CAPÍTULO 1
Cómo corregir su estilo
• Reconocimiento de los vicios y bloqueadores de sus textos
• Claves para erradicar los catorce vicios más comunes de la expresión escrita:
1. Lenguaje arcaico: de lo «jurásico» a lo «tcherásico».
2. «Gerunditis»: generando, produciendo, «gerundiando».
3. Terminaciones en... mente: cordialmente, generalmente...
4. «Queísmo»: una entidad que, a medida que, cada vez que...
5. «Dequeísmo» y «Dequefobia»: ¿cuándo usar el «de que»?
6. «Seísmo»: «se percibe», «se verifica», «se le tiene...»
7. «Deísmo»: «a pesar de los precios del mercado de valores...»
8. «Yotacismo: “líder y confiable, y que además... y por eso...”»
9. Cacofonía: una hamaca café, cálida y hermosa.
10. Monotonía: teniendo en cuenta... la cuenta.
11. Neologismos, barbarismos y esnobismos.
12. Verbos empobrecedores: «tener», «poner», «hacer».
13. Conectores como «muletillas»: «adicionalmente», «cabe aclarar».
14. Párrafos largos: ladrillos interminables.
¿POR QUÉ VICIOS?
Son vicios porque aparecen de manera ansiosa. ¡Siempre los mismos! Con los síntomas evidentes de una conducta viciosa: se repiten con insistencia y... ¡no puede parar!
La mayoría de las personas los utilizan en forma casi compulsiva, a través de sus documentos.
Para poderlos erradicar, lo primero es reconocerlos, como en cualquier vicio. Después de salir de la negación, podrá comenzar a eliminarlos sin problemas. Enfréntelos. No les tema.
LOS VICIOS MÁS COMUNES DE LOS TEXTOS
Primer vicio: Lenguaje arcaico
Escribir con palabras arcaicas y anticuadas es uno de los vicios que más afecta a la comunicación en las entidades.
El paradigma de los arcaísmos consiste en creer que escribir con un lenguaje jurásico, y «fosílico», es escribir bien. Aunque no le entiendan nada. Pero que le crean por su formalismo clásico y rígido.
Quien escribe en una entidad, debe enfocarse en los resultados. En la efectividad. En el impacto para el negocio. No en tratar de lucirse con una retórica grandilocuente.
Hasta los jóvenes de veinticinco años padecen este vicio y, por acudir a ese lenguaje arcaico, pasan por prepotentes. No porque lo sean, sino porque el «tono» empleado con los arcaísmos suena un tanto arrogante.
Están sumergidos en una cultura en la que todos piensan que escribir bien es usar ese lenguaje obsoleto y que si no lo utilizan, los podrán tildar de poco formales y hasta de «irrespetuosos».
Quienes trabajan en las entidades, traen el paradigma desde las aulas del colegio y la universidad. Escriben así porque así escribían algunos de sus profesores y los profesores de sus profesores, durante generaciones.
Y porque algunos de sus importantes jefes y compañeros todavía escriben así.
Un asunto cultural
El asunto es generacional. Cultural. Para transformar las culturas empresariales de la comunicación escrita debemos cambiar el lenguaje de sus textos. Y para cambiar estos, es necesario crear primero conciencia sobre la necesidad de hacerlo.
Un desafío casi que quijotesco. Pero después de estos años de lucha con el tema, ahora son muchos más los que están dispuestos a seguir en la batalla contra los molinos de viento gigantes que amenazan la fluidez de la comunicación.
Ya hemos avanzado bastante. Pero falta mucho más. En la era del Facebook, del chat y de la comunicación electrónica, no podemos continuar con saludos empresariales pesados y enmohecidos.
Las frases acartonadas de «cordialmente me dirijo a usted...», «de acuerdo con la pasada reunión» o «le reiteramos nuestra irresoluta voluntad de servicio...», no tienen nada que ver con la mentalidad de las nuevas generaciones.
Jóvenes ejecutivos que vienen con todo el impulso, escriben con rapidez alarmante, a la velocidad...