Historia de la iglesia cristiana
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Historia de la iglesia cristiana

Jesse Lyman Hurlbut

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Historia de la iglesia cristiana

Jesse Lyman Hurlbut

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Ninguna institución ha cubierto más siglos y más continentes que la iglesia cristiana. Su historia dramática es de derramamiento de sangre y paz, corrupción y pobreza. Aquí el doctor Hurlbut vuelve a contar esta historia con un estilo objetivo, conciso y claro, haciendo énfasis en el espíritu de la iglesia, su crecimiento y maduración, y las causas que condujeron a los acontecimientos históricos y su influencia resultante.Preciso, al día, y presentado en forma vívida, Historia de la Iglesia Cristiana, de Hurlbut, cubre los seis períodos generales de la historia de la iglesia desde el año 30 d. C. hasta el día de hoy. En esta edición revisada después de la muerte del doctor Hurlbut, se ha añadido una sección de conclusión que abarca el período desde el fallecimiento del autor hasta la actualidad para darnos un vistazo completo y fácil de entender acerca de la iglesia cristiana.Diseñado para dos públicos, este libro contiene bosquejos y referencias en los márgenes para ayudar al estudiante y al maestro, junto con una narración continua y numerosas ilustraciones para el lector general. Es ideal para utilizarlo en la Escuela Dominical, ya que al final del libro se incluyen bosquejos sugeridos y preguntas de repaso para cada capítulo.

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Information

Publisher
Vida
Year
2011
ISBN
9780829781700

SEXTO PERÍODO

La iglesia moderna

Desde el fin de la guerra de los treinta años (1648 d.C.) hasta la actualidad

CAPÍTULO 21

La iglesia moderna (1649-hastala actualidad)

Primera parte

Movimiento puritano. Avivamiento wesleyano. Movimiento racionalista. Movimiento anglocatólico.
En nuestro estudio del período moderno, los últimos dos siglos y medio, nuestra atención se dirigirá especialmente a las iglesias que surgieron de la Reforma. La Iglesia Católica Romana ha seguido su propio camino, aparte por completo del mundo protestante y está fuera de nuestro horizonte. Nuestro propósito será trazar de forma breve ciertos movimientos importantes que, desde la Reforma, influyeron sobre todo en países protestantes como Inglaterra, Alemania septentrional y Estados Unidos.Poco después de la Reforma tres diferentes grupos aparecieron en la Iglesia Inglesa: el elemento romanista, que buscaba amistad y nueva unión con Roma; el anglicano, que estaba satisfecho con las reformas moderadas llevadas a cabo bajo el rey Enrique VIII y la reina Isabel; y el grupo radical protestante que anhelaba una iglesia igual a las establecidas en Ginebra y Escocia. Este último grupo llegó a conocerse como “puritanos” (alrededor de 1654). Se oponían con tanta fuerza al sistema anglicano bajo la reina Isabel, que muchos de sus líderes fueron al destierro. Los puritanos también tenían una división interna de dos elementos: los que favorecían la forma presbiteriana y los que buscaban la independencia de cada sociedad local, conocidos como “independientes” o “congregacionalistas”, que eran el elemento más radical. Sin embargo, hasta entonces, todos estos grupos permanecían como miembros de la Iglesia Inglesa.
En la lucha entre Carlos Iyel Parlamento, los puritanos fueron los campeones de los derechos populares. Al principio el grupo presbiteriano llegó a dominar. Por orden del Parlamento, una asamblea de ministros puritanos celebrada en Westminster, en 1643, preparó la Confesión de Westminster y los dos catecismos, considerados por tanto tiempo como los ideales presbiterianos y congregacionalistas. Durante el gobierno de Oliver Cromwell (1653–1658) triunfó el elemento independiente o congregacionalista. Con Carlos II (1659–1685) los anglicanos asumieron otra vez el poder y se persiguieron a los puritanos por no conformistas. Después de la Revolución de 1688, se reconocieron como disidentes de la Iglesia de Inglaterra y obtuvieron derechos como organizaciones separadas, fuera por completo de la iglesia establecida. Del movimiento puritano surgieron tres iglesias: presbiteriana, congregacionalista y bautista.
En la primera mitad del siglo dieciocho, las iglesias de Inglaterra, la oficial y la disidente, cayeron en un estado de decadencia. Los servicios religiosos eran formalistas y fríos, con una creencia intelectual y una falta de poder moral sobre el pueblo. Un grupo de predicadores sinceros, dirigidos por los hermanos Juan y Carlos Wesley y Jorge Whitefield, despertaron a Inglaterra de ese estado. De estos, Whitefield era el más poderoso predicador. Conmovía el corazón de miles de personas, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Carlos Wesley era el poeta sagrado, cuyos himnos han enriquecido toda colección desde su día, pero Juan Wesley fue sin duda alguna el indiscutible líder y estadista del movimiento. A los treinta y cinco años de edad, mientras desempeñaba las funciones de clérigo anglicano, Juan Wesley halló la realidad de una religión espiritual entre los moravos, un cuerpo de disidentes de la Iglesia Luterana. En 1739 empezó a predicar “el testimonio del Espíritu” como un conocimiento interno personal y formó sociedades con los que aceptaban sus enseñanzas. Al principio estas sociedades las dirigían líderes de clases, pero más tarde Wesley convocó un cuerpo de predicadores laicos para que llevaran sus doctrinas y relataran su experiencia en todo lugar en la Gran Bretaña y en las colonias estadounidenses. A sus seguidores muy pronto se les llamó “metodistas” y Wesley aceptó el nombre. En Inglaterra se les conoció como “metodistas wesleyanos” y antes de su muerte constituían muchos millares.
Aunque por muchos años sufrió violenta oposición en la Iglesia de Inglaterra y no se le permitía predicar en sus púlpitos, Wesley afirmó ser miembro fiel, considerando su sociedad no como una denominación separada, sino una organización dentro de la Iglesia Inglesa. Sin embargo, después de la revolución estadounidense en 1784, organizó a los metodistas en Estados Unidos, que en ese tiempo eran catorce mil, en una iglesia separada según el plan episcopal y les puso “superintendentes”, título que prefería al de “obispo”. Sin embargo, pronto en Estados Unidos se prefirió el nombre de obispo y se generalizó.
El movimiento wesleyano despertó a un nuevo poder la vida cristiana entre clérigos y disidentes. También condujo a la creación de iglesias metodistas bajo formas variadas de organización en muchos países. En el continente americano, al principio del siglo veinte, los miembros en lista de los metodistas ascendían a más de seis millones. Ningún líder en la iglesia cristiana ha obtenido tantos seguidores personales como Juan Wesley.
La Reforma estableció el derecho del juicio privado en cuanto a la religión y la Biblia, aparte de la autoridad sacerdotal o de la iglesia. Un resultado inevitable se obtuvo. Mientras algunos pensadores aceptaron las ideas antiguas de la Biblia como un libro sobrenatural, otros empezaron a considerar la razón como la autoridad suprema y a demandar una interpretación racional y no sobrenatural de la Escritura. A los estudiantes que seguían la razón en detrimento de lo sobrenatural se les llamó “racionalistas”. Los gérmenes del racionalismo existían en Inglaterra y Alemania desde principios del siglo dieciocho, pero su actividad como un movimiento distinto en la iglesia empezó con Johann Semler (1725–1791), quien reclamaba que sin pruebas no debía aceptarse ninguna cosa recibida de la tradición, que la Biblia debía juzgarse por la misma crítica que se le aplicaba a los escritos antiguos, que todo registro de milagros debía desacreditarse y que Jesús era únicamente un hombre y no un ser divino.
El espíritu racionalista creció hasta que a casi todas las universidades de Alemania las dominó el racionalismo. Esto llegó a su apogeo con la publicación de La vida de Jesús, por Friedrich Strauss en 1835, procurando demostrar que el relato de los Evangelios eran “mitos” o leyendas. Esta obra la tradujo George Eliot (Mary Ann Evans) en 1846 y obtuvo amplia circulación en Inglaterra y en Estados Unidos. Los tres grandes líderes que en el siglo diecinueve tornaron la corriente del pensamiento de lo racional a lo ortodoxo fueron Schleiermacher (1768–1834), a quien con justicia se le ha llamado “el más grande teólogo del siglo diecinueve”; Neander (1789–1850); y Tholuck (1790–1877). La erudición racionalista despertó un nuevo espíritu de investigación, llamando a muchos teólogos e intérpretes bíblicos a salir en defensa de la verdad. De esta manera permitió que el contenido de la Biblia y las doctrinas del cristianismo se estudiasen ampliamente y se entendieran con más inteligencia. Por ejemplo, la vida de Cristo nunca se había escrito con erudición hasta la publicación del libro de Strauss en 1835. Ahora las grandes obras profundas sobre el tema pueden contarse por miles. El racionalismo, que amenazó con derribar al cristianismo, le provocó que aumentara su fuerza.
Alrededor de 1875 surgió una tendencia en la Iglesia de Inglaterra que levantó fuerte controversia y, en sus variados aspectos, recibió diferentes nombres. Por su propósito, le llamaron “movimiento an-glocatólico”; debido a la universidad donde surgió le llamaron “Movimiento de Oxford”; por su crecimiento, mediante la publicación de noventa tratados numerados por diferentes escritores que expusieron sus ideas, recibió el nombre de “tractarianismo”; y por uno de sus principales exponentes le llamaban, sobre todo sus oponentes, “movimiento puseyista” o “puseyismo”.
Se trataba de un esfuerzo por separar a la Iglesia de Inglaterra del protestantismo y restaurarla a las doctrinas y prácticas de los primeros siglos cuando la iglesia cristiana era una y no necesitaba reforma. Los líderes del movimiento fecharon su principio con la publicación en 1827 del Año cristiano, de Juan Keble, una serie de poemas que despertaron un nuevo interés en la iglesia. El verdadero principio, sin embargo, fue un sermón que Keble predicó en julio de 1833, en Santa María, Oxford, sobre “Apostasía nacional”. Enseguida empezó a aparecer una serie de interesantes “Tratados de actualidad” sobre la forma de gobierno, doctrinas y adoración de la iglesia inglesa, y continuaron desde 1833 hasta 1841. Aunque Keble inspiró el movimiento y simpatizaba por completo con el mismo, su líder fue Juan Enrique Newman, quien escribió muchos de los “Tratados de actualidad”, y cuyos sermones desde el púlpito de Santa María eran la presentación popular de la causa. Otro de sus defensores fue el muy capaz erudito y profundamente religioso canónigo Eduardo B. Pusey. Millares de prominentes clérigos y laicos de la Iglesia de Inglaterra apoyaron activamente el movimiento. A sus líderes se les acusó de romanistas en espíritu y propósito, pero el propósito general era fortalecer el poder de la iglesia y elevar sus ideales. Debido a que el espíritu del movimiento era desacreditar la Reforma y animar el anglocatolicismo, tenía una tendencia inevitable hacia Roma; y en 1845, su gran líder, Newman, siguió la lógica de sus convicciones e ingresó en la Iglesia Católica Romana. Su separación causó gran conmoción, pero no detuvo la corriente anglocatólica.

CAPÍTULO 22

La iglesia moderna (1649-hastala actualidad)

Segunda parte

Movimiento misionero moderno. Líderes del período. La iglesia del siglo veinte.
Durante mil años, desde los días de los apóstoles, el cristianismo fue una institución activa en la obra misionera. En los primeros cuatro siglos de su historia la iglesia convirtió el Imperio Romano al cristianismo. Después sus misioneros se encontraron con las huestes de los bárbaros que avanzaban y los conquistaron antes de que ellos conquistaran al Imperio Occidental. Pasado el siglo décimo, la iglesia y el estado, el papa y el emperador, estaban en lucha por el dominio supremo y el espíritu misionero decayó, aunque nunca se perdió por completo. A la Reforma le interesaba más trabajar en la purificación y organización de la iglesia, antes que en su extensión. Hemos visto que en la última época de la Reforma se dio el primer paso para cristianizar al mundo pagano, no por los protestantes, sino por los catolicorromanos, bajo Francisco Javier.
A principios de 1732, los moravos empezaron a establecer misiones extranjeras enviando a Hans Egede a Groenlandia y de inmediato la misma iglesia comenzó a trabajar entre los indios de Estados Unidos, entre los negros de las Indias Occidentales y en los países orientales. En proporción a su pequeño número de miembros en su país, ninguna otra denominación ha sostenido tantas misiones como la Iglesia Morava a través de toda su historia.
El fundador de las misiones modernas de Inglaterra fue Guillermo Carey. Trabajó como zapatero, fue autodidacto y llegó a ser ministro bautista en 1789. Frente a una fuerte oposición empezó a insistir en el envío de misioneros al mundo pagano. Un sermón que predicó en 1792, bajo dos títulos: (1) “Emprended grandes cosas para Dios” y (2) “Esperad grandes cosas de Dios”, condujo a la organización de la Sociedad Misionera Bautista y al envío de Carey a la India. La Compañía (inglesa) de las Indias Orientales, que entonces gobernaba la India, no le permitió desembarcar, pero halló cabida en Serampore, una colonia danesa cerca de Calcuta. A pesar de que no recibiera educación en su juventud, llegó a ser uno de los principales eruditos del mundo en el sánscrito y otras lenguas orientales. Sus gramáticas y diccionarios aún se usan. Desde 1800 a 1830 fue profesor de literatura oriental en la universidad de Fort William, Calcuta. Murió en 1834 reverenciado por todo el mundo como padre de un gran movimiento misionero.
La empresa misionera en Estados Unidos recibió su primera inspiración de la famosa “reunión de oración” llevada a cabo en la universidad Williams, Massachusetts, en 1811. Un grupo de estudiantes se reunió en un campo para orar sobre el tema de misiones. Se desató una tempestad y se refugiaron bajo una parva de heno en el campo, y allí consagraron sus vidas a la obra de Cristo en el mundo pagano. De esta reunión surgió la Junta Americana de Comisionados para Misiones Extranjeras, que al principio era interdenominacional, pero como otras iglesias formaron sus sociedades propias, pronto llegó a ser la empresa de las iglesias congregacionalistas. La Junta Americana envió cuatro misioneros, dos de ellos, Newell y Hale, fueron a la India. Los otros, Hudson y Rice, en su viaje al Lejano Oriente, cambiaron de ideas acerca del bautismo y renunciaron a la Junta Americana. Su acción resultó en la formación de la Sociedad Misionera Bautista Americana, y Hudson y Rice comenzaron la obra en Birmania. Este ejemplo de congregacionalistas y bautistas lo siguieron otras denominaciones, y antes que pasasen muchos años, cada iglesia tenía su propia junta y sus propios misioneros.
En la época actual, desde principios del siglo veinte, casi ningún país de la tierra está sin el evangelio. Escuelas cristianas, universidades, hospitales, orfanatorios y otras instituciones filantrópicas se encuentran por todo el mundo pagano, y las entradas anuales de las diferentes juntas ascienden a muchos millones. La característica más prominente en la iglesia de hoy, en la Gran Bretaña y Estados Unidos, es su profundo y amplio interés en las misiones extranjeras.
De los muchos grandes hombres que se han levantado en los últimos tres siglos, es difícil mencionar los principales en pensamiento y actividad cristiana. Los siguientes pueden señalarse como hombres representativos en los movimientos de sus tiempos.
Ricardo Hooker (1553–1600) escribió la obra más famosa y de mayor influencia en la constitución de la Iglesia de Inglaterra. Nació de padres pobres, obtuvo ayuda en su educación en la Universidad de Oxford, donde obtuvo gran conocimiento en diferentes aspectos y lo nombraron en sucesión, tutor, socio y conferenciante. Lo ordenaron en 1582 y por un tiempo fue pastor asociado en Londres co...

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