Las rusas
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Las rusas

Flor Monfort

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Las rusas

Flor Monfort

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Über dieses Buch

Las rusas es una colección de relatos centrada en el linaje femenino de una familia: la abuela rusa, la madre, la hija desde la infancia hasta la adultez y el modo en que procesa una herencia. Una perspectiva feminista para contar la historia de una generación que heredó mandatos de maternidad, pareja y familia tradicional pero emprendió su propia búsqueda.

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Information

Jahr
2020
ISBN
9789874647498

Wana

Para entender bien lo que te digo, cuando claves el cuchillo en un bife imaginate que lo estás haciendo sobre tu propia piel. Es algo muy visual, fijate: concentrate en esa imagen y vas a ver que no te ponés un pedazo de carne en la boca nunca más. No es un simple alegato a favor del vegetarianismo, es toda una postura frente a la vida. ¿Alguna vez deshuesaste un pollo? O más fácil, ¿alguna vez le sacaste la pata a un muslo? Bueno, hacé el ejercicio mental, probalo, de realizar esa misma acción en tu cabeza como si fuera tu propio brazo el que está comprometido. Quiero decir, es algo realmente apabullante, me da escalofríos solamente imaginarme cómo se disloca una articulación sana en función de un placer enfermo. Porque los músculos, las vísceras de los animales tienen la misma textura, no te digo el sabor porque no lo sé, pero el mismo componente que el humano, entonces es un ejercicio muy sencillo el de imaginarse cómo se desgarra la propia carne. Yo no puedo masticar un pedazo de mí mismo. Es esa separación entre el animal y el ser humano la que nos coloca en este estado de salvajismo absoluto en que estamos sumergidos.
El que habla es Carlos Pérez, presidente de BBDO Argentina, en una entrevista a fondo con G7, la revista young business cool del país, sobre su decisión de no comer carne desde los siete años, después de ver a su padre degollar un jabalí con un facón. Un chorro de sangre, oscura y densa como esa selva donde él no quería ir, le arruinó el pantalón. Cierro la revista. Voy al chat.
 
Carlos dice
Qué te copa?
 
Calista dice
Que me unten en chocolate Fénix derretido y muchas chicas tipo Rocío Guirao Díaz lo chupen de mi cuerpo y después me entreguen a un negro rapero con ametralladora que me pase la lengua por la cara y se vaya.
¿Y a vos Charles? ¿Qué te copa?
 
Me siento a comer con papá y mis hermanos. Colita de cuadril al horno mechada con ciruelas. Tenedor pincha, cuchillo corta, desgarra la fibra, salta un poco de jugo: es rojo. Separo la grasa, diviso un nervio, lo separo, me llevo la carne a la boca. Pesa. Mastico, desarmo, trago. Bla, bla, bla. Un trago de Coca aleja la sensación pastosa, enervante de la carne. Y otra vez: pinchar, hundir el cuchillo, separar la grasa, triturar, tragar.
 
Carlos dice
Me coparía que nos veamos y cuatro quinceañeras nos den uvas en la boca y que los negros con metralleta sean buena onda y tenga ritmo y me digan wana
 
Calista dice
Sí, son buena onda
 
Carlos dice
Ellos pelean por lo suyo. Porq son minoría.
 
Calista dice
Ajá
 
Carlos dice
Por la tiranía corporativa de los engranajes de este mundo tan asimétrico. Por eso el ritmo, porque no tienen nada que hacer, entonces se juntan y dicen “ok, q hacemos” y se hace un silencio.
 
Calista dice
Y silencio negro no es cualquier silencio.
 
Carlos dice
Y uno empieza a tamborilear la mesa, y otro se frota por acá y por allá y así nace el ritmo. Es que no tienen un plan, entonces dicen “¿para qué si tenemos ritmo?”. Por eso se bancan la discriminación y eso…
 
Calista dice
Por el ritmo…
 
Carlos dice
Claro. Porque cuando algo les molesta y quieren contar hasta 100, piensan uno-dos-tres-cua y se ponen a bailar, y no pueden enojarse.
 
Carlos dice
¿Qué más te copa?
 
Me tomo un taxi a la casa de Carlos. Es un tríplex en Libertador y Salguero con vista al río y millones de libros y plasmas y aparatos tipo dvd que no son dvd pero no sé para qué sirven y no pregunto para no parecer ignorante.
Carlos es el tipo más feo que conocí en mi vida, tiene los cachetes inflados, el pelo grueso, es gordo pero sin panza y huele bien pero no alcanza.
Cuando lo googleo, dice de él: Carlos Pérez es uno de los creativos más reconocidos del país. Desarrolló gran parte de su carrera en Grey Argentina donde llegó a ser director general. Durante su gestión en esa agencia recibió premios en los principales festivales internacionales de publicidad. En el 2000 pasó de Ratto a BBDO para llevar adelante el departamento creativo.
Siempre odié a los publicistas, pero éste es diferente. No solo es millonario y está loco por mí, sino que leyó la Ética a Nicómaco.
 
Calista dice
Me copa andar a caballo y volver a una casa de campo donde me espere una mucama con Nesquik y Chocapic y mirar capítulos de Odisea burbujas.
Y a vos ¿ what cops you?
 
Carlos dice
Me copa Benny Hill, y q una chica me haga chuparle la concha todo el día y no me preste atención.
Pregunto, ¿pensás mucho en negros cuando te frotás la mariposa?
 
Calista dice
Se
 
Carlos dice
¿Porcentaje?
 
Calista dice
77,3 del average total.
Ahora te toca a vos
¿Qué te copa?
 
Es la primera vez que vamos a estar a solas. Son las dos de la mañana de un día de semana cualquiera y yo me puse lo mejor que tengo para no decepcionarlo. Pero cuando lo veo me doy cuenta de que soy tan hermosa al lado de él que podría haber ido sin maquillaje y con el pelo atado. Él tiene una camisa negra de seda italiana y me espera con una mano en el bolsillo y dos copas de champagne en la otra. Me dan ganas de vomitar. Lo saludo con un beso al lado de la boca.
 
Carlos dice
A mí me copa q unas ninfómanas góticas me condimenten ravioles con baba y me alimenten como un pajarito bebé.
Por último reina, ¿qué te copa?
 
Calista dice
Que muchos negros musculosos que hablen en brasilero entre ellos y tengan ametralladoras colgadas me desnuden y me aten a una cama y me acaricien con plumas de pavo real y después me acaben todos en la cara.
 
Cuando entro al living, que es tan grande como mi casa entera y la del vecino juntas, donde los sillones de cuero negro se pierden en la inmensidad helada de sus instrumentos tecnológicos de los que ignoro función, veo que en el balcón hay cuatro tipos. Dos de ellos son negros. Más allá, donde el balcón da la vuelta por Salguero, diviso dos minas charlando, que se callan y me miran cuando sienten el repiqueteo de mis suelas baratas en el hidrolaqueado.
No parecen putas, pero hay una clara meta sexual en todo el encuentro. Me acuerdo de que Carlos es vegetariano. Me tiembla un ojo.
—¿Vos no eras vegetariano?
Por suerte, Carlos no me contesta. Paso rápidamente por el escritorio en el camino hacia los negros que me van a dar la paliza de mi vida y leo los diplomas enmarcados. Leo “Cannes”, leo “A la creación”, leo “París”. Pienso: “Este tipo no puede matarme, es muy conocido. Por qué no me quedé con el chat. Nunca subestimes a un feo”.

Chicas lindas no meriendan

La primera bocanada de aire de la mañana era trabada y epiléptica. Empezaba el día estrujando las sábanas pero, ya acostumbrada, me abrazaba a la almohada y hundía la cabeza en las plumas, entre espasmos e indiferencia. El paladar me ardía, las mejillas se me inflaban. Cuando salía de la cama, encajaba las pantuflas en los empeines, me tropezaba aunque la luz entrara por la ventana. Estaba terminando enero.
Dormida, pod...

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