vive en no quebrado arrobo;
La aldea es de Blas el bobo,
pues toda a Blas le recrea.
Blas, que se crió desde niño
sin padres, con madre moza,
en una perdida choza,
libre de carnal cariño;
Blas, tradición la más pura,
sabe todo el calendario,
reza a la tarde el rosario
y le ayuda a misa al cura.
Gracias a Blas el bendito
no descarga Dios su vara
sobre la aldea, la ampara
Blas, botón del infinito.
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo.
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
habló desde la barca:
ellos, sobre la grava de la orilla,
él flotando en las aguas.
Y la brisa del lago recogía
de su boca parábolas
ojos que ven, oídos que oyen gozan
de bienaventuranza.
Recién nacían por el aire claro
las semillas aladas,
el Sol las revestía con sus rayos,
la brisa las cunaba.
Hasta que al fin cayeron en un libro,
¡ay tragedia del alma!:
ellos tumbados en la grava seca,
y él flotando en el agua.
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.
los siglos resbalaron con sosiego
lejos de las tormentas de la historia,
lejos del sueño
que a otras tierras la vida sacudiera;
sobre este mar de encinas tiende el cielo
su paz engendradora de reposo,
su paz sin tedio.
Sobre este mar que guarda en sus entrañas
de toda tradición el manadero
esperan una voz de hondo conjuro
largos silencios.
Cuando desuella estío la llanura
cuando la pela el riguroso invierno,
brinda al azul el piélago de encinas
su verde viejo.
Como los días, ...