Rebeldes, revolucionarios y refractarios
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Rebeldes, revolucionarios y refractarios

Sistema, subsistemas y antisistemas

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Rebeldes, revolucionarios y refractarios

Sistema, subsistemas y antisistemas

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Todo Sistema genera, tarde o temprano, su antítesis, o cuando menos su oposición al orden establecido. En un mundo marcado por la división esencial entre explotadores y explotados nacen necesariamente Heterodoxos, Disidentes, Resistentes, Rebeldes, Revolucionarios y hasta Refractarios. Todos ellos denuncian lo que hay y proponen relaciones sociales diferentes, por no citar a los que, hastiados de un Sistema social que niega la condición de humanidad de una parte de la misma, optan por apearse, marginándose conscientemente.Pero, ¿quiénes son hoy esos Heterodoxos, esos Disidentes, los Revolucionarios, los Refractarios? Los medios de comunicación dan diariamente noticia de sus acciones y opiniones, que se producen ya a nivel mundial.Y, ante la fortaleza creciente de los Anti-Sistema, ¿cuál es la fuerza real del Sistema? ¿La queparece proyectar su gigantismo militarista? ¿O más bien es su desbocado intervencionismo globalizador el estertor de un declive incipiente?Jorge Verstrynge expone en este libro las características fundamentales del Sistema, su vigencia y su estado de salud, y, frente a éste, quiénes y qué son los anti-sistema: antiglobalizadores, populistas, nacionalistas, neofascistas, ecosocialistas, radicales islámicos... gentes diversas y antagónicas que, por separado, cuestionan implacablemente al neoliberalismo desde sus distintos puntos de vista.

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En colaboración con

DONATIEN CUBLIER y BEATRIZ ROMERO LLANO
REBELDES,
REVOLUCIONARIOS,
Y REFRACTARIOS
Sistema, Sub-sistemas, y antisistemas
(Edición Actualizada)
E L VI E J O TO P O
A mi hijo René
Madrid, 2011
La historia no es el ámbito de la fatalidad, sino de lo imprevisto. Un segundo error sería imaginar el futuro como prolongación del presente.
Si hay algo cierto, es que el futuro será diferente de lo que uno se puede hoy imaginar. Un tercer error sería desesperar de la inteligencia, de la imaginación, de la voluntad, y, finalmente, de nosotros mismos.
DOMINIQUE VENNER
25-VII-01
ÍNDICE
PARTE PRIMERA: EL PANORAMA
1. Prolegómenos
2. ¿Es posible la revolución?
PARTE SEGUNDA: EL SISTEMA
3. El Sistema
4. Los Subsistemas
4.1 El Subsistema militar
4.2 Los Subsistemas económico y social
4.3 Los Subsistemas ideológico y político
PARTE TERCERA: LOS ANTISISTEMAS
5. Izquierda Real, Antimundializadores,
Bolcho-Bonapartismo, Ecosocialismo y Extrema
Izquierda
6. Populismo: el democratismo radical
7. Neofascismo, Nacional-Liberalismo, Etno-populismo
y otros
8. Nacionalismo: la búsqueda del paraíso perdido
9. El retorno de los brujos: religión, reacción, y revolución
PARTE CUARTA: LAS NACIONALIZACIONES
DE LOS SISTEMAS
10.1 Los USA
10.2 Japón
10.3 Los Referendarios I: Rusia
10.4 Los Referendarios II: Francia
10.5 Los Referendarios III: Venezuela
10.6 El Islam Republicano: Turquía
10.7 El Islam Republicano: Irán
10.8 Neocomunistas: China
ANEXOS:
1. El Rebelde, el revolucionario y el refractario
2. Hacia la Revolución: Proteccionismo o Revolución
3. Inmigración, Capitalismo, Proteccionismo e Identidad 4. Inmigración, Capitalismo, Proteccionismo e Identidad: el caso español
5. Qué es lo que el Comunismo designa
6. Los mitos
7. Un Nacional-Bolchevismo de derechas
8. Un Nacional-Bolchevismo de izquierdas
9. Sobre el Fascismo
10. Algunas fuerzas políticas islámicas
12
PARTE PRIMERA

EL PANORAMA

1

PROLEGÓMENOS

Los que están de acuerdo conmigo están locos.
Los que no lo están sustentan el poder.
PHILIP K. DICK
Desde que el mundo es mundo, cuando aún éramos australopitecos, en parte por condicionantes genéticos heredados de animales mamíferos de presa, territoriales y agresivos, en parte porque ya la cultura nos lleva -
ba hacia las apropiaciones iniciales y la división sexual y de clases, existen, bien lo explicó Marx, explotadores y, sobre todo, explotados. Y, ló gi ca -
mente, heterodoxos, disidentes, resistentes, rebeldes, revolucionarios, y hasta refractarios, que denuncian el orden establecido y proponen relaciones sociales diferentes. Y, también, marginados que, ante Sistemas sociales y de poder que niegan la condición de humanidad a una parte de la misma, optan por apearse.
Un sociólogo muy de derechas, Jules Monnerot, ya fallecido, dijo, pérfidamente, que Marx no llegó al concepto de proletariado empírica-mente (según el sociólogo, dicho proletariado aún no existía realmente cuando Marx lo describió), sino por la aplicación del postulado central del hegelianismo, que es la dialéctica: la existencia de la burguesía y de nuevas clases poseedoras (en este caso, perfectamente constatables) no po día sino producir, hegelianamente, a priori, inevitablemente, la aparición de una clase explotada, una clase “antisistema”, una “contra-clase”
con características diametralmente opuestas a las de la dominante 1.
Pero no era necesaria la intervención de Hegel para dar cuenta de
“contra-clases”: las propias condiciones de dominio y el enriquecimiento de la burguesía implicaban, realmente, fácticamente, que se negara, total o mitigadamente, a una parte (considerable) de las gentes la condición humana, haciéndola objeto de un proceso de expropiación-explotación 15
y de degradación que no podía sino alzar a esos hombres y mujeres contra el Sistema, ya entonces capitalista.
Lamentablemente, es pues cierta la aseveración marxista de que la historia de la humanidad lo es también de la expropiación-explotación del hombre por el hombre, con la consiguiente reacción antisistema de los expropiados-explotados. Tan constante es dicha expropiación-explotación en la historia, que constituye un primer grave error vincularla en exclusiva al Capitalismo. E incluso centrarla en éste. Porque el Capitalismo no es sino una de las muchas modalidades de expropiación-explota ción. Aunque probablemente, históricamente, hasta hoy la más
“re finada” 2. Y la expropiación-explotación, desgraciadamente, no sólo permanece, sino que permanecerá, y ello más allá del Capitalismo, es de cir, de otras formas y maneras, más intensas si nos descuidamos, me -
nos intensas si reaccionamos. Pero, desgraciadamente, seguirá. Y uno de los errores del Marxismo histórico fue no darse cuenta del carácter complementario que el pensamiento del sociólogo y economista italiano Wilfredo Pareto (liberal que terminó fascista) tenía en relación con el pen samiento de Marx. Cuando la vulgata marxista, posterior a su fundador (y extraña al mismo), vio el Socialismo como algo alcanzable casi de una sola vez3, y no reversible una vez logrado, un poco de “paretia-nismo” hubiese complementado la obra de Marx (y de muchos marxistas posteriores), equivalente para las ciencias sociales a la de Newton para la física moderna, con la realista constatación de que la expropiación-explotación basada en la apropiación privada de los medios de producción no era ni mucho menos la única ni, sobre todo, la última; que, sin cesar, re nacerían nuevas formas de expropiación-explotación, y de marginación; y que por ello el Socialismo, en tanto que búsqueda del máximo gra do de humanidad para todos, no es algo que se alcanza de una vez por todas y con carácter irreversible, sino que es un esfuerzo permanente, día a día, constante, por la dignidad humana, y contra la desigualdad y el privilegio, sin cesar renovados porque las fuentes de estos últimos son muchas.
En definitiva, se trataría, inteligentemente, de perfeccionar esa magnífica visión global social que nos dejó Marx, y esa esperanza en el progreso (período de triunfo, desgraciadamente muy momentáneo, de la 16
razón) que nos legaron “Las Luces”, con al menos algo de ese pesimismo cíclico que apuntó Wilfredo Pareto y su teoría de la “circulación de las elites”.
Todo Sistema genera, pues, tarde o temprano, su antítesis; o cuanto menos su oposición al orden establecido. Y ello desde dentro de la sociedad, pero también desde fuera: los griegos tuvieron sus macedonios, sus persas y sus romanos; estos últimos sus cartagineses, sus germanos, sus galos, sus persas y sus partos, y sus espartaquistas para adentro; la Europa cristiana sus hunos, sus turcos —y sus protestantes y sus revueltas campesinas para adentro—; el Antiguo Régimen su Revolución France -
sa; las diferentes hegemonías, sus “contrapotencias” 4; la Mundialización, sus populistas de izquierdas y de derechas, sus anarquistas, sus neo -
marxistas, sus Attac, sus Tute Bianche, sus Black Block y sus radicales islámicos.
Más aún: el siglo XX puede ser considerado como el del inicio del fi -
nal de los Imperios, tras violentos choques entre sí —y las dificultades crecientes para escapar de los movimientos centrífugos— proceso que culminará en el siglo XXI. Quizá sea por, como vaticinaba el fundador de la Polemología francesa, Gaston Bouthoul, el casi constante predominio del armamento defensivo, o por la pertinaz reconversión de casi todos los avances en materia de armamento ofensivo hacia lo defensivo 5, lo cierto es que desde 1870 hasta finales del siglo XX (es decir, en menos de 130
años), hemos visto derrumbarse los Imperios francés, español, ruso (dos veces), otomano, alemán (dos veces), austrohúngaro, japonés, británico y portugués.
El mismo Imperio norteamericano a su vez ha entrado ya en agonía.
Ciertamente, no se trata de una caída constante, ni tampoco de fechar.
Co mo explica D. Bensaïd: “En los años setenta, la hegemonía de los USA pareció resquebrajarse, económicamente con la inconvertibilidad del dólar decidida por Nixon en agosto de 1971, y políticamente con la debacle en Vietnam. En los años ochenta, sus enormes déficit comercial y presupuestario transformaron a los USA en la principal nación deudora y en el principal beneficiario de inversiones extranjeras directas... Pero la desregulación monetaria internacional favorable al estatus dominante del dólar, el relanzamiento de la carrera armamentística, las derrotas in-17
fligidas a las clases trabajadoras por las políticas liberales, han permitido frenar la tendencia e incluso comenzar a invertirla. Los USA han sabido sacar el mejor partido de su supremacía monetaria y militar en vistas a reorganizar su economía en torno a las ramas dinámicas de las altas tecnologías. [Y es que] el declive de un Imperio dominante no se parece en nada a una curva gradual o a una fatalidad. La “Guerra de las Galaxias”, la del Golfo, la de los Balcanes son otros tantos signos de una recuperación. Económicamente debilitados frente a Europa, los USA conserva-ban la ventaja de un Estado centralizado, de una moneda inconvertible y de un poderío militar sin rival, reforzado por su superioridad en las nuevas generaciones de armamentos... Una recuperación tal de un Imperio declinante no carece de precedentes...”6 .
Pero Imperio declinante al fin y hoy, vistas sus agonías financieras, económicas y militares, cae cada vez con mayor velocidad. Imperio que, en todo caso, va generando sus antisistemas, o, permítanme otra expresión, los anticuerpos, internos y externos, que nos están librando de él, anticuerpos que amenazan con nuevos, insospechados, y temibles tipos de guerras (como por ejemplo la “guerra asimétrica”). Porque cada polo de poder genera tarde o temprano su antítesis, su antisistema, no andaba lejos James Schlesinger del punto de vista planteado aquí, en relación con el Imperio norteamericano, cuando se refería al “inevitable crecimiento de la animosidad hacia los Estados Unidos como potencia direc -
tora del mundo, sin que la hostilidad pueda desviarse ya hacia la Unión Soviética”.
Veremos aquí quiénes son el Sistema y sus “traducciones” nacionales, y quiénes los heterodoxos y marginados de hoy, los disidentes, los rebeldes, los revolucionarios, los refractarios. Fuera de “Occidente” (que es el apelativo del Imperio norteamericano), y, sobre todo, dentro. Ya expli -
caba, hace años, Alain de Benoist, fundador de la Nouvelle Droite 7, que, en la materia, todo está cambiando, pues “la tenaza ya sólo tiene un maxilar. Los liberales, que se alegran del final del Comunismo, considerado como su último competidor serio, pronto se desengañarán. El Liberalismo va a tener, a partir de ahora, que vivir sin su repelente. Ya no podrá instrumentalizar el miedo para hacer olvidar sus propias taras. Ya no dispone de un diablo para hacer creer en su dios propio. En lugar de ser 18
considerado como un ‘mal menor’, debe ser juzgado por lo que es en realidad. El fracaso del Comunismo ya no está al orden del día, sencillamente porque ya no hay Comunismo. Y lo que ahora sí que se desvela en toda su amplitud es el fracaso del Liberalismo. El final del Comunismo ha roto la tenaza que condenaba a los pueblos a una eterna ida y vuelta entre dos soluciones igualmente insatisfactorias. La tenaza ya no tiene más que un maxilar y el enemigo es así tanto más evidente cuanto que es el único. Estamos pasando, en otros términos, de un mundo de dominancia bipolar a un mundo de dominancia unipolar. Tampoco tiene viabilidad alguna la idea de Tercera Vía. Porque hoy ya sólo quedan dos vías: el Sistema, mercantil, liberal, y quienes lo rechazan. La oposición fundamental es la que se produce ahora entre el centro y la periferia”.
Y le da la razón Jean-François Kahn, desde el otro lado del espectro:
“La Democracia liberal podía hasta ahora escribir en su frontispicio, lo mismo que el restaurante instalado enfrente de una prisión: «Aquí se está mejor que enfrente». Pero, de repente, ya no hay «enfrente». El otro se ha tornado yo. Ya no hay otro peor que lo peor. No es sólo el enemigo formal, sino el valedor quien se ha consumido por completo. No hay otra comparación posible que la del Capitalismo consigo mismo. Frente a él, ya no está «el otro», sino su propio doble, su propia mueca tal y como ha sido moldeada poco a poco por el nuevo crecimiento de las desigualdades, de las precariedades, de las exclusiones... Mañana, los disturbios de Budapest, Katowice, Poznan o Bratislava [serán] explosiones internas del Sistema liberal... Hemos vuelto al punto de partida, ya no hay dos Sistemas sino uno... Y sus detractores” 8.
La Periferia. Los periféricos. Los que no están dentro, sino dentro-fuera, o/y enfrente. Los antisistema... Para De Benoist, “todo lo que se sitúa en la periferia es solidario”. No tanto, pues, como veremos, los antisistemas son muy variados. Pero, al menos, como tales antisistemas tienen, en efecto, claro lo que no quieren. En todo caso, sería absurdo pensar que, desaparecida la «otra pinza de la tenaza», la que queda podrá seguir como si tal cosa. Muerto Yalta, morirá el mundo de Yalta”. Crisis tras crisis también determinada clase de Capitalismo morirá.
Lo que hoy acontece dentro de las denominadas sociedades “occidentales” puede parecer a algunos una sencilla reacción antiguberna-19
mental: los gobiernos no aciertan con frecuencia y las dificultades económicas y sociales arrecian. Más probable es que se trate de una reacción violenta contra el Imperio (tal y como pronostica más arriba Schlesinger), sus adláteres, vasallos y cipayos (es decir “sus nacionalizaciones”) y sobre todo su lógica externa e interna. Contra la Mundialización que no es sino “recolonización unipolar” y, además, fallida9. Por de pronto, estamos ante una auténtica epidemia: casi en cada elección que se celebra en Europa y en más sitios (y también al Sur del Río Grande), ya sea general, regional, local (o europea, aquí), los partidos tradicionales sufren descalabros absolutos o relativos, mientras pequeños grupos, hasta hace poco marginales, en ambos extremos, ecologistas, nacionalistas, radicales de izquierda, pseudo populistas, y populistas auténticos, etc., registran espectaculares subidas; y lo mismo pasa con la abstención y con el voto en blanco. Es ya un “peligro” convocar un referéndum; y explotan las tendencias secesionistas. Sistemas enteros de partidos, como en los casos de Italia, Francia, Holanda, Escandinavia, Austria, Suecia, Finlandia, etc., amenazan con desaparecer, y naciones se disgregan. Mientras, hasta
“partidos del amor”, o “del salchichón y de la cerveza”, o “de los auto-movilistas”, o “del coche”, o “pirata” ganan escaños en elecciones menores (mientras otros “grandes partidos” no ganan elecciones ni ganando la guerra)10, y aparecen cada vez más candidatos pintorescos.
Cuanto menos, nos hallamos, pues, ante un panorama complejo. Y
la falta de coordinación entre todos los “AntiSistemas” no debe hacernos olvidar la frase de Murray Bookchim: “Las revoluciones dignas de mención tienen una fase inicial magníficamente anárquica”.
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2
¿ES POSIBLE LA REVOLUCIÓN?
Muchas cosas no se intentan porque parecen imposibles; pero muchas cosas parecen imposibles porque no se intentan KAUNITZ, Canciller austríaco
Las ironías sobre Mayo del 68 comenzaron muy pronto. Nada más acabar el movimiento, recuerdo que hizo furor, en las filas conservadoras francesas, un libro titulado La revolución inhallable, cuyo autor, irrelevante, nadie recuerda. En apenas dos años, la mayoría de las ventajas económicas y sociales, arrancadas por los obreros a la patronal francesa, quedaron medio esterilizadas por la inflación y por otras medidas de expropiación. Ciertamente, De Gaulle, que por su heterodoxia personal congénita hubiera incluso podido hasta encabezar el movimiento, había tenido que abandonar (después) el poder, pero le sucedió el “pompido-lismo”, que dio al terror que había sentido la burguesía ante los acontecimientos la ocasión de provocar una policialización intensa del país. En el Este, tras los acontecimientos de la antigua Checoslovaquia, el Socialismo a la soviética comenzaba a petrificarse y, luego, a agonizar. Aparentemente, Mayo del 68 fue un (buen o mal) sueño entre “aquello de antes” y la “continuación de lo mismo”...
Y, sin embargo, aun hoy, el mito de la “oportunidad perdida” perdura en las mentes de una gran parte de aquella generación de estudiantes11; y buena parte de los eslóganes pintados, en las calles de París primero y de Europ...

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