Dilema de los innovadores (Nueva edición)
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Dilema de los innovadores (Nueva edición)

Cuando las nuevas tecnologías pueden hacer fracasar a las grandes empresas

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Dilema de los innovadores (Nueva edición)

Cuando las nuevas tecnologías pueden hacer fracasar a las grandes empresas

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El dilema de los innovadores presenta una serie de principios para lograr capitalizar el fenómeno de la innovación disruptiva. Estos principios ayudarán a los managers a determinar en qué ocasiones resulta más adecuado no escuchar a sus clientes y cuándo invertir en el desarrollo de productos de escaso rendimiento que proporcionen inicialmente márgenes reducidos.Es imposible no apreciar la huella de Christensen en el éxito de empresas como Uber o Netflix, y representa a su vez una suerte de biblia para muchos de los ejecutivos y emprendedores de Silicon Valley.Era el único libro sobre negocios que Steve Jobs tenía en su biblioteca y recomendaba leer. Reed Hastings, fundador de Netflix, utilizó los preceptos del libro de Christensen con su equipo. Jeff Bezos, fundador de Amazon, insta siempre a sus ejecutivos a leer El dilema de los innovadores y su secuela, La solución del innovador, también publicada por Granica. El fundador de Intel, Andy Grove, dijo en 1997 que este libro era el más importante que había leído en diez años. La revista The Economist lo señaló como uno de los seis mejores libros de management jamás escritos.

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Information

Publisher
Granica
Year
2022
eBook ISBN
9789878935027
Subtopic
Management
Capítulo 1

¿Cómo puede ser que fracasen las grandes empresas?

Apreciaciones sobre la industria de los discos rígidos

Cuando comencé con mi investigación en busca de obtener una respuesta al interrogante de por qué aun las mejores empresas pueden fracasar, un amigo me ofreció un sabio consejo. “Los que estudian genética evitan trabajar con seres humanos”, observó. “Como las generaciones se renuevan más o menos cada treinta años, les lleva mucho tiempo comprender las causas y efectos de cualquier tipo de cambio. En vez de eso, se dedican a estudiar las moscas de la fruta, porque estas son engendradas, nacen, maduran y mueren, todo en un mismo día. Si quieres comprender por qué sucede una cosa en particular en el mundo de los negocios, estudia para eso la industria de las unidades de disco para ordenadores. Las empresas que encontrarás ahí constituyen lo más cercano a las moscas de la fruta que el mundo llegue a ver jamás.”
De hecho, nunca en la historia de las actividades comerciales ha habido una industria como la de las unidades de disco de ordenadores, donde los cambios de la tecnología, las estructuras del mercado, el alcance global y la integración vertical hayan sido tan penetrantes, rápidos y continuos. Aunque este ritmo y esta complejidad deben de haber resultado una pesadilla para sus managers, mi amigo tenía razón en su consideración de que esta industria constituía un terreno fértil para la investigación. Pocas ofrecen a los investigadores las mismas oportunidades de desarrollar teorías que expliquen cómo diversos tipos de cambios pueden hacer que ciertas empresas tengan éxito mientras que otras fracasan, y para comprobar estas teorías a medida que el sector repita sus ciclos de cambio.
Este capítulo resume la historia de la industria de las unidades de disco en toda su complejidad. A algunos lectores les servirá sencillamente por el interés que les pueda despertar su análisis8. Pero el verdadero valor de comprender esta historia reside en que de su complejidad emergen algunos factores sorprendentemente simples y consistentes que han sido los que determinaron de manera reiterada el éxito o el fracaso de las mejores empresas de ese sector. Puesto esto en términos sencillos, cuando las mejores firmas tuvieron éxito, fue porque prestaron la debida atención a sus clientes e invirtieron agresivamente en las tecnologías, productos y medios de producción que satisficieran las necesidades de mediano plazo de sus clientes. Pero, paradójicamente, cuando en otra ocasión las mejores empresas fracasaban, era también a causa de las mismas razones, o sea porque nuevamente prestaron la debida atención a sus clientes e invirtieron agresivamente en las tecnologías, productos y medios de producción que satisficieran las necesidades de mediano plazo de sus clientes. Ese constituye uno de los dilemas de los innovadores: seguir a rajatabla la máxima de que los buenos managers deben mantenerse en estrecho contacto con sus clientes y sus necesidades puede constituir algunas veces un error fatal.
La historia de la industria de las unidades de disco provee un marco de referencia adecuado para comprender cuándo “mantenerse cerca de los clientes” puede ser un buen consejo, y cuándo no lo es. La solidez de este marco de referencia puede constatarse solo si se investiga cuidadosamente la historia de esta industria a través del tiempo. Algunos de los detalles encontrados se describen tanto aquí como a lo largo de todo el libro, con la esperanza de que los lectores que se encuentren inmersos en las condiciones particulares de sus propias industrias puedan emerger de su lectura mejor capacitados para reconocer cómo los éxitos y fracasos de sus propias empresas y de sus competidores pudieron haber respondido a los mismos patrones generales.

Cómo funcionan las unidades de disco

Las unidades de disco recuperan y graban la información que utilizan los ordenadores. Están compuestas de: cabezales de lectura-escritura montados en el extremo de un brazo que se desplaza sobre la superficie de un disco giratorio, más o menos de la misma manera que una púa y el brazo a la que esta se halla acoplada se desplazan sobre un disco fonográfico; cilindros huecos de aluminio o vidrio revestidos de material magnético; por lo menos dos motores eléctricos, uno que gobierna la rotación de los discos a ser leídos y otro que mueve el cabezal hacia la posición requerida del disco; y varios circuitos electrónicos que controlan la operación global de la unidad de disco y su interface con el ordenador. En la Figura 1.1 se aprecia la configuración de una unidad de disco típica.
El cabezal de lectura-escritura consiste en un minúsculo electroimán cuya polaridad cambia cada vez que lo hace la dirección de la corriente eléctrica que circula por él. Esa fluctuación de la polaridad, que responde a la secuencia de bits que generaron los datos presentes en la memoria del ordenador, se transmite, de acuerdo con las leyes electromagnéticas, a la pequeña porción de disco que va quedando en cada instante justo debajo del sitio por el que pasa en ese momento el cabezal.
Fi­gu­ra 1.1. Com­po­nen­tes prin­ci­pa­les de una uni­dad de dis­co tí­pi­ca
De esta manera se van generando, en invisibles pistas concéntricas que se hallan dispuestas sobre la superficie del disco, pequeños imanes cuya polaridad positiva o negativa responde fielmente a la de la corriente que circula por el electroimán del cabezal que, como dijimos, responde a su vez a la codificación binaria –1 y 0– de los bits de datos que originaron la corriente eléctrica. Las unidades de disco recuperan la información desde los discos esencialmente de la misma manera, pero el proceso es justamente el opuesto: los campos magnéticos que generan cada uno de los minúsculos imanes presentes en el disco representan, a medida que el cabezal se desplaza sobre ellos, un flujo magnético de sentido variable: este induce en el electroimán del cabezal, también debido a leyes electromagnéticas, una diferencia de potencial, o voltaje, que genera a su vez una corriente eléctrica que constituye una réplica exacta de la que circuló cuando los datos fueron grabados en el disco. Esto representa una “lectura” electromagnética del disco, mediante la cual los datos son recuperados.

Surgimiento de las primeras unidades de disco

Un equipo de investigadores de los laboratorios de IBM en San José, California, desarrolló la primera unidad de disco entre 1952 y 1956. Denominada RAMAC (siglas de Random Access Method for Accounting and Control [Método de Acceso Aleatorio para Auditoría y Control]), era del tamaño de un refrigerador doméstico grande, constaba de cincuenta discos de veinticuatro pulgadas (61 centímetros), y podía almacenar hasta 5 megabytes (MB) de información (ver Figura 1.2). La mayoría de los conceptos fundamentales sobre la arquitectura y las tecnologías de los componentes que constituyen la base de los diseños de las unidades de disco de hoy en día fueron desarrollados también en IBM. Estas arquitecturas y tecnologías incluyen las unidades de discos rígidos removibles (introducidas en el mercado en 1961); las de discos flexibles (1971) y la arquitectura Winchester (1973). Todas ellas tuvieron una influencia poderosa y decisiva sobre la manera en que los diseñadores del resto de las empresas del sector definieron lo que constituía efectivamente una unidad de disco y lo que esta debería ser capaz de hacer.
Fi­gu­ra 1.2. La pri­me­ra uni­dad de dis­co, de­sa­rro­lla­da por IBM
Fuen­te: Cor­te­sía de IBM (In­ter­na­tio­nal Bu­si­ness Ma­chi­nes Cor­po­ra­tion).

A medida que IBM iba produciendo unidades de disco que satisficieran sus propias necesidades, fue surgiendo una industria paralela e independiente que comenzó a fabricar unidades de disco destinadas a dos mercados diferentes. Algunas firmas desarrollaron el mercado de las unidades compatibles (PCM, acrónimo de Plug-Compatible Market) en la década de los ’60, vendiendo clones de las unidades IBM a menor precio directamente a los usuarios de aquellas. Aunque la mayoría de los competidores de IBM en el mercado de los ordenadores (por ejemplo, Control Data, Burroughs y Univac) estaban asimismo integrados verticalmente en la fabricación de sus propias unidades de disco, la emergencia durante la década de los ’70 de fabricantes más pequeños y no integrados, tales como Nixdorf, Wang y Prime produjo un mercado de equipos originales (OEM, Original Equipment Manufacturer). Hacia 1976 ya se producían unidades de disco por un valor aproximado a los u$s 1.000 millones, de los cuales la producción de unidades cautivas representaba alrededor del 50 por ciento y los mercados PCM y OEM aproximadamente un 25 por ciento cada uno.
Durante los doce años siguientes tuvo lugar una notable historia de crecimientos rápidos, turbulencias de mercado y mejoras en el desempeño de los productos, como consecuencia de sucesivos desarrollos tecnológicos. El monto facturado por la industria de las unidades de disco rígido trepó hacia 1995 a alrededor de u$s 18.000 millones. Hacia mediados de los años 80, el mercado PCM se había vuelto insignificante, mientras que la producción de los OEM trepó hasta representar casi las tres cuartas partes de la producción mundial. De las diecisiete firmas que constituían la industria en 1976– todas las cuales eran corporaciones relativamente grandes y diversificadas, tales como Diablo, Ampex, Memorex, emm y Control Data– todas excepto IBM fracasaron o terminaron siendo adquiridas con anterioridad a 1995. Durante este período ingresaron al sector 129 firmas, de las cuales 109 también fracasaron. Fuera de IBM, Fujitsu, Hitachi y NEC, todos los fabricantes que quedaban hacia 1996 habían ingresado a esta industria como empresas nuevas y muy recientemente.
Algunos han atribuido esta alta tasa de mortalidad al casi imprevisible ritmo de cambios tecnológicos. Efectivamente, dicho ritmo ha sido impresionante. El número de megabits (Mb, la octava parte de un megabyte o mb) de información que los ingenieros de desarrollo iban siendo capaces de concentrar en una pulgada cuadrada9 se fue incrementado a razón de un 35 por ciento anual en promedio, desde 50 Kb en 1967 a 1,7 Mb en 1973, 12 Mb en 1981 y 1100 Mb en 1995. El tamaño físico de las unidades de disco se ha ido reduciendo a un ritmo similar. El volumen ocupado por la unidad de disco más pequeña disponible disminuyó de 800 pulgadas cúbicas (aproximadamente 13.000 cm3) en 1978 a 1,4 pulgadas cúbicas (23 cm3) en 1993, o sea el equivalente a una reducción anual del 35 por ciento.
La Figura 1.3 muestra que en la curva de experiencia de la industria (que compara el número acumulativo de terabytes [mil gigabytes] de capacidad de almacenamiento en disco suministrado a través de su historia con el precio en dólares constantes por megabyte de memoria) la pendiente de la misma fue del 53 por ciento, lo que en términos prácticos significa que cada vez que se duplicaba el número de terabytes, el coste por megabyte caía al 53 por ciento de su nivel anterior. Esto representa una variación mucho más abrupta de la declinación de precios que la que su...

Table of contents

  1. Sobre este libro
  2. Nota del editor
  3. Agradecimientos
  4. Introducción
  5. Primera parte
  6. Capítulo 1
  7. CAPÍTULO 2
  8. CAPÍTULO 3
  9. CAPÍTULO 4
  10. Segunda parte
  11. CAPÍTULO 5
  12. CAPÍTULO 6
  13. CAPÍTULO 7
  14. CAPÍTULO 8
  15. CAPÍTULO 9
  16. CAPÍTULO 10
  17. Índice temático y onomástico
  18. Sobre el autor