Educación financiera
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Alberto Chan

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Educación financiera

Alberto Chan

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Über dieses Buch

En nuestra sociedad apenas existe la educación financiera. La mayoría crecemos con la idea de que en la época adulta será suficiente con tener conocimientos académicos para encontrar un empleo estable. Pero ¿de verdad es esto suficiente? Actualmente, a los jóvenes se les brinda la mejor formación posible, pero hay también un índice alto de paro juvenil y los salarios están cada vez menos equiparados con la titulación obtenida. Este libro nos abre una puerta a la educación financiera. Una educación que nos permitirá tener habilidades con el manejo del dinero, obtener ingresos distintos a los del salario, crear negocios sin un capital inicial, conocer las mejores estrategias de ahorro y de gasto para nuestra economía doméstica, diferenciar los tipos de deuda, saber con certeza cuáles son las tarjetas de pago más convenientes. El autor nos explica cuáles son las reglas del mundo del dinero, la importancia del ahorro y también de la inversión. En definitiva, este libro brinda al lector las herramientas necesarias para conseguir una buena educación financiera, que sirva también para transmitirla a nuestros hijos.

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Information

Jahr
2016
ISBN
9788416620524

1. El dinero

«Si tienes el coraje de perseguirlos, todos tus sueños pueden hacerse realidad.»
WALT DISNEY
¿Le suena esta frase: «El dinero no da la felicidad»?
¿Y esta otra: «El dinero es la raíz de todos los males»?
¿Alguna vez le dijeron: «Los ricos son avariciosos»?
¿O alguien cercano le comentó: «Soy pobre, pero honrado»?
Podríamos seguir citando frases que escuchamos en algún momento de nuestras vidas de personas que de algún modo hacían afirmaciones que, en realidad, esconden la imagen o el punto de vista que ellos tienen sobre el dinero.
Pero pensemos un momento: ¿a esas personas que le aconsejaron sobre el dinero les va económicamente bien? Lo normal sería que nos dejásemos aconsejar por personas con abundancia económica fruto de su educación financiera. Sin embargo, lo más probable es que la inmensa mayoría de consejos o frases que hayamos escuchado desde que éramos niños hasta nuestra época adulta procedan de personas para las que el dinero supone un problema. Es decir, estas personas tienen problemas financieros por falta de educación financiera, y eso provoca que asocien el dinero con algo malo.
Si queremos educar bien a nuestros hijos en materia económica es muy importante que cuidemos nuestras expresiones e ideas sobre el dinero. Transmitir a un niño las ideas de que el dinero es algo malo, de que no es necesario, etcétera, provocará que en el futuro siga teniendo los mismo problemas financieros que aquellos que le transmitieron estos consejos.
Nuestra primera misión será convencerlos de que el dinero debe ofrecerse y verse como un medio para conseguir algo, simplemente eso.
Debemos transmitir a nuestros hijos que el dinero es evidentemente necesario; vivimos en un mundo capitalista, en el que es fundamental conocer las reglas del dinero para tener una vida cómoda y para que el capital no suponga un problema. Toda crítica basada en evitar esta realidad supone pobreza y problemas con el dinero.
En un futuro nuestros hijos actuarán en gran medida replicando lo que han visto durante años en sus casas. Si una persona se cría en un hogar en el que sus padres, en vez de hacer una autocrítica, se quejan diariamente de los problemas financieros culpando a terceros –el Gobierno, la situación económica, las elecciones, etcétera–, el niño asumirá que el dinero es algo negativo y que la culpa de todo ello será siempre de terceras personas, nunca suya. Y la única forma de compensar esa situación será quejarse del mundo…
¿De verdad queremos transmitir esto?, ¿ayudaremos o perjudicaremos a los demás si transmitimos esas ideas?
Déjeme que le cuente algo, estimado lector. Nuestra situación financiera es fruto de todas nuestras acciones pasadas, y dichas acciones son el resultado de hacer realidad nuestros pensamientos y creencias. Si nuestras ideas respecto al dinero son de rechazo, nuestro comportamiento al respecto será de aversión.
¡Alejamos aquello que envidiamos y odiamos!
¡Atraemos aquello en lo que pensamos y deseamos!
Si se generan en nuestra mente o en el proceso de educación de nuestros hijos pensamientos de odio hacia los ricos o ideas de que el dinero no es necesario o que es la raíz de todos los males, estaremos entrenando nuestra mente para crear una actitud de rechazo y de alejamiento del dinero.
Para darse cuenta de esto solo tiene que visitar cualquier bar o gimnasio, o ir a una reunión de trabajo y fijarse en la opinión que tiene cada persona del dinero, compárela entonces con su situación financiera. Verá una relación directa entre aquellos cuya actitud es de queja continua y crítica al dinero y su situación financiera desfavorable, en la que la abundancia es solo de problemas financieros. Esto en oposición con aquellas personas que en vez de criticar admiran a personas de éxito e intentan aplicar las ideas y las acciones que llevaron a dichas personas a la prosperidad económica. Créame, con el tiempo, esta última actitud acabará por convertir a esa persona en un clon de la que admira.
Por ello, e independientemente de la situación de partida de cada persona, debemos eliminar desde ya de nuestra mente toda idea negativa sobre el dinero, dado que, como recordará, alejamos aquello que odiamos y atraemos aquello que admiramos y deseamos. Una vez que tengamos nuestra mente limpia de ideas sobre el dinero, debemos transmitir a nuestros hijos otras nuevas sobre este, de manera que les iniciemos en su educación financiera.
Al principio no debemos hacerles un planteamiento muy complejo del dinero; todo lo contrario, lo único que debería saber un niño sobre el dinero es que no es algo malo, sino lo opuesto. Deberá entender que el dinero es algo necesario para nuestras vidas, que nos permitirá viajar y conocer el mundo, alimentarnos y vestirnos correctamente, así como contar con una educación académica y una estabilidad que, en definitiva, nos ayudará a ser más felices, pues el dinero no supondrá un problema, sino una forma de solucionarlo.
Si transmitimos estas ideas de que el dinero es necesario y de que para obtenerlo debemos tener una actitud sana, pues vamos a convivir durante toda nuestra vida con él, podremos transmitir nuevos conceptos e ideas, muy necesarios, pues en nuestra sociedad es habitual encontrarnos con todo lo contrario.

Dinero y avaricia

Desde niños se nos ha transmitido la idea de que «la avaricia rompe el saco», y lo asociamos con el dinero. Sin embargo, cometemos el grave error de confundir «avaricia» con «ambición», algo necesario para prosperar en la vida. Debemos transmitir a nuestros hijos y familiares que la ambición destinada a mejorar financieramente –lejos de lo que se nos transmitió desde pequeños– es buena, pues nos aleja de ese conformismo de la mayoría, que se consuelan con creer que las personas que desean y hacen lo posible por mejorar económicamente son malas.
Alejemos esas ideas para la educación financiera de nuestros hijos; transmitamos el hecho de que la ambición por ganar o mejorar –ya sea en el deporte o en un examen de la escuela– o por tener dinero es buena. Y recordémosles a nuestros hijos que a mayor capacidad de tener dinero, mayores posibilidades y facilidades tendremos de una vida mejor.
De esta manera estaremos transmitiendo una lección importante a nuestros hijos. Desear o querer más dinero no es malo, todo lo contrario, será un ejemplo de éxito. No tiene nada de negativo ser una persona ambiciosa; dicha ambición puede compararse con la de las estrellas del mundo deportivo, cuyo deseo por querer más las llevó al éxito profesional y a la admiración del público.

Dinero y honestidad

Otra idea frecuente en nuestra sociedad e inculcada desde que éramos pequeños es que el dinero y la honestidad no son compatibles. Solemos argumentar que una persona exitosa del mundo financiero llegó a su situación a base de deshonestidad e incluso lo acusamos de cometer ilegalidades.
Evidentemente, debemos alejar radicalmente esa mentalidad mediocre, crítica y envidiosa de nuestras vidas, con el fin de poder transmitir a nuestros hijos una idea clara y sencilla de que tener dinero y progresar económicamente están totalmente ligados con ser una persona honesta.
De esta manera, estaremos enseñando –primero a nuestra mente y luego a la de nuestros hijos y familiares– una forma diferente de ver el dinero, con lo que transmitiremos una idea de aceptación del dinero como algo positivo, característico de personas ambiciosas, honestas y buenas, que calarán en el subconsciente. Con esto crearemos un pensamiento atractivo y ambicioso sobre el dinero, muy positivo para todos nosotros, muy diferente al de repulsión y envidia, que solamente nos traerá problemas económicos.
Consejo: Transmita a sus hijos ideas positivas sobre el dinero y evite que lo asocien con algo malo. Recuerde que dicha imagen será fruto del ambiente y de la actitud diaria de los padres frente al dinero.

2. El ahorro y la inversión

«No es lo que tienes, sino cómo usas lo que tienes, lo que marca la diferencia.»
ZIG ZIGLAR
Uno de los aspectos clave de nuestra educación financiera es tener muy clara la diferencia entre dos conceptos básicos: el ahorro y la inversión.
Ambos conceptos son piezas fundamentales para nuestra salud financiera. Y la habilidad que tengamos para destinar nuestro capital a uno o a otro marcará nuestro progreso financiero.

El ahorro

Ahorro = ingreso - gasto
El ahorro es simplemente la cantidad de dinero que nos queda tras los gastos de la vida cotidiana. Es el dinero «sobrante» de cada mes. Es muy importante ahorrar cada mes, pues necesitamos ese dinero para darle otros usos que puedan aportarnos más dinero.
Por lo tanto, debemos transmitir a nuestros hijos la importancia de intentar contar con un ahorro mensual, de manera que los acostumbremos a ver esto como una situación normal y no excepcional.
Nuestros hijos deben saber también que no hay ahorro cuando los gastos del mes superan los ingresos.
Es bastante frecuente no tener ahorros si no tenemos una educación financiera. Podemos evitar esto de dos formas:
  1. Incrementar los ingresos. Debemos buscar nuevas fuentes de ingresos mensuales, con el fin de tener un margen mayor en el ahorro final. Lo positivo de este sistema es que no existen límites a nuestros ingresos.
  2. Disminuir los gastos. La otra alternativa, que siempre suele ser la más frecuente, es disminuir los gastos del mes. Sin embargo, este sistema tiene un límite, pues no podemos reducir ciertos gastos necesarios (como, por ejemplo, la comida, la luz y el agua).
Nuestra principal misión es lograr tener cada mes un ahorro positivo en nuestro hogar, lo que conseguiremos siempre que nuestros ingresos sean superiores a nuestros gastos. Y las dos formas de aumentar el ahorro son incrementar los ingresos o disminuir los gastos.
Una vez que tenemos este concepto claro, debemos transmitirlo a nuestros hijos con el fin de que entiendan la importancia del ahorro mensual, que ellos mismos pueden aplicar, desde ya, en un sencillo ejercicio.
Podemos ofrecer a nuestros hijos una paga mensual (siempre fija a principio de mes), que supondrá para ellos unos ingresos. Con base en sus habilidades, deberán controlar perfectamente sus gastos a lo largo del mes, para finalizar así cuatro semanas con cierto ahorro.
Para incentivar su capacidad de ahorro, podemos añadir en la paga mensual un incremento del 50 % del ahorro.
De tal manera que si ofrecemos al niño una paga de 100 euros al mes, y si este consigue limitar sus gastos mensuales a 80 euros, conseguirá un ahorro de 20 euros. Con este ahorro incentivaremos y premiaremos su esfuerzo, con un incremento del 50 % sobre el ahorro, es decir, 10 euros (50 % de 20 euros). Al principio del próximo mes podremos entregarle 110 euros (los 100 euros de paga más 10 euros de incentivo).
Con este sencillo juego, en el que los padres ofrecen la cantidad de dinero que...

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