Breve historia del islam
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Ernest Bendriss

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Breve historia del islam

Ernest Bendriss

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Descubra todas las dimensiones históricas y culturales del Islam y como cambió para siempre la sociedad árabe. Desde Mahoma, su expansión territorial fulgurante sin precedentes, su esplendor Omeya y las conquistas de Solimán el Magnífico, hasta el declive Otomano, el Wahhabismo y las derivas fundamentalistas e integristas de hoy día. El nacimiento del islam, el siglo VII de la era cristiana, a raíz de la predicación del profeta Mahoma (Muhammad) constituye un hecho histórico determinante en la medida que originó un nuevo monoteísmo y una civilización brillante. El islam establece la creencia en un dios único (Allah) y la unidad de la comunidad de los fieles (Umma). El Corán es el libro sagrado de todos los musulmanes. A la muerte de Mahoma y después de una expansión territorial sin precedentes en la historia, el islam logró unificar pueblos diversos y sociedades heteróclitas bajo una misma religión, una lengua e instituciones administrativas-jurídicas comunes. No obstante la historia del islam no está exenta de conflictos internos y externos, de fragmentaciones y de disidencias religiosas de toda índole, que generaron un panorama geopolítico muy dispar según las épocas y las ideologías. Si bien la realidad única e indivisible del islam subyace una dimensión histórica, cultural, sociológica y antropológica, no se puede hablar en propiedad de un islam monolítico pero más bien de varios islam, que reivindican unánimemente hasta hoy en día, la herencia de Mahoma y en la más estricta ortodoxia. Argumentos de venta- El autor realiza de modo riguroso un recorrido histórico sobre el Islam basándose en estudios publicados por eminentes especialistas como Henri Corbin, Miguel Cruz Hernández, Juan Vernet, Claude Cahen o Robert Mantran. - Esta obra no cae en el error de otras que separan la realidad histórica de la dimensión mística del islam, el sufismo, cuya impronta y suma importancia es indeleble a lo largo de toda la historia del islam. - El autor hace especial hincapié en las diferentes escuelas y doctrinas del islam defendiendo que no hay un único islam. -Recoge y analiza las controversias actuales respecto al legado intelectual y cultural del islam respecto a la civilización occidental.

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Information

Year
2019
ISBN
9788499674933
1

La Yahiliyyah: la Arabia preislámica.

LA ARABIA FELIZ, LA PENÍNSULA ARÁBIGA

La península arábiga se extiende sobre una superficie de tres millones de kilómetros cuadrados y limita al norte con Jordania e Irak; al sur con el océano Índico; al este con el golfo Pérsico; y al oeste con el mar Rojo.
Fue Ptolomeo quien dividió en la Antigüedad la península arábiga en tres partes: la Arabia desierta, la Arabia pétrea y la Arabia feliz. Hoy en día, geográficamente podemos distinguir cuatro zonas:
  • Al oeste, el Hijaz, a lo largo del mar Rojo, con las ciudades de Medina y de la Meca. Zona por excelencia donde estaban asentadas las tribus beduinas que se dedicaban al comercio y al saqueo de caravanas.
  • En el suroeste el Yemen o Hadramaut que corresponde al territorio de la Arabia feliz, zona muy fértil en vegetación debido a las lluvias monzónicas, gran productor de plantas aromáticas y especias, famoso en la antigüedad por sus perfumes y el incienso.
  • En la zona central, se encuentra el Nefed, una gran meseta colindante con el vasto desierto de arenas rojas Al-Nafud al norte y con el otro gran desierto, el Rub-al-Jali, que se extiende por gran parte del sureste.
  • En la parte oriental de Arabia, el clima es caliente y húmedo. Está bañada por las aguas del golfo Pérsico. Las lluvias monzónicas propician en esta región la agricultura.

ARABIA ANTES DE MAHOMA

Según el relato bíblico, Sem, uno de los tres hijos de Noe, engendró después del Diluvio universal a los semitas, árabes, judíos, mesopotámicos, etc., que se asentaron en Oriente Próximo. El origen de los árabes tiene lugar, sin ninguna duda, en el III milenio a. C., cuando los semitas en su migración abandonaron su cuna en Arabia para establecerse en Mesopotamia. Más tarde, aquellos semitas formaron parte de los reinos de Súmer y Acad y se convirtieron en época posterior en asirio-babilónicos, arameos, fenicios, amorreos, caldeos y cananeos
La historia de la Arabia preislámica depende en parte de hallazgos arqueológicos y epigráficos pero sobre todo de fuentes protohistóricas, esencialmente los textos de procedencia egipcia, griega y romana. Después de Mahoma, los escritores musulmanes fijaron en sus textos la tradición oral acerca de la Arabia de la Yahiliyyah o ‘edad de la ignorancia’, es decir, de la Arabia antes de la llegada de Mahoma.
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La piedra negra de la Kaaba.
Durante el II milenio varios pueblos de Mesopotamia regresaron a la península arábiga para crear reinos y ciudades-estado de carácter heteróclito.
Así, en el norte, varios conjuntos de tribus nómadas, que se dedicaban al comercio caravanero consiguieron fusionarse dando lugar a reinos brillantes como el de los Thamud (el más antiguo), el de los nabateos y posteriormente el de los palmiranos, por citar a los más importantes.
En la parte meridional de Arabia florecieron a partir del siglo IX a. C. reinos como el de Sabá en Yemen, el reino de Ma´in, el de los Mineos, establecidos al norte de Yemen, el reino de Qataban y el reino de Hadramaut. En el siglo II a. C. surgió el reino de los himyaritas que llegó a conquistar todo el Yemen en el siglo III d. C. y unificar la Arabia meridional en su apogeo, formando un gran imperio.
EL IMPERIO HIMYARITA
Los orígenes del reino himyarita se remontan al siglo II a. C. Inicialmente bajo la dominación del reino de Qataban cuya hegemonía se extendía sobre el Yemen entre 500 y 110 a. C. consigue emanciparse con su declive. En el año 175 d. C. el reino de Hadramaut destruye definitivamente el reino de Qataban y se impone como nueva potencia en la Arabia meridional. Mediante una política de alianzas con otros pequeños reinos, el reino himyarita consigue fortalecerse y de este modo se apodera del reino de Saba en 230 d. C. bajo los soberanos himyaritas Yasir Yuhan’m y su hijo Shammir Yuharish. En 275 d. C. se derrumba el reino de Hadramaut. El rey himyarita Shammir Yuharish unifica por primera vez toda la Arabia meridional dando lugar al Imperio himyarita. Este imperio de una gran prosperidad económica y que tiene contactos diplomáticos con Roma, se expande a mediados del siglo V hacia la Arabia central. Sin embargo, los conflictos religiosos entre judíos y cristianos mermarán el Imperio himyarita hasta su desaparición en el año 571. En el año 380 el rey Abukarib As´ad se convierte al judaísmo y destruye los templos politeístas. La aparición del cristianismo a finales del siglo IV lleva a la guerra civil entre judíos y cristianos. En 519 el rey etíope Kaleb Ella Asbeha apoya el golpe de estado del cristiano Madikarib Yafur. Pero en 522, es ejecutado por el rey judío Yusuf As´ar Yath ´ar (Dhu Nuwas), que enseguida emprende una gran persecución contra los cristianos asentados en Yemen. No obstante, en el año 525 tiene lugar la invasión de los etíopes de Abreha que acuden en auxilio de los cristianos de Yemen. Dhu Nuwas se suicida y el cristianismo triunfa. En el año 570, el año del nacimiento de Mahoma, un príncipe judío de Yemen solicita a los persas sasánidas su ayuda para echar del país a los etíopes cristianos. Es el fin del Imperio himyarita.
En Omán, los A’adids desde el siglo X a. C. habían creado el reino de A´ad. Es muy probable que los árabes de la antigüedad hablaran una lengua similar al acadio. En el siglo IX a. C., los textos asirio-babilónicos mencionan a los árabes en sus relatos de batallas entre el ejército asirio y las tropas de camelleros árabes. Los monarcas del reino de Saba pagaban un tributo anual a los reyes de Nínive.
Se sabe que los persas se aliaron con los árabes para conquistar territorios e incrementar sus ejércitos. En tiempos de los aqueménidas, que fueron una dinastía que gobernó el Imperio persa del 550 a. C. al 331 a. C., el norte de Arabia, que formaba parte del Imperio persa, fue constituido en satrapía.
Uno de los reinos, el nabateo (s. V a. C.-105 d. C.), cuya capital, Petra, fue digna de admiración en la antigüedad, logró establecer estrechas relaciones políticas y comerciales con la dinastía de los seléucidas antes de ser sometido por los romanos. Después del declive de los nabateos, surgió el poderoso reino de Palmira, que se extendía hasta el Mediterráneo. Durante el reinado de Zenobia alcanzó su máximo esplendor, pues abarcaba Asia menor y Egipto. No obstante, en el año 273 d. C. el emperador Aureliano conquistó Palmira y la reina Zenobia fue llevada presa a Roma.
La Arabia meridional era en gran parte sedentaria y poseía imponentes ciudades-estado como Saná y Marib, carácter esencial que la diferenciaba de los habitantes del norte de la Arabia nómada. Sin duda, el reino de Saba fue el más importante de la Arabia meridional, prueba de ello es su extraordinario desarrollo urbanístico gracias a una sofisticada red de canales y diques (también en Marib existía una red fluvial semejante), que permitían disponer de abastecimiento de agua en enormes depósitos para el consumo humano y la irrigación de los campos (por esta razón se conocía como la Arabia feliz). El reino de Saba estableció relaciones comerciales con Etiopía, Egipto, Mesopotamia y la India, pues los sabeos eran experimentados navegantes y se ha comprobado que llegaron hasta Indonesia con sus naves. Esencialmente, las mercancías que transitaban en los puertos de los sabeos eran especias, incienso y tejidos preciosos.
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Vestigios de la antigua ciudad de Marib, capital del reino de Saba.
Durante la época bizantino-sasánida, las tribus árabes de los lájmidas y de los gasanídas, ambas de religión cristiana, se convirtieron en estados vasallo de estas dos grandes potencias del momento. Los lájmidas, establecidos en Irak, y cuya capital Al-Hira era objeto de grandes elogios por su belleza arquitectónica, tras su derrota contra los persas sasánidas, se aliaron con ellos contra el Imperio bizantino y contra los gasanídas, árabes asentados en Palestina y Siria (aliados de los bizantinos). Con la posterior conquista islámica ambos pueblos, lájmidas y gasanídas, se unieron al islam.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LOS BEDUINOS

Sociológicamente, la Arabia preislámica se caracterizaba por tribus de pastores y de comerciantes, cuya forma de vida nómada estaba no obstante cimentada por estrechos vínculos de sangre. Los nómadas (ahl al-wabar) se diferencian de los sedentarios (ahl al-madar), sin embargo el parentesco era de suma importancia para todos. La asabiya, el espíritu de solidaridad del grupo, imperaba sobre cualquier otra forma de organización política, por rudimentaria que fuera. Fuera de la tribu no existía posibilidad de una vida individual. Cada tribu se regía por costumbres y reglas no escritas, que cada beduino debía de observar escrupulosamente so pena de ser expulsado de la tribu. Una vez abandonado por los suyos, el beduino se convertía en un abtar, es decir, en un renegado que padecía todo tipo de penurias y de vejaciones.
La base de la organización tribal era la familia. Un conjunto de familias formaban una tribu, y a su vez un conjunto de tribus formaba un clan. A la cabeza de cada tribu estaba un jefe (sheij o sayyid) elegido por los miembros más destacados del conjunto de familias, el consejo. El jefe de la tribu, en general un sabio anciano, velaba celosamente por mantener la unidad de los suyos, impartía justicia y dictaminaba los casos de venganza de sangre o tha´r pues imperaba la ley del «ojo por ojo».
También determinaba si había que emprender las temidas razias o ghazwa contra otras tribus, pues estas estaban perpetuamente enfrentadas entre sí y vivían en un clima de gran violencia. Cada beduino nómada era a la vez un comerciante camellero y un guerrero. Gracias a estas largas caravanas de beduinos, más tarde penetraron las ideas religiosas del judaísmo ...

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