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Mayté Ciriaco
Periodista, cofundadora de Salud con lupa y reportera en la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio. Es egresada de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Trabajó en el sitio de investigación Ojo Público y en la organización SembraMedia. Asimismo, participó en las investigaciones internacionales “Paradise Papers: Secrets of the Global Elite” e “Implant Files”, coordinadas por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). En 2018, ganó el Premio Gabo a la mejor cobertura por el especial “Venezuela a la fuga”. Fue becaria del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y del Gobierno de India para cubrir el Foro de Salud de Madres y Niños realizado en este país.
ORCID: 0000-0001-6045-7705
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| © Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) |
| Autora: | Mayté Ciriaco Ruiz |
| Edición: | Luisa Fernanda Arris |
| Corrección de estilo: | Claudia Prieto Requejo |
| Diseño de cubierta y diagramación: | Dickson Cruz Yactayo |
| Editado por: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas S. A. C. Av. Alonso de Molina 1611, Lima 33 (Perú) Teléfono: 313-3333 www.upc.edu.pe Primera edición: agosto de 2021 Versión e-book: agosto de 2021 |
| Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) Biblioteca Mayté Ciriaco Ruiz Niñas sin infancia. La normalización del abuso en la selva peruana Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), 2021 ISBN de la versión epub PDF: 978-612-318-350-9 ABUSO DE MENORES, DELITOS SEXUALES, VIOLACIÓN, VIOLENCIA FAMILIAR, NIÑAS, ADOLESCENTES, PERÚ 362.760985 CIR |
| DOI: http://dx.doi.org/10.19083/978-612-318-350-9 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.° 2021-09063 Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, de la editorial. El contenido de este libro es responsabilidad de la autora y no refleja necesariamente la opinión de los editores. |
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A mi familia, cada uno de ustedes escribió estas líneas conmigo.
A mi tío Pepe, cuya voz inspira mis pasos en este camino.
A mis abuelos Juana y Héctor, las dos personas que más admiro.
Prólogos.
Criar como jugando
Mi familia es un matriarcado. De generación en generación, las mujeres nos hemos atrevido a forjar nuestros propios destinos. Las que quisieron ser madres lo han sido; y las que no, viven felices sin el estigma del qué dirán. Mayté, a quien conozco desde siempre, conforma este gremio donde los nombres femeninos no se asocian necesariamente a la reproducción, a la cocina ni a servir la mesa, ni siquiera para jugar. Mujeres que, como otros clanes, tomaron sus propias decisiones cuando así lo desearon. Pertenece al grupo de las muchachas que conduce el timón de su vida y, si se equivoca, frena su coche, mete reversa y cambia de dirección. Con miedo, incertidumbre o pura frescura, construyen su futuro. Son libres para hacerlo. Les pidieron permiso a sus voluntades, a sus conciencias y escucharon con atención los consejos de quienes se acercaron a ellas con amor para ayudarlas a encontrar su camino.
Puedo afirmar que pertenecemos a un clan privilegiado. Las historias de nuestras vidas pueden no tejerse del modo en que soñamos, pero finalmente conseguimos arroparnos con lo que hemos construido con puro esfuerzo y decisión.
A los 13 años, tanto en mi generación como en la de Mayté, nuestros conflictos eran las tareas del colegio, los exámenes sorpresa, el trabajo en grupo, un problema económico familiar y, en algunos casos, la enfermedad de un pariente que nos arrastraba hacia una pena profunda que se disipaba con el canto alegre de otras amigas, quienes llegaban a iluminar nuestras tinieblas. A los 13 años, ninguna de nosotras, ni por asomo, pensaba en embarazarse, criar a un hijo, casarse con su violador o que sus padres la vendan a quien le hizo daño. Esto solo podía ocurrir en las películas de terror, en guiones dignos de un Óscar o en un thriller, de esos que te impiden dormir por varias noches. A los 13 años, ninguna de estas ideas se hubiese asomado ni en el más oscuro de nuestros pensamientos.
Sin embargo, en el Perú, esa espada sobre la cabeza, esa volcadura por la pendiente más alta del mundo recae de generación en generación en otras niñas de 13 años. Escondidas en hermosos parajes selváticos, estas criaturas duermen temblando de miedo en la ribera del río más grande del planeta porque nadie ha querido ver que detrás de esta belleza se puede esconder un infierno verde, donde no solo se mueren los peces, sino que las plantas gritan auxilio y los animales se extinguen. En este mismo lugar, las niñas no pueden hablar ni gritar que les robaron su infancia, les atravesaron la inocencia, las entregaron, las dañaron: destrozaron su alma. Ese titular no existe.
La diferencia de nacer en Lima o en Indiana, Mazán o cualquier otra comunidad nativa de este país no solo se relaciona con la distancia, o con la falta de servicios u oportunidades. Se asocia con algo más terrible. Es como abrir la puerta a un infierno para el cual no estás preparada, donde, así seas una criatura, cada paso que das debe ser en silencio y con cuidado de no ser vista. Si te descubren, una mano te tomará del cuello, te llevará a empellones a un sitio que no querrás recordar, te quitará la ropa y te violará, y no importa que tengas 13 años.
Por ello, es tan importante la lectura de esta publicación, en la cual Mayté encarna el grito desgarrador de las niñas de estas comunidades de Loreto. Transforma en letras el llanto, traduce en cifras el dolor, revela en blanco y negro las leyes que protegen a los violadores y retrata a quienes se plantan delante de ellos para abrirles las puertas de la impunidad. Comisarios, apus y padres de familia: todos amparados en alguna sinrazón. El comisario menciona que la víctima no se mostró nerviosa al contar cómo la violaron; entonces, como ni siquiera parpadeó, es mentira. El apu, desde su trono de poder, sostiene que si el agresor pertenece a la misma etnia no debe ser denunciado porque no se puede oponer a sus propios “hermanos”. Además, si es un profesor, tampoco porque si lo expulsan de la comunidad no se sabe cuándo el Ministerio de Educación (Minedu) enviará su reemplazo. Por lo tanto, es mejor un docente violador que nada. Asimismo, para que el papeleo de la impunidad adquiera un mejor rostro, la solución es la multa: 500 soles en mano o un pequepeque nuevecito. Los padres aceptan, pues si es un profesor sueñan que se “lleve” a su hija. Así será una boca menos que alimentar. Si, por cuestiones del destino, la menor queda embarazada, la negociación puede alcanzar un precio más alto. Ningún adulto pierde: ni el comisario ni el apu ni los padres. Las niñas son como animalitos. Sin chistar, se deben casar con el violador o ver en un pequepeque el precio de su dolor. Nadie voltea a mirar cómo están destrozadas, que ellas permanezcan viviendo en las tinieblas de sus recuerdos, donde nadie quiere entrar a rescatarlas.
¿Cuán apartados estamos de esa realidad? De Lima a Iquitos, a una hora y 52 minutos en avión. Luego, 40 minutos por río hasta Indiana y, de esta localidad a Mazán, 15 minutos en mototaxi. Esta es la distancia que nos separa del infierno descrito con brillantez y precisión por Mayté Ciriaco Ruiz, una periodista que describe con el nervio expuesto la situación que padecen cientos de niñas pertenecientes a las comunidades de la selva peruana. Leer este libro indigna, impacta, enoja y golpea. Después, no se puede seguir viviendo como si esto no existiese, como si no nos hubiéramos enterado de que esta desgracia estalla frente a nuestras narices. En un lugar próximo, las niñas de 13 años son obligadas a entrar, a empujones y sin piedad, en un juego tenebroso. Encontremos en este libro la gran oportunidad de cambiar las reglas por el bien de ellas y de todas, por un país donde las niñas nunca más deban criar a sus hijos como jugando.
Elsa Úrsula Picón
Periodista de investigación y comunicadora
para el desarrollo en Unicef Perú
El viaje de Mayté
En Iquitos, el bullicio de las motos ensordece casi todo. Como si el tumulto del progreso, del negocio y de los vendedores apagara la voz de las personas. En este lugar, el ruido moral cubre los gritos d...