Pensar la experiencia
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Ensayos desde la conciencia, el cuerpo y el arte

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Ensayos desde la conciencia, el cuerpo y el arte

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Este libro reúne el trabajo de trece autores que, desde distintas partes del mundo, encontraron en la fenomenología un lenguaje común desde el cual hacer dialogar distintas miradas e intereses en torno al concepto de experiencia. La experiencia es, así, el núcleo firme desde el cual se despliegan y hacia el cual retornan en sus indagaciones fenomenológicas en torno al cuerpo, las problemáticas de género, la danza, la actuación y la música. Articulado en el pensamiento de filósofos como Kant, Husserl, H-G. Gadamer, Merleau-Ponty y Deleuze, entre otros, el recorrido que se ofrece en este libro refleja dicha variedad temática y, lo que resulta más interesante aún, un abanico de estilos y matices que hacen único a cada artículo.

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La necesidad ejemplar de las certezas
Inés Crespo*2
Introducción
Según Kant, un juicio de gusto como “Este hombre es bello” es normativo, aunque subjetivo. Por lo tanto, un desacuerdo acerca de si un determinado objeto es bello no puede resolverse sobre la base de argumentos. La subjetividad del juicio de gusto se explica por el hecho de que es un juicio estético, basado en un sentimiento. No obstante su subjetividad, el juicio de gusto reclama el asentimiento de otros, y esto pese a que no se basa en evidencia ni conceptos. No se reclama su asentimiento porque un juicio sea verdadero. Quien juzga reclama el asentimiento de otros basándose en su propio sentimiento.
La normatividad de tal juicio se funda en la intervención del juicio reflexionante, función de la facultad de juzgar (de pensar lo particular bajo lo universal), en la que, dado lo particular, se trata de hallar lo general. La facultad de juzgar también opera en el caso del juicio cognitivo en el que se formula conocimiento empírico, por ejemplo, “Este hombre es argentino”. Si se reclama el asentimiento de otros, eso se garantiza por la aplicación de un concepto. En este caso, se subsume un particular (caracterizado por un concepto, hombre) bajo lo general dado por un concepto: natural de la Argentina.
El juicio de gusto es una suerte de caso límite, allí se ejerce el juicio meramente reflexionante: nuestro sentimiento reclama su propia conformidad, de manera que se exige que los otros tengan una respuesta como la nuestra. Podemos hablar de esta necesidad ejemplar como de un tipo de validez intersubjetiva que Kant introduce como un punto medio entre la objetividad y la subjetividad. Kant la califica de varias maneras: necesidad estética, subjetiva, ejemplar, que no se sostiene sobre reglas ni conceptos. En todo caso, se trata de un tipo de necesidad que está a la base de todo ejercicio de nuestras facultades y de la producción de conceptos.
En este trabajo, nos proponemos subrayar similitudes que este tipo de normatividad tiene respecto de las certezas que Wittgenstein caracteriza en Sobre la certeza, frases del tipo “Aquí hay una mano” o “Todo ser humano tiene padres”. Estas frases, contingentes y de sentido común, constituyen la base de nuestros juegos de lenguaje y de conocimiento, base que no es un fundamento necesario ni a priori. No son verdades autoevidentes, pero funcionan como fundamento —contingente y a posteriori— del conocimiento empírico. Argumentaremos que tales certezas implican una suerte de necesidad ejemplar à la Kant. Nuestro aporte es una ampliación de la tesis de Ginsborg (2011).
Los juicios de gusto, según Kant
Reconstruimos aquí de manera somera aspectos centrales del juicio de gusto, desarrollado por Kant en la Crítica del juicio.3 Nuestra presentación es sucinta y, en varios puntos, ignora discusiones de interpretación de la obra de Kant que son de gran importancia pero que creemos no resultan centrales respecto de lo que queremos señalar en este trabajo.
Los juicios de gusto son estéticos en tanto basados necesariamente en el sentimiento de un sujeto y, por lo tanto, solo manifiestan cómo un objeto nos afecta. Para explicar en qué sentido los juicios de gusto son estéticos, los comparamos a los juicios cognitivos en los cuales se formula conocimiento empírico, tales como “Este hombre es argentino”.
Los juicios de gusto se relacionan necesariamente con un sentimiento (Kant, 1790: §1). En un juicio cognitivo como “Este hombre es argentino” se le adscribe una propiedad específica al objeto, la verdad del enunciado puede verificarse según cuál sea la nacionalidad del hombre en cuestión. En tanto, un juicio de gusto como “Este hombre es bello” no determina ninguna propiedad específica del objeto. El sentimiento de placer (o displacer) en que se basa el juicio de gusto no designa nada en el objeto. Tales juicios no pueden verificarse o falsarse.
Un juicio de gusto como “Este hombre es bello” se formula sobre la base de una respuesta afectiva. Mientras que en el caso de “Este hombre es argentino”, el juicio puede demostrarse a partir del conocimiento de los papeles de identidad del hombre, o de las condiciones de su nacimiento,4 no hay reglas objetivas acerca del gusto (§7). En el caso del juicio cognitivo, puede aceptarse sobre la base de un testimonio si se tiene confianza en la evidencia que quien lo profiere pueda ofrecer. Por más que se tenga una descripción detallada de la apariencia física de alguien, por más que una persona de confianza formule el juicio “Este hombre es bello”, no podrá decirse “Este hombre es bello” si no se tiene una experiencia propia de la apariencia del hombre en cuestión.
El placer en lo bello es peculiar, según Kant, ya que parece seguirse del mero acto de percibir el objeto que se juzga. Kant elabora esto afirmando que, en el juicio de gusto, las facultades del entendimiento y la imaginación interactúan como en el caso del juicio cognitivo, excepto que, en el juicio de gusto, la imaginación no es gobernada por conceptos determinados, producidos por el entendimiento. Entendimiento e imaginación se encuentran en un libre juego.
Entre especialistas, se discute acerca de la intencionalidad del placer involucrado en los juicios de gusto. ¿Tienen estos juicios un contenido específico? Existen diversas interpretaciones sobre la posición de Kant al respecto. Una de estas líneas, desarrollada por Aquila (1982) y luego por Ginsborg (1991)5 sostiene que para hacerle justicia a la intencionalidad del placer involucrado en el juicio acerca de lo bello, no ha de distinguirse el sentimiento de placer producido por un objeto y el juicio sobre la belleza de este objeto. En cambio, se sostiene que “sentir placer en la belleza de un objeto consiste meramente en tomarlo como bello, esto es, en formular un juicio de belleza acerca de la belleza de tal objeto” (Ginsborg, 2003: 166). El placer involucrado en el juicio acerca de lo bello acarrea su propia exigencia de validez universal.
En el juicio de gusto, pues, el placer depende ciertamente de una representación empírica y no puede ser enlazado a priori con ningún concepto (no se puede determinar a priori cuál objeto será o no adecuado al gusto, se tiene que hacer la prueba); pero es el fundamento de determinación de este juicio solamente porque se es consciente de que reposa meramente en la reflexión y en las condiciones universales, aunque sólo subjetivas, de la concordancia de ésta con el conocimiento de los objetos en general, para los cuales es conforme a fin la forma del objeto. (Kant, 1790: §7)
Los juicios de gusto tienen contenido porque hay una relación intencional entre el sentimiento y el objeto. Pero en cierto sentido, estos juicios son autorreferenciales, porque “Juzgar un objeto como bello consiste en un único acto de tomar el propio estado mental, en el mismo acto de juzgar, por universalmente válido” (Ginsborg, 2003: 166).
Kant admite que el placer y el displacer se relacionan esencialmente con los juicios de gusto y de lo agradable, por ejemplo “Esta torta está deliciosa”. Sin embargo, entre juicios de gusto y de lo agradable debe trazarse un límite, según Kant, ya que solo el placer involucrado en los juicios de gusto es desinteresado. El sentimiento de placer relacionado con juicios tales como “Este hombre es bello” no depende de que el hablante desee el objeto, o que un tal deseo nazca en él. Cuando se juzga sin interés, se juzga como si debiese tener un fundamento de complacencia para todos. Otra característica del placer desinteresado es que este no tiene conexión alguna con una representación de la existencia del objeto (Ginsborg, 2008: 3). En cambio, según Kant, el deseo siempre está presente en la gratificación de los sentidos en la cual se basa un juicio de lo agradable como “Esta torta está deliciosa”. El placer involucrado en el juicio de lo agradable es producido por un objeto y al engendrar deseo, produce interés por el objeto. Puede distinguirse entre interés primitivo y productivo.6 El interés primitivo es un deseo que precede la sensación placentera. El interés productivo es un deseo que resulta de la sensación placentera. Los juicios de lo agradable son a veces interesados de manera primitiva, pero siempre interesados de manera productiva, lo cual bloquea su aspiración a la universalidad subjetiva.
En la próxima sección veremos cómo los juicios de gusto, basados en un sentimiento, pueden, sin embargo, reclamar el asentimiento de otros.
Juicio reflexionante y normatividad
Los juicios de gusto tales como “Este hombre es bello”, según Kant, reclaman el asentimiento de otros. Su necesidad es una variedad de validez intersubjetiva diferente de la necesidad en cuestión en los juicios empíricos y en los juicios morales, pero aquí solo estableceremos un contraste entre juicios estéticos y juicios cognitivos.7
En la tercera Crítica, Kant introduce la validez intersubjetiva entre la objetividad y la subjetividad. Cuando decimos, por ejemplo, “Este hombre es bello”, se habla “de lo bello, como si la belleza fuese una cualidad (Beschaffenheit) del objeto, y el juicio, lógico (como si constituyese éste, a través de conceptos del objeto, un conocimiento del mismo)” (Kant, 1790: §6); se asume que los demás deben juzgar el objeto como lo hace el hablante.
Igualmente tiene derecho a pretender el asentimiento de todos aquél que siente placer en la mera reflexión sobre la forma de un ...

Table of contents

  1. Presentación
  2. La necesidad ejemplar de las certezas
  3. Percepción, pensamiento y expresión
  4. H.-G. Gadamer: la estructura de la experiencia hermenéutica
  5. La percatación del cuerpo-propio en la fenomenología de Gurwitsch
  6. El a priori de la cognición. Elementos para una Crítica de la Razón Corporal
  7. Los títulos cuerpo, yo, cogito
  8. Tactilidad y expresión: aportes para una fenomenología del cuidado
  9. La melodía del dolor: un análisis existencial de la experiencia del dolor y la enfermedad
  10. Intensidad en clave feminista. Aportes para una contra-pedagogía de la crueldad
  11. Reflexiones y desafíos de hacer (perform) una fenomenología de la danza
  12. Lo sensible que mueve
  13. Memoria emotiva, memoria sensorial: teoría de la actuación y fenomenología
  14. Ontología y performance de la obra de arte musical