Cuando la igualdad parecía posible
eBook - ePub

Cuando la igualdad parecía posible

Una historia de los intentos por reducir las asimetrías en América Latina, del siglo XIX a los gobiernos progresistas del siglo XXI

  1. 256 pages
  2. English
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

Cuando la igualdad parecía posible

Una historia de los intentos por reducir las asimetrías en América Latina, del siglo XIX a los gobiernos progresistas del siglo XXI

About this book

¿Tiene sentido hablar de igualdad en la región que sufre la mayor desigualdad de ingreso del planeta? Este libro sostiene que sí. Por un lado, para hacer justicia a la historia de América Latina, durante la cual en varios momentos la igualdad fue un horizonte que se creyó alcanzable. Por otro, porque analizar los obstáculos que enfrentaron esas experiencias igualitarias permite iluminar las causas que sostienen las persistentes asimetrías de nuestros países.En estas páginas, que combinan la perspectiva histórica y el análisis sociológico riguroso, se recorren los tres momentos en que la utopía igualitaria pareció posible en nuestra región: el período de la Independencia, el siglo XX corto entre la crisis de 1930 y la "década perdida" de 1980, y los gobiernos progresistas de inicios del siglo XXI, a los que se dedica especial atención.Con precisión conceptual e histórica, Juan Pablo Pérez Sáinz analiza los gobiernos del PT en Brasil, el kirchnerismo en la Argentina, el Frente Amplio en Uruguay, la Revolución Bolivariana en Venezuela, el MAS en Bolivia y la Revolución Ciudadana en Ecuador. Y en cada uno de ellos disecciona las políticas laborales, sociales y previsionales, las relaciones con el capital financiero y las actividades extractivas, y las garantías a los derechos de mujeres, indígenas y migrantes. En todas encuentra claroscuros comunes: crecimiento del salario mínimo real, incremento del consumo e inclusión de sectores antes invisibilizados pero, al mismo tiempo, reformas tímidas o inexistentes que no lograron cambios estructurales y mantuvieron vivo el neoextractivismo, el agronegocio y la preminencia del capital financiero.¿Qué impide que la igualdad sea un ideal alcanzable para nuestra región, aun para aquellos gobiernos que se proponen genuinamente lograrlo? La apuesta de este libro es a tirar del hilo de esta pregunta crucial para replantear los términos del desafío político que afronta América Latina: ¿y si no alcanza con incluir a los de abajo en tanto no se limite el poder de los de arriba?

Frequently asked questions

Yes, you can cancel anytime from the Subscription tab in your account settings on the Perlego website. Your subscription will stay active until the end of your current billing period. Learn how to cancel your subscription.
No, books cannot be downloaded as external files, such as PDFs, for use outside of Perlego. However, you can download books within the Perlego app for offline reading on mobile or tablet. Learn more here.
Perlego offers two plans: Essential and Complete
  • Essential is ideal for learners and professionals who enjoy exploring a wide range of subjects. Access the Essential Library with 800,000+ trusted titles and best-sellers across business, personal growth, and the humanities. Includes unlimited reading time and Standard Read Aloud voice.
  • Complete: Perfect for advanced learners and researchers needing full, unrestricted access. Unlock 1.4M+ books across hundreds of subjects, including academic and specialized titles. The Complete Plan also includes advanced features like Premium Read Aloud and Research Assistant.
Both plans are available with monthly, semester, or annual billing cycles.
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Yes! You can use the Perlego app on both iOS or Android devices to read anytime, anywhere — even offline. Perfect for commutes or when you’re on the go.
Please note we cannot support devices running on iOS 13 and Android 7 or earlier. Learn more about using the app.
Yes, you can access Cuando la igualdad parecía posible by Juan Pablo Pérez Sáinz in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Social Sciences & Latin American & Caribbean History. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.
1. De las utopías del siglo XIX a las esperanzas del siglo XX
Como se ha señalado en la introducción, una cabal comprensión de los intentos igualadores del siglo XXI requiere conocer lo intentado en los dos momentos anteriores, cuando también se pudo atisbar la igualdad en el horizonte de la región. Cada uno de estos momentos, referidos a la primera mitad del siglo XIX y al corto siglo XX latinoamericano, se abordan en sendos apartados. Entre estos dos momentos, durante el orden oligárquico, hubo un evento notable que se contemplará en un acápite aparte: el surgimiento de un Estado benefactor en Uruguay a inicios del siglo XX.
Radicalismo y utopías igualitarias en el siglo xix
Antes que se consolidara en la región un orden oligárquico, gestor de las desigualdades que persisten hasta hoy, hubo dos procesos donde pudieron aflorar ideas e intentos igualitarios en siglo XIX. El primero tuvo lugar con la Independencia, que supuso el cuestionamiento del orden colonial abriendo espacios para la igualdad. El segundo proceso se asoció al impacto que tuvieron las revoluciones europeas de 1848 en la región.
Durante los procesos de Independencia los intentos igualadores se centraron, como no podía ser de otra manera, sobre los dos recursos básicos: la tierra y el trabajo.
En cuanto a la tierra, hay que mencionar que en México dos de sus libertadores prominentes, Hidalgo y Morelos, tomaron medidas en los territorios bajo su poder con intenciones igualitarias. Respecto del primero de ellos, hay que destacar la abolición del tributo de castas[10] y la restitución de tierras a comunidades indígenas que tuvieron que arrendar. Sin embargo, estas medidas han sido interpretadas como limitadas debido a que tenían un sentido de liberación moral[11] antes que económica y además dejaban intacto el problema de la tenencia de la tierra, que sería abordado décadas después con la Reforma y la Ley Lerdo (González Navarro, 1955; Terán, 1997; García Castro, 2015). Consecuencia de ello, el saqueo funcionó como alternativa de redistribución instantánea de la propiedad (Lynch, 1989).[12]
El carácter limitado de las medidas sobre el agro, tomadas tanto por Hidalgo como por Morelos y que fue uno de los factores del fracaso de ambas insurrecciones, se explicaría por la incomprensión de la situación de crisis que afectaba a las masas que apoyaron a ambos líderes. La dirigencia de la insurrección no fue capaz de gestar una ideología de justicia agraria que hubiera unificado a los rebeldes, que terminaron siendo denominados solo como insurgentes por su oposición al orden colonial (Tutino, 1999). Además de la tierra, hubo otros factores que incidieron en estos levantamientos: la centralidad del patriarcado como relación clave en términos de jerarquías de desigualdad en el orden colonial; y la posibilidad de constitución de municipios que viabilizó la Constitución de 1812 de Cádiz. En este sentido, hubo dos tipos de insurgencias con objetivos distintos: la política, que buscó el derecho a gobernar, local y regionalmente, en un contexto de crisis de imperio; y la de los insurgentes populares que lucharon por la autonomía de los pueblos, a partir de la tierra y la religión, y en defensa del patriarcado (Tutino, 2009).
Dentro del contexto de los procesos de Independencia, la problemática de la tierra adquirió un carácter más radical en la Banda Oriental. Junto con los movimientos liderados por Hidalgo y Morelos en México, este fue otro caso relevante de revolución popular que fue derrotada (Ribeiro y Caetano, 2015).
Artigas luchó por la independencia, por un proyecto republicano y federal, y encarna –por excelencia– la revolución social. En este sentido, su lucha puede calificarse como una “revolución desde abajo” que buscaba la participación económica y política de los sectores populares. El artiguismo representó, dentro de la llamada “Revolución del Río de La Plata”, un proyecto alternativo republicano que no solo rechazaba la monarquía, sino también promovía el patriotismo y las virtudes ciudadanas (Frega, 2015).
En efecto, la Constitución artiguista de 1813 planteaba, entre otros principios, el de igualdad de nacimiento y también el de distinción, pero a partir de los servicios públicos prestados (Ribeiro, 2001). El carácter democratizador radical del artiguismo se vio reforzado por la proclama de “el mayor derecho” de los indios (Sala, 2001: 108).[13] Así, este movimiento expresaba una alianza entre pequeños y medianos propietarios, por un lado, y peones, gauchos, indios y negros libres, por otro. Los primeros conformaban la oficialidad del ejército artiguista, mientras los segundos, la tropa (De la Torre, Rodríguez y Sala de Touron, 1967). En este sentido, el artiguismo fue un movimiento policlasista, pero que –según fue perdiendo fuerza– se redujo a la gente más pobre, en especial indios y afrodescendientes (Sala, 2001).
Entre las reivindicaciones de la Liga Federal,[14] la demanda de mayor contenido social fue la que tenía que ver con el asentamiento de los gauchos con acceso libre a la tierra. Así, se esbozaba el primer intento redistributivo de tierras de la historia de América Latina, que finalmente se plasmaría en el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados del 10 de septiembre de 1815, más conocido como el Reglamento de Tierras de 1815.
No se afectaron todos los latifundios, pero el énfasis redistributivo se centró sobre las grandes propiedades improductivas (París de Oddone, 2001). El Reglamento fue el programa económico y social de la revolución que abordaba la principal contradicción de la sociedad criolla: la propiedad de la tierra y del ganado. Se intentó configurar un campesinado independiente y, en este sentido, la reforma artiguista buscó una “vía americana” de desarrollo de capitalismo en el agro, pero de manera radical porque establecía la igualdad de oportunidades para todos (De la Torre, Rodríguez y Sala de Touron, 1967).
La invasión portuguesa desde Brasil supuso la derrota y el exilio de Artigas ante la superioridad numérica de las tropas invasoras. Entre 1817 y 1825, período de existencia de la provincia Cisplatina bajo el dominio del Imperio brasileño, se inicia un proceso de reversión de la distribución agraria lograda con el Reglamento artiguista (Ribeiro y Caetano, 2015). En 1825, cuando se obtiene la independencia, la primera Constitución del Estado Oriental del Uruguay reflejaba de manera inequívoca los intereses de las clases dominantes que habían colaborado con Buenos Aires o Brasil. Los sectores subalternos, los verdaderos actores de las luchas independentistas, fueron excluidos de una ciudadanía censitaria y las ideas redistributivas de Artigas desaparecieron (Lynch, 1989).
Junto con estos primeros intentos malogrados de redistribución de la tierra, la principal cuestión social de la Independencia fue la abolición de la esclavitud. En este sentido, la participación de esclavos en las fuerzas beligerantes, logrando su manumisión, fue uno de los factores claves para la desaparición del sistema esclavista. El referente principal fue la colonia francesa de Saint-Domingue, hoy Haití, donde los cambios revolucionarios de la metrópolis –a fines del siglo XVIII– inevitablemente tuvieron repercusiones en la colonia. En 1791 estalló una revuelta en las plantaciones septentrionales que escaló a una guerra civil con participación extranjera. La problemática de la emancipación de los esclavos tuvo significación en aquellas latitudes, donde esa población era numerosa. Hay que señalar que, a inicios del siglo XIX, cinco de los futuros países tenían más de un décimo de su población total en situación de esclavitud: Brasil (37%); Cuba (35%); Santo Domingo (29%); Puerto Rico (15%), y Venezuela (12%) (Andrews, 2004: tabla 1.1).
La abolición del sistema esclavista remitió a tres cuestiones. La primera fue la prohibición del tráfico de esclavos: el primer país, sin tomar en cuenta a Haití, en abolirlo fue Chile en 1811, y el último fue Cuba en 1866, a pesar de que anteriormente estaba prohibido. Una segunda cuestión tuvo que ver con las leyes denominadas de “vientres libres”, que liberaban a descendientes de madres esclavas y que fueron –en gran medida– resultado de la participación de la población afrodescendiente en las guerras de Independencia. Este tipo de legislación tuvo su primer antecedente en 1811, también en Chile, y el último en Brasil en 1871. Y por último, la abolición definitiva tuvo su primera expresión en la parte oriental de la Hispaniola, lo que en la actualidad constituye República Dominicana, y al respecto no se puede ignorar la influencia de la parte occidental de la isla. El último país en abolirla fue Brasil en 1888 (Andrews, 2004: tabla 2.1).
La esclavitud se erradicó solo en aquellos lugares donde este sistema no era significativo y la cronología de su abolición vino determinada por la importancia y disponibilidad de la mano de obra esclava, pero también por la escasez extrema de trabajo asalariado (Moreno Fraginals, 1978; Lynch, 1989). De hecho, la emancipación de esclavos fue uno de los tres procesos principales de proletarización en la región, que se caracterizaba por la escasez de mano obra móvil. Los otros dos procesos fueron la inmigración de mano de obra y el denominado sistema de “enganche” (Pérez Sáinz, 2016).
Se puede coincidir con Bushnell (1991: 123) en que las transformaciones que afectaron al esclavismo en la región pueden ser consideradas como la “reforma social” más importante de la Independencia.
El segundo proceso a considerar se relaciona con los impactos de las revoluciones europeas de 1848. Dos han sido los ejemplos más significativos en la región: los artesanos en Nueva Granada[15] y la Sociedad de la Igualdad en Chile. Estos casos comparten una serie de aspectos que posibilitan un análisis comparado.
El primer aspecto es la importancia que tuvieron los artesanos en el campo subalterno. Así, en el censo de 1854, se identificaron en Santiago más de treinta mil artesanos (Gazmuri, 1999: cuadro 1). De igual forma, en Nueva Granada eran el grupo social más numeroso de la capital y representaban la principal clase trabajadora urbana, además de poseer tradición política y ser la más ilustrada dentro del mundo popular (Rueda Enciso, 2015). El peso poblacional del artesanado lo constituyó en una masa atractiva de apoyo para las fuerzas políticas de la oligarquía para dirimir sus diferencias; sin embargo, los artesanos irrumpieron en la arena política con cierta autonomía. Esto lleva a considerar una segunda cuestión: las relaciones entre liberales y artesanos.
En el caso neogranadino, los artesanos fueron un grupo que no escapó a la hibridez de valores y comportamientos que afectaron a los actores de esa sociedad en la coyuntura de mitad de siglo (Safford, 1986; Jurado Jurado, 2015). Desde el punto de vista político no se los puede definir, de manera inequívoca, como liberales o conservadores. Se erigieron en defensores de la libertad de prensa, los derechos humanos y la patria, pero –a la vez– eran creyentes y se oponían al librecambio. De hecho, hubo desarrollo de sociedades de artesanos tanto católicas, más proclives al conservadurismo, como republicanas, afines al liberalismo. Pero artesanos católicos y republicanos compartían preocupaciones claves tales como las desventajas y las desigualdades sociales. Mientras para aquellos la fuerza igualadora era de origen divino, para estos la representaba la ley (García Arjona, 2015).
En el caso de Chile, en las primeras décadas de la Independencia, los artesanos y los obreros especializados ya habían participado en conflictos políticos en apoyo de la fracción liberal de las élites (Grez Toso, 1994). Pero su presencia más significativa estaría asociada a la Sociedad de la Igualdad creada en marzo de 1850 y que tuvo como referente organizativo los clubes revolucionarios de 1789 y los republicanos de 1848 en Francia (Abramson, 1999: 95). Tuvo un crecimiento rápido por el ingreso de “pelucones” (conservadores) disidentes y “pipiolos” (liberales), por lo que la organización comenzó a cambiar su rumbo en tanto que se transformó en el único espacio de congregación de la oposición al gobierno (Gazmuri, 1999). De esta manera, la Sociedad se vio envuelta en las pugnas políticas de las élites entre “pelucones” y “pipiolos”.
Esto lleva a considerar una tercera dimensión en el análisis y que tiene que ver con coyunturas críticas en ambos países que implicaron que los artesanos terminaran perdiendo su autonomía política.
En el caso chileno el conflicto se delineó entre el gobierno conservador y la oposición liberal. A inicios de noviembre de 1850 ocurrió el motín de San Felipe, con participación de numerosos miembros de la Sociedad en esa localidad. Una vez controlada la situación, el gobierno aprovechó este incidente para prohibir la Sociedad de la Igualdad (Palma Alvarado, 2010: 244-245). En abril del año siguiente, hubo un nuevo motín en la propia capital, con participación de un regimiento militar. Esta acción contó con la intervención de apenas dos núcleos de los “igualitarios”, y lo más significativo es que un buen número de artesanos se unió a la Guardia Cívica en contra de los amotinados (Romero, 2007; Palma Alvarado, 2010). Fue un evento calificado como levantamiento militar dentro de la disputa entre “pelucones” y “pipiolos”, y que supuso el fin de la Sociedad de la Igualdad (Gazmuri, 1999). Sus principales dirigentes padecieron represión, encarcelamiento y destierro.
En el caso colombiano, el conflicto se configuró al interior del propio liberalismo. Los artesanos apoyaron al candidato liberal para que ganara las elecciones en 1849. Esta movilización supuso que los sectores populares, y en especial los artesanos, se configuraran como “ciudadanos de hecho”. Además, este empoderamiento se vio reforzado por su participación en la guerra civil de 1851, desatada por élites provinciales conservadoras y la Iglesia en contra de medidas del gobierno liberal, por el papel clave que jugó la Guardia Nacional Auxiliar, a la que se incorporaron numerosos artesanos expresando el ejercicio de una ciudadanía armada (Jurado Jurado, 2015). Sin embargo, el gobierno liberal, bajo la influencia de la denominada fracción de los “gólgotas”,[16] mantuvo la política librecambista sin reforma arancelaria, lo que llevó a la ruptura de los artesanos que percibían amenazada su existencia económica. Este distanciamiento hizo manifiestas las diferencias de clase que se expresaron en metáforas de oposiciones como “ruanas contra casacas azules”, “alpargatas contra zapatos” y “guaches contra cachacos”[17] (Uribe de Hincapié y López Lopera, 2010; Rueda Enciso, 2015). En el fondo, era el propio mercado, con su oposición entre librecambio y proteccionismo, el que hizo aflorar las contradicciones de clase.
Sin embargo, los artesanos no rompieron por completo con los liberales, sino que redefinieron su alianza con la fracción denominada “draconiana”. Esta alianza alcanzaría el poder en abril de 1854 con el gobierno artesano-militar de José María Melo, pero tuvo una existencia efímera. En distintas localidades de Colombia, se crearon ejércitos de conservadores y liberales “gólgotas” coaligados que acabarían derrotando al gobierno a finales de ese mismo año. Los artesanos pagaron su involucramiento con la deportación de entre trescientos y cuatrocientos de sus miembros a Panamá, cuya mayoría nunca regresó (Bushnell, 1994: 163). Así concluyó esa presencia fugaz de los sectores subalternos en el poder, la única de la historia de ese país.
Esta pugna escondía dos concepciones opuestas respecto del principio de igualdad como fundamento de la democracia. Esta es una cuarta cuestión a considerar y que se relaciona directamente con nuestra preocupación sobre la igualación.
De hecho, el conflicto de 1854 mostró la confrontación de dos modelos de orden político: el de la alianza conservadora-“gólgota”, que expresaba la idea general y abstracta de un Estado y su orden constitucional basado en una organización social sujeta a principios universales; y otro modelo con fundamento en la idea de Estado justo, que buscaba la inclusión política autónoma de los sectores subalternos. De ahí que en este conflicto bélico se manifestó la dicotomía “oligarquía versus pueblo”, donde la primera intentaba imponer su visión elitista y modernizante, mientras el segundo resistía con una comprensión plebeya y particularista de la identidad nacional. Es decir, para los “gólgotas” el principio de igualdad como fundamento de la democracia significaba la igualdad ante la ley, pero para los artesanos era la reparación de las injusticias sufridas por los de abajo y que llevaba incluso a reivindicar la propiedad común (Sala de Touron, 2005). En este sentido, los artesanos neogranadinos representaron en su acción política un momento de igualación.
Este componente de igualación, para el caso de la Sociedad de la Igualdad, ha sido argumentado por Illanes (2003) con base en cuatro fenómenos que representó esta organización. En primer lugar, hubo ruptura con los fundamentos ideológicos y doctrinarios de la dominación, lo que gener...

Table of contents

  1. Cubierta
  2. Índice
  3. Portada
  4. Copyright
  5. Introducción
  6. 1. De las utopías del siglo XIX a las esperanzas del siglo XX
  7. 2. Entre la recuperación del pasado y la búsqueda del futuro. Los gobiernos del PT, del kirchnerismo y del Frente Amplio ante las desigualdades
  8. 3. Bajo el peso del rentismo y por el logro de la dignidad. Los gobiernos de la Revolución Bolivariana, del MAS y de la Revolución Ciudadana ante las desigualdades
  9. Conclusiones
  10. Bibliografía