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eBook - ePub
Ego criminal
About this book
Ellos están aquí, nunca se han ido, saben todo de ti: conocen tus debilidades, dónde trabajas y cómo piensas. Las retorcidas pero brillantes mentes del "equipo" no tienen límite, su falta de escrúpulos tampoco. No hay a dónde ir ni cómo escapar de la seducción que ejercerá su invento. El ego enfermo del líder de la nación John Müller está herido, tiene sed de venganza y recurrirá hasta lo impensable para saciarla. Nadie podrá evitar lo que ya está en curso, tampoco las consecuencias y menos aún la respuesta. ¡Estamos ante lo inimaginable!
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Information
© Derechos de edición reservados.
Letrame Editorial.
www.Letrame.com
© J.R. Vargas
Diseño de edición: Letrame Editorial.
Maquetación: Juan Muñoz
Diseño de portada: Ramu
Supervisión de corrección: Ana Castañeda
ISBN: 978-84-1114-455-1
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.
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«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».
.
A ti y a él, cuya coincidencia genética fue
mi origen.
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Un arma puede quitar una vida, un libro da origen a
muchas a través de sus personajes.
J. R. VARGAS
I
NO TODO ES LO QUE PARECE
NO TODO ES LO QUE PARECE
Wuhan, China. Noviembre de 2019, el mercado local se preparaba para hacer su mejor venta de la temporada por la cercanía del Año Nuevo Chino. Las bodegas del mercado principal de la ciudad estaban a reventar con una increíble variedad de productos de todo tipo de las regiones más apartadas de China: animales que habitan en las montañas, las planicies y el mar. Estos productos pronto estarían en las mesas de las casas de los millones de habitantes de la ciudad. Toda una variedad de ingredientes cárnicos para la cocina tradicional de aquel país. Muchos de esos miembros de la fauna china terminarían en la boca de sus depredadores humanos aún estando vivos y sin cocción alguna. La coartada perfecta para asestar el golpe al gigante asiático a través de sus carnívoros gustos o, al menos, ese fue el rumor que se dejó filtrar en los círculos policiales locales, así como en algunos medios extranjeros donde se esparció la noticia con la intención de sembrar la duda y crear confusión, cuando la realidad podría ser distinta y mucho peor, ya que se podría dar el golpe al país del dragón en donde menos lo esperaran y con algún artefacto de alto consumo por parte de la población, sin importar su estatus económico.
En la última década, China comenzó a reconstruir su imperio. Pareciera que regresarían los tiempos del esplendor de sus grandes y milenarias dinastías Qin y Min. La primera de estas, autora de unir a pequeñas murallas regionales para convertirla en lo que finalmente sería uno de los símbolos de identidad y orgullo del país asiático, la Gran Muralla China, así como creadora de los Guerreros de Terracota de la tumba de Qin Shihuang con la idea de preservar su futuro. Mientras que la segunda, autora de la expulsión de los mongoles que invadieron y controlaron china por un largo periodo, además de brindar un prolongado periodo de paz y prosperidad para la nación asiática.
En el presente, la gran fábrica del mundo, China, proveía de productos y artículos a todo el globo. Prácticamente todo lo que los países necesitaban para su desarrollo: tecnología, farmacéutica, suplementos industriales, alimentos, ropa y, por supuesto, tecnología en comunicaciones y militar.
No era un secreto para ninguna nación el superávit comercial, económico y de desarrollo técnico-militar que había alcanzado este país. Las grandes potencias comenzaban a ver con preocupación el crecimiento y el desarrollo en el más amplio sentido de la palabra de en lo que se estaba convirtiéndose China, en un verdadero gigante en Asia y del mundo. Además de poseer los bonos del tesoro de los estados unidos, mediante los cuales podía tener como rehén al país más «poderoso» sobre la faz de la Tierra, mismo que estaba en su punto más crítico de endeudamiento como nunca en su historia, solo sería cosa de tiempo para que explotara la burbuja económica que llevaría al mundo a una nueva crisis de proporciones bíblicas jamás experimentada.
Lejos de Wuhan, muy lejos, en el continente americano, en lo que todavía era el imperio del Norte, meses después, una buena parte de los ciudadanos estadounidenses festejaba aún la elección de uno de los presidentes más polémicos y torpes de la historia reciente, especialmente para las relaciones diplomáticas tanto del presente como del futuro inmediato con el resto del mundo como así lo demostraría en poco tiempo. En la política interna, su recientemente nombrado líder mostraba su preferencia por los multimillonarios, decisión que ya comenzaba a calar hondo en la población menos favorecida por el sistema capitalista. El otrora «sueño americano» solo era un recuerdo, la clase trabajadora, desde hacía años había perdido la esperanza en poseer una casa y el deseo de ver a sus hijos graduados de la universidad, el acceso a la salud de primer nivel como lo fue en otros tiempos era un recuerdo, ahora solamente alcanzable para los privilegiados de ese sistema político-económico voraz.
La desesperanza se acentuó con el triunfo de John Müller en la reciente contienda electoral, el día de su elección y triunfo inesperado. Este personaje salido del empresariado depredador era la representación máxima del capitalismo decadente, los ciudadanos sintieron que se perderían los valores que habían construido a esta nación llena de libertad e impulsora de la creatividad y del ingenio de los grandes emprendedores. Tan así que sucedió lo que nunca en ocasiones anteriores: los días y semanas posteriores a la elección, comenzaron las protestas por su triunfo lleno de suspicacias y dudas respecto a la legalidad de su victoria. Al parecer, el otrora candidato John Müller no daba crédito de su propio triunfo. Acostumbrado a mandar y a salirse siempre con la suya en el mundo financiero-empresarial, ahora de presidente tendría que reaprender a negociar y a ceder en algunos asuntos en contra de su personalidad egocéntrica. En esos momentos y días de incredulidad y euforia por su logro, nunca se imaginó a lo que se enfrentaría a los pocos meses luego de ser electo.
En el país del dragón, ya era finales de diciembre y Wong Yi, norteamericano de nacimiento, pero de origen chino, había arribado a Wuhan un mes antes. Caminando, se acercaba al mercado de cárnicos con una terrible y suicida misión que llevaría a cabo en poco tiempo. Los guardias de la República Popular China rondaban todos los centros de abastecimiento de alimentos del país y las instalaciones estratégicas desde el arribo al poder de John Müller, pues sabían de su animadversión hacía el país asiático y su rechazo al desarrollo que habían logrado en tan solo una década. Sabían también que, en conversaciones privadas, lanzaba amenazas contra China por lo insoportable que le parecía conocer el nivel que habían alcanzado en lo económico y tecnológico principalmente. Y en Wuhan, provincia de Hubei, en China central, no era la excepción el increíble desarrollo que esta ciudad había logrado con el comercio, principalmente en alimentos provenientes de sus grandes lagos, extensas planicies y enormes granjas que la catapultó en pocos años a la prosperidad por ser una enorme proveedora de alimentos cárnicos. Representaba un punto estratégico para el gobierno central, de ahí, la enorme presencia de agentes del orden al servicio de su partido por todos partes para salvaguardar y cuidar la estabilidad de esta zona y consigo la del país. Por lo que, para concretar la misión, a Wong Yi le parecía una verdadera odisea cuya consecuencia al ser descubierto podría representar su ajusticiamiento público por atentar en contra del Estado.
Enero, año de la rata, mismo que corresponde al año 2020. En esos días, un mar de personas se movilizaría en las grandes ciudades para festejar el Año Nuevo Chino. Lo harían en autos, pero sobre todo en avión y en tren. Todos los servicios estarían abarrotados por las multitudes que se trasladarían a sus lugares de origen o simplemente para vacacionar en alguna otra ciudad o provincia.
La alerta estaba dada, el Gobierno, con ciertos datos de Inteligencia, estaba seguro de que se perpetraría algún atentado contra su país. No sabía dónde, por quién, ni el día. Aunque había sobradas razones que hacían pensar que vendría del continente americano. Los policías se encontraban listos para actuar con lo más avanzado en tecnología, usaban lentes con visión nocturna y con reconocimiento facial, además de pistola láser recientemente aprobadas para su uso contra ciudadanos que infringen la ley. Las autoridades del país sospechaban que podría ser un ataque químico o biológico, por lo que el Gobierno asiático estaba en alerta máxima. Se filtró un video que llegó al más alto nivel político chino donde Mark Travis, científico fanático admirador del nuevo inquilino de la Casa Blanca, le explicaba a su jefe los «beneficios» de la manipulación genética que desarrollaba él en un laboratorio de EE. UU. donde trabajaba con un arma biológica que sería parte del arsenal que podría usarse en contra de sus enemigos en caso de alguna confrontación. En este video, explicaba los pormenores de las mutaciones que le indujeron a un virus ya existente desde años atrás por medio precisamente de la manipulación genética.
Lo que no sabían los chinos era que este video solo fue un señuelo filtrado intencionalmente para distraer la atención del verdadero objetivo que tenía en su mente enferma Mark Travis, su colega y su jefe John Müller.
Wong Yi estudiaba la zona aledaña al mercado más grande de la ciudad; flujo de personas comunes, empleados y comerciantes, personal militar y policía. Al día siguiente, entró en el gran mercado, recorrió sus pasillos, observó los expendios de carnes y especialmente a los que vendían animales vivos para el consumo en casa o para «degustarlos» ahí mismo, donde tenían dispuestas mesas con los utensilios necesarios para que los comensales dieran rienda suelta a sus carnívoros y grotescos gustos.
El agente norteamericano se retiró caminando con calma para no despertar sospechas y llegó hasta el hotel Ambassador, a cinco cuadras de este lugar desde donde cumpliría su misión. Desde el décimo piso, el agente, dominaba toda la ciudad. Su suite, que abarcaba todo un piso, tenía vista privilegiada en trescientos sesenta grados. Muy útil para sus perversos planes. Esta ciudad, además de otras de China, sería el centro mundial de la atención en algunos meses más por los sucesos que ahí tendrían lugar.
Mientras tanto, en el Capitolio, el principal inquilino que lo habitaba cada día dormía menos debido a la presión ejercida por cumplirle a sus electores las promesas que en campaña les hizo, pero, sobre todo, a los grandes ricos que le financiaron y promovieron su imagen para convertirlo en presidente. Este hecho, ya le comenzaba a cobrar la factura, lo presionaban al extremo de perder el apetito y consumir somníferos para tranquilizarse, aunque fuera por un par de horas. Su Gobierno no terminaba en dar resultados en lo económico, o al menos no al nivel de las exigencias de sus patrocinadores. La economía estadounidense, aunque había crecido mínimo en poco más de dos años que llevaba su administración solo les había favorecido en todo caso a...
Table of contents
- INO TODO ES LO QUE PARECE