La siderurgia de Sagunto durante el primer Franquismo (1940-1958)
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La siderurgia de Sagunto durante el primer Franquismo (1940-1958)

Estructura organizativa, producción y política social

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La siderurgia de Sagunto durante el primer Franquismo (1940-1958)

Estructura organizativa, producción y política social

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Al finalizar la Guerra Civil, Altos Hornos de Vizcaya adquiere la empresa siderúrgica que el empresario vasco Ramón de la Sota había puesto en marcha en el Puerto de Sagunto en la segunda década del siglo XX. Este trabajo se centra en el funcionamiento de esta industria, de la empresa, su organización y su adaptación, tanto a las circunstancias impuestas por el régimen franquista, como a aquellas que se derivan del ámbito internacional, político o económico, y que también afectan al desarrollo del sector y de los distintos centros fabriles. Para explicar y entender mejor el caso concreto de la siderurgia saguntina, el estudio analiza algunos elementos no específicos, como su carácter de ciudad-fábrica en torno a la cual se constituyó un poblamiento, diferenciado respecto al núcleo poblacional originario de Sagunto, en la zona del puerto.

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V. LA POLÍTICA SOCIAL
1. INTRODUCCIÓN
Este capítulo pretende ser el colofón de este trabajo de investigación que versa acerca de los veinte primeros años en que la factoría siderúrgica de Sagunto perteneció a Altos Hornos de Vizcaya.
Al igual que en los capítulos tres y cuatro nos hemos ocupado de la empresa, sobre todo en su apéndice productivo de Sagunto, de su organización, de las condiciones económicas de los décadas de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, de su repuesta a estas; en el presente capítulo queremos cerrar el ciclo de actuación de la empresa en lo que corresponde a la política social. Para ello, y al igual que hemos hecho en los capítulos precedentes, tendremos que presentar la política social del nuevo régimen tras la Guerra Civil, y ver cómo se adapta y en qué medida se aplica esta política por parte de AHV, pero centrando la atención en el caso concreto de la Factoría de Sagunto.
Sin embargo, tal y como se apuntó al inicio de este trabajo, no pretendemos ir más allá del estudio de la empresa, y, en este sentido, no es nuestro objetivo, al menos en este trabajo, entrar en el análisis de las relaciones laborales, para lo cual tendríamos que abordar también la perspectiva obrera. Por ello, en este capítulo solo se pretende dar constancia de la política social que desarrolla Altos Hornos de Vizcaya en Sagunto, sus antecedentes, su justificación, sus condicionantes, su objetivo, las consecuencias derivadas de esta y su grado de éxito o fracaso.
Para ello hemos considerado imprescindible encuadrar la política social proyectada por el régimen franquista, pues al tratarse de una dictadura, la política social será impuesta y afectará a todos los grupos sociales, tanto en el marco de las relaciones laborales como en el más estrictamente social y que abarca a un mayor número de individuos.
Trataremos de ver en qué medida y hasta qué punto la empresa tratada apoya y colabora con la política social marcada por el régimen político, y también en qué medida esta política cumplió con las expectativas particulares de la empresa con respecto a la respuesta obrera, tanto en cuanto a su nivel de productividad como de identificación con lo que ya hemos denominado anteriormente la «cultura de empresa».
2. POLÍTICA SOCIAL DEL RÉGIMEN FRANQUISTA
2.1 Fundamentos ideológicos
En un contexto general, las líneas maestras que van a configurar el marco ideológico del franquismo, sobre todo en su vertiente social, aparecen en el preámbulo del Fuero del Trabajo (Decreto del 9 de marzo de 1938) y en su relación articular. De hecho, los preceptos principales del Fuero del Trabajo serán recogidos en el Fuero de los Españoles del 17 de julio de 1945, como especie de carta otorgada de derechos de los ciudadanos. Por ello, antes de pasar a enumerar los distintos elementos ideológicos que perfilarán la política social del régimen, consideramos interesante reproducir un extracto del preámbulo del Fuero del Trabajo donde se observa la simbiosis ideológica en la que concurren los distintos grupos sociales adscritos al bando vencedor de la Guerra Civil:
Renovada la tradición católica de justicia social y el alto sentido humano que informó nuestra legislación del Imperio, el Estado nacional, en cuanto es instrumento totalitario al servicio de la integridad patria y sindicalista, en cuanto representa una reacción contra el capitalismo liberal y el materialismo marxista, emprende la tarea de realizar, con aire militar, constructivo y gravemente religioso, la revolución que España tiene pendiente y que ha de devolver a los españoles, de una vez para siempre, la Patria, el Pan y la Justicia.
Entre los elementos ideológicos del franquismo que podemos destacar por su relación estrecha con la política social propuesta por este señalamos:
a) El exacerbado nacionalismo. El discurso nacionalista del fascismo es asimilado por el régimen franquista. De acuerdo con este principio, los intereses nacionales, coincidentes con los de la burguesía, son elevados a la categoría de «bien común». En virtud de ello, el trabajo, considerándolo un derecho del individuo, se convierte a su vez en un deber cuya finalidad es engrandecer la Patria.
b) El carácter antidemocrático (en el sentido que lo entiende la democracia liberal) y contrarrevolucionario (por su contraposición a la revolución socialista). De aquí que no se acepten ni partidos políticos independientes ni sindicatos de clase. Se tratará de un régimen de partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y un solo sindicato, la OSE, vertical, interclasista y de afiliación obligatoria.
c) El corporativismo, basado en la idea que niega la existencia de clases sociales y la lucha de clases. Frente a esta, se establece el principio de armonía social, donde la adscripción a un grupo social se establece en función de la profesión. Así, todos los individuos que integran una profesión o sector de producción constituirán una corporación, y, como todos son productores, su principal característica será el poseer una unidad de intereses, objetivos o problemas entre sus miembros. De este modo, no puede darse entre ellos mismos una lucha de intereses ni de «clases», con lo que se resuelve la cuestión de la conflictividad laboral por principio.
Sin embargo, el corporativismo cristiano da a las corporaciones profesionales organizadas en consejos corporativos un mayor número de atribuciones y autonomía con respecto al Estado que el fascismo, pues para los católicos corporativistas el Estado debe ser solo el guardián del derecho y ejercer un control solo cuando hay contribuciones de los socios (para seguros o previsión social) a la corporación.
El Fuero del Trabajo toma más del espíritu fascista y, en este caso, el franquismo va a adoptar la fórmula más intervencionista del Estado, tal cual lo presenta el fascismo.
d) La justicia social. Elemento relacionado con el corporativismo y cuyo contenido es entendido de forma prácticamente idéntica desde la perspectiva fascista y católica. Desde las filas que abogan por el corporativismo católico, Joaquín Azpiazu1 defiende la justicia social como la virtud ordenada al bien común, mayor o menor en función de las necesidades y de obligación para todos los miembros de la comunidad. Desde esta corriente, el liberalismo no la contempla por principio, al buscar el beneficio privado, y el socialismo la distorsiona, pues al pretender una igualdad absoluta, provoca la proletarización de todos.
De este modo, la justicia social pretende de forma prioritaria el bien común, y los que ocupan un puesto más elevado en el orden de la autoridad jurídica o económica tienen que contribuir de forma activa a ello haciendo predominar el beneficio social sobre el personal.
Pero siguiendo con la perspectiva católica, que es la que más se detiene en este aspecto, en lo relativo al capital y el trabajo se aboga por la postura de Pío XI, que busca la redención del proletariado a través de una sociedad en la que todos sean propietarios. Como fórmula para desarrollar el solidarismo cristiano se establecen el cooperativismo en todas las ramas y el corporativismo profesional. Así, desde esta perspectiva, la organización profesional, corporativa, es la única que garantiza el beneficio común y la paz social, de modo que, al aplicar la moral social que busca el bien común, el salario y el precio justo se consiguen y salen de la dependencia de la libre competencia del liberalismo.
e) Defensa de la propiedad privada. Unida tanto al rechazo del liberalismo como del socialismo. Desde el catolicismo se aboga por dar a todos la posibilidad de disponer de la propiedad privada de los medios de producción, de modo que nadie carezca de lo necesario para poder llevar una vida digna y no salirse de la moral cristiana, la cual se puede transgredir con mayor facilidad si no se consigue la parcela de dignidad y derechos sociales suficientes. En este sentido se piensa que el liberalismo, en cuanto economía de libre mercado o libre competencia, no garantiza este aspecto, pues al buscar el beneficio privado las diferencias económicas entre los grupos sociales se hacen cada vez más grandes, hasta llegar a la proletarización de gran parte de los productores, pero sin derechos o servicios sociales. Esto es causa de conflictividad social y de la posibilidad de adscripción al socialismo por parte de aquellos que no tienen nada que perder, mientras que, según esta corriente ideológica, si todos son proletarios y solo el Estado es el titular de los medios de producción, se sigue estando en dependencia, ahora del Estado, lo cual puede provocar otro elemento diferenciador en cuanto a los derechos sociales.
A pesar de todo, aunque cuando se hace la defensa de la pequeña propiedad privada, al tiempo que se ataca al liberalismo y en concreto a la gran propiedad por ser ella la principal causante de la desigualdad e injusticia social, en la práctica, el régimen franquista sabe que tendrá que apoyarse en este sector social de la alta burguesía y le pedirá su colaboración, tanto para aumentar la producción nacional como para aplicar las medidas de su política social que comportan un intervencionismo estatal a la hora de fijar derechos sociales, laborales, nivel de salarios y precios, subsidios, asistencia sanitaria, enseñanza, etc.
Antes de finalizar este apartado y a manera de resumen de los elementos en los que se basa la política social del régimen franquista nos parece muy interesante la aportación que se hace por parte de un ingeniero industrial de la época y jefe provincial de Trabajo en Santander y Vizcaya a través de su libro El bienestar en el trabajo industrial.2 El punto de referencia del autor es el Fuero del Trabajo, del que quiere resaltar algunas directrices. El objeto del libro es señalar a las empresas el bienestar que pueden proporcionar a su personal productor. Comienza justificando que las condiciones de trabajo y de vida para el trabajador industrial son tan precarias que se hace necesaria la tutela del Estado y de los puestos de responsabilidad de la industria. Los principios que este autor señala como indispensables para conseguir el bienestar en el trabajo industrial se pueden resumir en los siguientes:
Normas de seguridad e higiene con efectos de prevención de accidentes o enfermedades. Señala que los comités de seguridad e higiene deben de tener funciones ejecutivas y también se insiste en potenciar medidas de prevención de accidentes o enfermedades profesionales, pero también hay que crear un ambiente agradable (música, aseo, colores adecuados…) para mejorar el ritmo de producción, tratando de evitar al máximo los problemas ocasionados por el ruido, el polvo, la temperatura, etc.
Salario suficiente para una vida digna de la familia (salario mínimo) y garantía en caso de riesgo: subsidio de paro, accidente, invalidez…
Trabajos acomodados a la resistencia del productor y descansos necesarios.
Atención y asistencia a ancianos, desvalidos, niños, mujeres…
La industria debe favorecer el puesto de trabajo de acuerdo con las aptitudes del productor.
Tutela moral, profesional (escuelas de formación profesional), cultural (escuelas) a los productores.
Política social dirigida a la familia potenciando la cultura (escuelas, bibliotecas, becas), viviendas, economatos, instalaciones deportivas, arte, salud, etc.
Conciencia del corporativismo en cuanto a que todos los productores tienen intereses comunes.
Algunos de estos preceptos ideológicos empezaron a ponerse en cuestión, e irán transformándose a partir de los años cincuenta, cuando la situación económica nacional empiece a dar muestras de crecimiento, cada vez más estable, y cuando en lo político se vea la necesidad de ir modificando, quizá solo «maquillando», algunos de estos principios ideológicos de tinte excesivamente fascista, con objeto de que España pudiera ir incorporándose a las relaciones internacionales con las democracias occidentales. Esta iniciativa es promovida sobre todo desde el sector católico y tecnócrata del Opus Dei, más proclive a defender el sistema económico de libre mercado que la política intervencionista del Estado en la economía y en las relaciones laborales, lo cual tendrá consecuencias directas en la política social en general que hasta ahora venía practicando el Régimen.
Una representación del nuevo rumbo que se quería dar a la política social puede verse en el libro de Higinio Paris denominado Sentido y límites de la política social.3 Desde los postulados que este autor defiende se atacará el principio de justicia social tal cual se ha entendido por el régimen franquista hasta entonces, argumentando que, entre otras consecuencias negativas, contribuye a aumentar la inflación; también ataca el de solidaridad profesional en el sentido que establece el Fuero del Trabajo de que el empresario debe buscar antes el bien común de la mayor parte de los productores que su propio beneficio privado. También se muestra contrario al excesivo intervencionismo y reglamentación estatal en la economía y en las relaciones laborales, pues esto no alienta al empresario a aumentar su inversión y, por tanto, a un aumento de la producción.
Frente a este tipo de preceptos, se trata de sustituir estos por ideas como la del mercado libre, donde sea la libre competencia y la ley de la oferta y la demanda la que establezca el nivel de los precios (según este autor y corriente es la fórmula que más garantiza los precios justos); una política de salarios y una jornada que se establezcan en función de la productividad y racionalización del trabajo; a favor del despido libre, pues piensa que la seguridad del puesto de trabajo disminuye la productividad del trabajador, mientras que la incertidumbre de perderlo o conservarlo le lleva a aumentar su interés y productividad. También se muestra partidario de la disminución de los subsidios sociales, y solo acepta mantener los imprescindibles, pues la aportación económica del empresario para hacerlos posibles tratará de compensarla a través de aumentos de los precios, y ello llevaría a una inflación y a que los salarios de los trabajadores no fueran suficientes. Se aboga al respecto por fomentar el ahorro individual, la inversión y la aportación del Estado a través de los impuestos recibidos en ayudas económicas, asistencia sanitaria o por accidentes. No es partidario del subsidio de paro ya que se piensa que ello aumenta la pereza por buscar otro trabajo. Solo en los casos de paro transitorio por modernización de la empresa o el paro agrícola estacional podría verse beneficiado por la aportación de la asistencia pública a través de ayudas económicas temporales.
Por tanto, la política social del régimen franquista irá transformándose poco a poco a base de ir actualizando sus planteamientos ideológicos. Pero a finales de los años cincuenta, estos cambios también tendrán su contrapartida para los trabajadores, que pierden una serie de derechos, pero con los convenios colectivos se les abrirá la posibilidad de organizarse de cara a presionar en la negociación del convenio a favor de mejoras laborales y sociales. Frente al sistema de derechos sociales y laborales otorgados con una finalidad paternalista, se irá imponiendo el sistema de derechos adquiridos a través de las demandas y presión de los trab...

Table of contents

  1. Cubierta
  2. Anteportada
  3. Portada
  4. Página de derechos de autor
  5. Dedicatoria
  6. Índice
  7. ABREVIATURAS
  8. PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS
  9. I. INTRODUCCIÓN: CÓMO FUNCIONA UNA ACERÍA
  10. II. BREVE HISTORIA DE LA EMPRESA SIDERÚRGICA SAGUNTINA HASTA SU ADQUISICIÓN POR AHV SA
  11. III. ESTRUCTURA ORGANIZATIVA DE LA EMPRESA. AHV SA
  12. IV. LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA
  13. V. LA POLÍTICA SOCIAL
  14. VI. CONCLUSIONES GENERALES
  15. VII. ARCHIVOS, FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
  16. VIII. ANEXOS