XXXVIII
Corolario de la Historia de Belgrano por Sarmiento
El libro no está concluido, pues Belgrano vivió hasta 1820, y Mitre acaba su historia en 1816. Pero si no está concluido, tiene un Corolario, gracias al Coronel Sarmiento, y además un Prefacio de cincuenta páginas que puede encerrar la vida de César.
El Prefacio es la historia de la Historia de Belgrano. El Corolario es el desmentido del Prefacio en cuanto al origen y la inspiración de la Historia, pues el ingenioso autor confiesa que es de Lamas, y el cortesano corolarista sostiene que es de Mitre, no obstante que él mismo notició a Mitre que Lamas había escrito la vida de Belgrano. En lo demás, el Corolario es confirmación de la Historia, en los ultrajes hechos a la verdad de la época historiada y al carácter y mérito relevante de Belgrano.
Si desgraciado fue en vida el vencedor de Tucumán, más lo ha sido después de muerto en poder de sus historiadores. La Historia y el Corolario, son su Ayohuma y Vilcapugio de ultratumba.
He aquí los cumplimientos que el ilustre General muerto recibe del Teniente Coronel que completa su historia a las órdenes del General Mitre:
“El general Belgrano es una figura histórica que no seduce por las apariencias. Ni brilló por el genio de la guerra como San Martín, ni dejó rastros imperecederos en instituciones fundamentales, como Rivadavia. Belgrano aparece en la arena política sin ostentación, desaparece de ella sin que nadie lo eche de menos, y muere olvidado, oscurecido y miserable. Casi treinta años transcurren sin que se mente su nombre para nada, y la generación presente ignoraba casi que Belgrano fuese otra cosa que el vencedor de Tristán en Salta, derrotado en Vilcapugio, Ayohuma, Paraguay y otros lugares.
”Belgrano no es un grande hombre, sino el genio de una época grande... Poco ha hecho que cada uno no se crea capaz de hacer.
”Belgrano era la América ilustrada hasta donde podía estarlo entonces la América inexperta en la guerra, pero resuelta a vencer.
”General mediocre, vencedor o vencido, la patria lo encuentra en todas partes bien intencionado... hasta el último día en que la hidropesía embotó sus miembros, y desde Tucumán se hizo trasladar a Buenos Aires a morir, pidiendo a su paso por Córdoba... se le diese gratis la posta, pues no traía un medio con qué pagarla”.
Esto último no es la historia de Belgrano; es la historia de Buenos Aires y de sus sentimientos para con su más noble hijo.
Lo otro no es la histeria; es la denigración insolente y salvaje del ilustre muerto.
En otra parte hacemos la comparación entre Belgrano y San Martín.
Si no dejó instituciones de provincia, cuya vida significan y representan el destrozo de la unidad argentina; instituciones unidas en lugar de unitarias, como las que dejó Rivadavia, Belgrano dejó por institución la revolución de Mayo, y la declaración de la Independencia, dos actos en que tuvo parte y que constituyen el fondo imperecedero de la revolución.
El derrotado en Vilcapugio, Ayohuma, Paraguay y otros lugares, fue el vencedor en Buenos Aires, en Las Piedras, en Tucumán, en Salta y otros lugares, es decir, peleó cuatro veces más que San Martín, siempre en el suelo argentino y por la libertad de su país, no dejando la espada sino para morir en su lecho cuando la enfermedad no le dejó estar de pie.
No son los caudillos los responsables de sus dolores. En pago de sus servicios fue destituido del gobierno y de sus rangos militares y procesado dos veces. ¿Por los caudillos? Por la culta Buenos Aires.
Murió miserable y oscurecido, en un rincón del interior. ¿Bajo algún caudillo? En la culta Buenos Aires.
Durmió en el olvido treinta años, hasta que le salvó de él un biógrafo. ¿De Buenos Aires? No, de Montevideo: Lamas, copiado por Mitre.
Mitre ha hecho de Belgrano una historia de candidatura, una biografía electoral, un pedestal para mostrarse y pedir votos de limosna en nombre del santo de su fingida devoción.
Según Sarmiento, Mitre es Belgrano resucitado, la renovación del héroe en la persona de su historiador. Esto es justamente lo que pretende Mitre para hacerse tomar como un segundo Belgrano. Sarmiento explica la inspiración del libro en esa afinidad, y miente; pues en el Prefacio está la confesión de que la idea del libro es de Lamas. Dice Sarmiento que el segundo Belgrano llega a tiempo; es decir cuando se busca un presidente, en lugar de un gobierno.
¡Pobre Belgrano! Si sus biógrafos hubieran tenido su educación, su saber, su inteligencia militar, él sería presentado con los colores y con el respeto que merece.
Pero tuvo la suerte que no han tenido sus historiadores, de educarse en Europa; de frecuentar universidades que ellos no han conocido; de estudiar las leyes que ellos solo han aprendido a violar por principios; fue contemporáneo de Napoleón I y de Wellington, pues oyó casi con sus oídos las descargas de Waterloo, como que estaba en Londres a la sazón; es decir, que vivió en los días de oro del arte militar; estudió la libertad en acción en su escuela normal –la Inglaterra– en los días de Pitt, Fox, Canning. Colaboró en el gobierno de Mayo; ganó las dos únicas batallas que la revolución haya dado contra España en el suelo que es hoy la República Argentina; y como diplomático trazó las bases de la política interna y externa de la América del siglo XX.
Vivió en los tiempos y tuvo parte capital en los sucesos en que se quitaban esas banderas que ornan los templos de Buenos Aires, a los ejércitos británicos y españoles, vencedores de Napoleón. ¿Tienen derecho a compadecer a Belgrano y a la América del año 10, inexperta en la guerra, los que solo han dado batallas contra don Juan Saá y el Chacho? ¿Y qué lugar eligen Mitre y Sarmiento para venir a decir a Belgrano que es inferior a San Martín? ¡El de su historia! ¡Qué galantería! Es la del campesino que pondera los vinos de otra parte en la mesa en que es invitado, el canto de la Patti en el concierto de aficionados. ¡Y esos son los que escriben contra los gauchos semi-bárbaros!
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Según Sarmiento, los caudillos que interrumpieron la vida militar de Belgrano, en 1816, han interrumpido la redacción de su historia por Mitre en 1858. En todo caso son ellos los caudillejos que han venido a interrumpir en su noble y glorioso reposo al héroe. ¿Para qué? Para robarle un poco de honor.
Y como los caudillos son el producto y la expresión de la democraci...