarios irreductibles. Error este irreparable, porque una cosa son las críticas a las imperfecciones del proceso y otra el plan revanchista de los vencidos por la historia. En este momento está en riesgo de negarse a sí mismo y convertirse en instrumento de la contrarrevolución antinacional, como ha sucedido a muchos en la reciente ocasión (me refiero a la contrarrevolución de 1955).
Y más adelante agrego:
No soy un político en el sentido que habitualmente se dice, posición común a todos los que hemos actuado en FORJA, cualquiera sea el partido al que pertenezcan hoy, siempre dentro de la línea nacional. Esto explica por qué en aquel movimiento solo pudieron existir hombres que renunciaron a toda posibilidad personal, para dedicarse, más que a la política, a una docencia cívica en una hora en que todas las perspectivas nacionales estaban cerradas por la traición del radicalismo a su programa, y el nacionalismo era una palabra de importación, perturbada por enfoques ideológicos paralelos a los de la intelligentzia en una inmadurez que parece irse corrigiendo en la acción. El mayor número de los militantes de esa minoría combativa y sin recursos, que desde oscuros sótanos trabajó para el reencuentro con lo argentino, se sintió descargado de un peso superior a sus fuerzas, cuando en 1945 otras espaldas lo hicieron suyo y otras voces con más aptitud política e instrumentos supieron llevar a la multitud como acción lo que solo habíamos llevado como idea y nutrieron el movimiento naciente con la base social, que es imprescindible. De aquella fecha data mi folleto Nacionalismo y radicalismo, que con el subtítulo Radicalizar la revolución y revolucionar el radicalismo propugnaba un mínimo de comprensión entre las distintas tendencias nacionales.
Sirvan estas transcripciones también para las referencias que Hernández Arregui hace a la ubicación clasista de FORJA, lógicas en él desde que parte del esquema marxista de la lucha de clases, que FORJA no compartió, al margen de un juicio sobre validez teórica, porque contrariaba su planteo de unidad nacional para realizar en unidad vertical el supuesto previo de la emancipación económica. Precisamente la lucha de clases era el pretexto ideológico de la intelligentzia de izquierda para no coincidir jamás con los movimientos populares que expresaban el ascenso social y nacional. (Yrigoyenismo primero, FORJA y peronismo después.) Es aquello que ya criticó Lenin y que cito en Prosa de hacha y tiza: “Temiendo el nacionalismo de las burguesías de las naciones oprimidas, Rosa Luxemburg favorece en realidad el nacionalismo ultra reaccionario de los grandes rusos”. No es, desde luego, esta la posición de Hernández Arregui, pero su señalamiento de la poca penetración de FORJA en el campo obrero podría inducir a error al lector superficial y desprevenido. El mismo Hernández Arregui, en su análisis del momento histórico, explica que la acción de FORJA era solo permeable a los estratos sociales de clase media, en la inmadurez del proletariado, que en ese momento aun solo se expresaba por un sindicalismo y partidos de importación correspondientes exclusivamente a la estructura urbana e inmigratoria de la época anterior, en la que están Jorge A. Ramos y toda la izquierda nacional, desde que aparece en acción. Sin embargo, FORJA gravitaba ya en las nuevas promociones sindicales, en la medida en que esto era posible. Recuerdo así, al pasar, el Sindicato del Vidrio, uno de los más combativos de la nueva formación, cuyo secretario general era el forjista Lázaro Caparrós, acompañado por un núcleo de compañeros de la misma formación. A. Ejivoji, de importante significación entre los portuarios, a Pedro Arnaldi y Occhipinti, del grupo obrero de Lanús, que tuvieron actuación destacada el 17 de octubre de 1945, y muchos otros que sería largo enumerar, aunque no quiero olvidarme de Libertario Ferrari, cuyo voto fue el decisivo en el pronunciamiento de la Confederación del Trabajo en aquella ocasión.
No teníamos un programa ideológico, que parece ser lo más importante para la intelligentzia, aunque haya que sacrificar la realidad. El movimiento aspiraba a “establecer la justicia social, en progresión ascendente con el desarrollo económico logrado a medida que la liberación nacional creaba las condiciones de producción y distribución de la riqueza, impedidas en nuestro país por los factores antiprogresistas de la estructura imperial. Es decir, lograr los más altos niveles sociales dentro del mundo a que pertenecemos, tal como las condiciones nacionales lo permiten en cuanto se remueven los obstáculos a nuestro desarrollo, y dirigir los beneficios de ese progreso en el sentido de la sociedad y no solamente de los individuos colocados en situaciones privilegiadas. No otra cosa, por un acento más social y más profundo, que lo que han hecho los países que han sabido sortear los impedimentos que obstruyen nuestro desarrollo”.
Aclaro que en aquel tiempo esto del desarrollo tampoco era lugar común como ahora, y su modesto programa de realizaciones llevaba implícita la diversificación de la producción y el proceso industrial, únicas vías posibles, con lo que dejo colocada en sus verdaderos términos la observación que hace Hernández Arregui sobre la falta de una enunciación en la materia. Aquel sencillo programa sigue siendo el programa para los que no ven a los hombres como cobayos que deben ser sacrificados a sus experimentos, e intenta realizar la justicia con hombres posibles y medios posibles, sin provocar el sacrificio de generaciones enteras a una meta ideal que cuando se logra no se parece en nada al ideal, porque tampoco ha podido eludir la realidad. No satisface al ideólogo, pero por la experiencia de nuestros paisanos sabemos ya –lo he dicho en otra parte– que los ideólogos se proponen subir muy alto, pero le sacan la escalera al hombre que está subiendo algunos escalones.
Volvamos a los dichos del señor Rogelio Frigerio. Para intentar disminuir la significación de FORJA, otro de sus argumentos es el poco éxito político posterior de Scalabrini Ortiz y mío. Comprendo que el utilitarismo del señor Frigerio no vea otra posibilidad de éxito que el personal; faltaría que nos hiciera el cargo de no haber prosperado en los negocios, imputación que nadie le hace al señor Frigerio. También me he adelantado a esa observación, no solo con lo que he citado antes de Los profetas del odio, sino con lo que sigue, publicado en el mismo libro, en aquella fecha:
Fue el 4 de junio de 1946. Perdido entre la multitud en la esquina de Perú y Avenida de Mayo, veía pasar la columna interminable que volvía de Plaza de Mayo, después de vivir los momentos eufóricos de la asunción del mando por el primer Presidente elegido por la voluntad del pueblo, después de un largo interregno de proscripción y fraude. La columna desfilaba coreando los eslogans que quince años antes habíamos creado desde las columnas de Señales, aquel periodiquito de Martínez del Castillo, donde Scalabrini Ortiz y algunos más iniciaron la primera campaña seria del esclarecimiento de los hechos argentinos, sacándolos del vago antiimperialismo de las izquierdas, experto en ocultar las raíces concretas del mal. Nadie en esa multitud me reconoció. Me sonreí, pensando de que de haber pasado una columna adversaria, gran parte de ella me hubiera identificado, para agraviarme. Y esa situación paradojal, de ser desconocido por mis amigos y conocido por los enemigos, me confirmó en aquellas reflexiones políticas que he dicho antes y en la certidumbre de que una nueva Argentina de carne y hueso, estaba de pie. Muy feliz era en desaparecer con los escombros políticos de la otra que yo había luchado por derrumbar, para preocuparme por mi lugar en la nueva.
Era uno de los triunfadores, pero no estaba en la Casa de Gobierno, sino en la esquina de Avenida de Mayo y Perú, entre la multitud. El señor Frigerio no puede entender una vida política concebida de esta manera. Tampoco podría entender en 1958 que quien había sido un factor de cierta importancia en la victoria, se alejase el mismo día de la misma, por una diferencia conceptual. Nunca podrá entender que, además de las ideas, la obra de una vida anterior obliga y que hay muchas cosas más que cuidar que el triunfo material y sus provechos y que una docencia política no es una carrera política. Pero cada uno mide con su propia vara.
Además, testigo de la vereda de enfrente, desde el stalinismo a la Unión Democrática, Rogelio Frigerio al intentar dar su versión de FORJA, olvida deliberadamente el momento histórico de su acción, que es lo que sustancialmente yo he querido señalar, po...

Table of contents