temporales centralizados
35
2. Mercurio, rayos ultravioleta
y bombillas de bajo consumo
85
3. Sobre la homeopatía y las medicinas
supuestamente “alternativas”
117
4. El SIDA y los argumentos “negacionistas”
163
5. Vacunas, vacunación y Salud Pública
203
6. Fukushima: Un Chernóbil a cámara lenta 249
Epílogo
305
Manuel Martínez Llaneza
Nota final: “Accidentes nucleares, terremotos y otras amenazas”
311
Francisco Castejón
Coda final: Un poema de Bertolt Brecht
315
Bibliografía
317
Glosario
321
Índice analítico y nominal
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Para Oriol Martí y Jorge Riechmann, científicos concernidos a los que gusta intervenir (documentadamente) en el ágora.
Ningún otro período de la historia ha sido más impregnado por las ciencias naturales, ni más dependiente de ellas, que el siglo XX. No obstante, ningún otro período, desde la retractación de Galileo, se ha sentido menos a gusto con ellas. Esta es la paradoja que los historiadores del siglo deben lidiar.
ERIC HOBSBAWM, Historia del siglo XX.
La ciencia en el sentido contemporáneo es un conocimiento socializado con proyección técnica más o menos inmediata. De esta última circunstancia se deriva su peligrosidad intrínseca como conocimiento sumamente eficaz: la excelencia de la física como conocimiento, por ejemplo, es la base del armamento nuclear y químico.
La reacción romántica a esa circunstancia que consiste en intentar deshacer el camino andado y, en la práctica política, bloquear la investigación, me parece, por de pronto, inviable además de indeseable. La historia documenta bastante bien que todos los intentos de bloquear la investigación en las épocas por nosotros conocidas han fracasado rotundamente... Por otra parte, esa política tampoco es deseable, porque lo característico de la tecnología contemporánea (como de todo conocimiento en realidad) no es una supuesta bondad o maldad, sino su constitu-tiva ambigüedad práctica. La misma ingeniería genética, por ejemplo, en la que se pedía una moratoria pensando en los riesgos de su manejo de ciertos virus y en la pesadilla, aun lejana, de intervenciones políticas en el equipo genético humano, es una de las principales esperanzas en la lucha contra el cáncer. Desde el punto de vista político-moral, la ciencia es ambigua por así decirlo, si no queremos usar la palabra “neutral” lamentablemente satanizada en los ambientes de izquierda.
MANUEL SACRISTÁN (1983)
No quiero transmitir estas palabras a los hombres –los políticos, los burócratas, los empresarios– que intentan imponer a las generaciones futuras la difícil tarea de deshacerse de los residuos radiactivos que se han generado y siguen generándose por culpa de una política energética que pone la capacidad de producción y la fortaleza económica por delante de todo lo demás. Más bien quiero transmitir estas palabras a las mujeres –las jóvenes madres–
que rápidamente se han dado cuenta de los peligros que se les plantean a sus hijos y tratan de encarar el problema de frente.
KENZABURO OÉ (2011)
Ciencia para el pueblo
Joan Benach y Carles Muntaner*
“Vivimos en un mundo cautivo, desarraigado y transformado por el colosal proceso económico y técnico-científico del desarrollo del capitalismo que ha dominado los dos o tres siglos precedentes (...) hay síntomas externos e internos de que hemos alcanzado un punto de crisis histórica.”
ERIC HOBSBAWM
“La ciencia es cómplice de todo lo que le piden que justifique”.
PIERRE BOURDIEU
Aunque durante el último tercio del siglo XIX la tecnología basada en el conocimiento científico se convirtió en un factor esencial para la vida social (baste pensar en la aparición de la radio, el cinematógrafo, los automóviles o la aviación), fue en el siglo XX cuando la ciencia y la tecnología modernas se convirtieron, directa o indirectamente, en algo “sin lo cual la vida cotidiana era ya inconcebible en cualquier parte del mundo.” 1 Como a principios de ese siglo mostraron los avances
* Joan Benach y Carles Muntaner, profesores de salud pública en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad de Toronto (UofT) respectivamente pertenecen al Grupo de Investigación sobre Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET) de la UPF, son miembros fundadores de Científicos por el Medio Ambiente (CiMA), y ambos investigan y enseñan sobre temas de sociología de la salud y epidemiología social. Entre sus libros se encuentran: Aprender a mirar la salud (Barcelona: Viejo Topo, 2005), y Empleo, trabajo y desigualdades en salud: una visión global (Barcelona: Icària, 2010).
1. Hobsbawm E. Historia del siglo XX. Barcelona: Crítica, 1995:519. [Ed. orig. 1994]
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Ciencia en el ágora / Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal en medicina y salud pública, las comunicaciones o, muy en especial, el armamento bélico, la ciencia y la tecnología no sólo transformaron ra dicalmente nuestro conocimiento del mundo sino también el propio mundo. Tras la I Guerra Mundial, se fortaleció enormemente la vincu -
lación entre ciencia, estado y ejércitos, convirtiéndose los gobiernos en los principales patrocinadores y clientes de la tecno-ciencia; pero fue a partir de la II Guerra Mundial cuando se consolidó e ins ti tu cio -
na lizó definitivamente la ciencia a través de su militarización con planes como el Proyecto Manhattan, producto del cual surgió una nueva tecnología militar de consecuencias devastadoras con las bombas nucleares lanzadas por EE.UU. sobre Hiroshima y Nagasaki. Los daños producidos por una tecnología tan peligrosa tenían relación directa con el hecho de disponer de un conocimiento científico de enorme calidad. Como sintetizó con claridad Manuel Sacristán: “la peligrosidad o ‘maldad’ práctica de la ciencia contemporánea es función de su bondad epistemológica”. 2, 3
En las últimas décadas del siglo XX, el desarrollo científico-técnico (y muy especialmente la investigación militar) y con él el número de científicos, ingenieros y tecnólogos incrementó de forma muy pro-nunciada su poder bajo el liderazgo de Estados Unidos.4 Durante los años 60, la emergencia de movimientos sociales críticos, incluido el rechazo neo-romántico de la ciencia y la tecnología, las protestas de la 2. Sacristán M. M.A.R.X. Máximas, aforismos y reflexiones con algunas variables libres.
López Arnal S (editor). Barcelona: El Viejo Topo, 2003:268.
3. Científicos como el propio Albert Einstein se dieron cuenta de ello demasiado tarde.
Ver: Einstein A. Escritos sobre la paz [1914-1955]. Barcelona: Península, 1967 (trad. J.
Solé Tura).
4. Tras la I Guerra Mundial, el número de científicos era de sólo unos miles o unas pocas decenas de miles a lo sumo. A finales de los años 80 del siglo XX se estima que la cifra alcanzó los 5 millones. En 2010 el gasto de armamentos se estimó en alrededor de 1 billón y medio de dólares anuales, con Estados Unidos, China y Francia como los mayores presupuestos. El presupuesto militar oficial de EE.UU. es del 5% del PIB, aunque la cifra real podría alcanzar el 7%.
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Prólogo / Ciencia para el pueblo iz quierda política, y luchas contra guerras como la de Vietnam en los EEUU y Europa, promovieron que la sociedad y los propios científi -
cos plantearan con mayor radicalidad su papel social creciendo muy mar cadamente la preocupación y conciencia sobre las consecuencias reales o potenciales de los descubrimientos científicos y las tecnologías, no solo armamentísticos sino también en la física, la química, la biología y la sociedad. 5 Fue así, como a inicios de 1969, varias decenas de miembros del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Cam-bridge (EEUU) convocaron una huelga que pronto se extendió a otras universidades, para llamar la atención sobre las amenazas derivadas de los conocimientos técnicos y científicos. En un manifiesto del 4 de marzo los investigadores reclamaban: “que las aplicaciones de la investigación se aparten de su actual énfasis en la tecnología militar para ir a resolver problemas ambientales y sociales urgentes.” 6 El colectivo, conocido más tarde como Science for the People, 7 planteó con radicalidad la necesidad de reconocer la naturaleza política de la ciencia, aumentar el acceso de todas las personas al conocimiento, e incre mentar la conciencia social sobre la ciencia y la responsabilidad política de los científicos. En un manifiesto de mediados de los años 70, ‘Ciencia para el pueblo’ planteaba de este modo su visión de la ciencia y la necesidad de cambio:
5. Rose H, Rose S. La radicalización de la ciencia. México: Nueva Imagen: 1980 (ed. or.
1976).
6. Leslie SW. The Military-Industrial-Academic Complex at MIT and Stanford. New York, 1993:233.
7. El 3 de febrero de 1969 se convoca la primera reunión en Nueva York donde se constituye el colectivo Scientists for Social and Political Action (SSPA). En septiembre del 69, el grupo pasa a llamarse Scientists and Engineers for Social and Political Action (SESPA) y a finales del mismo año se acuña el nombre Science for the People, apareciendo desde agosto de 1970
la revista bimensual de igual nombre. Tras unos años de paréntesis, el 8 de noviembre de 2002 en Florencia se inició la revista y página web ‘Science for the People’, como un movimiento de científicos anticapitalistas. Ver la web: www.scienceforthepeople.com.
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Ciencia en el ágora / Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal
“La ciencia en la sociedad estadounidense no es políticamente neutral.
¿Qué ciencia y qué científico puede ser independiente del sistema social y económico que le financia, establece las prioridades, establece las preguntas importantes, y determina la utilización de su trabajo? El control por parte de las burocracias gubernamentales y corporativas sirve tan sólo a unos pocos. En EE.UU. vemos como la ciencia se utiliza para desarrollar las herramientas tecnológicas e ideológicas que precisan las personas en el poder para mantener su poder. ¿Participan en alguna ocasión los científicos o las personas a quienes afecta la ciencia en el establecimiento de qué hay que hacer? (…) Ciencia para el pueblo significa conocimiento para el pueblo y, a través de ese conocimiento, la acción.”8
La necesidad de establecer límites morales y prácticos a la utilización de la ciencia contemporánea se manifestó durante aquellos años en in-tensos debates sobre temas como las explicaciones deterministas de la inteligencia o la naturaleza humana,9 las implicaciones éticas de las biotecnologías y los malos usos de la ingeniería genética, o la destrucción ecológica y los riesgos para el medio ambiente y la salud pública. Como resultado de muchas movilizaciones y luchas, la financiación de la investigación militar fue reduciéndose hasta mitad de los 70, momento en el cual el neoliberalismo y la fuerte alianza entre el poder económico, político y militar con científicos e ingenieros llevó a una progresiva pri-vatización y mercantilización de la tecno-ciencia.10 Los científicos crí-8. Texto reproducido de un folleto de 1975 de Science for the People de Boston. Acceso el 05-06-2011: http://socrates.berkeley.edu/~schwrtz/SftP/Brochure’75.html 9. Ann Arbor Science for the People Editorial Collective Biology as a Social Weapon Pearson 1977.
10. En los años 70 el gobierno de EE.UU. sufragó dos tercios de los costes de la investigación básica del país (casi 5.000 millones de dólares anuales) dando trabajo a casi 1
millón de científicos e ingenieros; a mediados los 80, con la administración Reagan, la finan ciación privada en investigación y desarrollo ya superó a la inversión pública. Ver: Echevarría J. La revolución tecnocientífica. Madrid: FCE, 2003:31,63.
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Prólogo / Ciencia para el pueblo ticos quedaron progresivamente marginados en áreas menos relevantes para el desarrollo tecnológico como las humanidades y las ciencias sociales, a la vez que mantenían su situación y privilegios característicos de su elevada clase social.11
En los últimos decenios, los nuevos descubrimientos científicos, conocimientos prácticos y aplicaciones tecnológicas han conformado un cú mulo de información, conocimiento y poder sin precedentes históri -
cos. Ese enorme poder debe conllevar también una enorme responsabilidad.12 Los descubrimientos e innovaciones prometen un enorme incremento en el bienestar humano: el conocimiento de las causas y propagación de los procesos cancerosos, el desarrollo de vacunas contra el SIDA o la erradicación de enfermedades como la polio o la malaria son unos pocos ejemplos. Al tiempo, la capacidad productiva, des-tructiva y de control social de la tecno-ciencia contemporánea plantea enormes peligros e incertidumbres para la humanidad. Un poder que se expresa, por ejemplo, en la destrucción ecológica que sufre el planeta, ...