Comentario bíblico con aplicación NVI Marcos
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Comentario bíblico con aplicación NVI Marcos

David E. Garland

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Comentario bíblico con aplicación NVI Marcos

David E. Garland

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Comentarios Bíblicos con aplicación: Serie NVILa mayoría de los comentarios bíblicos solo son un viaje de ida: nos llevan del siglo veintiuno al siglo primero. Pero nos dejan allí, dando por sentado que de algún modo sabremos regresar por nosotros mismos. Dicho de otro modo, se centran en el significado original del pasaje, pero no se adentran en su aplicación a la vida contemporánea. La información que ofrecen es muy valiosa, pero resulta tan solo una ayuda a medias. Los Comentarios Bíblicos con aplicación: Serie NVI nos ayudan con las dos partes de la tarea interpretativa, es decir, también nos ayudan a aplicar un mensaje de otra época a nuestro contexto actual. No solo nos explican lo que significó para los lectores originales, sino que nos demuestran que también hay un mensaje poderoso para la iglesia de hoy. Para lograrlo, analizan cada pasaje en tres partes: 1) Sentido original, 2) Construyendo puentes entre los contextos del autor y el nuestro, 3) Significado contemporáneo.

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Information

Publisher
Vida
Year
2014
ISBN
9780829759365
Marcos 1:1-13
Comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. 2 Sucedió como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino».
3 «Voz de uno que grita en el desierto:
“Preparen el camino del Señor,
háganle sendas derechas”».
4 Así se presentó Juan, bautizando en el desierto y predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. 5 Toda la gente de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén acudía a él. Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán. 6 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero, y comía langostas y miel silvestre. 7 Predicaba de esta manera: «Después de mí viene uno más poderoso que yo; ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo».
9 En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En seguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. 11 También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».
12 En seguida el Espíritu lo impulsó a ir al desierto, 13 y allí fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.
Sentido Original
El primer versículo del Evangelio de Marcos, como se ha dicho ya en la introducción, funciona como título de toda la obra. Los doce versículos siguientes son una especie de prólogo y se dividen en tres partes: (1) la cita de la Escritura y la introducción de Juan el Bautista (1:2-8); (2) el bautismo de Jesús de Nazaret (1:9-11); y (3) la tentación de Jesús en el desierto (1:12-13).
La estructura del prólogo
Algunos eruditos extienden el prólogo para incluir la predicación de Jesús en Galilea (1:14-15). Los siguientes argumentos favorecen, no obstante, que tratemos 1:14-15 como el comienzo de una nueva sección. (1) Todos los incidentes de 1:2-13 se producen en las mismas localidades, el desierto y el río Jordán, mientras que lo que se consigna en 1:14-15 acontece en Galilea y en 1:16 se menciona el mar de Galilea. (2) En cada incidente relatado en 1:2-13 hay una referencia al Espíritu (1:8, 10, 12), que solo se menciona otras tres veces en todo el Evangelio (3:29; 12:36; 13:11). (3) Y, lo que es más importante, las tres escenas que se narran en 1:2-13 ofrecen al lector una privilegiada información inaccesible para cualquier personaje del relato, aparte de Jesús.1 La primera escena (1:1-8) subraya que el ministerio de Juan el Bautista en el desierto era el cumplimiento de la profecía divina. Una trascendente voz en off recita la Escritura y sitúa lo que sigue bajo la perspectiva de la historia de la salvación. El lector sabe ahora quién es Juan desde la perspectiva divina. Es el que viene a dar testimonio de aquel que es más poderoso y que aparecerá después de él: Jesús el prometido en la Escritura. Una solemne voz procedente de los cielos identifica a Jesús como el hijo amado y portador del Espíritu en la segunda escena (1:9-11). La tercera escena (1:12-13) le da al lector un trascendental asiento de primera fila en la confrontación y derrota de Satanás por parte de Jesús, su pacífica estancia entre las fieras y el servicio que le rindieron los ángeles. En contraste, el anuncio de que Jesús predica el evangelio de Dios en Galilea (1:14-15) trae de nuevo a los lectores a la tierra. Su proclamación pública no está envuelta en un halo de misterio; es más bien un mensaje abierto que todos pueden escuchar.
El prólogo deja entrar brevemente a los lectores en lo que, para los personajes del relato que se desarrolla, serán secretos que permanecerán ocultos. Contiene lo que Marcos conoce y cree sobre Jesus2 puesto que permite a sus lectores un fugaz destello de su identidad y misión desde una privilegiada “óptica celestial”.3 Incluso aquellos que están dedicados a Dios están a oscuras sobre la identidad de Jesús. Se nos dice también que Dios es quien dirige las cosas entre bastidores. Puesto que el verbo “vio” (v. 10) está en singular y solo puede referirse a Jesús, ni siquiera Juan el Bautista presencia la apertura de los cielos y el descenso del Espíritu sobre él como paloma cuando salió de las aguas. ¿Supo siquiera Juan que se estaba cumpliendo Isaías 40:3? No hay duda de que las multitudes no distinguen a Jesús de los penitentes que se acercan para ser bautizados. Y, durante la tentación en el desierto, no hay nadie que observe su lucha con Satanás. Solo el lector tiene esta información, que es vital para evaluar la identidad de Jesús. El objetivo de estas escenas introductorias es, por tanto, dar a conocer al lector desde el principio la identidad de Jesús y acentuar que viene a cumplir las promesas divinas y la comisión que Dios le ha encomendado. Puesto que quienes hoy leemos el texto conocemos la identidad de Jesús, cuando no lo seguimos y obedecemos, somos más culpables que los personajes de la narración.
La promesa de la Escritura cumplida y el ministerio de Juan Bautista (1:2-8)
La promesa de la Escritura cumplida (1:2-3). La narración comienza con una voz que, desde fuera, lee la Escritura. Aunque Juan y Jesús parecen surgir de la nada, esta cita de la Escritura deja claro que irrumpen del plan de Dios. Esta historia es el comienzo del Evangelio, pero cada comienzo es una consecuencia. Al cruzar referencias de la Escritura, Marcos deja claro que el Evangelio está firmemente vinculado a la promesa de Dios en el Antiguo Testamento y es una continuación del relato de la actividad salvífica de Dios. Mucho antes de que Juan el Bautista proclamara las promesas divinas, Isaías también las había declarado, lo cual muestra que Dios había planeado las cosas mucho antes de que Juan apareciera en escena y que fue él quien inició la acción.4 La esperanza de los profetas no eran utopías irrealizables; sus profecías siguen sonando y Dios las cumplirá.
Este es el único pasaje de Marcos en que el narrador nos dice que la Escritura se está cumpliendo (en los demás es Jesús quien lo afirma). Abarca una mezcla de textos como Éxodo 23:20, Malaquías 3:1 e Isaías 40:3. En Éxodo 23:20 encontramos la promesa de que Dios iba a mandar a su mensajero delante de los israelitas en su tránsito a través del desierto hasta Canaán. Isaías 40:3 habla de un segundo éxodo a través del desierto hasta la liberación final preparada para el pueblo de Dios. Malaquías 3:1 advierte que Dios enviará un mensajero para preparar el camino delante de él antes del día del juicio. Utilizando una técnica común del judaísmo postbíblico, Marcos combina estos textos que inicialmente no tenían nada que ver entre sí.5 Según las modernas convenciones de edición, que Marcos no conocía, hoy pondríamos las alusiones a estos textos en notas marginales o a pie de página para que lector pudiera consultarlas y reflexionar al respecto. Citando estos versículos, Marcos certifica que la Toráh (Éxodo), los profetas mayores (Isaías) y los menores (Malaquías) confirman lo que él está a punto de decir.6 Es probable que Marcos atribuya toda la cita a Isaías, no tanto para identificar su fuente como porque este profeta tenía una especial importancia para él. Es un indicio de que “todo su relato sobre ‘el comienzo del Evangelio’ ha de entenderse en el trasfondo de los temas de Isaías”.7
En Marcos 1:2 se menciona a tres individuos: el que envía al mensajero, el propio mensajero que preparará el camino y aquel cuyo camino va a ser preparado (“tu camino”). También en 1:3 aparecen tres individuos: el que clama en el desierto, el Señor cuyo camino se allana y aquel o aquellos a quienes se interpela. La narración que sigue clarifica la identidad de los referentes. “Yo [Dios] estoy por enviar a mi mensajero [Juan/Elías] delante de ti [Jesús], el cual preparará tu camino”. Lo novedoso es que el mensajero no prepara ya el camino para Dios como en Malaquías, sino para otro poderoso, Jesús, que debe ser ahora reconocido como Señor. Esto significa que la venida de Dios para salvación y juicio, prometida en la Escritura, “tiene lugar en Jesús”.8 Pero Marcos es un tanto ambiguo y la cita deja margen para otro significado. No afirma explícitamente que el mensajero del texto citado sea Juan el Bautista; uno solo puede inferirlo de lo que sigue. La cita podría también interpretarse con el sentido, “Yo [Dios] estoy por enviar mi mensajero [Jesús] delante de ustedes [discípulos/oyentes], el cual preparará su camino”. A medida que se desarrolla la narración, Jesús lleva a los discípulos a Jerusalén y la muerte (10:32) y va delante de ellos a Galilea (14:28; 16:7). Hemos de leer el texto una segunda y tercera vez para comenzar a darnos cuenta de que Jesús ha venido a prepararnos el camino de nuestro seguimiento.
Marcus sostiene que mencionar el camino conlleva expectativas apocalípticas; arguye que, en Isaías, la expresión “el camino del Señor” alude a la “marcha triunfal” de Dios y es una poderosa demostración de su poder. En todo el relato de Marcos el camino se refiere al triunfal camino por el que Jesús conducirá a su pueblo.
El ministerio de Juan el Bautista (1:4-8). Marcos no tiene interés en Juan sino como precursor de Jesús. No consigna ninguna información sobre su origen, padres, excepcional nacimiento, o acerca del contenido de su enseñanza ética (detalles que el lector puede encontrar en Lucas). En Marcos, es simplemente Juan el Bautista,9 quien aparece predicando y cuyo bautismo alude al perdón de pecados.10 Su predicación presenta la promesa de aquel que es más poderoso y que pronto les sumergirá en el Espíritu Santo. Juan solo puede anunciar su venida e intenta preparar el corazón de las gentes para que respondan cuando él, finalmente, llegue. Juan sabe que para crear en ellos un nuevo corazón y espíritu va a ser necesario algo más que sumergir su cuerpo en las turbias aguas del Jordán. Reconoce que su bautismo en agua es preparatorio; el del Espíritu será definitivo.
(1) La multitud de quienes acuden para ser bautizados. Juan parece requerir que todo el pueblo se someta a su bautismo. Nadie va a ser inmune en el juicio. Es una demanda asombrosa puesto que los judíos creían que solo los prosélitos gentiles y aquellos que estaban contaminados tenían que sumergirse para limpiarse de su impureza (véase 2R 5:13, donde Eliseo le dice a Naamán, el leproso que se sumerja en el Jordán, “que se zambulla, y así quedará limpio”). Llamar a todo Israel al bautismo implica que, en cierto modo, todo Israel está corrompido. Marcos nos dice que por alguna razón el pueblo va a Juan en masa —“toda la gente de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén”— para ser purificados en el desierto. Están, en efecto, regresando al lugar en que Israel tuvo tantos comienzos.
(2) Vestimenta y dieta de Juan. Marcos describe completamente el ropero de Juan (pelo de camello y cinturón de piel) y su dieta (langostas y miel silvestre). ¿Por qué nos da estos detalles aparentemente menores y no consigna, en cambio, información de trasfondo más relevante? ¿Pretende, acaso, decirnos que Juan no es nada “convencional” (¡no precisamente bien recibido en el Hilton de Jerusalén!)? Estas descripciones sugieren dos cosas. (a) Visitar a una persona de este tipo en el desierto requiere una ruptura con las instituciones y la cultura de Jerusalén.11 El camino que se prepara no será cómodo; recorrerlo hará necesario renunciar a placeres largamente disfrutados. (b) Juan es un profeta del perfil de Elías (2R 1:8; ver Zac 13:4). La imagen literaria de la vestimenta surge de la Escritura. Obsérvese que Elías interceptó a los mensajeros del rey Ocozías enviados a consultarle al dios de Ecron si se recuperaría de una mala caída, y el profeta les dijo que informaran al rey de que moriría. Cuando los mensajeros notificaron obedientemente al rey esta terrible predicción, quiso saber quién era aquel provocador. Solo pudieron describírselo como un hombre vestido con un manto de piel y un cinturón de cuero atado a la cintura. El rey exclamó: “¡Ah! ¡Era Elías el tisbita!”.
Los primeros receptores del Evangelio de Marcos tenían suficiente bagaje como para reconocer los simbolismos. En nuestra cultura, sería fácil darnos cuenta de que alguien pretende imitar a Daniel Boone si llevara puesto su característico gorro de piel de racún, o a Abraham Lincoln si se caracterizara con su famosa barba y chistera. Esta descripción de Juan nos recuerda a Elías, y puede explicar su enorme éxito. Probablemente, las multitudes creían que era Elías que había reaparecido para un segundo ministerio, a fin de preparar al pueblo para la inminente venida de Dios (Mal 4:5-6; véase Mr 9:11-13). Había aparecido un profeta acreditado como había sucedido con regularidad en los días antiguos, y esto solo podía significar que el principio del fin iba a desarrollarse. Las personas se dirigían a él para prepararse. Se dice que un rabino de un periodo posterior afirmó: “Si Israel se arrepiente durante un solo día, el hijo de David vendrá inmediatamente” (y. Ta’an. 1:1, 64a). Las preguntas en Marcos son, ¿se arrepentirán verdaderamente? y, ¿cuándo venga el Hijo de David, lo reconocerán y recibirán con los brazos abiertos o con los puños cerrados?
(3) El mensaje de Juan. Juan solo habla brevemente en dos episodios del Evangelio (1:7-8; 6:13). Lo único que interesa a Marcos de la predicación de Juan es su anuncio de que viene alguien más poderoso que él, que bautizará con el Espíritu. Lo asombroso de esta declaración es que Juan no parece ponerse a la misma altura de quienes normalmente se consideran fuertes o poderosos. El Bautista acabará prisionero en las mazmorras de Herodes y será ejecutado sumariamente por el infatuado monarca, que mandará traer su cabeza en una bandeja (6:14-29). Para considerarlo poderoso, la concepción convencional de poder ha de reformularse por completo. En el caso de Juan, su calidad de poderoso radica en su intensa proclamación de la volun...

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